Con pocas ganas de salir la pasada noche, tocaba sesión tranquila de cine en casita. En mente: alquilar 'La red social', de la que me han estado dando la murga bastante en los últimos meses (lo dice uno de los pocos osados que aún no ha sucumbido al facebook), pero resulta que no sale hasta febrero. Plan alternativo..., ¿qué ver? Anda mira, pues sabiendo que probablemente me van a estafar los 3,50€ que cuesta sacarla, vamos a llevarnos 'Furia de Titanes', que en su día la dejé pasar en cines deliberadamente por aquello de considerarlo carnaza de blockbuster o, todavía peor, de Antena3 un sábado por la tarde, pero en este momento no parece mala opción. Influido, como es lógico, por artículos de opinión poco prometedores que leí cuando fue estrenada, ya iba con la idea de ver una patochada palomitera, pero total, tampoco le pedía más a esta noche; pasar un rato ameno, de esos de no pensar mucho, para ser sinceros. Pero oye, será que como no se hace larga (apenas pasa de los cien minutos de duración) y salen muchos monstruos molones, paisajes atractivos y, sencillamente, distrae, pues daré la noche de cine por apañada. Seguramente mi relativa indulgencia con esta cinta se debe a que me encanta la mitología clásica y que no son muchos los productos cinematográficos que tenemos actualmente de este género; así en su favor hay que reconocer un logrado diseño de los seres fantásticos que aparecen y una gran utilización de los efectos especiales. Ahora bien, si hablamos del guión, los diálogos o la desenvoltura de los personajes, ahí ya... Pero bueno, vayamos por partes.
La película es una adaptación libre del mito del héroe griego Perseo. Antes que nada, por si alguien no está muy metido en el tema, hay que decir que la historia de Perseo es una maravillosa leyenda sobradamente a la altura para crear un grandísimo film de aventuras. En realidad, la mayoría de los mitos grecorromanos cumplen esta premisa. Pero claro, las cosas hay que hacerlas -como en cualquier otro campo- con acierto, gusto y buena intención. Si bien lo que nos ofrece su director, Louis Leterrier, se aleja lo suyo del mito originario (aunque no menos de lo que estamos acostumbrados a ver, así que digamos que ese no es el principal fallo) no termina de atrapar al espectador y se queda en una obra algo insípida y carente de la emoción que podría llegar a exprimir de la excelente materia prima de que disponía, resultando en una dramatización muy plana y poco exigente. Hay que aclarar que en realidad esta versión se trata de un remake del Clash of the Titans que ya filmó Desmond Davis en 1981. No he llegado a ver esta versión anterior, de modo que no me permitiré opinar si es mejor o peor que aquella, o si le guarda fidelidad argumental (aunque tengo entendido que le hace un guiño con el buho mecánico que aparece al principio), aunque el mero paso del tiempo debería darle ventaja a sus efectos especiales comparándolos a los de Ray Harryhausen de entonces.
Con el mito como dúctil referencia, la película nos cuenta el modo en que Perseo (hijo del dios Zeus y de Dánae, la mujer del rey de Argos) se convierte en una pieza clave en la época que la relación entre los dioses del Olimpo y los humanos zozobra. La ingratitud de los hombres, creación de Zeus, para con los dioses, que en el fondo necesitan de las plegarias de estos para dar pábulo a su inmortalidad y no ser olvidados, constituye el origen del drama. Acrisio de Argos encabeza esta rebelión contra el estamento divino y como castigo Zeus posee a su mujer, que acaba por engendrar al pequeño Perseo. Entonces el monarca de Argos arroja a ambos al mar dentro de un cofre. Por su naturaleza de semidiós, Perseo sobrevive, siendo recogido por un humilde pescador y su esposa.
Pasan los años hasta que un día, navegando junto a las costas de la gran ciudad que le vio nacer, Perseo presencia la destrucción de una colosal estatua de Zeus por las tropas de Argos. El episodio desata la ira de Hades, la cual causa a su vez la muerte de la familia adoptiva de Perseo, que jura venganza ante el dios del inframundo. El mismo Hades impone a los actuales gobernantes de Argos la sumisión por medio del sacrificio de su hija, la bella Andrómeda, en un plazo hasta el próximo eclipse de sol, so pena de liberar al Kraken, una criatura terrorífica que provocará la ruina absoluta de la ciudad. Para poder someter a los hombres a estas condiciones, antes ha inducido el rencor en su hermano Zeus con palabras engañosas, esperando que las súplicas de la humanidad aumenten sus propias fuerzas para suplantar el liderazgo del Olimpo. En Argos, conscientes de la presencia entre ellos de un hijo de Zeus, imploran a Perseo que emprenda una búsqueda para salvarles de la amenaza que se cierne sobre la ciudad y sobre Andrómeda. Renuente al principio, el joven héroe acepta finalmente su destino.
No voy a cebarme en una crítica destructiva de la película, porque como he dejado ver antes, debo admitir que me ha entretenido, de hecho, más de lo que pensaba inicialmente. Sin embargo, la sucesión de la acción sin excesiva coherencia y de forma atropellada, la reducción de los diálogos a sus formas más simplistas y una interpretación no especialmente trabajada, le restan muchos grados de solidez a su argumento.
Podemos decir al menos que el uso de escenarios fantásticos que se combinan bien en la acción (se ha rodado en lugares tan dispares como las islas Canarias o Etiopía, entre otros) así como la recreación de las criaturas mitológicas, son su principal punto fuerte. Pero aunque Leterrier nos presenta un amplio abanico de estas últimas, no todas pertenecen al mito de Perseo y las que sí forman parte de él lo hacen bajo una forma un tanto travestida. Así que tenemos a una especie de arpías o gárgolas, al magnífico pegaso (¿de color negro?), el kraken (supongo que se querían referir al monstruo marino Ceto), las grayas (creo que aquí son las nornas por asociación, y ademas, si comparten el único ojo que tienen, ¿por qué no también su único diente, según se decía de ellas?), a Caronte (de este sí me convenció la caracterización) y, cómo no, a una Medusa -sin sus hermanas gorgonas- con físico de naga, a la que se espera con impaciencia desde los primeros minutos de metraje. Otra bichería variada figura por ahí sin mucho fundamento, como los escorpiones gigantes y los extraños djinns del desierto, que sueltan un tufo a lo Star Wars que echa para atrás, pero que tienen su gracia. En cuanto a la ambientación, discurre de frondosos bosques a áridos desiertos, recalando por el Inframundo, el Olimpo celestial o la fabulosa ciudad de Argos a la usanza de las polis griegas.
Por otra parte, me habría gustado que los dioses dieran un poco más de juego, pues se centran en el conflicto Zeus-Hades (fuera de lugar si revisamos la historia de Perseo), dejando de lado por completo a otros tan importantes como Poseidón, Atenea o Hera. Comentarios aparte en cuanto a su vestimenta con esas armaduras resplandecientes que no casan mucho con la imagen clásica deseable (y esto es extensible a la indumentaria general que emplean todos los personajes). Se representa, eso sí, la típica concurrencia del Olimpo frente al mundo terrenal representado como un tablero sobre el que las deidades manejan a la humanidad cual simples peones (que tanto me recuerda al Populous), inspirando una reflexión sobre el libre albedrío de los hombres.
Si pasamos al apartado de las interpretaciones, vemos que el elenco contiene nombres muy conocidos: Liam Neeson que encarna al -no tan todopoderoso- Zeus, Ralph Fiennes de un metamorfoseante Hades, y como protagonista el inexpresivo Sam Worthington, que compruebo sigue actuando con ciertos aires de chulería torera. Perseo no se merecía eso. Creo que lo dije con Avatar y me reafirmo: lo siento chico, aún no te he visto en un sólo papel realmente convincente; pero tú sigue intentándolo. El recientemente fallecido Pete Postlethwaite ejerce el correcto rol de padre adoptivo del héroe. Por su lado, los papeles femeninos los ocupan dos féminas tan guapas como sosillas; Gemma Arterton (haciendo de Ío, un personaje totalmente sacado de la manga y ajeno a la leyenda, que además nos traiciona sobre su supuesta condición) y Alexa Davalos (Andrómeda). Me pareció curioso encontrar a Polly Walker (Atia de los Julios, en Roma), muy desmejorada por cierto -ya antes del gélido toque de Hades, me refiero. En una producción marcada por el tono épico y el viaje, tenemos también al típico grupo de acompañantes del héroe (Jason Flemyng entre ellos) cuya finalidad es ir cayendo como moscas según pasan los minutos, considerando que el ritmo de la acción se mantiene constante. ¡Ah, y por supuesto, no podían faltar Pili y Mili! Es decir, el típico dúo que aparentemente está ahí para hacer la aportación cómica, y que resulta tan innecesario en este caso que ellos mismos parecen darse cuenta, abandonando sin más su intervención a media película.
Podría llenar líneas y más líneas con todos los puntos sobre los que el argumento se da de tortas con el mito. Pero al fin y al cabo, quedan como un cúmulo de curiosidades que posiblemente les resbale bastante a quienes no interese la mitología. Uno de los más sorprendentes es volcar la inevitable relación amorosa en la figura de Ío, quedando en cambio Andrómeda fuera de este contexto. También la guerra entre el dios del rayo y el del inframundo está de más. De hecho, en la epopeya de Perseo, las deidades que aparecen -Atenea y Hermes, por mediación de Zeus- toman partido directamente en favor del héroe, concediéndole determinados objetos valiosos para su misión. Incluso Perseo se hace con el casco de Hades, que le permite volverse invisible, y si vuela es gracias a unas sandalias aladas, no a la ayuda de Pegaso, aunque es cierto que este aparece en la historia. Uno de mis capítulos preferidos del mito, el modo en que Perseo vence a Medusa, aunque plasmado en esencia, no está correctamente desarrollado. En fin, a ratos me daba la impresión de estar viendo un refrito de distintos pasajes mitológicos; un poco de Heracles por aquí, una pizca de Ulises por allá, algo de Jason y los Argonautas, etc.
En todo caso, creo que con lo que me siento más molesto es con uno de esos finales de los que toman al espectador por estúpido perdido y que, directamente, contradice todo lo que ha venido anunciando desde el comienzo de la película acerca de la predestinación, del carácter trágico y el fin funesto del héroe clásico. ¿Se diría que con este film se me ha caído del todo un mito? No, pero simplemente creo que se trata de una adaptación muy mejorable a la que le ha faltado cuidar bastantes aspectos fundamentales. Le doy un aprobado y porque hoy me pilla de buen humor.
La película es una adaptación libre del mito del héroe griego Perseo. Antes que nada, por si alguien no está muy metido en el tema, hay que decir que la historia de Perseo es una maravillosa leyenda sobradamente a la altura para crear un grandísimo film de aventuras. En realidad, la mayoría de los mitos grecorromanos cumplen esta premisa. Pero claro, las cosas hay que hacerlas -como en cualquier otro campo- con acierto, gusto y buena intención. Si bien lo que nos ofrece su director, Louis Leterrier, se aleja lo suyo del mito originario (aunque no menos de lo que estamos acostumbrados a ver, así que digamos que ese no es el principal fallo) no termina de atrapar al espectador y se queda en una obra algo insípida y carente de la emoción que podría llegar a exprimir de la excelente materia prima de que disponía, resultando en una dramatización muy plana y poco exigente. Hay que aclarar que en realidad esta versión se trata de un remake del Clash of the Titans que ya filmó Desmond Davis en 1981. No he llegado a ver esta versión anterior, de modo que no me permitiré opinar si es mejor o peor que aquella, o si le guarda fidelidad argumental (aunque tengo entendido que le hace un guiño con el buho mecánico que aparece al principio), aunque el mero paso del tiempo debería darle ventaja a sus efectos especiales comparándolos a los de Ray Harryhausen de entonces.
Con el mito como dúctil referencia, la película nos cuenta el modo en que Perseo (hijo del dios Zeus y de Dánae, la mujer del rey de Argos) se convierte en una pieza clave en la época que la relación entre los dioses del Olimpo y los humanos zozobra. La ingratitud de los hombres, creación de Zeus, para con los dioses, que en el fondo necesitan de las plegarias de estos para dar pábulo a su inmortalidad y no ser olvidados, constituye el origen del drama. Acrisio de Argos encabeza esta rebelión contra el estamento divino y como castigo Zeus posee a su mujer, que acaba por engendrar al pequeño Perseo. Entonces el monarca de Argos arroja a ambos al mar dentro de un cofre. Por su naturaleza de semidiós, Perseo sobrevive, siendo recogido por un humilde pescador y su esposa.
Pasan los años hasta que un día, navegando junto a las costas de la gran ciudad que le vio nacer, Perseo presencia la destrucción de una colosal estatua de Zeus por las tropas de Argos. El episodio desata la ira de Hades, la cual causa a su vez la muerte de la familia adoptiva de Perseo, que jura venganza ante el dios del inframundo. El mismo Hades impone a los actuales gobernantes de Argos la sumisión por medio del sacrificio de su hija, la bella Andrómeda, en un plazo hasta el próximo eclipse de sol, so pena de liberar al Kraken, una criatura terrorífica que provocará la ruina absoluta de la ciudad. Para poder someter a los hombres a estas condiciones, antes ha inducido el rencor en su hermano Zeus con palabras engañosas, esperando que las súplicas de la humanidad aumenten sus propias fuerzas para suplantar el liderazgo del Olimpo. En Argos, conscientes de la presencia entre ellos de un hijo de Zeus, imploran a Perseo que emprenda una búsqueda para salvarles de la amenaza que se cierne sobre la ciudad y sobre Andrómeda. Renuente al principio, el joven héroe acepta finalmente su destino.
No voy a cebarme en una crítica destructiva de la película, porque como he dejado ver antes, debo admitir que me ha entretenido, de hecho, más de lo que pensaba inicialmente. Sin embargo, la sucesión de la acción sin excesiva coherencia y de forma atropellada, la reducción de los diálogos a sus formas más simplistas y una interpretación no especialmente trabajada, le restan muchos grados de solidez a su argumento.
Podemos decir al menos que el uso de escenarios fantásticos que se combinan bien en la acción (se ha rodado en lugares tan dispares como las islas Canarias o Etiopía, entre otros) así como la recreación de las criaturas mitológicas, son su principal punto fuerte. Pero aunque Leterrier nos presenta un amplio abanico de estas últimas, no todas pertenecen al mito de Perseo y las que sí forman parte de él lo hacen bajo una forma un tanto travestida. Así que tenemos a una especie de arpías o gárgolas, al magnífico pegaso (¿de color negro?), el kraken (supongo que se querían referir al monstruo marino Ceto), las grayas (creo que aquí son las nornas por asociación, y ademas, si comparten el único ojo que tienen, ¿por qué no también su único diente, según se decía de ellas?), a Caronte (de este sí me convenció la caracterización) y, cómo no, a una Medusa -sin sus hermanas gorgonas- con físico de naga, a la que se espera con impaciencia desde los primeros minutos de metraje. Otra bichería variada figura por ahí sin mucho fundamento, como los escorpiones gigantes y los extraños djinns del desierto, que sueltan un tufo a lo Star Wars que echa para atrás, pero que tienen su gracia. En cuanto a la ambientación, discurre de frondosos bosques a áridos desiertos, recalando por el Inframundo, el Olimpo celestial o la fabulosa ciudad de Argos a la usanza de las polis griegas.
Por otra parte, me habría gustado que los dioses dieran un poco más de juego, pues se centran en el conflicto Zeus-Hades (fuera de lugar si revisamos la historia de Perseo), dejando de lado por completo a otros tan importantes como Poseidón, Atenea o Hera. Comentarios aparte en cuanto a su vestimenta con esas armaduras resplandecientes que no casan mucho con la imagen clásica deseable (y esto es extensible a la indumentaria general que emplean todos los personajes). Se representa, eso sí, la típica concurrencia del Olimpo frente al mundo terrenal representado como un tablero sobre el que las deidades manejan a la humanidad cual simples peones (que tanto me recuerda al Populous), inspirando una reflexión sobre el libre albedrío de los hombres.
Si pasamos al apartado de las interpretaciones, vemos que el elenco contiene nombres muy conocidos: Liam Neeson que encarna al -no tan todopoderoso- Zeus, Ralph Fiennes de un metamorfoseante Hades, y como protagonista el inexpresivo Sam Worthington, que compruebo sigue actuando con ciertos aires de chulería torera. Perseo no se merecía eso. Creo que lo dije con Avatar y me reafirmo: lo siento chico, aún no te he visto en un sólo papel realmente convincente; pero tú sigue intentándolo. El recientemente fallecido Pete Postlethwaite ejerce el correcto rol de padre adoptivo del héroe. Por su lado, los papeles femeninos los ocupan dos féminas tan guapas como sosillas; Gemma Arterton (haciendo de Ío, un personaje totalmente sacado de la manga y ajeno a la leyenda, que además nos traiciona sobre su supuesta condición) y Alexa Davalos (Andrómeda). Me pareció curioso encontrar a Polly Walker (Atia de los Julios, en Roma), muy desmejorada por cierto -ya antes del gélido toque de Hades, me refiero. En una producción marcada por el tono épico y el viaje, tenemos también al típico grupo de acompañantes del héroe (Jason Flemyng entre ellos) cuya finalidad es ir cayendo como moscas según pasan los minutos, considerando que el ritmo de la acción se mantiene constante. ¡Ah, y por supuesto, no podían faltar Pili y Mili! Es decir, el típico dúo que aparentemente está ahí para hacer la aportación cómica, y que resulta tan innecesario en este caso que ellos mismos parecen darse cuenta, abandonando sin más su intervención a media película.
Podría llenar líneas y más líneas con todos los puntos sobre los que el argumento se da de tortas con el mito. Pero al fin y al cabo, quedan como un cúmulo de curiosidades que posiblemente les resbale bastante a quienes no interese la mitología. Uno de los más sorprendentes es volcar la inevitable relación amorosa en la figura de Ío, quedando en cambio Andrómeda fuera de este contexto. También la guerra entre el dios del rayo y el del inframundo está de más. De hecho, en la epopeya de Perseo, las deidades que aparecen -Atenea y Hermes, por mediación de Zeus- toman partido directamente en favor del héroe, concediéndole determinados objetos valiosos para su misión. Incluso Perseo se hace con el casco de Hades, que le permite volverse invisible, y si vuela es gracias a unas sandalias aladas, no a la ayuda de Pegaso, aunque es cierto que este aparece en la historia. Uno de mis capítulos preferidos del mito, el modo en que Perseo vence a Medusa, aunque plasmado en esencia, no está correctamente desarrollado. En fin, a ratos me daba la impresión de estar viendo un refrito de distintos pasajes mitológicos; un poco de Heracles por aquí, una pizca de Ulises por allá, algo de Jason y los Argonautas, etc.
En todo caso, creo que con lo que me siento más molesto es con uno de esos finales de los que toman al espectador por estúpido perdido y que, directamente, contradice todo lo que ha venido anunciando desde el comienzo de la película acerca de la predestinación, del carácter trágico y el fin funesto del héroe clásico. ¿Se diría que con este film se me ha caído del todo un mito? No, pero simplemente creo que se trata de una adaptación muy mejorable a la que le ha faltado cuidar bastantes aspectos fundamentales. Le doy un aprobado y porque hoy me pilla de buen humor.
13 comentarios:
A mí me ocurrió algo parecido. Me habían comentado que era tan inmensamente mala, que cuando la vi me entretuvo bastante.
Vale, es claramente peor que la del 81 (y de las comparaciones con ésta provienen las críticas más atroces), y se pasa la "verdadera" historia de Perseo por el arco del triunfo, pero no olvidemos que el clásico tampoco era muy respetuoso con el mito.
Por cierto, una curiosidad: Sam Worthington, consciente de su limitada actuación, ha prometido esforzarse m´s para la segunda parte.
Tengo gratos recuerdos de la película rodada en el 81. Ésta aún no la he visto, aunque me gustaría hacerlo más que nada por alegrarme un poco la vista con los efectos especiales, que creo que están bastante logrados.
En cualquier caso y aunque no esté a la altura de las circustancias, imagino que servirá para mantenerme entretenido un rato.
Por cierto, no sabía que va a tener segunda parte.
Saludos.
Pues sí que estabas de buen humor Jolan, sí.
A lo mejor es que yo fui a verla en su día al cine previo pago de siete pavos y otros tantos por la parienta (la vi en 3-D) y eso me influyó negativamente, pero por lo que recuerdo es la peor película que he visto en años. Salí verdaderamente indignado del cine preguntándome cómo unos tipos que se llaman profesionales, y que cobran un pastizal, pueden perpetrar una mierda tan gorda. Conozco chavales que publican en fanzines que narran mejor sus cosas.
De hecho no he vuelto a pisar un cine desde entonces.
Y los dioses del Olimpo... son los caballeros de oro de los Caballeros del Zodíaco. Leterrier dice que se inspiró, pero habría que decir más bien que fusiló (de hecho el autor de los Caballeros del Zodíaco hizo varias ilustraciones sobre la película para deleite, imagino, de Leterrier).
La película no tiene ni pies ni cabeza, no se entiende la motivación de los personajes a los que solo les falta llevar el guión en las manos para ir recitando sus frases, el 3-D era patatero, patatero, el dúo cómico es, como dices, para matarlos, todo el que aparece por allí cae mal... en fin, para qué seguir...
Pero es mi opinión, claro.
Cuando la vi, nada más estrenarse me decepcionó muchísimo, reconozco que me dejé embaucar por los cantos de sirena de la publicidad. No es que sea una película que calificaría de mala quizá porque en el 201o las vi peores. Pero es una decepción porque contaban con una historia que podría dar mucho juego, y tenía unos actores que no están entre los peores.
Es un buen ejemplo de que no importa cuándo dinero tengas en pagar a actores y a los de efectos especiales, si vas a rodar una historia que además de simplona, es aburrida.
Pedro López:
¡Ah, pero que va a haber segunda parte?? Me dejas a cuadros...
No me extraña que el Worthington haga examen de conciencia. Eso que comentas me recuerda cuando hace tiempo el Van Hamme (el ridículo actor, me refiero, que no el guionista, por supuesto) pedía perdón públicamente por su lamentable carrera interpretativa. :)
Pues eso pasa con las expectativas, sí, tanto para bien como para mal. Yo también me puse a verla casi con la nariz tapada de lo mala que pensaba que sería, pero bueno, al final al menos saqué un rato entretenido, sin pedir más.
Sobrasada:
A mí me gustaría ver algún día esa primera versión para comparar. Imagino que te ocurrirá lo mismo a ti con la de Leterrier.
Yo también acabo de enterarme. Desde luego, de segunda parte no es (aparte de que no sé cómo piensan continuar la historia; que ya tendrá menos todavía que ver con el mito).
Pedro:
Es que imagino que verla en cine es más doloroso. Además, según tengo entendido, el 3D de esta peli es de pedir que te devuelvan el dinero de la entrada: un timo, ya no fue hecha para 3D.
Inevitable pensar en los Caballeros del Zodiaco al ver a esos dioses, cierto, jeje.
Welzen:
Honestamente, yo también creo que he visto pelis de fantasía peores. Pero vamos, que desde luego esta no va a pasar a los altares del género.
Saludos a tod@s! ;)
Entretenida pero sin pasarse. No creo que la pobre de para más, y menos mal que la vi en casa sin coste.El 3D me parece un saca-cuartos sin calidad demostrada muchas veces.
Alguna escena de acción me gustó como la medusa, pero es una pena que no hayan conseguido un mejor resultado.
Salu2
Yo al Van Hamme ese no lo conozco ¿No habrás querido decir Jean Claude Van Damme?? :)
jajaja, exacto, MhBeyle! Lapsus total por mi parte. Me sonaba que el actor tenía un apellido muy similar al del guionista de Thorgal -además de que ambos son belgas- y de ahí la confusión. Pues eso, es Van Damme el que es malo, malo. :D
Yo la vi en el cine con mi novia.Debo decir que me pareció una de las películas mas aborrecibles que he visto. Mala con ganas. Una historia sin pies ni cabeza, personajes que sobran, actores infrautilizados, etc.
Solo merecía la pena los efectos visuales. una auténtica pena, porque la historia podría haber dado para mucho más.
Tienes un blog muy interesante y original, te importa que “te siga”? Un saludo : )
Gracias, Fibonacci.
Con mucho gusto, L. Atienza.
Saludos.
Estoy de acuerdo con todo lo que has dicho en tu reseña. XD Vamos, le sobran personajes por todos lados, y los que están son desaprovechados hasta el infinito. Si la cinta hubiera durado más y los elementos tuvieran mejor jugo, estaríamos hablando de una peli de fantasía mucho más interesante.
Con el resultado que han obtenido sale una peliculilla entretenida que se olvida conforme pasa el tiempo. A mi no me disgustó cuando la vi en el cine (salvo errores de bulto como la pareja cómica, recurso que odio, el personaje de la Arterton, etc), pero ahora siento indiferencia hacia ella.
Sólo ha sido superada por la horrible (al menos para mi) Prince of Persia: Las Arenas del Tedio... digo... del Tiempo. xDD Lo que no tiene una, lo tiene la otra, y viceversa.
Y sí, amenazan con una segunda parte para 2012, aunque el director escogido para la ocasión me temo que no es ninguna promesa de calidad, o eso o nos engañamos.
Me hecho gracia lo del Populous para el tablero de los dioses, porque es verdad que se le parece. También pensé en el tablero que los dioses del Mundodisco (de Terry Pratchett) utilizan cuando juegan con los mortales. Ambas cosas sacadas de lo clásico, claro.
Fuiste muy indulgente sí, porque es un mojón, no tanto como su continuación pero mojón. Encima el personaje más original (el mago de madera ese) se lo cargan.
Saludos.
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