En 2007 se cumplían cien años del nacimiento de Georges Remi -más conocido como Hergé, si invertimos sus iniciales, pronunciándolas en francés- padre del comic universal que representa Tintín, surgido en las páginas del serial Le petit vingtiéme en 1929. Y con motivo de tal acontecimiento, hemos podido disfrutar de esta exposición, a través de la cual hacemos un recorrido en el desarrollo del conocido personaje y, paralelamente, de la vida de su creador.
La muestra, compuesta por multitud de originales y objetos de lo más diverso relacionados con el célebre reportero belga, proviene de la colección privada de Jordi Tardá, que es a su vez comisario de la exposición. La entrada es gratuita, pero por tan sólo un euro de donativo se hace entrega de una interesante gaceta donde algunos conocidos articulistas y expertos tintinólogos expresan su particular sentimiento por las aventuras de este personaje que les/nos es tan querido, o que por lo menos no deja indiferente.
Albergada en la capilla de la Fundación Carlos de Amberes, de Madrid, empezamos por ver en el vestíbulo la fase de desarrollo, a través de los bocetos, documentación, entintado, añadidos de color, etc. de algunas de las planchas ampliadas que compondrían cualquiera de los álbumes de la obra. Y a partir de ahí, tres amplias salas nos esperan con toda una variopinta colección de storyboards firmados por el propio Hergé, maquetas (como la del castillo de Moulinsart, en el que Tintín establecería su residencia junto a Haddock y el servicial Nestor, o la del barco de El secreto del unicornio), bocetos de los personajes, carteles, figuras de edición limitada, páginas originales con las tiras de Tintin del suplemento del Le vingtième siécle, revistas, postales -también firmadas por Hergé o algunos de sus colaboradores-, ¡hasta una botellla del champagne preferido de Hergé etiquetado con una de las viñetas de Aterrizaje en la Luna! En fin, de todo, la mar de curioso.
Pero el grueso de la exposición lo componen las muestras de primeras ediciones de varios países, y con éstos un análisis cuidadoso de cada uno de los 23 álbumes que se han publicado de Tintín, a través de interesantes paneles informativos en los que se nos narran datos sobre la publicación, modificaciones realizadas, peculiaridades de las distintas ediciones, la situación cultural y el entorno sociopolítico en los que Hergé dibujó cada número (porque cada Tintín, como es bien sabido, aporta toda una profunda lectura de la época y las sensaciones que experimentaba el autor con los sucesos que le afectaban directamente o indirectamente). Una de las cosas que más me ha llamado la atención han sido los cambios que de algún modo Hergé se vio forzado a introducir en los tomos ante presiones externas y otras consideraciones (como en El país del oro negro, del que existen ¡hasta 4 versiones!)
Una de las primeras ediciones de Tintín en el Congo.
Al lado, busto del Capitán Haddock, que fue propiedad
de uno de los colaboradores más cercanos de Hergé.
Además se pueden examinar algunos de los trabajos previos de Hergé antes de que su reportero favorito alcanzara la fama. Y como digo, muchos objetos que son auténticas curiosidades y rarezas, propias de un coleccionista apasionado de Tintín y su mundo, como se nos revela su propietario. La lectura que se puede hacer de cada tomo de Tintín y su inseparable Milú no deja de sorprenderme; la vinculación de aquello que Hergé dibujaba con el entorno que le rodea, y cómo éstos son un reflejo de los avatares que le afectaron, tal como nos enseña la exposición, viendo que con el paso de los años a Tintín se le han colgado numerosas etiquetas heredadas de su artífice: anticomunista, racista... y que no todas ellas resultan ciertas, o son al menos muy matizables (como la conocida acusación de colaboracionista con el régimen nazi que se le atribuyó a Hergé durante la invasión alemana de Bélgica, que responde en realidad a haber cometido el desliz de alojar sus viñetas en Le Soir, reconvertido en diario propagandístico de la ocupación, sólo para poder seguir trabajando y comiendo durante la guerra). Hechos como este, que surgieron de la necesidad, le valdrían el desprecio y la burla de sus contemporáneos, y otros acontecimientos personales derivarían en sucesivas depresiones y crisis que condujeron a Georges Remi a plasmar su estado de ánimo a partir de sus tiras, a veces retratando su visión de los momentos que le tocaron vivir, otras alejándose de ellos y refugiándose en historias de un corte más fantástico.Al lado, busto del Capitán Haddock, que fue propiedad
de uno de los colaboradores más cercanos de Hergé.
Sea como fuere, sin querer entrar ahora en valoraciones de este tipo, y sin olvidar que si hay en el comic un representante del individuo frente al sistema, de oposición al yugo de los opresores, de protección de los débiles y de respeto multicultural (vale, excepción hecha quizá de aquel prematuro Tintín en el Congo, sin llevarlo tampoco a extremos) ése es Tintín, os animaría a pasar un rato ameno viendo esta exposición, de no ser porque termina mañana mismo... Sin embargo, me consta que anteriormente ha pasado por Barcelona, por lo que no descartaría que sea una muestra itinerante que en los próximos meses podáis visitar en vuestra propia ciudad. Si es así, no lo dudéis y echadle un vistazo.
Portada del periodico Liberation, anunciando el fallecimiento de Hergé.
Todas las ilustraciones de la edición fueron viñetas de Tintín,
en recuerdo de su autor.
Todas las ilustraciones de la edición fueron viñetas de Tintín,
en recuerdo de su autor.
Para mi ha sido muy gratificante ya sólo por el hecho de volver a traer a la memoria esas tardes de infancia en las que volvía del colegio y me tumbaba a leer un Tintín sacado de la biblioteca. Puesto que Tintín es tan disfrutable ahora como entonces, ojalá sigan llegando homenajes como este del periodista de tupé y bombachos.
1 comentario:
Buena crónica , Jolan. Tengo que reconocer que aún me dan más ganas de ir a verla después de leerla. La verdad es que uno nunca se cansaría de ver exposiciones de este nivel homenajeando a grandes clásicos de la BD. Y la suerte de ser itinerante es esa, que un buen número de aficiondos podrán disfrutar lo que en otros lugares anteriorment ya lo habían hecho.
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