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domingo, 11 de noviembre de 2012

Black Death

1348 pasaría a las crónicas como la fecha que marca uno de los episodios más oscuros y siniestros de la Europa bajomedieval, por tratarse del momento álgido de propagación de la Peste Negra, la plaga que diezmó el viejo continente, segando — según se calcula— la vida de aproximadamente un tercio de su población en aquella época. Aunque la virulenta enfermedad (que atacaba indistintamente a personas de todo género y condición) retornaba desde su aparición en oleadas sucesivas cada cierto periodo de tiempo, ninguna de éstas fue tan terrorífica ni tan letal como la de aquel año.

Hoy sabemos que las circunstancias previas a la llegada de la epidemia (un crecimiento demográfico descontrolado, que acarreó el endurecimiento del nivel de vida de los estamentos más humildes, la malnutrición debido a varios años seguidos de malas cosechas, la insalubridad urbana, etc. unido a las ya de por sí escasas medidas de higiene de entonces) favorecieron su proliferación. Dados los insuficientes conocimientos de medicina del periodo, así como el desconocimiento sobre sus fuentes de transmisión, no había forma de paliar — no digamos ya de curar o detener—  el riesgo de contagio de la que se vino en llamar peste bubónica, por los tumores inflamados o bubones de color violáceo y negruzco que aparecían en los ganglios linfáticos del organismo como síntoma definitivo e irremediable de padecer la infección, o de su variante de peste pulmonar (todavía más rápida, silenciosa y mortífera si cabe que la anterior).

En la mentalidad ignorante de la época, la creencia más común era que el azote de la peste fue ocasionado por un castigo divino sobre la humanidad por sus pecados, tras décadas de excesos y de apartarse del buen camino, hasta el punto de que este horrible trance sirvió como caldo de cultivo para toda clase de barbaridades y prácticas del fanatismo más exacerbado: persecución de mendigos y judios bajo la acusación de envenenar los pozos, flagelaciones públicas, quema de brujas en piras masivas, o cuarentenas desproporcionadas. El caso es que la peste, con su brutal impacto demográfico, tuvo importantes consecuencias y supuso grandes transformaciones en el devenir de la Europa del siglo XIV, desde movimientos migratorios a modificaciones en la organización agraria, dando de esta manera el golpe de gracia a un sistema feudal que ya había entrado en crisis.

Pues bien, sirva este repaso superficial para ponernos un poco en situación de los hechos y el escenario sobre los que se sitúa el film del director Christopher Smith, que en su Black Death consigue adueñarse de ese contexto en el que cunden la desgracia y la muerte.

Precisamente se estima que fue a mediados de aquel fatídico año que citábamos al comienzo de esta entrada cuando la temible pandemia alcanzó Inglaterra, marco geográfico de la película. Osmund, joven novicio en un monasterio que ya se encuentra cercado por la implacable tragedia de la peste, tiene sus propios motivos personales —no muy afines a su credo, por cierto— para ofrecerse voluntario como guía de una brigada de hombres recién llegada al sacrosanto lugar. Al frente del variopinto grupo de soldados (compuesto por una curiosa mezcla de mercenarios y verdugos tan piadosos de su fé como salvajes) se halla Ulric, una suerte de guerrero inquisidor enviado por el obispo para investigar el extraño caso de una aldea de los alrededores que parece esquivar los efectos de la plaga bajo circunstancias insólitas y sospechosas. Según los rumores, la misteriosa comunidad, que se alza en medio de un pantano, escapa a las garras de la muerte gracias a la vil acción de un nigromante.

El hermano Osmund, que conoce bien la región, deberá conducir hasta el apartado pueblo a la banda capitaneada por Ulric, cruzando un espeso bosque y el impenetrable cenagal que lo rodea, mientras sostiene una lucha interna con su dogma. Por su parte, el adusto líder del grupo pretende realizar las averiguaciones necesarias para descubrir si los ardides del maligno están detrás de lo que allí sucede y desenmascarar a sus adoradores en ese supuesto remanso de paz ajeno a las adversidades que se extienden más allá de sus límites.

Black Death, aunque dicho así suene desagradable, me ha dejado buen sabor de boca. Porque lo bueno de esta austera producción es que sigue una línea muy diferente a lo que esperas encontrarte en ella desde un principio, adoptando un planteamiento novedoso, una trama eficazmente resuelta y un desenlace con un giro final satisfactorio. Definida, creo que sin demasiado acierto, como una película de terror gótico (el cartel oficial no ayuda mucho en ese sentido y orienta el argumento hacia una idea un tanto equivocada), se trata más bien de un film de género histórico con un puntito de ficción fantástica que se encauza durante los últimos minutos de metraje en una conclusión poco previsible y muy agradecida. El montaje resulta más que correcto y el guión es sobrio, pero sólido e inteligente; con una cierta propuesta moral sobre la influencia de todo fanatismo religioso y del particular descenso a los infiernos de cada uno, que no peca en absoluto de pretenciosa y en lugar de enturbiar su fondo —como ocurre en otras cintas del mismo estilo— lo enriquece.

Ahora bien, que nadie quiera ver en este film medieval una especie de copia de El Nombre de la Rosa, como he oído luego comentar por ahí, porque al margen del rollo teológico y el papel de la Iglesia en una trama herética de misterio, poco tienen que ver la una con la otra.

Tiene una primera media hora un poco lenta, eso sí, durante la que aparentemente no ocurre nada, hasta la llegada a la incomunicada aldea, donde los hechos se van sucediendo sin que apenas nos demos cuenta. La película juega de un modo ingenioso a lo largo de toda su duración con distintos aspectos y matices históricos que encajan con acierto en el relato: desde el reflejo de la sociedad eclesiástica, con los monjes ocupándose de los enfermos que se agolpaban en los núcleos habitados, a la desigual distribución de la epidemia, que dejaba de lado algunas zonas aisladas, proporcionando así la excusa perfecta a las intrigas que se desarrollan en el poblado del pantano que por alguna extraña razón no ha sido tocado por la plaga.

Y si bien la cinta prescinde de efectos especiales, la apariencia del entorno malsano queda fielmente retratada, dando lugar por fin a una Edad Media más auténtica de lo que solemos ver en pantalla. El aire de sectarismo y superstición (como la ambición de los protagonistas de pasar por encima de ésta) encuentra su imagen en una ambientación sucia y pestilente, de histeria colectiva y caza de brujas, de procesiones de penitentes y flagelantes que vagan por bosques umbríos y valles desolados, de médicos con sus grotescas máscaras de pájaro para evitar el contagio saltando de una pila a otra de cadáveres, que se amontonan en los linderos de los caminos y en los callejones de las ciudades, por donde las ratas —portadoras del parásito que constituyó el verdadero agente patógeno de la enfermedad, la pulga— campan a sus anchas. En definitiva, un logrado oscurantismo plagado de escenas dantescas que reproducen la espeluznante atmósfera propia de aquel desesperado drama, apropiadamente bautizado por sus víctimas como la Muerte Negra. Además, cuenta con una buena banda sonora hecha al dedillo para envolver las diferentes secuencias tanto de acción como de misterio.

No sabría decir si los atuendos, el vestuario y demás parafernalia guerrera se ciñen con exactitud a la época elegida, pero desde luego los actores lucen bien en sus cotas y pertrechos. Y hablando de armas, me gustó la mención expresa que realiza uno de los mercenarios en cierto momento sobre la victoria inglesa contra los franceses en la batalla de Crécy gracias a la utilización del arco largo inglés, así como la aprobación implícita de un nuevo código bélico (incluyendo la tremenda matanza, carente de toda piedad, que supuso no dejar con vida a heridos y prisioneros), que marca así el ocaso de la era de la caballería como se había contemplado hasta entonces, acorde con esta etapa cambiante que abarca la película. Por otra parte, no hay demasiadas secuencias de acción desatada según transcurre la proyección, pero las que contiene se desarrollan de maravilla y no están exentas de su cuota de visceras, sangre y miembros mutilados.

Hablemos del reparto. Sean Bean, que da vida al emisario de la diócesis, está como siempre que se sale; con ese gesto desaliñado y circunspecto que tan bien le sienta cuando se enfunda la armadura y empuña un espadón. El pobre hombre, como ya sabréis quienes hayáis seguido un poco la carrera cinematográfica del actor británico, no suele correr muy buena suerte cada vez que desempeña un papel marcial. Vais a tener que ver este film para saber si con Black Death rompe esa racha de muertes macabras o no... Carice Van Houten encarna a la bruja de la aldea y se trata, mira tú por donde, de la misma actriz que interpreta a la también embaucadora Melisandre en la televisiva Juego de Tronos (curiosamente Bean y Van Houten no se han llegado a cruzar en el rodaje de la exitosa serie de HBO). Su actuación en realidad tiene un tonillo muy similar al de la sacerdotisa de R'hllor —incluso la visten de rojo, como en un presentido ensayo de la mujer de Asshai— y aunque en la adaptación de Canción no la asimilaba demasiado, aquí sí que me resulta más convincente. Por último, pero no menos importante, puesto que se trata del auténtico protagonista de la historia, Eddie Redmayne (en el rol del joven y atormentado fraile Osmund) se desenvuelve bastante bien, por más que su intervención se vea eclipsada por la presencia de Bean, que de manera indiscutible se lleva la gloria en este apartado. El resto de papeles secundarios se puede decir que pasan el aprobado.

Antes de dar por finalizado este análisis, os dejo con el trailer oficial en inglés, que encuentro significativamente mejor que el español.



Presumo que Black Death no fue de las películas más taquilleras en el momento de su estreno, pero se trata, definitivamente, de una producción muy digna, aunque se le cuelgue la etiqueta de serie B, que merece la pena ver. No quiero olvidarme de que su visionado y esta posterior reseña responden a la recomendación de alguien que dejó su comentario por el blog hace ya un tiempo (a quien de paso, si me está leyendo, aprovecho para agradecérselo). Como hizo él en su día, os invito a que le déis una oportunidad, sobre todo si os agrada el cine de corte medieval con un toque de suspense bien llevado.

14 comentarios:

Raistlin dijo...

Pues esta película me había pasado completamente desapercibida; no me suena ni haber vistro el trailer.

Me la apunto, que estas pelis ambientadas en la Edad Media siempre llaman mi atención :)

Un saludo, Jolan.

Jolan dijo...

Hola Raistlin.

Yo tampoco recuerdo haberla visto en cartel en su día; no ha sido hasta hace relativamente poco que me enteré de su existencia. Y la cosa es que la peli vale más que otras del mismo género que han gozado de mayor promoción. Sólo por la actuación de Sean Bean merece la pena echarle un vistazo.

Saludos.

Antonio dijo...

Pues me alegra mucho que mi recomendación te gustase, Jolan.

Black Death no es ninguna obra maestra, pero es una película entretenida y solvente,bien rodada y narrada, que consigue transportarnos de manera realista a un Medievo desastrado, implacable e imbuido por la religiosidad en casi todas sus facetas; algo que "Templario" (Ironclad), en mi modesta opinión, no conseguía pese a un muy buen reparto.

Me gustaría añadir que no parece una película cara, así que espero que algún día en España alguien se anime a hacer algo parecido, para regocizo de quienes disfrutamos de las cintas de ambientación medieval.

Un saludo.

Antonio dijo...

Perdón, quería decir "regocijo" y no "regocizo". Será que es lunes...

Fawn dijo...

Bueno, ante todo me quito el sombrero ante tu magnífica entrada, que además de comentar la peli nos has puesto en antecedentes de los sucesos históricos que se dieron lugar por aquella época y eso siempre está genial ^__^

La ví hace tiempo, si bien no me pareció un peliculón, si que estuvo bien y me gustó bastante la verdad. además, aparece uno de mis actores fetiches: Sean Bean, que me encaaanta jeje

Saludos!!

Jolan dijo...

Hola Antonio.

Justamente lo que comentas es uno de los aspectos que más me gustó de la película; la recreación de una Edad Media más verdadera de lo que estamos acostumbrados a encontrar en el cine, donde la devoción religiosa ocupa un espacio congruente (al margen de la posible lección, según se quiera ver, sobre los falsos ídolos).

Pese a su sencillez (que no simpleza), ¿tu crees que en España se puede hacer algo así? Viendo series pretendidamente históricas sobre este período, como Toledo o Isabel, tengo mis dudas, la verdad...

De nuevo, gracias por la recomendación. ;)


Muchas gracias, Fawn!

Desde luego, no es que se trate de un peliculón... pero no trata al espectador como un ignorante y eso ya dice mucho en su favor. Además, coincido contigo en que Bean suele clavar sus interpretaciones. ¡Este hombre nació para llevar armadura! :D

Saludos.

Jareth dijo...

Tiene muy buena pinta. Habrá que verla. Gracias, una vez más, por el chivatazo con una de tus estupendas reseñas, Jolan.

Aunque no tiene tanto que ver, una de mis películas favoritas, también ambientada en esa Europa asolada por la muerte, es "El séptimo sello" de Ingmar Bergman. Una obra maestra.

Y los que os encanta el cine de ambientación medieval no deberíais perderos, si no la conocéis, un peliculón como "El señor de la guerra" (1965) de Schaffner. Maravillosa. No sale Sean Bean, je,je, pero Charlton Heston se sale en su papel de Crisagón de la Cruz.

Saludos desde dentro del laberinto!!

Pedro Camello dijo...

Es curioso, tenía esta película roandando por casa desde hace tiempo y no le hacía ni caso, pero por fin me puse a verla hace algo así como un mes y me sorprendió muy gratamente. Tal vez porque no esperaba mucho de ella.

Me gustó bastante la ambientación y la idea de la trama, la confrontación entre paganismo y cristianismo (un poco exagerado, pero tratado de modo interesante), así como el tratamiento racional de unos acontecimientos que los protagonistas observan desde un prisma religioso-mágico. El final es muy sugerente y lógico aunque se lo cargan un poco al querer explicarlo todo con una voz en off, pero bueno, supongo que eso es una exigencia del productor.

El aspecto de los guerreros y el armamento no es lo más conseguido, en pricipio parece ligeramente anticuado. Hacia esa época ya se empezaban a generalizar las armaduras de placas pero bueno, no es algo escandaloso. Lo que sí me llamó la atención es que el protagonista lleva todo el rato un manto de caballero hospitalario cuando es evidente que el personaje de Bean no pertenece a esa Orden.

Pero sí, es una película que está por encima de lo que se suele hacer ultimamente con la Edad Media (estoy pensando en esa cosa de las Brujas de Nicholas Cage).

Jolan dijo...

Hola Jareth,

A pesar de que las dos cintas que mencionas se pueden considerar casi clásicos, admito con sonrojo que no las he visto todavía. Pero como siempre atiendo a las recomendaciones, me las anoto para no dejarlas pasar! :) Además, con Charlton Heston y Max Von Sydow ya hay dos buenas razones para tenerlas presente!

Saludos!

(Por cierto, siguiendo tu consejo, hoy me he hecho con Green Manor! ;)

Jolan dijo...

Buenas Pedro,

Respondiéndote voy a meter cierto spoiler, así que aviso a quien no quiera destaparse nada...


Sí, lo de la explicación racional de hechos aparentemente sobrenaturales le hace, para mi gusto, anotarse un tanto (lo fácil hubiera sido ponerse a sacar zombis y demonios, pero la película no tira por ahí afortunadamente). No obstante, coincido contigo en que al final no le hubiera venido mal un poco más de sutileza y si hubieran quitado los últimos 5 minutos, con esa conversión del monje en inquisidor caza-brujas, la película tampoco se habría resentido por ello.

Fin del spoiler.


Sobre la indumentaria, no llegué a identificar si la coraza que viste Ulrik es muy realista o no; me parecía algo artificial... ¿qué es, un peto de escamas?? ¿de retales de cuero superpuestos?

No llegué a ir al cine a ver la de las brujas de Cage, pero la verdad que no auguraba nada bueno...

Y Pedro, cuando vi esa comunidad rural aislada por un bosque y un pantano, debo reconocer que en un momento dado me vino a la cabeza la aldea de tu historieta Hombre lobo en Baris! :)

Pedro Camello dijo...

Es cierto, Jolan. A mí también me llamó la antención, es una idea la de la comunidad apartada en la que pasan "cosas" que me atrae mucho.

Las corazas de escamas, en la edad media solían ser de cuero endurecido (muy ligeras y casi tan duras como el hierro)en algunos casos pintadas para que parecieran metal, aunque en la antigüedad solían serlo de bronce. Pero ya te digo que por esta época ya se imponían las corazas enterizas de metal y los complementos de placas, para quien tuviera dinero,claro, que no era todo el mundo. Lo que sucede es que para estas películas se utiliza material simulado, tanto las cotas de malla como las escamas son de plástico y las espadas de aluminio. En algunas no se nota nada ("El reino de los cielos", "Robin Hood") pero en otras sí, como en ésta.

Pedro Camello dijo...

Por cierto, el "Señor de la Guerra" es una de las mejores películas de la Edad Media, si no la mejor.

Perfectamente ambientada y con un guión muy trabajado. Incluso charlton Heston accedió a cortarse el pelo al estilo normando en una época en la que era una estrella y un galán. Fué un fracaso en taquilla, pero hoy es una película de culto.

Beldz dijo...

Qué coincidencia, Jolan. ¡La vi hace apenas unos pocos días! También la descubrí por una recomendación :)

Además, estoy totalmente de acuerdo con tu reseña. Me pareció una película muy buena, entretenida, con un buen guión y unas grandes interpretaciones. Sean Bean se come la pantalla él solito. ¡Esos papeles le van como anillo al dedo!

Pienso que tiene un toque muy angustioso y oscuro. Y es cierto que se agradece ese final un tanto inesperado. Cuando empezaron a hablar de que los paganos podían resucitar a los muertos, pensé que la iban a fastidiar añadiendo algún elemento fantástico; pero al final trataron el tema muy decentemente, sin pasarse (como bien explicas, Jolan).

También opino que no hubiera pasado nada si hubieran quitado los últimos cinco minutos ;)

Así que lo dicho, una película muy recomendable :)

Jolan dijo...

Gracias por la aclaración, Pedro. Como siempre, es un acierto recurrir a ti cuando tengo alguna duda en lo que se refiere a estos temas! ;) Es verdad que hay filmes donde el plastico y otros materiales artificiales cantan un montón en la pantalla. Cuestión de presupuesto o de querer hacer las cosas mejor o peor, imagino.

Veo entonces que es imperdonable haberme perdido hasta ahora 'El señor de la guerra', así que haré lo posible por solventar eso cuanto antes!

Beldz

Pues sí es curioso y además veo que esta película la ha visto -o la conoce- más gente de la que suponía. En mi caso ya digo que no supe nada de ella hasta que me la recomendaron aquí.

Saludos!

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