A veces, uno mismo se sorprende de las cosas que es capaz de conservar en la memoria, como si esta fuera un cubo en el que vas echando recuerdos que quedan sepultados por otros, hasta que un día te da por revolverlo y sacar al descubierto eso que ya ni esperabas encontrar. También a menudo esa situación se produce por el comentario aislado de una conversación, propia o ajena, o una imagen apenas captada de refilón, navegando en alguna web. ¿Es posible que, 15 años más tarde, todavía me acuerde de una serie de escasa repercusión y poco más de una decena de capítulos, emitida, por supuesto, al capricho de las audiencias? Pues parece ser que sí, de modo que alguna huella debió dejar y espero no ser el único.
Covington Cross, coproducción originalmente para la ABC entre U.S.A. y Reino Unido, que en España tuvimos ocasión de ver los sábados por la tarde durante las emisiones en abierto de Canal+, nos contaba la vida y andanzas de una peculiar familia medieval, de origen anglosajón, claro, en los azarosos tiempos del siglo XIV.
Aunque dirigida por William Dear (de la escuela Spielberg), su creador realmente fue Gil Grant, también artífice de series más o menos conocidas (como ‘Con 8 basta’ -no necesita presentación-, ‘Cazatesoros’ –con la espectacular, si bien no muy talentosa, Tia Carrere- o la más reciente ‘Navy: investigación criminal’, que actualmente puede verse en La Sexta, creo) quien tomó el mando del guión y de la producción ejecutiva, iniciando en 1992 el rodaje de este poco corriente serial, con un reparto en el que hay alguna participación cuando menos anecdótica.
Ese mismo año comenzaba igualmente la emisión de un primer capítulo piloto, al que debían haber seguido doce más (pues no llegaron a ver la luz en su totalidad) antes de darse por definitivamente cancelada. Los motivos, que citaré más adelante, fueron diversos, pero el caso es que aunque la idea era buena y la puesta en escena estaba más o menos conseguida, la serie no acabó de cuajar lo suficiente para hacerse un hueco en el ya competitivo medio televisivo de entonces (estamos hablando de una época en la que grandes programas y series, hoy de fácil identificación y que en muchos casos cuentan con su recogida en los habituales packs DVD, empezaban a despuntar).
Pero para saber de qué estamos hablando y si estaba justificado o no el triste destino que corrió la serie, voy a explicar en qué consistía su argumento. El castillo de Covington Cross es la residencia de los Grey, una familia noble de cierta fortuna y mayor honor, en la Inglaterra del Medievo, formada por Sir Thomas Grey, viudo dueño del señorío, y sus cinco hijos: William, Armus, Thomas, Cedric y, la más pequeña, Eleanor. Cada semana asistíamos a las vicisitudes a las que se enfrentaban, bien la familia al completo, bien algunos de sus miembros en particular, sobre todo contra su encarnizado enemigo, el Barón John Mullens, que en su intento por arrebatarles las tierras se hallaba frecuentemente involucrado en las desgracias que les acontecían, marcadas por el ya de por si dramático suceso de la ausencia de mujer y madre, respectivamente. Sin embargo, bajo ese tono general, digamos épico, en el marco de los tiempos de las caballerías, subyacía una cadena de conflictos más propia de los días modernos que del siglo en que habitaban.
Así, cada uno de los Grey (en especial los hijos) presentaba un carácter que –salvando las distancias temporales- se podría asociar perfectamente al de los protagonistas de una teleserie adolescente de los noventa. Desde luego, no era difícil comprobar que sus formas e inquietudes distaban mucho de las arcaicas maneras que pudiera desempeñar realmente un joven noble de aquellos tiempos, tomándose unas libertades que en absoluto se correspondían con las de entonces. De ahí precisamente le vinieron las principales críticas. De hecho, buscando un poco por la red, son varias las definiciones que coinciden en calificarla como serie juvenil ambientada en la Edad Media. Yo no diría tanto como para que pudiera considerarse uno de esos subproductos para púberes que pueblan las pantallas hoy día, pero el toque moderno está ahí y es innegable. Sin embargo, muy inteligentemente, lejos de reconocer en ello un defecto, el mismo equipo creativo lo convertía en un rasgo distintivo (“Aventuras del s. XIV, Romance del s. XIV, Actitud del s. XX”, rezaba el lema de la serie). Con todo lo expuesto, lo cierto es que el escaso -pero muy fiel- share cosechado, no vio en este hecho una traba para disfrutarla como un producto original, diferente y, sobre todo, muy entretenido.
Según lo dicho, tenemos en el cabeza de familia, Sir Thomas Gray (Nigel Terry), a un caballero en su madurez que recoge todos los estereotipos heredados de la concepción romántica del Medievo: respeta a sus vecinos, cuida de sus siervos y hace gala de un profundo sentido del honor y la bondad (vamos, todo lo contrario de lo que venía siendo un señor feudal al uso). Claro que en el otro vértice estaba su enemigo, John Mullens (James Faulkner), para encarnar la faceta cruel y abyecta del típico noble déspota. El primogénito, William Gray (Ben Porter), sólo hace su aparición en el episodio piloto, quedando desechado del reparto con la excusa de su partida a las Cruzadas. Son los otros cuatro los que van a llevar la voz cantante a lo largo de los trece capítulos: Armus Gray (Tim Killick), que al comienzo de la serie regresa a casa de su vida caballeresca escondiendo un secreto, y Richard Gray (Jonathan Firth), quizá el más serio de todos y también inclinado a vocaciones guerreras, son los hermanos mayores. Cedric Gray (Glenn Quinn, fallecido hace unos años) se prepara para sacerdote y es, por contra, el espíritu libre de la familia; mientras que Eleanor Grey (Ione Skye), única fémina entre tantos hombres, más diestra con la ballesta que con la costura, destaca por su rebeldía. Junto a ellos, también aparecen con frecuencia los personajes de Lady Elizabeth (Cherie Lunghi), amable consuelo del viudo Sir Thomas, que tiene un indudable interés sentimental en ella, y 'madre de repuesto' en más de una situación; además del fraile (Paul Brooke que, pese a no mencionarse nunca su nombre, curiosamente es uno de los personajes que mejor recuerdo) encargado de los oficios en la capilla del castillo, ejerciendo el papel de oportuno consejero de todos y maestro de los chicos, a modo de reconfortante abuelete de turno. Ya veis que, dando un importante salto secular, las similitudes con una familia corriente de hace un par de décadas son bastantes.
Entre el reparto, como dije, nos encontramos algunas sorpresas. Sobre todo para los apasionados del género artúrico y sus versiones cinematográficas, pues Nigel Terry y Cherie Lunghi (Sir Thomas y Lady Elizabeth en la serie) ya hicieron antes de pareja en la ficción interpretando al rey Arturo y a Ginebra en la inolvidable Excalibur, de John Boorman (1981). Además, inesperadamente, encontramos a un jovencísimo Daniel Craig que por entonces empezaba su carrera en el cine, haciendo de mero figurante como uno de los guardias del castillo.
Siempre he sido muy dado a fijarme en aquellos aspectos que rodean toda la recreación escénica de un film de trasfondo histórico, sobre todo cuando este es antiguo o medieval, pese a ser consciente de la dudosa calidad de gran parte de las producciones del género en este sentido: vestuario, edificaciones, utensilios, costumbres comunes, etc. en sintonía con la etapa cronológica que se quiere reproducir. No se puede decir que Covington Cross sea precisamente una reconstrucción muy fiel de la Inglaterra bajomedieval (empezando, como hemos visto, por el modo intencionado de comportarse de sus personajes) y adolece de no pocos anacronismos. Pero, aun así, el lugar elegido para el rodaje, las indumentarias o el atrezzo contribuyeron a que la ambientación de la época resultara lo suficientemente creíble para que los espectadores, sin ponernos muy exigentes, pudiésemos darle el visto bueno. Por otra parte, la actuación -hasta donde recuerdo- no era mala; contando con habilidades interpretativas discretas pero sin llegar a mediocres.
Hay una curiosidad que resalta la Wikipedia y no me resisto a citar: el medallón de la cruz que porta el Baron Mullens al cuello es el mismo que un año antes llevaba Kevin Costner mientras interpretaba a Robin de Locksley en Robin Hood: Príncipe de los ladrones (otra mítica película de la que, sí, algún día tendré que hablar). ¡Aprovechamiento de materiales al máximo!
¿Por qué, en todo caso, una única temporada y además inconclusa? Bueno, hay que decir que el motivo principal fue la baja audiencia, para qué engañarnos, si bien el pequeño porcentaje de público obtenido acabó enamorándose de esta sencilla serie. No obstante, su desarrollo en antena fue objeto de diversas injerencias que comprometieron también la realización de la misma, ayudando a tomar la decisión, no sólo de cancelarla, sino incluso de suspender la emisión de capítulos ya grabados. Debieron afectar a su continuidad las dificultades del rodaje en Europa, sobre todo de carácter económico, por el uso de los castillos ingleses de Allington (condado de Kent, a orillas del Medway, para los planos exteriores) y de Penshurst (no lejos de Londres, para algunos interiores) que tal vez dispararon el limitado presupuesto. Inoportunos retrasos en la emisión estadounidense, en parte motivados por la intromisión en su franja horaria de espacios electorales debido a la campaña presidencial del 92, terminaron de sentenciar su muerte, quedando interrumpida de forma definitiva en el séptimo episodio.
Respecto a su salida a la pequeña pantalla en España (en 1994), por desgracia, no puedo afirmar cuántos capitulos se televisaron aquí, pues pillé la serie ya empezada y mi memoria no alcanza tan lejos para acordarme de los títulos de los episodios vistos. Lo que sí recuerdo es no perdérmela desde que la descubrí y el chasco mayúsculo el día que, al encender la tele para verla, ¡me topé en su lugar con el show de Carol Burnett! (creo que entonces odié a esa señora, pues justo ya le estaba cogiendo el punto a Covington). En cualquier caso, se me hace que también en nuestro país la emisión fue algo irregular (y eso que para esto Canal+ solía ser más serio que otros canales), o tal vez me equivoque y el irregular fuera yo (que a esa edad, vete a saber...). Por cierto, que la serie también apareció con mejor suerte en Francia, donde se llegaron a emitir capítulos nunca vistos en las transmisiones al otro lado del mundo.
Mucho antes de que llegara la etapa de las teleseries de temporadas infinitas, algunas ya pululaban por nuestros televisores con mayor o menor éxito, como Covington Cross, que se quedó en un buen intento y, en realidad, tuvo más mala suerte que otra cosa. Supongo que hoy día nos podemos resarcir con algunas series que apuestan de nuevo por la ficción histórica o la ambientación fantástica (por citar un ejemplo entre muchos, El joven Merlín, de la BBC, que actualmente exhibe Neox), pero siempre se me quedará la espina clavada de ver una continuidad de Covington.
Extracto del primer episodio:
Al elaborar este artículo, me he enterado de que existe una edición en DVD que recopila íntegramente los trece capítulos de la serie, junto algún que otro extra, pero sólo disponible para U.S.A. y Canadá; así que las posibilidades de verla nuevamente aquí son muy limitadas.
Covington Cross, coproducción originalmente para la ABC entre U.S.A. y Reino Unido, que en España tuvimos ocasión de ver los sábados por la tarde durante las emisiones en abierto de Canal+, nos contaba la vida y andanzas de una peculiar familia medieval, de origen anglosajón, claro, en los azarosos tiempos del siglo XIV.
Aunque dirigida por William Dear (de la escuela Spielberg), su creador realmente fue Gil Grant, también artífice de series más o menos conocidas (como ‘Con 8 basta’ -no necesita presentación-, ‘Cazatesoros’ –con la espectacular, si bien no muy talentosa, Tia Carrere- o la más reciente ‘Navy: investigación criminal’, que actualmente puede verse en La Sexta, creo) quien tomó el mando del guión y de la producción ejecutiva, iniciando en 1992 el rodaje de este poco corriente serial, con un reparto en el que hay alguna participación cuando menos anecdótica.
Ese mismo año comenzaba igualmente la emisión de un primer capítulo piloto, al que debían haber seguido doce más (pues no llegaron a ver la luz en su totalidad) antes de darse por definitivamente cancelada. Los motivos, que citaré más adelante, fueron diversos, pero el caso es que aunque la idea era buena y la puesta en escena estaba más o menos conseguida, la serie no acabó de cuajar lo suficiente para hacerse un hueco en el ya competitivo medio televisivo de entonces (estamos hablando de una época en la que grandes programas y series, hoy de fácil identificación y que en muchos casos cuentan con su recogida en los habituales packs DVD, empezaban a despuntar).
Pero para saber de qué estamos hablando y si estaba justificado o no el triste destino que corrió la serie, voy a explicar en qué consistía su argumento. El castillo de Covington Cross es la residencia de los Grey, una familia noble de cierta fortuna y mayor honor, en la Inglaterra del Medievo, formada por Sir Thomas Grey, viudo dueño del señorío, y sus cinco hijos: William, Armus, Thomas, Cedric y, la más pequeña, Eleanor. Cada semana asistíamos a las vicisitudes a las que se enfrentaban, bien la familia al completo, bien algunos de sus miembros en particular, sobre todo contra su encarnizado enemigo, el Barón John Mullens, que en su intento por arrebatarles las tierras se hallaba frecuentemente involucrado en las desgracias que les acontecían, marcadas por el ya de por si dramático suceso de la ausencia de mujer y madre, respectivamente. Sin embargo, bajo ese tono general, digamos épico, en el marco de los tiempos de las caballerías, subyacía una cadena de conflictos más propia de los días modernos que del siglo en que habitaban.
Así, cada uno de los Grey (en especial los hijos) presentaba un carácter que –salvando las distancias temporales- se podría asociar perfectamente al de los protagonistas de una teleserie adolescente de los noventa. Desde luego, no era difícil comprobar que sus formas e inquietudes distaban mucho de las arcaicas maneras que pudiera desempeñar realmente un joven noble de aquellos tiempos, tomándose unas libertades que en absoluto se correspondían con las de entonces. De ahí precisamente le vinieron las principales críticas. De hecho, buscando un poco por la red, son varias las definiciones que coinciden en calificarla como serie juvenil ambientada en la Edad Media. Yo no diría tanto como para que pudiera considerarse uno de esos subproductos para púberes que pueblan las pantallas hoy día, pero el toque moderno está ahí y es innegable. Sin embargo, muy inteligentemente, lejos de reconocer en ello un defecto, el mismo equipo creativo lo convertía en un rasgo distintivo (“Aventuras del s. XIV, Romance del s. XIV, Actitud del s. XX”, rezaba el lema de la serie). Con todo lo expuesto, lo cierto es que el escaso -pero muy fiel- share cosechado, no vio en este hecho una traba para disfrutarla como un producto original, diferente y, sobre todo, muy entretenido.
Según lo dicho, tenemos en el cabeza de familia, Sir Thomas Gray (Nigel Terry), a un caballero en su madurez que recoge todos los estereotipos heredados de la concepción romántica del Medievo: respeta a sus vecinos, cuida de sus siervos y hace gala de un profundo sentido del honor y la bondad (vamos, todo lo contrario de lo que venía siendo un señor feudal al uso). Claro que en el otro vértice estaba su enemigo, John Mullens (James Faulkner), para encarnar la faceta cruel y abyecta del típico noble déspota. El primogénito, William Gray (Ben Porter), sólo hace su aparición en el episodio piloto, quedando desechado del reparto con la excusa de su partida a las Cruzadas. Son los otros cuatro los que van a llevar la voz cantante a lo largo de los trece capítulos: Armus Gray (Tim Killick), que al comienzo de la serie regresa a casa de su vida caballeresca escondiendo un secreto, y Richard Gray (Jonathan Firth), quizá el más serio de todos y también inclinado a vocaciones guerreras, son los hermanos mayores. Cedric Gray (Glenn Quinn, fallecido hace unos años) se prepara para sacerdote y es, por contra, el espíritu libre de la familia; mientras que Eleanor Grey (Ione Skye), única fémina entre tantos hombres, más diestra con la ballesta que con la costura, destaca por su rebeldía. Junto a ellos, también aparecen con frecuencia los personajes de Lady Elizabeth (Cherie Lunghi), amable consuelo del viudo Sir Thomas, que tiene un indudable interés sentimental en ella, y 'madre de repuesto' en más de una situación; además del fraile (Paul Brooke que, pese a no mencionarse nunca su nombre, curiosamente es uno de los personajes que mejor recuerdo) encargado de los oficios en la capilla del castillo, ejerciendo el papel de oportuno consejero de todos y maestro de los chicos, a modo de reconfortante abuelete de turno. Ya veis que, dando un importante salto secular, las similitudes con una familia corriente de hace un par de décadas son bastantes.
Entre el reparto, como dije, nos encontramos algunas sorpresas. Sobre todo para los apasionados del género artúrico y sus versiones cinematográficas, pues Nigel Terry y Cherie Lunghi (Sir Thomas y Lady Elizabeth en la serie) ya hicieron antes de pareja en la ficción interpretando al rey Arturo y a Ginebra en la inolvidable Excalibur, de John Boorman (1981). Además, inesperadamente, encontramos a un jovencísimo Daniel Craig que por entonces empezaba su carrera en el cine, haciendo de mero figurante como uno de los guardias del castillo.
Siempre he sido muy dado a fijarme en aquellos aspectos que rodean toda la recreación escénica de un film de trasfondo histórico, sobre todo cuando este es antiguo o medieval, pese a ser consciente de la dudosa calidad de gran parte de las producciones del género en este sentido: vestuario, edificaciones, utensilios, costumbres comunes, etc. en sintonía con la etapa cronológica que se quiere reproducir. No se puede decir que Covington Cross sea precisamente una reconstrucción muy fiel de la Inglaterra bajomedieval (empezando, como hemos visto, por el modo intencionado de comportarse de sus personajes) y adolece de no pocos anacronismos. Pero, aun así, el lugar elegido para el rodaje, las indumentarias o el atrezzo contribuyeron a que la ambientación de la época resultara lo suficientemente creíble para que los espectadores, sin ponernos muy exigentes, pudiésemos darle el visto bueno. Por otra parte, la actuación -hasta donde recuerdo- no era mala; contando con habilidades interpretativas discretas pero sin llegar a mediocres.
Hay una curiosidad que resalta la Wikipedia y no me resisto a citar: el medallón de la cruz que porta el Baron Mullens al cuello es el mismo que un año antes llevaba Kevin Costner mientras interpretaba a Robin de Locksley en Robin Hood: Príncipe de los ladrones (otra mítica película de la que, sí, algún día tendré que hablar). ¡Aprovechamiento de materiales al máximo!
¿Por qué, en todo caso, una única temporada y además inconclusa? Bueno, hay que decir que el motivo principal fue la baja audiencia, para qué engañarnos, si bien el pequeño porcentaje de público obtenido acabó enamorándose de esta sencilla serie. No obstante, su desarrollo en antena fue objeto de diversas injerencias que comprometieron también la realización de la misma, ayudando a tomar la decisión, no sólo de cancelarla, sino incluso de suspender la emisión de capítulos ya grabados. Debieron afectar a su continuidad las dificultades del rodaje en Europa, sobre todo de carácter económico, por el uso de los castillos ingleses de Allington (condado de Kent, a orillas del Medway, para los planos exteriores) y de Penshurst (no lejos de Londres, para algunos interiores) que tal vez dispararon el limitado presupuesto. Inoportunos retrasos en la emisión estadounidense, en parte motivados por la intromisión en su franja horaria de espacios electorales debido a la campaña presidencial del 92, terminaron de sentenciar su muerte, quedando interrumpida de forma definitiva en el séptimo episodio.
Respecto a su salida a la pequeña pantalla en España (en 1994), por desgracia, no puedo afirmar cuántos capitulos se televisaron aquí, pues pillé la serie ya empezada y mi memoria no alcanza tan lejos para acordarme de los títulos de los episodios vistos. Lo que sí recuerdo es no perdérmela desde que la descubrí y el chasco mayúsculo el día que, al encender la tele para verla, ¡me topé en su lugar con el show de Carol Burnett! (creo que entonces odié a esa señora, pues justo ya le estaba cogiendo el punto a Covington). En cualquier caso, se me hace que también en nuestro país la emisión fue algo irregular (y eso que para esto Canal+ solía ser más serio que otros canales), o tal vez me equivoque y el irregular fuera yo (que a esa edad, vete a saber...). Por cierto, que la serie también apareció con mejor suerte en Francia, donde se llegaron a emitir capítulos nunca vistos en las transmisiones al otro lado del mundo.
Mucho antes de que llegara la etapa de las teleseries de temporadas infinitas, algunas ya pululaban por nuestros televisores con mayor o menor éxito, como Covington Cross, que se quedó en un buen intento y, en realidad, tuvo más mala suerte que otra cosa. Supongo que hoy día nos podemos resarcir con algunas series que apuestan de nuevo por la ficción histórica o la ambientación fantástica (por citar un ejemplo entre muchos, El joven Merlín, de la BBC, que actualmente exhibe Neox), pero siempre se me quedará la espina clavada de ver una continuidad de Covington.
Extracto del primer episodio:
Al elaborar este artículo, me he enterado de que existe una edición en DVD que recopila íntegramente los trece capítulos de la serie, junto algún que otro extra, pero sólo disponible para U.S.A. y Canadá; así que las posibilidades de verla nuevamente aquí son muy limitadas.
10 comentarios:
Pues aqui en Colombia no recuerdo que la hayan transmitido, y es una lástima, pues a pesar de todos los defectos que mencionas, se plantea interesante para ver. A mi por lo menos me gusto el papel de Nigel Terry en Excalibur, a ver como se desempeñaba aqui.
Si la consigues nos avisas.
Sin duda, Enrique! seré el primero en alegrarme si la veo en español.
Yo no tengo constancia tampoco de que se emitiera en más países, aparte de los enumerados, pero con estas pequeñas series, nunca se sabe...
Saludos!
Alaa, yo no conocía esta serie y la verdad es que parece muy interesante. A ver si algún día la veo.
A mi me gustaba esta serie me parece que vi unos 5 o asi y dejaron de emitirla, la busco para recordar pero nada y yo de ingles na de na
Hola, en Chile la dieron completa hasta el capitulos "brothers". Me enamore de ella y no me la perdia los fines de semana. No he podido conseguirle en DVD con subtitulos. Si alguien sabe me avisa
Norma
aki en mexico si se transmitio, yo no mela perdia cada sabado incluso llegue a sentirme identificada con eleinor, siempre contracorriente sobretodo en una epoca tan dificil para las mujeres, me gustaria ke por favor me informaran si hay posibilidades de conseguir los videos en mexico, gracias
Hola que tal. Pues yo solo la he visto en internet. Desgraciadamente no pude terminar de ver los 13 capitulos, solo llegue a la mitad de "brothers", y para cuando la pasaron em Mexico yo no tenia idea de que existia. Si le faltaron muchas cosas y muchos elementos importantes relacionado al tipo de epoca en el que esta basada, pero es muy ingeniosa, muy al estilo de los 90's, y muy bien actuada. Me gusta
Por lo que contáis, parece que allí tuvo más difusión que en España... A mí también me parecía -hasta donde pude ver- una serie muy ingeniosa. Ojalá se reeditara en DVD pero por ahora no he tenido noticias al respecto...
Saludos!
"me he enterado de que existe una edición en DVD que recopila íntegramente los trece capítulos de la serie, pero sólo disponible para U.S.A. y Canadá".
Para eso están los torrents, querido bloguero. ;) No así los subtítulos en castellano. :(
Gracias, amigo anónimo. :) Da la casualidad que hace cuestión de semanas me dio por comprobar nuevamente (ya había probado en ocasiones anteriores) si daba con alguna descarga de la serie, y por fin he conseguido los 13 capítulos de la edición en español, aunque tanto el audio como el video van un poco reguleros... pero me sirve al menos para volver a verla, después de tantos años! ^^
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