Una web de opinión sobre el género fantástico y de aventuras en todos sus medios.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Gorka, el viento de Odei


Para toda una generación de lectores, Gorka contiene un profundo significado. Yo debo confesar que no supe del personaje hasta su actual recuperación gracias a la editorial Dolmen. Mi periplo comiquero, allá por los años en los que Gorka asomaba el hocico a este mundo, no pasaba de lecturas más generalistas. En cambio, en aquellos que le conocieron en su etapa inicial constituye todo un símbolo de buena voluntad para hacerse un hueco en nuestro siempre difícil mercado. De este modo, se convirtió en uno de los referentes de la eclosión, de la 'revolución' si se la puede llamar así, del comic-book en España, que se produjo desde principios de los 90.

El caso es que las mudanzas editoriales a las que la creación de Sergi San Julián se vio sometida, con la incorporación entretanto de Carlos Portela y de Fernando Iglesias en el equipo, unido a la apretada agenda de sus autores -que les obligaba a postergar constantemente el proyecto-, su gusto por el perfeccionamiento reiterado, que a su vez les conducía a una incesante retroalimentación del personaje, y los distintos avatares comerciales sufridos por la serie llevaron al final a que la cosa se quedara únicamente en un sólido y estupendo trabajo que podría haber llegado a un sueño aún mayor.

De su nacimiento en el seno de Camaleón Ediciones quedó la inconclusa serie Jaún, compuesta por un número de presentación y tres entregas posteriores, dirigida (al principio en solitario y luego -en su inédita continuación- codo con codo junto a Portela al guión) por un bisoño pero ya bien prometedor Sergi San Julián. Por esos tiempos, contaba Gorka con una estética más inocente y un tono mucho más orientado al humor y la parodia. Como su modesta tirada se vendió muy aceptablemente, el cambio -o más bien, el progreso- de la serie parecía inevitable.


A Planeta, que no se le escapaban ni entonces ni ahora los destellos del éxito de ciertas obras de editoriales menores, no tardaría en llamarle la atención el achaparrado roedor presentado por estos gallegos, que bajo el resguardo del aclamado formato comic-book ya contaba con una pequeña legión de lectores fieles. De esta forma es como Gorka acabó entrando en su famosa, malograda y hoy día reinventada línea Laberinto. Y así se materializó el ciclo de Gorka que ahora nos ocupa: la miniserie "El viento de Odei", dividida en cuatro números y un especial o making-off (justamente el material ahora recopilado tras ímprobos esfuerzos por Dolmen). Claro que para llegar a ese punto, y debido al concienzudo revisionismo ya citado de sus artífices, tuvieron que pasar largos periodos de tiempo y prolongadas reuniones del trío artístico. La consecuencia fue la transformación de Gorka hacia una postura más épica, desdeñando los intentos de aproximación del personaje a sus inequívocas inspiraciones gráficas y argumentales, que no ayudaban a destacar sus puntos fuertes.


De ese borrón y cuenta nueva resulta nuestro héroe del día, un hombre-rata, mercenario del norte sin más precisiones, con un pasado difuso, paria entre los humanos, de gesto adusto, carácter huidizo y rápidas hachas de mano. Su parecido físico a medias entre el Cerebus, de Dave Sim, y el Solo, de Oscar Martínez (aunque me pregunto si éste último vino antes o después...) me parece que es innegable. Las comparaciones son odiosas, lo sé, pero en este caso harto reconocidas por los papás de la criatura. Bien es cierto, en todo caso, que el esfuerzo por apartarlo de semejanzas y dotarlo de una identidad propia para conformar una genuina historia de espada y brujería netamente española, se observa claramente y se agradece.

Y dado que tiempo y circunstancias se han juntado para brindarnos la oportunidad de leer esta saga, lo mejor es aprestarse a disfrutar (otra vez, para algunos, y por primera para otros) de la fantástica aventura que contiene El viento de Odei. En ella empezamos viendo al mercenario, sin un rumbo demasiado claro, deteniéndose en una fonda a medio camino de Odei donde conoce a Arno, un suspicaz mercader de armas que se dirige a la ciudad. Por azar, Gorka acaba uniéndose a la caravana del tratante, acaso queriendo eludir el destino que le auguran sus congéneres, el colectivo de las ratas, quienes ven en él al candidato perfecto para convertirse en su representante y ocupar el puesto vacío en el Concilio Animal, formado por las especies no humanas. Para que este último quede completo, alguien tendría que asumir la vacante que dejó el padre de Gorka, ahora Señor del Reino Invisible (del que se insinúa una escabrosa relación con su vástago) y así ser capaces de enfrentarse al culto que está controlando a la humanidad -otrora un miembro más del Concilio- y que en el presente les ha relegado a un ingrato olvido.


Más allá de estos acontecimientos, la llegada de Gorka a Odei provoca recelos entre la población (sometida voluntariamente al Bakar Jainko, esa nueva religión que capta día tras día a más gente). Ser distinto, unido a su contrariedad o indiferencia hacia la reciente ideología, llevará enseguida al hombre-rata a meterse en problemas y tener que comparecer ante los teócratas del Bakar, que han desplazado al consejo de notables en el poder de la ciudad. Pero, como enseguida comprobará, no es el único que se opone a la tiranía y opresión de los actuales gobernantes. Y esa creencia popular de que las ratas son las primeras en abandonar el barco que se hunde no se cumplirá en esta ocasión. El viento de Odei es en verdad un vendaval de libertad y una reflexión sobre la relación entre política y religión, enmarcada en una historieta que derrocha fantasía heroica allá por donde se la mire.


Sorprende descubrir la madurez que demuestran los autores en este trabajo del que se cumple casi una década. En el caso de Sergi San Julián, a su estilo ya atractivo a primera vista se añade una fuerza en el trazo, anguloso y con carácter, que denota su evolución desde los primeros números de Jaún con Camaleón. Destaca también la escala de sombras bien definida (aquí tiene algo que ver Oriol, hermano de Sergi) que se perfila durante la desenfrenada actividad de los protagonistas en esta saga. Y, sobre todo, hay que resaltar la caracterización de un Gorka humanizado, que ha adquirido proporciones y gestos creíbles dentro del antropomorfismo de su figura pseudo-animal.

En cuanto a Carlos Portela (subdirector del evento Viñetas desde o Atlántico, además de muchas otras ocupaciones en medios audiovisuales) la lectura da fe de su brillantez a la hora de resolver los alocados movimientos de este guión y su soltura para combinar escenas de acción con pura intriga y emoción heroica, por más que él mismo declare que cambiaría muchas cosas de su intervención en esta obra. Además, con sólo unas breves menciones en el momento oportuno, consigue inducir en la historia y en las experiencias personales pasadas y potencialmente futuras de Gorka (aunque, por desgracia, estas últimas no se hayan visto todavía realizadas) una aureola de misterio que hacen al personaje todavía más atrayente. Portela también ha procurado que no se vuelva un inconveniente la sustitución casi total de la faceta humorística del primitivo Gorka por un acusado sentido épico, extremo este del que mejor darán cuenta los lectores del primer arco del ratón guerrero, entre los que no me cuento para poder hacer tal comparativa.

No menos importante es la participación de Fernando Iglesias, cuya fluidez en el manejo del storytelling no pasa en absoluto desapercibida: la composición de página del historietista es excepcional y digna de admiración. Gracias a su labor conjunta con San Julián, nos ofrece páginas que son para quedarse realmente ensimismado (lo que es mucho decir tratándose de un tebeo sin color) y, como muestra, basta recordar la sensacional doble plancha de huída de la torre del Bakar Jainko a través de las alcantarillas (sólo un ejemplo entre los muchos que podemos encontrar).


En serio, es una lástima que estos tres señores se hallen tan volcados en sus actuales planes laborales que no dispongan de tiempo para elaborar otra de las miniseries antaño proyectadas para Gorka, aún cuando ellos sí han vuelto a trabajar juntos en alguna ocasión (ahí está La cuenta atrás, de Portela y San Julian, para atestiguarlo). Sin embargo, no hay que dar nada por sentado y la posibilidad de contemplar nuevas aventuras del personaje queda abierta.

El caso es que Gorka podría contarse entre las mejores obras de fantasía realizadas en nuestro país de haber mantenido una cierta continuidad. Con lo publicado hasta la fecha (además de los ciclos ya citados, existe un número apócrifo del que no he podido averiguar gran cosa) se constata que aquí había mucho de donde sacar: buena materia prima y talento de sobra para alcanzar cotas mucho más altas. La importancia de esta publicación radica en buena medida en lo que se hubiera podido llegar a convertir, con multitud de ideas (¡y hasta páginas enteras inéditas!) que se han quedado guardadas en un cajón, del que no sabemos si algún día saldrán... Suponemos que los autores son muy conscientes de ello. Aspectos como el papel del padre de Gorka en el Concilio Animal, o la misma idiosincrasia del Bakar Jainko (apenas esbozados) que seguramente tuvieron la intención de desarrollar en miniseries que ahondarían en estas y otras cuestiones. Con algo de apoyo, además, y quizá también de perseverancia, Gorka podría haber visto la luz en otras tierras (a la vista de los intentos realizados, incluso con pruebas de color a tal efecto). Pero, una vez más, quisieron los hados que la idea no llegara a buen puerto.


Dejando de lado todas estas hipótesis, lo que cuenta ahora es que tenemos entre manos un tebeo que reúne un gran entusiasmo por parte de sus autores, de antiguos lectores y del mismo editor de la línea Siurell de Dolmen, Jorge Iván Argiz, que con su intermediación y empeño personal ha conseguido que vuelva a estar en las librerías. Sin duda, es palpable en el resultado final el cariño y la dedicación puestos por todas las personas que han tomado parte en su difusión.

Al hilo de la edición de Dolmen (pese al retraso constante de su salida, motivado por la inclusión de nuevo material extra que, a la larga, ha hecho que la espera mereciese la pena) debemos reconocer que es magistral. Un tomo de lujo en tapa dura, con prólogo de Antoni Guiral y textos de referencia creados expresamente por Sergi y Carlos, acompañados de los clásicos bocetos, muestras de grises, pin-ups y curiosidades varias. Un imprescindible para mitigar la sed de improbables y postreras peripecias de Gorka.

3 comentarios:

Jorge Iván Argiz dijo...

Vaya, estupendo post camarada.

GORKA es una serie con terrible potencial con un mínimo de continuidad. Algo a lo que la industría española no pudo contribuir y, probáblemente, tampoco el ritmo de su brillante equipo creativo.

Yo espero que en el futuro haya más material de GORKA pero, sino fuera así, al menos he podido propiciar esta edición en un volumen de su mejor saga.

Ah, el SOLO de ÓSCAR MARTÍN es posterior, jeje.

Jolan dijo...

No me cabe duda que si volvemos a disfrutar en el futuro de nuevas aventuras de GORKA, algo tendrás que ver con ello, Jorge Iván... ;)

Valentín VN dijo...

Chico, me quito el sombrero. Menuda entrada.

Por cierto, Gorka es de lo mejor y sí es cierto que recuerda a Cerebus, pero con mucha personalidad. Espero que pronto haya alguna versión unitaria, porque tengo de todo, desde cuadernillos, tomos tipo TPB y ahora álbum al estilo BD.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...