Norma Editorial. Colección Pandora nº 15
Edición original: Entre terre et lumière
Edición original: Entre terre et lumière
Atención: este artículo puede revelar detalles sobre el argumento.
A diferencia de la agitación con la que empezaban los anteriores números de la saga, esta última entrega del ciclo de Qâ se abre con una maravillosa vista de la ciudad Xinjin, testigo de la tranquilidad que la caída de Ogotaï ha proporcionado al país. La familia vuelve a estar reunida. Los días transcurren perezosos; es tiempo de recuperarse de las intensas emociones vividas, como también de lamer las heridas y de llorar a los ausentes.
Pero Thorgal tiene prisa en partir. Quiere poner distancias de por medio con la tierra que ha supuesto el trágico reencuentro con sus orígenes. Además, ve con inquietud el trato que sus agradecidos anfitriones dispensan a Jolan, convertido para ellos en una deidad viviente, Hurukan -el que ve-, heredero directo de los poderes de Tanatloc, sobre cuyo solio ahora se aposenta.
Sin embargo, las naves aladas de Qâ ya no remontarán más el vuelo. Cuando Thorgal propone la construcción de un barco para regresar a las frías costas nórdicas, al otro lado del gran mar, no sólo se encuentra con el desacuerdo del sector más reacio entre los nativos a perder a su reciente protector (junto a la actitud remolona de Pie-de-Árbol por abandonar las comodidades de esta tierra de dones y días soleados), sino también con la renuencia de Jolan que, erigido en niño-dios, se opone abiertamente a su padre -con penosas consecuencias para su orgullo herido- encontrando consuelo a su rabia y rebeldía en la figura del intrigante consejero Uébac.
El poder, siempre el poder. Una nueva conspiración que se interpone en el camino de Thorgal, con Jolan como involuntario inductor de la misma, vuelve a poner en peligro la integridad y la unión de su familia, entorpeciendo el ansiado retorno al hogar y la eterna búsqueda de la felicidad.
Precisamente uno de los aspectos que predomina en este álbum (y en la colección en general, realmente) es el tratamiento que los autores dan a las relaciones de familia y sus tensiones internas. A lo largo de la serie, asistimos en más de una ocasión a las fricciones entre padre e hijo, si bien son más los aspectos que les acercan que aquellos que les alejan. Con todo, en este número, Jolan desafía abiertamente la autoridad incontestable de su padre. No es la primera vez que vemos en él esta actitud de desobediencia hacia sus progenitores (recordemos su enfrentamiento con Aaricia en ‘Alinoe’) tan común, por otra parte, en niños de una edad en la que la personalidad está en pleno desarrollo. Personalmente, sostengo el máximo de los respetos hacia los métodos educativos de cada cual con sus hijos (no soy padre, así que no puedo entrar en una valoración basada en la propia experiencia). Sin embargo, la reacción de Thorgal, con el consentimiento de su mujer, durante el episodio de la azotaina me parece la más acertada en esa situación para reconducir las impertinencias del pequeño. De un modo u otro, la relación entre Thorgal y Jolan sin duda sale reforzada de esta aventura.
En todo caso, como bien apuntan los amigos de Le deuxième monde, los conflictos paterno-filiales son una constante en ‘Thorgal’. Aaricia se oponía regularmente a Gandalf, Shania provocó el triste final de Caleb, Haynée rechazó a su padre, Xargos; el mismo Thorgal se bate contra Varth... Jolan no podía ser una excepción. Asimismo, como se deduce de los ejemplos anteriores, podemos destacar curiosamente que las familias que aparecen en la serie a menudo son monoparentales (casi incluso la del mismo Thorgal, si tenemos en cuenta el tiempo que pasa lejos de su casa, dejando sola a Aaricia). Tal vez Jean Van Hamme haya obtenido parte de la inspiración en sus propias vivencias, pues fue criado únicamente por su padre.
En cuanto al despliegue gráfico de la aventura, hemos pasado de los escenarios selváticos y exuberantes a otros desérticos y por tanto más sobrios: los territorios áridos, rocosos, de esta parte del país Qâ, que encuentran su oasis en la magnífica ciudad entre elevados cañones y generosas aguas de los indígenas Xinjins. Un lugar que, a pesar de su apariencia hostil, no carece de una serena belleza, como bien apunta Pie-de-Árbol, a la que el maestro Rosinski sabe aplicar como siempre el perfecto equilibrio entre técnica y color.
Norma Editorial eligió originalmente una portada distinta para Entre tierra y luz (acto inusual y único, que yo recuerde, pues hasta ahora siempre ha trasladado aquí las de los álbumes de Le Lombard), modificada a posteriori en una segunda tirada por la cubierta oficial, seguramente al ceñirse ésta más a la ambientación del álbum y resaltar uno de sus escenarios más llamativos, la temible ‘Boca del Sol’. Desconozco si en alguna de las ediciones extranjeras se ha producido la misma particularidad con este álbum, aunque sé que así ha sido en el caso de otros números.
En la progresión de sus capacidades y energías mentales, Jolan se muestra más ufano que de costumbre, pese a sus evidentes pruebas infructuosas con el casco -despojado de poder- de Ogotaï. Pero el capítulo le servirá para adquirir moderación con sus aptitudes genéticas y como primera gran demostración autónoma de sus fuerzas, aquellas que según decía Tanatloc son superiores a las que unen los astros, al ayudar a una ingrata Kriss de Valnor. Entre la tierra del común de los mortales y la luz reservada a los seres celestiales que le ofrece Uébac, el precoz Jolan, en su papel de Hurukan, toma una costosa decisión. Sin embargo, esta aparente renuncia al legado del pueblo de las estrellas, herencia que desde luego a Thorgal no parece hacerle ninguna gracia, sólo será momentánea. La respuesta de Jolan, cuando su padre arroja la corona de Ogotaï al río, le delata. Con todo lo dicho, no perdamos la pista a la citada corona.
Kriss de Valnor, frustrada, vencida, ha constituido una figura de referencia determinante a lo largo de todo el ciclo de Qâ, perfilándose como un personaje que entra a formar parte de la serie con todos los honores. Tras este número, quedará aparcada durante una temporada. A pesar de su odioso carácter hasta el final, seguro que muchos echaremos en falta sus apariciones. Pero no pensemos ni por asomo que su personaje está acabado. La sensacional mujer dará mucho que hablar en un futuro.
Hemos llegado al punto final de esta grandiosa saga. Se cierra así uno de los ciclos más memorables que ha dado el cómic fantástico y de aventuras de todos los tiempos. Pero, naturalmente, la historia de Thorgal continúa...
Quiero ilustrar el pie del artículo con las imágenes de un nuevo mural callejero de Bruselas (cuya autoría creativa hemos agradecer a Johan de Moor), en el que por primera vez aparece Thorgal. Puesto que Van Hamme es belga de nacimiento y el polaco Rosinski lo es de adopción (hace años que adquirió la nacionalidad) confío en que un día podamos contemplar una de estas preciosas muestras de arte urbano dedicada en exclusiva al héroe y su familia al completo.
Pero Thorgal tiene prisa en partir. Quiere poner distancias de por medio con la tierra que ha supuesto el trágico reencuentro con sus orígenes. Además, ve con inquietud el trato que sus agradecidos anfitriones dispensan a Jolan, convertido para ellos en una deidad viviente, Hurukan -el que ve-, heredero directo de los poderes de Tanatloc, sobre cuyo solio ahora se aposenta.
Sin embargo, las naves aladas de Qâ ya no remontarán más el vuelo. Cuando Thorgal propone la construcción de un barco para regresar a las frías costas nórdicas, al otro lado del gran mar, no sólo se encuentra con el desacuerdo del sector más reacio entre los nativos a perder a su reciente protector (junto a la actitud remolona de Pie-de-Árbol por abandonar las comodidades de esta tierra de dones y días soleados), sino también con la renuencia de Jolan que, erigido en niño-dios, se opone abiertamente a su padre -con penosas consecuencias para su orgullo herido- encontrando consuelo a su rabia y rebeldía en la figura del intrigante consejero Uébac.
El poder, siempre el poder. Una nueva conspiración que se interpone en el camino de Thorgal, con Jolan como involuntario inductor de la misma, vuelve a poner en peligro la integridad y la unión de su familia, entorpeciendo el ansiado retorno al hogar y la eterna búsqueda de la felicidad.
Precisamente uno de los aspectos que predomina en este álbum (y en la colección en general, realmente) es el tratamiento que los autores dan a las relaciones de familia y sus tensiones internas. A lo largo de la serie, asistimos en más de una ocasión a las fricciones entre padre e hijo, si bien son más los aspectos que les acercan que aquellos que les alejan. Con todo, en este número, Jolan desafía abiertamente la autoridad incontestable de su padre. No es la primera vez que vemos en él esta actitud de desobediencia hacia sus progenitores (recordemos su enfrentamiento con Aaricia en ‘Alinoe’) tan común, por otra parte, en niños de una edad en la que la personalidad está en pleno desarrollo. Personalmente, sostengo el máximo de los respetos hacia los métodos educativos de cada cual con sus hijos (no soy padre, así que no puedo entrar en una valoración basada en la propia experiencia). Sin embargo, la reacción de Thorgal, con el consentimiento de su mujer, durante el episodio de la azotaina me parece la más acertada en esa situación para reconducir las impertinencias del pequeño. De un modo u otro, la relación entre Thorgal y Jolan sin duda sale reforzada de esta aventura.
En todo caso, como bien apuntan los amigos de Le deuxième monde, los conflictos paterno-filiales son una constante en ‘Thorgal’. Aaricia se oponía regularmente a Gandalf, Shania provocó el triste final de Caleb, Haynée rechazó a su padre, Xargos; el mismo Thorgal se bate contra Varth... Jolan no podía ser una excepción. Asimismo, como se deduce de los ejemplos anteriores, podemos destacar curiosamente que las familias que aparecen en la serie a menudo son monoparentales (casi incluso la del mismo Thorgal, si tenemos en cuenta el tiempo que pasa lejos de su casa, dejando sola a Aaricia). Tal vez Jean Van Hamme haya obtenido parte de la inspiración en sus propias vivencias, pues fue criado únicamente por su padre.
En cuanto al despliegue gráfico de la aventura, hemos pasado de los escenarios selváticos y exuberantes a otros desérticos y por tanto más sobrios: los territorios áridos, rocosos, de esta parte del país Qâ, que encuentran su oasis en la magnífica ciudad entre elevados cañones y generosas aguas de los indígenas Xinjins. Un lugar que, a pesar de su apariencia hostil, no carece de una serena belleza, como bien apunta Pie-de-Árbol, a la que el maestro Rosinski sabe aplicar como siempre el perfecto equilibrio entre técnica y color.
Norma Editorial eligió originalmente una portada distinta para Entre tierra y luz (acto inusual y único, que yo recuerde, pues hasta ahora siempre ha trasladado aquí las de los álbumes de Le Lombard), modificada a posteriori en una segunda tirada por la cubierta oficial, seguramente al ceñirse ésta más a la ambientación del álbum y resaltar uno de sus escenarios más llamativos, la temible ‘Boca del Sol’. Desconozco si en alguna de las ediciones extranjeras se ha producido la misma particularidad con este álbum, aunque sé que así ha sido en el caso de otros números.
En la progresión de sus capacidades y energías mentales, Jolan se muestra más ufano que de costumbre, pese a sus evidentes pruebas infructuosas con el casco -despojado de poder- de Ogotaï. Pero el capítulo le servirá para adquirir moderación con sus aptitudes genéticas y como primera gran demostración autónoma de sus fuerzas, aquellas que según decía Tanatloc son superiores a las que unen los astros, al ayudar a una ingrata Kriss de Valnor. Entre la tierra del común de los mortales y la luz reservada a los seres celestiales que le ofrece Uébac, el precoz Jolan, en su papel de Hurukan, toma una costosa decisión. Sin embargo, esta aparente renuncia al legado del pueblo de las estrellas, herencia que desde luego a Thorgal no parece hacerle ninguna gracia, sólo será momentánea. La respuesta de Jolan, cuando su padre arroja la corona de Ogotaï al río, le delata. Con todo lo dicho, no perdamos la pista a la citada corona.
Kriss de Valnor, frustrada, vencida, ha constituido una figura de referencia determinante a lo largo de todo el ciclo de Qâ, perfilándose como un personaje que entra a formar parte de la serie con todos los honores. Tras este número, quedará aparcada durante una temporada. A pesar de su odioso carácter hasta el final, seguro que muchos echaremos en falta sus apariciones. Pero no pensemos ni por asomo que su personaje está acabado. La sensacional mujer dará mucho que hablar en un futuro.
Hemos llegado al punto final de esta grandiosa saga. Se cierra así uno de los ciclos más memorables que ha dado el cómic fantástico y de aventuras de todos los tiempos. Pero, naturalmente, la historia de Thorgal continúa...
Quiero ilustrar el pie del artículo con las imágenes de un nuevo mural callejero de Bruselas (cuya autoría creativa hemos agradecer a Johan de Moor), en el que por primera vez aparece Thorgal. Puesto que Van Hamme es belga de nacimiento y el polaco Rosinski lo es de adopción (hace años que adquirió la nacionalidad) confío en que un día podamos contemplar una de estas preciosas muestras de arte urbano dedicada en exclusiva al héroe y su familia al completo.
8 comentarios:
Como ya te he dicho en otras ocasiones, gran trabajo el que estás haciendo con esta serie Jolan.
Vamos! que aún quedan bastantes números.
;)
Eso, eso, cuando acabes todos los números, es como para encuandernarlo todo y tenerlo en la biblioteca como referencia.
Saludos.
Mil gracias por los ánimos a ambos! ;)
Me gusta la idea de caracrater.
Tener a la mano una especie de "guia de Thorgal" escrita por Jolan, para los iniciados (y no iniciados, que diantre, que conocemos de antaño y adoramos al personaje) seria un medio fantastico para entrar en materia.
Fantasear cabe, si se me permite, por supuesto, asi como en los integrales de Valerian que publicó Norma habia un prologo de Rafa Marin, no seria genial que si se dedicen a lanzar Thorgal en integrales hubiera un prologo de la mano de Jolan?
Un saludo.
Enrique:
Ya le gustaría a un servidor acceder a semejante privilegio... :D Pero bueno, yo con poder aportar algo de información sobre la colección e intercambiar opiniones sobre la misma con otros seguidores, me doy por satisfecho.
En todo caso, aún me quedan muchos números por delante que reseñar. Y no sólo eso, puesto que también quiero (a no mucho tardar, espero) empezar a hablar de otras cuestiones que rodean la serie, como el CD de música, el videojuego, los DVBD, etc.
Saludos! ;)
Es buenísimo.
Detalle que me recuerda a Golum, Una decrépita vieja Kriss de Valnor con su oro en la gruta...
Lástima Jolan no se convierte en Hurukán, hubiera estado bién.
Ahora me tocará comprar puesto que he agotado los disponibles en la biblio ¿sugerencias?
Hola Olrik. Pues sí, no había caído pero en esa situación es verdad que Kriss bien podría asociarse a un Gollum con su tesoro. Oye, extraes buenas comparaciones!
A Jolan le depara un futuro más intereseante que si se quedara con el pueblo de los Xinjins, ya verás.
¿Por cuál continuar? Bueno, yo creo que El hijo de las estrellas sería una buena primera compra, aunque ya estés al tanto de los orígenes de Thorgal gracias a la saga de Qa. Pero en realidad, si te decides por completar la colección... pues adelante con el nº 1 y siguientes. Verás que en los primeros el dibujo no tiene la calidad de los álbumes posteriores que ya has leído, pero en seguida mejora. Además, el ciclo de Brek Zarith es también muy bueno. Ya me contarás!
Saludos y muchas gracias por haber ido dejando tus impresiones a medida que te has leído esos Thorgales pillados en la biblioteca.
;-)
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