Que la narrativa fantástica actual está cambiando y moviendo las barreras que la encasillaban es ya un hecho. Marcando distancias de los consabidos tópicos de herencia tolkiana están apareciendo nuevas series, cuyo máximo exponente quizá sea la Canción de Hielo y Fuego de George R. Martin, pero también en buena medida la obra que nos ocupa.
Geralt de Rivia es una serie de literatura fantástica atípica, en la que los héroes (o especialmente el antihéroe protagonista: el brujo Geralt) no lucen brillante armadura ni despiertan la admiración de sus contemporáneos. Dentro del mundo en el que se desarrollan estas novelas hay magia y seres fantásticos, pero lejanos del perfil clásico que se suele mostrar en la literatura de este tipo. Y la vida de sus personajes es mucho más cruda, sucia y realista de lo que estamos acostumbrados a ver. El resultado es una novela que encandila desde el primer momento gracias a sus tramas bien urdidas y a la cercanía de sus diálogos, magníficamente bien trabajados. La originalidad y la imaginación son sus señas de identidad.
Entrando en el argumento, Geralt de Rivia es un brujo mutante que se gana la vida al servicio del mejor pagador eliminando bestias y todo tipo de criaturas, a menudo realmente terribles, que amenazan a una comunidad o a los intereses particulares de los clientes de este singular mercenario. Pero cuando Geralt interviene no lo hace necesariamente por una buena causa (de hecho, la mayoría de las ocasiones no lo es), pues en este personaje, cínico y pagano, desalentado de la humanidad, pero no por ello carente de escrúpulos, por más que se empeñe en no seguir código ético alguno, se aprecia que ha sufrido demasiadas veces en su propia persona el desprecio y el rechazo, pasando a convertirse él mismo en el monstruo a evitar cuando el entuerto en cuestión queda deshecho. Con sus espadas a mano (la de plata para bestias, la de acero para hombres, a menudo estos más peligrosos que los anteriores) Geralt prosigue su camino en un mundo ingrato que agoniza, a pesar de que gracias a sus acciones pudiera parecer cada vez un sitio más seguro, con lo que ello implica en contra de su propio negocio o manera de sobrevivir.
Andrzej Sapkowski ha sabido reflejar en una prosa impecable y directa, sin recurrir a florituras innecesarias ni a las grandilocuencias que suelen ir parejas a esta clase de literatura, una historia que atrapa al lector desde los primeros párrafos. Esto se ve coronado en el caso de la edición española por una soberbia traducción de la obra desde su polaco original a cargo de Jose Mª Faraldo, criticado por algunos en lo que, sin embargo, a mi me parece un acierto: no obviar las formas en desuso, los vulgarismos o las expresiones coloquiales de los personajes, ni suavizarlos, sino mantenerlos en la medida de lo posible y adaptarlos al castellano en los momentos que no queda otra opción, pero siempre de un modo magistral. Gracias a su trabajo, los diálogos mantienen toda la fuerza que Sapkowski les imprime, poniendo en boca de los personajes de ambientes más rurales las expresiones de las que nos podemos imaginar que hacen gala; o en la de aquellos que ostentan cierta posición toda la procacidad de la que son capaces.
Un aspecto muy importante a destacar de esta serie es su labor de reinterpretación de multitud de cuentos y leyendas tradicionales (de esos que todos hemos oído en tantas ocasiones y que la factoría Disney se ha encargado de transmitirnos de una forma edulcorada), desde una perspectiva libre de prejuicios, llana y realista, a menudo cruel, en la que 'los buenos' no lo son tanto y 'los malos' se convierten en víctimas dignas de verdadera compasión. Estas reinvenciones dentro de la historia principal son sublimes. Es muy agradable también encontrar en la saga de Geralt de Rivia, además del recurso mencionado, todo un acervo de la cultura mitológica centroeuropea, con un bestiario particularmente rico (a veces captado directamente de esta cultura, otras veces surgido de la prolífica mente de Sapkowski con nombres inverosímiles) que huye de la herencia anglosajona que en este sentido nos vienen legando tan frecuentemente los libros de 'dragonadas' y similares, vacíos más allá de la finalidad del mero entretenimiento. Esto también se refleja en la concepción de la magia que existe en esta obra, más chamánica que fabulosa. Aunque no todo tiene este carácter imaginario dentro de la narración, porque en sus páginas se abordan temas tan dispares y que nos son tan cercanos como la corrupción política, la decadencia de las civilizaciones o la relación entre personas muy distintas pero condenadas a entenderse.
Las aventuras de Geralt de Rivia se han agrupado en siete volúmenes, de los que por el momento han sido publicados en español hasta el sexto. Los dos primeros tienen la particularidad de estar formados por un compendio de relatos, más o menos cortos, que permiten al autor introducir a los personajes, así como hechos cruciales que tendrán gran importancia posteriormente a lo largo de sus vidas. Con estos precedentes, a partir del tercer libro se desarrolla un argumento continuado. Esta forma de presentar la historia es muy apropiada para el lector que quiera 'probar suerte' con estos libros leyendo los dos primeros, aunque lo más probable es que le acabe cautivando lo suficiente como para querer continuarlo hasta el final.
Por lo que respecta al primer título, 'El último deseo', se compone de los siguientes relatos: El brujo, La semilla de la verdad, El mal menor, Cuestión de precio, El confín del mundo y el que da nombre al libro, El último deseo, (todos muy buenos) acompasados por varios interludios que unen la historia, hilando las tramas temporales con gran tino. Los cuentos de este volumen son dignos ejemplos de esa hábil y curiosa forma de transmisión del folklore a la que antes aludía. Con unos personajes secundarios, los pocos a los que la compañía de Geralt resulta agradable, pero también aquellos que le temen o le odian -así como los que le aman- poseedores de una personalidad y psicología perfectamente desarrolladas (en concreto, me encantó el sereno juicio de la sacerdotisa Nenneke y la honesta jovialidad del bardo Jaskier).
Habiendo leído hasta la fecha tan sólo este primer volumen, creo que puedo afirmar, sin considerar que se trate de una temeridad, que Geralt de Rivia se ha convertido en una obra imprescindible para cualquier aficcionado al género fantástico. Lo prueba el hecho de que cuente con multitud de seguidores en las varias lenguas en que ha sido traducida hasta el momento, amen de algunas versiones cinematográficas (en su polaco natal, eso sí), juegos diversos, una adaptación al comic y el furor que provoca cada nueva entrega allí donde se publica. Estoy seguro de que las buenas sensaciones que me ha causado El último deseo se prolongarán con la lectura del segundo libro, La espada del destino, que espero iniciar pronto.
1 comentario:
Geralt de Rivia es un soplo de aire fresco en la literatura fantástica, sin duda. Yo de mayor quiero ser como él.
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