«¡Fi-fai-fo-fam... de donde viene el trueno, no has de preguntar!». Pero sobre la película de Jack el Caza Gigantes podéis preguntar cuanto queráis, faltaría más.
Los adeptos a las fábulas clásicas estamos un poco sorprendidos ante los recientes estrenos en el cine de fantasía. Sea por falta de ideas o por un extraño interés renovado en rescatar los relatos que en su origen han creado la tradición legendaria de nuestra cultura, no dejamos de ver estos días que las adaptaciones a la pantalla grande, y también para la televisión, de dichas historias están acaparando la ficción cinematográfica. El último ejemplo en unirse a la lista es este Jack el Caza Gigantes, que dirige Bryan Singer (Sospechosos habituales, X-Men, Superman returns) retomando la aventura del cuento inglés de H. Christian Andersen vivida por un humilde granjero al trocar su vaca en el mercado por un puñado de habichuelas mágicas.
Sin ser uno de los cuentos más populares por estos lares, sino permaneciendo más bien en un discreto plano dentro del conjunto de lecturas para niños, la verdad es que no se trata de la única producción que se ha fijado en esta obra: hay una vieja película de 1952 -de la que hoy nadie se acuerda- que ya versionaba libremente la epopeya de Jack. El bueno de Mickey Mouse protagonizó un cortometraje en el que la rememoraba igualmente. Y el mismo personaje es también un viejo conocido para los lectores de la sensacional serie Fábulas de Bill Willingham y Mark Buckingham, aunque su encarnación en el cómic (con spin-off y todo) no tenga nada que ver con la cinematográfica. Ahora nos llega un nuevo enfoque, bajo el prisma del cine 3D, al estilo de superproducción con actores reales, entre los que aparecen algunas caras conocidas.
Jack el Caza Gigantes (suavizando el título original -the Giant Slayer-, se ve que para no herir sensibilidades...) comienza relatándonos el cuento que, tanto los hijos de plebeyos como de nobles, escuchan desde niños en las noches de tormenta. En el Reino de Cloister, Jack, un joven granjero, vive fascinado por la leyenda del rey Erik, un antiguo lider que venció a un ejército de gigantes cuando amenazaban invadir el reino, procedentes de los dominios flotantes de Gantua, controlándolos gracias a una corona mágica. La díscola princesa Isabelle también ha oído y conoce la historia desde su infancia.
Un día, Jack acude a la ciudad para vender el caballo y el carro que forman parte de las pocas posesiones de su tío por las que aún puede obtener unas cuantas monedas con las que salvar la mala cosecha. Pero se ve envuelto en un altercado -en medio del cual conoce a Isabelle- y acaban en sus manos unas judías de propiedades especiales que, según le indica el monje que se las confía, no deben mojarse bajo ningún concepto.
No hace falta que os diga cómo continúa, ¿verdad..? Naturalmente un colosal tallo crece desde la granja de Jack, alzando a la princesa (que, como es lógico, no podía estarse quieta en su castillo) a cientos de metros de altura y transportándola a un territorio que ya se creía olvidado. Acompañando a sir Elmont y al insidioso condestable Roderick, prometido de la princesa, Jack se une a la partida de rescate que debe trepar por la enredadera. Lo que encontrarán tras el ascenso les demuestra que la realidad supera a los cuentos de hadas, pues los monstruosos seres que allí habitan aún recuerdan los agravios del pasado y quieren cobrarse su venganza.
Inicialmente no tenía demasiadas intenciones de ir a ver esta película. Tras el reciente fiasco de Oz (al menos en lo referente al aspecto argumental), no me quedaban muchas ganas de pasar otra vez por taquilla para cumplir con un film que, a pesar de lo atrayente de la historia en que se basa, prometía convertirse en otro estreno de fantasía sin pena ni gloria. Pero por llevar a mi sobrino (y, qué demonios, como dice el propio Jack pasados unos minutos de proyección, porque en el fondo nos gustan las buenas aventuras) al final me animé. Y, una vez más, queda claro que no hay nada como ir con las expectativas por los suelos para sacarle provecho a algo. Porque la cosa es que, como producto de entretenimiento para toda la familia, este último trabajo de Bryan Singer no está nada mal. La trama puede gustar más o menos (a mí me ha gustado, sí), pero frente a las carencias de guión de la cinta de Raimi que decía el otro día, aquí al menos hay una aventura, con un desarrollo razonable y que no resulta decepcionante.
La película fluye, en líneas generales, bien. Especialmente a partir de la segunda mitad del metraje, cuando ya ha adquirido ritmo y nos hemos hecho algo más a los personajes. Y las secuencias finales, en las que se concentra la mayor acción, no por previsibles dejan de ser trepidantes, mezcladas con una buena banda sonora (a cargo de John Ottman), para terminar en un desenlace que choca un poco pero no deja indiferente.
En el reparto nos encontramos tanto con estrellas en ciernes como con actores más que consagrados: Nicholas Hoult da vida al protagonista; el típico héroe lampiño por casualidad que acaba enamorándose de la princesa de turno, una resultona Eleanor Tomlinson que realiza casi la única aparición femenina de la cinta. Hay que decir que los personajes no son muy polifacéticos, pero al menos cumplen con la pose que les corresponde en una historia así, es decir, Jack es el típico chaval un tanto embobado (con decir que se pasa media peli con la boca entreabierta...) pero con ciertos recursos, mientras que Isabelle es la guapa princesita "echá p'alante" que propicia la jugada.
Ian McShane no lo hace mal interpretando al Rey Brahmwell; pero quien sin duda se lleva la palma es Stanley Tucci en un papel de villano, Roderick, el consejero del monarca, que resulta más creíble que el resto y tiene varias ocurrencias agudas y chistosas, en las que le sigue bien el rollo su particular esbirro (también más verosímil que los habituales sidekicks malvados y grimosos de costumbre). A quien veo un poco descolocado en una producción de estas características es a Ewan Mc Gregor, enfundado en su impoluta armadura como sir Elmont, sin aportar demasiado al desarrollo de la trama, aunque se valore bien su presencia. Y no hay que olvidarse del cameo de Warwick Davis, al que resulta agradable seguir encontrando en películas de género fantástico en el año que se cumple el 25º aniversario de Willow.
Supongo que debería recalcar que los efectos especiales de la cinta son admirables y justifican el multimillonario presupuesto que han entrañado... y es verdad que son bastante buenos; sobre todo -para mi gusto- las vistas aéreas de los verdes campos y bosques, así como de la ciudadela de Cloister, durante el ascenso por las lianas de la enredadera. Pero, para ser honesto, yo no sé si a estas alturas -nunca mejor dicho- uno ya deja de sorprenderse un poco de tanta pirotécnia artística. Me gustaron mucho los paisajes del reino de los gigantes y las tomas que tienen lugar sobre su región oscilante. En cambio, las escenas donde se observa el castillo del rey en la distancia las juzgo algo artificiales, un poco acartonadas... de maqueta, vaya.
La cita esencial de esta película la tienen, por supuesto, los gigantes, a quienes estamos esperando ver desde el minuto uno de sentarnos en la butaca. He oído quejas según las cuales los consideran muy de ordenador, pero a mí me parece que están francamente logrados, la verdad, sobre todo su líder de dos cabezas. El equipo técnico ha sabido dotarles de un aire entre cómico y realista (que incluso puede causar cierto sobresalto a los más pequeños) muy adecuado. Creo que la personificación de los gigantes, con su aspecto sucio, desmañado, tosco y brutal, que ha conseguido esta adaptación del cuento, sirve para asentar una más que correcta imagen de dichos seres. Y disfruté especialmente con la estampida final que protagonizan; como podréis imaginaros, ocasionando el destrozo que se les supone a monstruos de su tamaño.
Una opinión bien distinta me merece el diseño de armaduras, vestimentas y adornos variados: un look bastante kitsch y tirando a cutre, la verdad. Esos dorados en coronas y cotas de mallas esmaltadas no pueden ser normales. No es que uno pretenda encontrar el menor rigor histórico en un entorno totalmente ficticio, pero madre mía, qué falta de buen gusto y cuánto quiero y no puedo con los pertrechos. Lo del peinado de Ewan McGregor, estilo engominado medieval, mejor vamos a pasarlo por alto...
No se puede decir que la película esté recibiendo una crítica demasiado amable, ni que su recaudación sea boyante (de hecho, atendiendo a la taquilla en EE.UU., apunta maneras al descalabro fantástico del año). Pero, a mi entender, debería ser menos vapuleada que la de Oz (que, contradictoriamente, fui a ver con muchas más ganas y salí desilusionado). He encajado con agrado el giro personal que el director le ha puesto a esta sencilla fábula clásica (que tal y como termina, hay quien habla de segunda parte, aunque yo no lo creo así). En fin ¿será que me ha pillado con las defensas bajas y por eso le doy el aprobado? No lo sé, pero para ser sincero, sus casi 2 horas a mí se me pasaron volando.
Los adeptos a las fábulas clásicas estamos un poco sorprendidos ante los recientes estrenos en el cine de fantasía. Sea por falta de ideas o por un extraño interés renovado en rescatar los relatos que en su origen han creado la tradición legendaria de nuestra cultura, no dejamos de ver estos días que las adaptaciones a la pantalla grande, y también para la televisión, de dichas historias están acaparando la ficción cinematográfica. El último ejemplo en unirse a la lista es este Jack el Caza Gigantes, que dirige Bryan Singer (Sospechosos habituales, X-Men, Superman returns) retomando la aventura del cuento inglés de H. Christian Andersen vivida por un humilde granjero al trocar su vaca en el mercado por un puñado de habichuelas mágicas.
Sin ser uno de los cuentos más populares por estos lares, sino permaneciendo más bien en un discreto plano dentro del conjunto de lecturas para niños, la verdad es que no se trata de la única producción que se ha fijado en esta obra: hay una vieja película de 1952 -de la que hoy nadie se acuerda- que ya versionaba libremente la epopeya de Jack. El bueno de Mickey Mouse protagonizó un cortometraje en el que la rememoraba igualmente. Y el mismo personaje es también un viejo conocido para los lectores de la sensacional serie Fábulas de Bill Willingham y Mark Buckingham, aunque su encarnación en el cómic (con spin-off y todo) no tenga nada que ver con la cinematográfica. Ahora nos llega un nuevo enfoque, bajo el prisma del cine 3D, al estilo de superproducción con actores reales, entre los que aparecen algunas caras conocidas.
Jack el Caza Gigantes (suavizando el título original -the Giant Slayer-, se ve que para no herir sensibilidades...) comienza relatándonos el cuento que, tanto los hijos de plebeyos como de nobles, escuchan desde niños en las noches de tormenta. En el Reino de Cloister, Jack, un joven granjero, vive fascinado por la leyenda del rey Erik, un antiguo lider que venció a un ejército de gigantes cuando amenazaban invadir el reino, procedentes de los dominios flotantes de Gantua, controlándolos gracias a una corona mágica. La díscola princesa Isabelle también ha oído y conoce la historia desde su infancia.
Un día, Jack acude a la ciudad para vender el caballo y el carro que forman parte de las pocas posesiones de su tío por las que aún puede obtener unas cuantas monedas con las que salvar la mala cosecha. Pero se ve envuelto en un altercado -en medio del cual conoce a Isabelle- y acaban en sus manos unas judías de propiedades especiales que, según le indica el monje que se las confía, no deben mojarse bajo ningún concepto.
No hace falta que os diga cómo continúa, ¿verdad..? Naturalmente un colosal tallo crece desde la granja de Jack, alzando a la princesa (que, como es lógico, no podía estarse quieta en su castillo) a cientos de metros de altura y transportándola a un territorio que ya se creía olvidado. Acompañando a sir Elmont y al insidioso condestable Roderick, prometido de la princesa, Jack se une a la partida de rescate que debe trepar por la enredadera. Lo que encontrarán tras el ascenso les demuestra que la realidad supera a los cuentos de hadas, pues los monstruosos seres que allí habitan aún recuerdan los agravios del pasado y quieren cobrarse su venganza.
Inicialmente no tenía demasiadas intenciones de ir a ver esta película. Tras el reciente fiasco de Oz (al menos en lo referente al aspecto argumental), no me quedaban muchas ganas de pasar otra vez por taquilla para cumplir con un film que, a pesar de lo atrayente de la historia en que se basa, prometía convertirse en otro estreno de fantasía sin pena ni gloria. Pero por llevar a mi sobrino (y, qué demonios, como dice el propio Jack pasados unos minutos de proyección, porque en el fondo nos gustan las buenas aventuras) al final me animé. Y, una vez más, queda claro que no hay nada como ir con las expectativas por los suelos para sacarle provecho a algo. Porque la cosa es que, como producto de entretenimiento para toda la familia, este último trabajo de Bryan Singer no está nada mal. La trama puede gustar más o menos (a mí me ha gustado, sí), pero frente a las carencias de guión de la cinta de Raimi que decía el otro día, aquí al menos hay una aventura, con un desarrollo razonable y que no resulta decepcionante.
La película fluye, en líneas generales, bien. Especialmente a partir de la segunda mitad del metraje, cuando ya ha adquirido ritmo y nos hemos hecho algo más a los personajes. Y las secuencias finales, en las que se concentra la mayor acción, no por previsibles dejan de ser trepidantes, mezcladas con una buena banda sonora (a cargo de John Ottman), para terminar en un desenlace que choca un poco pero no deja indiferente.
En el reparto nos encontramos tanto con estrellas en ciernes como con actores más que consagrados: Nicholas Hoult da vida al protagonista; el típico héroe lampiño por casualidad que acaba enamorándose de la princesa de turno, una resultona Eleanor Tomlinson que realiza casi la única aparición femenina de la cinta. Hay que decir que los personajes no son muy polifacéticos, pero al menos cumplen con la pose que les corresponde en una historia así, es decir, Jack es el típico chaval un tanto embobado (con decir que se pasa media peli con la boca entreabierta...) pero con ciertos recursos, mientras que Isabelle es la guapa princesita "echá p'alante" que propicia la jugada.
Ian McShane no lo hace mal interpretando al Rey Brahmwell; pero quien sin duda se lleva la palma es Stanley Tucci en un papel de villano, Roderick, el consejero del monarca, que resulta más creíble que el resto y tiene varias ocurrencias agudas y chistosas, en las que le sigue bien el rollo su particular esbirro (también más verosímil que los habituales sidekicks malvados y grimosos de costumbre). A quien veo un poco descolocado en una producción de estas características es a Ewan Mc Gregor, enfundado en su impoluta armadura como sir Elmont, sin aportar demasiado al desarrollo de la trama, aunque se valore bien su presencia. Y no hay que olvidarse del cameo de Warwick Davis, al que resulta agradable seguir encontrando en películas de género fantástico en el año que se cumple el 25º aniversario de Willow.
Supongo que debería recalcar que los efectos especiales de la cinta son admirables y justifican el multimillonario presupuesto que han entrañado... y es verdad que son bastante buenos; sobre todo -para mi gusto- las vistas aéreas de los verdes campos y bosques, así como de la ciudadela de Cloister, durante el ascenso por las lianas de la enredadera. Pero, para ser honesto, yo no sé si a estas alturas -nunca mejor dicho- uno ya deja de sorprenderse un poco de tanta pirotécnia artística. Me gustaron mucho los paisajes del reino de los gigantes y las tomas que tienen lugar sobre su región oscilante. En cambio, las escenas donde se observa el castillo del rey en la distancia las juzgo algo artificiales, un poco acartonadas... de maqueta, vaya.
La cita esencial de esta película la tienen, por supuesto, los gigantes, a quienes estamos esperando ver desde el minuto uno de sentarnos en la butaca. He oído quejas según las cuales los consideran muy de ordenador, pero a mí me parece que están francamente logrados, la verdad, sobre todo su líder de dos cabezas. El equipo técnico ha sabido dotarles de un aire entre cómico y realista (que incluso puede causar cierto sobresalto a los más pequeños) muy adecuado. Creo que la personificación de los gigantes, con su aspecto sucio, desmañado, tosco y brutal, que ha conseguido esta adaptación del cuento, sirve para asentar una más que correcta imagen de dichos seres. Y disfruté especialmente con la estampida final que protagonizan; como podréis imaginaros, ocasionando el destrozo que se les supone a monstruos de su tamaño.
Una opinión bien distinta me merece el diseño de armaduras, vestimentas y adornos variados: un look bastante kitsch y tirando a cutre, la verdad. Esos dorados en coronas y cotas de mallas esmaltadas no pueden ser normales. No es que uno pretenda encontrar el menor rigor histórico en un entorno totalmente ficticio, pero madre mía, qué falta de buen gusto y cuánto quiero y no puedo con los pertrechos. Lo del peinado de Ewan McGregor, estilo engominado medieval, mejor vamos a pasarlo por alto...
No se puede decir que la película esté recibiendo una crítica demasiado amable, ni que su recaudación sea boyante (de hecho, atendiendo a la taquilla en EE.UU., apunta maneras al descalabro fantástico del año). Pero, a mi entender, debería ser menos vapuleada que la de Oz (que, contradictoriamente, fui a ver con muchas más ganas y salí desilusionado). He encajado con agrado el giro personal que el director le ha puesto a esta sencilla fábula clásica (que tal y como termina, hay quien habla de segunda parte, aunque yo no lo creo así). En fin ¿será que me ha pillado con las defensas bajas y por eso le doy el aprobado? No lo sé, pero para ser sincero, sus casi 2 horas a mí se me pasaron volando.
7 comentarios:
Qué gran reseña, Jolan.
Yo voy este miércoles a verla, aún tengo pendiente la reseña de "Oz".
A ver si no me encuentro con otro caso a lo "John Carter", donde todo el mundo se lanzó contra ella en una carnicería y a mí me gustó mucho, la verdad.
Feliz semana cargada de sueños cumplidos!
Gracias, Fawn.
Buena observación... puede que estemos ante el fenómeno John Carter (que a mi también me gustó) de este año...
Si vas a ir a verla, genial. Así podré leer tu opinión, como también la de Oz, y ver qué te han parecido estos últimos estrenos de fantástico.
Un saludo!
Tu reseña me anima un poco más a ver esta película, aunque haré como tú y mantendré las expectativas majas. Parece la mejor técnica xD
Tengo relativa confianza en Singer como director de pelis de acción, así que con que me resulte entretenida me conformo.
A ver si engaño a alguien para que me acompañe, que creo que para esta va a estar complicado xD
Un saludo!
Buenas Raistlin. ¿Recuerdas que hace unos días te dije que seguramente no la vería hasta que saliese en DVD? Pues ya ves, al final acabé acercandome al cine, sobre todo porque me hacía ilusión verla con mi sobrino de 5 años. :)
Sí, sí... tengo comprobado que ir a ver ciertas películas sin esperar mucho de ellas es un buen mecanismo de defensa y luego hasta te llevas sorpresas. :D Ya en serio, seguro que al menos te resultará entretenida. Por lo menos tiene más miga, para mi gusto, que la de Oz.
Ya me contarás! Saludos.
Muy buena reseña. Solo por lo que ya has dicho de ella, a mí no me parece mala. Es más, puede que le de una oportunidad y todo.
Gracias, Santiago. Entretenida es, eso sí. Si al final no la vieras en cine, siempre puedes pillarla en dvd de alquiler para una buena tarde de sábado.
Buenas, a mí me ha gustado mucho me recuerda a mi infancia, y la de Oz me gusto en un sentido, todos bien conocemos el cuento de Oz, ninguno teniais curiosidad del porque veneran a un falso mago?, yo me alegre que hicieran una Precuela del cuento de Dorothy y explicaran como llegó el mago. Saludos.
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