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domingo, 16 de diciembre de 2007

Thorgal (I): La maga traicionada

Rosinski - Van Hamme (1980)
Norma editorial. Colección Pandora nº 41
Edición original: La magicienne trahie

Atención: este artículo puede revelar detalles sobre el argumento.

Thorgal, el joven bardo de la tribu de los vikingos del norte, ha sido condenado a morir ahogado, sujeto a una piedra de sacrificios. Su delito: haberse enamorado de la hija de Gandalf, rey del clan, y ser correspondido por ésta.

Marcado en el rostro para siempre por la ira de Gandalf el Loco, Thorgal se ve enfrentado a una muerte tan cruel como incierta, ya que su llamamiento a Odín clamando venganza encontrará como respuesta la llegada de la misteriosa Slive: una mujer de cabellos rojos como el fuego y un ojo ciego vendado, acompañada por su fiel lobo Sharn, que no se separa de su lado. En realidad Thorgal aún no lo sabe, pero la injerencia de los dioses en su vida va a convertirse desde este momento en una constante.

Slive promete liberar al trovador si este le ofrece a cambio un año de vida a su servicio. Cuando Thorgal, demasiado impotente en esos terribles instantes para poder pactar otra cosa, accede a su propuesta, no imagina los planes que la enigmática mujer tiene en mente para él.

Así dan comienzo las andanzas de Thorgal Aegirsson en una historia en la que van a aparecer tanto seres fantásticos, imprimiendo ese carácter a la serie desde el principio, como otros aspectos propios del marco en que se encuadran, al menos en estas primeras aventuras: un viaje por las duras e inclementes tierras nórdicas, en las que tan normal puede ser tener que enfrentarse a un gigante que protege el remoto santuario que guarda un extraño artefacto, como a los forajidos salvajes de las montañas, los Baalds, en una aventura de venganza personal, de la cual Thorgal va a ser artífice e instrumento a la vez.


Es muy gratificante observar que Van Hamme, desde el inicio de la serie, nos ofrece un buen repertorio de detalles bien documentados que tienen que ver con la cultura que envuelve la historia, en la que por tanto no faltan referencias al mundo mitológico, con dioses como Odín, Thor o Frey que tan presentes están en la vida de aquellos que les rinden culto, así como acontecimientos más cotidianos referidos al folklore nórdico: la celebración de la festividad del Joll, por ejemplo, organizada por Gandalf el Loco y sus hombres, coincidiendo con el solsticio de invierno, o la camaradería en la lucha contra un enemigo común, olvidando temporalmente viejas rencillas, pasando por la unión de estos pueblos al mar.

Los personajes dan sus primeros pasos en el desarrollo del carácter que va a formar parte de su personalidad. Tenemos a un Thorgal que ya da muestras de sus deseos de una vida plácida, con independencia de un claro dominio de las armas, y a una Aaricia que, tras la inicial renuncia al ser amado por imposición de su progenitor, no duda en mostrar señales de intrepidez que hacen que se le perdone un cierto exceso de apocamiento.

Estos primeros números están marcados en el apartado gráfico por un Rosinski correcto, pero que aún no ha desarrollado todo su potencial, el cual se irá plasmando en sucesivos números de la colección. El color también está todavía muy lejos de los sutiles matices que adornarán futuras entregas de la serie.

Slive, personaje intrigante sin duda, la reina de la legendaria isla de los mares helados, que volverá a sus dominios al verse traicionada por Thorgal cuando éste rompe su promesa, negándose a cumplir sus designios, tendrá mucho que decir en el segundo número de la colección, verdadera piedra angular del ciclo que componen los primeros álbumes.

Este primer volumen incluye una historieta corta (Casi el paraíso...) que sirve para definir aún más la personalidad libre de Thorgal. Encerrado en un glaciar atemporal por un accidente fortuito mientras cabalga por las montañas del norte en pleno invierno, Thorgal ve cómo se le ofrece la posibilidad de una existencia ausente de calamidades, hambre, enfermedades e incluso los efectos del paso de los años. Pero todas las promesas que las hermanas Ingrid y Ragnhild, las atractivas moradoras de este lugar fuera del mundo, ponen a su alcance no son para nuestro protagonista más que una jaula de oro. Cuando la posibilidad de regresar se dibuja en el horizonte, de manos de la menor de las hermanas, Skadia, la esperanza parece renacer, aunque haya que afrontar peligros y dificultades en el camino de vuelta. Y es que a veces ese anhelo de libertad, como el que personifica la 'joven' Skadia (cuyo nombre muy probablemente sea una reminiscencia de Skadi, la diosa del panteón nórdico que representaba las cumbres nevadas y adoraba la independencia) puede ser suficiente para arriesgar lo que nos es más preciado, la propia existencia, y ponerlo en juego ante la sóla posibilidad de volver a contemplar la luz del sol...

1 comentario:

Enrique Jaramillo dijo...

Uno de los finales mas hermosamente desgarradores el de esa Skadia que ansiaba por sobre cualquier cosa su libertad...

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