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sábado, 15 de diciembre de 2012

Thorgal (XXIII): La jaula

Rosinski – Van Hamme (1998)
Norma Editorial. Colección Pandora nº 74
Edición original: La Cage

Atención: este artículo puede revelar detalles sobre el argumento.

Me he estado resistiendo más de lo que debiera a realizar la reseña de esta entrega de Thorgal, pues hemos alcanzado por fin un punto de inflexión definitivo en la serie; otro de esos tomos a los que sus lectores rinden culto incondicionalmente y que marca la conclusión, no sólo de un ciclo, el de Shaigan, sino también de la etapa clásica de la colección, señalando un antes y un después en la misma. Así es: para muchos La jaula tendría que haber sido el último álbum de Thorgal, tras el cual Rosinski y Van Hamme deberían haber otorgado a su irremplazable héroe el tan anhelado descanso que siempre ha perseguido en sus muchas idas y venidas. Y, sin embargo, hoy sabemos que el arquero vikingo sigue más activo que nunca...

Por el año de publicación de este número (1998), el personaje ya se había convertido en un referente indiscutible del cómic y podía presumir del prestigio editorial gracias a las múltiples aventuras que acumulaba a sus espaldas. Pero, en lo sucesivo, Thorgal adquirirá otros derroteros no del todo asimilados por sus fans de siempre. Personalmente, como ya he dejado caer en otras ocasiones, siempre he sido un firme defensor del "bien está lo que bien acaba" y reconozco no tener argumentos contra quienes piensan que este vigesimotercer volumen hubiera sido un más que correcto punto final de la saga. Pero, qué demonios, cuando sigues a un personaje y veneras una obra hasta el grado de convertirla en tu tebeo favorito, pues siempre quieres más y hasta respiras con cierto alivio ante el anuncio de un nuevo capítulo que todavía está por llegar.

No obstante, admito que las entregas de Thorgal que suceden a ésta hacen que se mire al pasado con cierta nostalgia, pues sus andanzas venideras se centrarán en aventuras más intrascendentes y hasta algo insípidas que no aportan demasiado a una obra argumentalmente ya resuelta (haciendo especial hincapié en los próximos 3-4 números, que suponen sin duda el bache más profundo de la obra antes de recuperar algo de aliento en los de más reciente publicación). Pero ya volveremos sobre este tema cuando proceda.

Desde luego, la premisa para convertir a ésta en la postrera aventura de Thorgal era buena: nuestro héroe lleva separado de su familia aproximadamente cinco años (atendiendo al apunte que se hace sobre las edades tanto de Jolan como de Loba; basta ver cómo han crecido) y otros tantos álbumes de la colección, así que la hora del reencuentro definitivo ha llegado. La jaula comprende sin lugar a dudas uno de los momentos más emotivos e intimistas de la serie, dejándonos un agradable sabor de boca al concluirlo, a diferencia de esos finales agridulces que tan comunes se habían vuelto, y a pesar de que Van Hamme recae en clichés y recursos un poco irritantes para solventar ciertas situaciones repetitivas.

Libre ya de las garras de Kriss de Valnor y recobrada la memoria que los dioses le habían arrebatado, retomamos la historia del héroe nórdico desde Brek Zarith, lugar de infausto recuerdo que no pisaba por un largo tiempo. Allí, apenas repuestas las fuerzas tras la precipitada huída de su base como pirata sanguinario junto a Kriss en estos últimos años, Thorgal decide alejarse cuanto antes de la corrupción que rodea la vida palaciega que vuelve a ofrecerle su amigo y aliado Galathorn para poner rumbo a la antigua isla familiar.

Una accidentada travesía en barca, en la que la casualidad quiere que sus velas no se crucen por poco con las de Aaricia y Jolan, le lleva al fin al querido islote. Mientras tanto, su mujer e hijo acuden hasta el inmundo reducto donde tiene atracada su flota el déspota Sardaz para persuadirle de un ataque al castillo de Shaigan, como un último y desesperado intento de hallar noticias de Thorgal, sin sospechar que en realidad éste ya ha regresado a casa. Pero el tan ansiado reencuentro se verá frenado por la llegada de intrusos a la isla, a consecuencia del fallido plan de Aaricia. Y, antes aún que eso, por los barrotes de la jaula donde Thorgal ha sido recluido... por los suyos.

El elemento fundamental de esta historieta se basa en la entereza de Thorgal y Aaricia como pareja, capaces de resistir los embates más duros de la vida en su relación... y del perdón. Shaigan se ha ido; Thorgal ha vuelto. Pero la familia, a la que ya habíamos visto desenvolverse sola sin su cabeza y protector, ha aprendido a sobrevivir sin él. Y el dolor del tiempo perdido, especialmente para su esposa, le impide lanzarse a sus brazos como si nada hubiera pasado.

Aunque en este álbum también contamos, para no perder la costumbre, con el clásico bellaco sin escrúpulos -en la figura de Sardaz el Despellejado- que pone en apuros momentáneamente a la familia, los verdaderos enemigos de Thorgal esta vez no son otros que la desconfianza y la incredulidad de Aaricia, contra los que de poco le sirven su destreza a la espada o su envidiable pulso con el arco. Hay dos páginas donde la mujer le transmite, jaula de por medio, un impetuoso y conmovedor resumen de los avatares sufridos, que dejan al descubierto todas las cargas y pesares de estos últimos años: el desconsuelo del abandono, la vergüenza del exilio, el daño y la humillación de la esclavitud padecidas, pero sobre todo el tormento de ver a su marido en brazos de otra mujer. Males demasiado severos para ser olvidados de un plumazo.

La trama está muy bien estructurada y expuesta, aunque como decíamos más arriba, Van Hamme insiste en tirar de maniobras que empiezan a resultar muy trilladas: una jornada tormentosa en la que Thorgal hostiga y da caza a los advenedizos que comprometen la seguridad de sus seres queridos, el malo de turno que acaba despeñándose por un precipicio, incluso el bueno de Muff saliendo mal parado cuando intenta defender a sus amos (la de palos en el lomo que se ha llevado ya el pobrecito...) También hay algún punto poco claro, aunque disculpable, en el guión, como las motivaciones que empujan a Thorgal a regresar a la isla a buscar a los suyos, y no al pueblo de los vikingos del norte, que es donde les dejó la última vez que estuvieron juntos. El caso es que, al final, los sucesos que amenazan a nuestros personajes se revelan la excusa perfecta para impeler a Thorgal que vuelva a asumir, una vez más, la figura de protector de la familia, recuperando de este modo su lugar dentro de la misma a los ojos de Aaricia. Y, si hemos de prestar oídos al juramento sincero que se hacen, ya para siempre.

Rosinski ilustra el correctamente desarrollado planteamiento de su colega guionista para con este álbum mediante láminas limpias y cargadas de emotividad que reflejan la evolución del reencuentro de un modo magistral, ya incluso desde las dos páginas simétricas de la partida, tanto de Thorgal como de Aaricia, que lo anteceden. Sus viñetas van retratando ese progresivo acercamiento de la pareja por medio de gestos, miradas y expresiones que lo dicen todo de sus sentimientos, partiendo del rencor y el escepticismo iniciales a la entrega y el amor sin ambages últimos.

Sobre afectos y uniones ya hemos visto que este tomo dice mucho. Por eso, hasta se apunta hacia una primera relación sentimental de Jolan con Lehla, que no ocultan la simpatía mutua que se tienen uno al otro. También en este número vemos de nuevo que no todas las mujeres que han rodeado la vida de Thorgal le quieren bien: la princesa Syrane, hermana de Galathorn, sucumbe como muchas otras a los encantos del arquero y al no obtener nada a cambio, le acaba tendiendo una jugarreta, también igual que otras féminas anteriores.

Y hablando de mujeres, en innegable que ejercen un papel de fuerza en este capítulo, por si hacía falta más pruebas de que éstas nunca han tenido un perfil precisamente delicado en la obra de Rosinski y Van Hamme: es gracias a la actuación de Aaricia, de Lehla y de Loba que las cosas se solucionan con bien sin que por una vez la intercesión de Thorgal sea fundamental, con Jolan y Darek además fuera de combate. Por cierto, que parece curioso cómo Loba (a la que vemos en su salsa poniendo en práctica los poderes que, por su parte, ha heredado del pueblo de las estrellas) establece desde el principio un estrecho vínculo con su padre, al que ni siquiera conocía, nada más verle. La pequeña hija de Thorgal no terminará de adquirir el protagonismo creciente que sí alcanza su hermano en el futuro. Quizá por eso Le Lombard, el editor de la serie, haya decidido dedicarle un spin-off en Los Mundos de Thorgal que ya va por su segunda entrega.

En cuanto al escenario en el que se mueve la presente aventura, aparte de la isla que tan conocida nos resulta desde Alinoé (y que deciden dejar atrás definitivamente tras este volumen) y de la perturbadora Brek Zarith de las primeras páginas, los autores nos muestran un mundo hostil, sucio y agresivo en el que no parece haber refugio para la familia. Sin embargo, con el norte vetado por ahora, no les quedará más remedio que encaminarse hacia nuevas y extrañas tierras que les aguardan en los próximos episodios. Se acabó el segundo ciclo largo de la serie y en adelante, como he anticipado, tendremos una sucesion de aventuras aisladas que imprimen un profundo cambio de ritmo en el devenir de nuestro héroe favorito.

Entre unas breves notas finales de primicias en torno al personaje, ya podemos adelantar el calendario de publicaciones anunciado para 2013: primer volumen sobre la juventud de Thorgal (nueva línea de Los Mundos de Thorgal) en febrero, seguido del tercer tomo de Loba (abril) y el cuarto de Kriss de Valnor (en octubre). La serie matriz no verá su continuación hasta noviembre de 2013, mes en el que está prevista la aparición del álbum nº 34, aún sin titulo provisional.

Naturalmente estas fechas son relativas a su salida en Francia, así que hasta que se confirme otra cosa, vamos a quedarnos con las novedades que sabemos que sí han llegado aquí, ya que hace apenas unos días se ha puesto a la venta en España el segundo número de Kriss de Valnor: La Sentencia de las Valquirias (hablaremos más de él en nuestra agenda mensual); la única de estas series secundarias con la que de momento se ha atrevido Norma Editorial. Por ahora, os dejo con el trailer de su tercera entrega (Digne d'une Reine), que es justo la aparición thorgaliana más reciente que se ha producido fuera.

2 comentarios:

Igor dijo...

Es verdad de que hay series que llegan a su cumbre y, los creadores, en lugar de evitar la zona de grises, siguen. Pero, qué difícil dejar de hacer algo que ha funcionado.
Saludos.

Jolan dijo...

Hola Igor. Con Thorgal pasa un poco eso, sí, para qué negarlo. Y ahora puede dar todavía más esa impresión por las nuevas series alternativas que están surgiendo con algunos personajes de la saga principal.

Por suerte, aunque no lleguen a la altura de la etapa clásica de la colección, va manteniendo el nivel y no ha caído en la mediocridad. El día que lea un Thorgal que no me guste nada, me bajaré del tren.

Saludos!

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