Si la memoria no me falla, el estreno de Cazadores de dragones -adaptación al cine de la serie homónima de dibujos animados creada por Arthur Qwak- fue casi coetáneo al de una de las mejores producciones que DreamWorks ha realizado hasta la fecha, la fabulosa y sobresaliente Cómo entrenar a tu dragón, que sin duda debió de eclipsar a la primera durante su première. Tratándose de films que prácticamente se solaparon en las salas de cine españolas (a pesar de que el metraje de Ivernel y Qwak data del 2008), no es de extrañar que las ideas lleguen a confundirse e incluso podamos caer en el error de pensar que una y otra sean muy similares en su contenido. Bueno, pues nada que ver. Sin ánimo de infravalorar los esfuerzos del estudio francés Futurikon, compañía gala que pone de manifiesto con esta cinta la notoria calidad de sus trabajos en lo relativo a la elaboración de técnicas animadas, me temo que el resultado dista mucho del obtenido por sus colegas americanos con la inolvidable película, también sobre dragones, de Chris Sanders.
Como apuntaba al principio, Cazadores de dragones recoge el testigo de una serie animada para la televisión (Chasseurs de dragons en los canales franceses, Dragon Hunters en su versión yanki) que tengo entendido aquí fue emitida por alguna autonómica y tal vez posteriormente por el canal de pago Cartoon Network (pero no me hagáis mucho caso en esto, pues no es algo de lo que esté totalmente seguro). Lo cierto es que con 52 capítulos y dos temporadas de trayectoria, se trata de una emisión interesante y colorista con unos datos más que modestos de seguidores y de audiencia en la franja infantil. Creada por Arthur Qwak en colaboración con los estudios Futurikon, es sin embargo en el salto a la gran pantalla de manos de estos mismos artífices y bajo la dirección de Guillaume Ivernel donde se descalabra, pierde chispa y no consigue estar al mismo nivel que su proyección serializada, aun cuando está basada en el mismo escenario medieval fantástico (espléndidamente recreado y plato fuerte de la película) y sus personajes sean también los mismos que protagonizaban los episodios. El problema no es nada nuevo y reside, por desgracia una vez más, en la ausencia de una trama coherente y atractiva que dé sentido a tamaño despliegue visual y llegue a cautivar al espectador durante sus 80 minutos de duración.
Como en la serie, Gwizdo y Lian-Chu son dos bribonzuelos errantes de un mundo fantástico en las alturas, formado por atolones, campos verdosos y formaciones rocosas flotantes, entregados a la cacería con métodos poco ortodoxos de las distintas especies de dragones que, más que un peligro, suponen una molestia para la población local que habita las muchas aldeas sobre estas isletas suspendidas en el aire. En sus correrías, les acompaña Héctor, un cruce entre dragón y perro de color azulado al que tienen por mascota. Mientras que Gwizdo es el cerebro del grupo y negocia los tratos con la gente indefensa que requiere sus servicios, intentando siempre sacarles cuantas más monedas sea posible, el robusto Lian-Chu aporta la fuerza bruta y es quien cumple realmente los encargos, siendo curiosamente el más pacífico y sosegado del grupo en contraste con su compañero.
El lema de este peculiar equipo es no comprometerse con nadie y velar tan sólo por sus propios intereses, hasta que un día se encuentran accidentalmente con Zoe, una imaginativa niña fascinada por las historias de caballeros y bestias a las que combatir, acorralada en el interior de un bosque por dos pequeños, pero letales, dragones eléctricos. Nuestra pandilla de cazadores la libra de la amenaza para obtener su correspondiente recompensa, puesto que el tío de la pequeña es el antaño poderoso Lord Arnold. Así pues, acompañan a Zoe a su castillo con la idea de sacar algún rédito del viejo lord, cuya ceguera no le permite ver a los supuestos héroes que le presenta su sobrina, y antes de darse cuenta acaban involucrados contra sus deseos en la más peligrosa de las misiones: encontrar y destruir al temible Zampamundos, el más terrorífico dragón que ha hollado el mundo, del que todas las señales anuncian su regreso tras largos años en estado de hibernación.
La verdad es que los fragmentos iniciales de la película prometen bastante (ya sólo con unos títulos de crédito de apertura en una línea muy épica y sugerente, envueltos en una música que parece avanzar un estupendo tono legendario). Incluso las secuencias preliminares y el comienzo, hasta aproximadamente los primeros veinte minutos, realmente consiguen enganchar y mantener nuestra atención, mostrándonos escenas que recuerdan de alguna manera a Cómo entrenar a tu dragón, al enseñar distintas especies de bichos y bestezuelas variadas (como en la cacería del dragón-babosa que destroza los campos de coles de los labriegos, la colección de cabezas draconianas del castillo de Lord Arnold o la posterior lucha con los lagartos eléctricos). Conste que por lo demás, la comparación con la obra de DreamWorks le va muy alta, tal es la cota de calidad de ésta última. Pero luego la cosa se empieza a torcer rápidamente, al convertirse en una búsqueda sin detalles; una marcha inconcreta sólo interrumpida por momentos de acción que tampoco es que aporten mucho globalmente, para precipitarse en un final que cierra la película con enorme sosería (por el modo tan brusco de zanjar el decepcionante combate final contra el Zampamundos, un colosal e impresionante dragón esqueleto de visos apocalípticos).
Ahora bien, al menos el deambular de los personajes nos regala la vista con unos escenarios maravillosamente concebidos, exhibiendo un reino en decadencia cargado de tal poesía estética que constituye todo un espectáculo en sí mismo: ocasos purpúreos colándose entre nubes hasta donde alcanza el horizonte, ruinas volantes que muestran su antigua gloria al margen de las leyes de la gravedad, calzadas aéreas que enlazan aldeas abandonadas sobre esos mágicos microislotes en eterna levitación... En definitiva, panorámicas con un toque surrealista orladas por unos colores y efectos de luz que son de quitarse el sombrero. Desde luego, no se puede negar la bellísima factura que Futurikon ha logrado alcanzar con esta película, no tan lejana como podríamos creer de los todopoderosos estudios americanos. No me cabe duda que si el film propusiese un guión más esmerado y menos sensiblero, haría que estuvieramos ante todo un ejemplo de la animación europea de primer orden.
Los personajes, sin embargo, no llegan para mi gusto a ese grado de vistosidad que sí posee el entorno sobre el que los vemos moverse. El diseño y modelaje de éstos, demasiado caricaturizado, choca un poco con la trabajada escenificación ambiental. Según parece, la adaptación cinematográfica introduce como novedad respecto de la serie a Zoe, pero ni la niña -una gritona insufrible- ni sus nuevos amigos cazadragones (que conforman casi la totalidad de una reducidísima lista de caracteres) logran ganarse al espectador. Siento si soy pesado volviendo sobre la misma comparación una y otra vez, pero con Cómo entrenar a tu dragón me reí, me emocioné y me dejé embelesar gracias en buena parte a sus personajes. Lamentablemente, nada de eso se da en los protagonistas de Cazadores de dragones: no sólo no interesan ni hacen gracia, sino que además de dejarse llevar por unos perfiles que rondan el machacón tópico moral y pasteloide, provocan hasta cierta antipatía (en especial, ese monstruito azul que causa repelús y al que no se entiende ni la mitad de lo que dice, siendo aparentemente el clásico bicho al que se atribuyen la mayoría de los chistes).
La manufactura europea de esta producción queda patente en sutiles referencias a obras originarias del viejo continente, como las pinceladas a El principito de Saint-Exupéry e incluso un velado homenaje al Quijote de nuestro Cervantes a través del caballero del reino trastornado que ha dado rienda suelta a sus propias ensoñaciones. Pero también hallamos imágenes que evocan a otras cintas de animación extranjeras tales como Mulan, quizá por el tono oriental que se imprime tanto al personaje de Lian-Chu como a la confección de las criaturas fantásticas presentes, entre ellas el propio Héctor. Por otro lado, aparte del consabido videojuego, Cazadores de dragones cuenta con una serie abierta de cómic que se publica actualmente por Delcourt.
Con esta película queda demostrado que la animación de este lado del Atlántico puede llegar si se lo propone a la altura de la americana, pero que le falta el ingrediente secreto de la mayoría de las aventuras de Pixar o de DreamWorks (tampoco vamos a poner ahora en los altares todo lo que sale de ambas compañías). Y es que nuevamente (y ya van...) hay que reiterar que no basta con una brillante técnica depurada, un potente surtido de efectos y una cuidada puesta en escena artística si luego el aspecto argumental hace aguas por todas partes, con tramas que no contienen el menor empaque. Una lástima que el creativo planteamiento a nivel gráfico de Qwak e Ivernel se desmorone de inmediato ante un flojísimo guión del mismo modo en que se resquebrajan las almenas y torreones que sobrevuelan a su albedrío el original universo que nos ofrecen.
Como apuntaba al principio, Cazadores de dragones recoge el testigo de una serie animada para la televisión (Chasseurs de dragons en los canales franceses, Dragon Hunters en su versión yanki) que tengo entendido aquí fue emitida por alguna autonómica y tal vez posteriormente por el canal de pago Cartoon Network (pero no me hagáis mucho caso en esto, pues no es algo de lo que esté totalmente seguro). Lo cierto es que con 52 capítulos y dos temporadas de trayectoria, se trata de una emisión interesante y colorista con unos datos más que modestos de seguidores y de audiencia en la franja infantil. Creada por Arthur Qwak en colaboración con los estudios Futurikon, es sin embargo en el salto a la gran pantalla de manos de estos mismos artífices y bajo la dirección de Guillaume Ivernel donde se descalabra, pierde chispa y no consigue estar al mismo nivel que su proyección serializada, aun cuando está basada en el mismo escenario medieval fantástico (espléndidamente recreado y plato fuerte de la película) y sus personajes sean también los mismos que protagonizaban los episodios. El problema no es nada nuevo y reside, por desgracia una vez más, en la ausencia de una trama coherente y atractiva que dé sentido a tamaño despliegue visual y llegue a cautivar al espectador durante sus 80 minutos de duración.
Como en la serie, Gwizdo y Lian-Chu son dos bribonzuelos errantes de un mundo fantástico en las alturas, formado por atolones, campos verdosos y formaciones rocosas flotantes, entregados a la cacería con métodos poco ortodoxos de las distintas especies de dragones que, más que un peligro, suponen una molestia para la población local que habita las muchas aldeas sobre estas isletas suspendidas en el aire. En sus correrías, les acompaña Héctor, un cruce entre dragón y perro de color azulado al que tienen por mascota. Mientras que Gwizdo es el cerebro del grupo y negocia los tratos con la gente indefensa que requiere sus servicios, intentando siempre sacarles cuantas más monedas sea posible, el robusto Lian-Chu aporta la fuerza bruta y es quien cumple realmente los encargos, siendo curiosamente el más pacífico y sosegado del grupo en contraste con su compañero.
El lema de este peculiar equipo es no comprometerse con nadie y velar tan sólo por sus propios intereses, hasta que un día se encuentran accidentalmente con Zoe, una imaginativa niña fascinada por las historias de caballeros y bestias a las que combatir, acorralada en el interior de un bosque por dos pequeños, pero letales, dragones eléctricos. Nuestra pandilla de cazadores la libra de la amenaza para obtener su correspondiente recompensa, puesto que el tío de la pequeña es el antaño poderoso Lord Arnold. Así pues, acompañan a Zoe a su castillo con la idea de sacar algún rédito del viejo lord, cuya ceguera no le permite ver a los supuestos héroes que le presenta su sobrina, y antes de darse cuenta acaban involucrados contra sus deseos en la más peligrosa de las misiones: encontrar y destruir al temible Zampamundos, el más terrorífico dragón que ha hollado el mundo, del que todas las señales anuncian su regreso tras largos años en estado de hibernación.
La verdad es que los fragmentos iniciales de la película prometen bastante (ya sólo con unos títulos de crédito de apertura en una línea muy épica y sugerente, envueltos en una música que parece avanzar un estupendo tono legendario). Incluso las secuencias preliminares y el comienzo, hasta aproximadamente los primeros veinte minutos, realmente consiguen enganchar y mantener nuestra atención, mostrándonos escenas que recuerdan de alguna manera a Cómo entrenar a tu dragón, al enseñar distintas especies de bichos y bestezuelas variadas (como en la cacería del dragón-babosa que destroza los campos de coles de los labriegos, la colección de cabezas draconianas del castillo de Lord Arnold o la posterior lucha con los lagartos eléctricos). Conste que por lo demás, la comparación con la obra de DreamWorks le va muy alta, tal es la cota de calidad de ésta última. Pero luego la cosa se empieza a torcer rápidamente, al convertirse en una búsqueda sin detalles; una marcha inconcreta sólo interrumpida por momentos de acción que tampoco es que aporten mucho globalmente, para precipitarse en un final que cierra la película con enorme sosería (por el modo tan brusco de zanjar el decepcionante combate final contra el Zampamundos, un colosal e impresionante dragón esqueleto de visos apocalípticos).
Ahora bien, al menos el deambular de los personajes nos regala la vista con unos escenarios maravillosamente concebidos, exhibiendo un reino en decadencia cargado de tal poesía estética que constituye todo un espectáculo en sí mismo: ocasos purpúreos colándose entre nubes hasta donde alcanza el horizonte, ruinas volantes que muestran su antigua gloria al margen de las leyes de la gravedad, calzadas aéreas que enlazan aldeas abandonadas sobre esos mágicos microislotes en eterna levitación... En definitiva, panorámicas con un toque surrealista orladas por unos colores y efectos de luz que son de quitarse el sombrero. Desde luego, no se puede negar la bellísima factura que Futurikon ha logrado alcanzar con esta película, no tan lejana como podríamos creer de los todopoderosos estudios americanos. No me cabe duda que si el film propusiese un guión más esmerado y menos sensiblero, haría que estuvieramos ante todo un ejemplo de la animación europea de primer orden.
Los personajes, sin embargo, no llegan para mi gusto a ese grado de vistosidad que sí posee el entorno sobre el que los vemos moverse. El diseño y modelaje de éstos, demasiado caricaturizado, choca un poco con la trabajada escenificación ambiental. Según parece, la adaptación cinematográfica introduce como novedad respecto de la serie a Zoe, pero ni la niña -una gritona insufrible- ni sus nuevos amigos cazadragones (que conforman casi la totalidad de una reducidísima lista de caracteres) logran ganarse al espectador. Siento si soy pesado volviendo sobre la misma comparación una y otra vez, pero con Cómo entrenar a tu dragón me reí, me emocioné y me dejé embelesar gracias en buena parte a sus personajes. Lamentablemente, nada de eso se da en los protagonistas de Cazadores de dragones: no sólo no interesan ni hacen gracia, sino que además de dejarse llevar por unos perfiles que rondan el machacón tópico moral y pasteloide, provocan hasta cierta antipatía (en especial, ese monstruito azul que causa repelús y al que no se entiende ni la mitad de lo que dice, siendo aparentemente el clásico bicho al que se atribuyen la mayoría de los chistes).
La manufactura europea de esta producción queda patente en sutiles referencias a obras originarias del viejo continente, como las pinceladas a El principito de Saint-Exupéry e incluso un velado homenaje al Quijote de nuestro Cervantes a través del caballero del reino trastornado que ha dado rienda suelta a sus propias ensoñaciones. Pero también hallamos imágenes que evocan a otras cintas de animación extranjeras tales como Mulan, quizá por el tono oriental que se imprime tanto al personaje de Lian-Chu como a la confección de las criaturas fantásticas presentes, entre ellas el propio Héctor. Por otro lado, aparte del consabido videojuego, Cazadores de dragones cuenta con una serie abierta de cómic que se publica actualmente por Delcourt.
Imagen de la teleserie y plancha del cómic de Cazadores de dragones
Con esta película queda demostrado que la animación de este lado del Atlántico puede llegar si se lo propone a la altura de la americana, pero que le falta el ingrediente secreto de la mayoría de las aventuras de Pixar o de DreamWorks (tampoco vamos a poner ahora en los altares todo lo que sale de ambas compañías). Y es que nuevamente (y ya van...) hay que reiterar que no basta con una brillante técnica depurada, un potente surtido de efectos y una cuidada puesta en escena artística si luego el aspecto argumental hace aguas por todas partes, con tramas que no contienen el menor empaque. Una lástima que el creativo planteamiento a nivel gráfico de Qwak e Ivernel se desmorone de inmediato ante un flojísimo guión del mismo modo en que se resquebrajan las almenas y torreones que sobrevuelan a su albedrío el original universo que nos ofrecen.
9 comentarios:
No la conocía, como bien dices eclipsada por Cazadores de dragones que tanto me gustó.
Lo más importante es un buen guión, y si no se cumple ya puedes tener lo mejor en el resto que el resultado nunca será bueno. Que se lo digan a Planet 51... tanto para nada.
Me la apunto!Qué ganas de verla!
Totalmente de acuerdo en tu opinión. Visualmente es espectacular pero llegó a aburrirme de tal forma que dejé de verla por la mitad y puse el final directamente para ver como terminaba. Una lástima, porque de haber tenido un guión mejor, habría sido una pelicula maravillosa.
Saludos!!
Hola Pardi.
Uy, Planet 51... otro bluf! Y es que en la animación como se queden sólo en dibujitos de colores, por muy buenos que estos sean, y no haya debajo una buena historia... al final el espectador no es tonto.
Mey:
Como quieras, valiente! pero el que avisa no es traidor, jeje... :P
(al menos disfrutarás con la espectacularidad de su técnica, eso sí)
Fawn.
Yo sí la vi entera, tampoco es que llegue al punto de hacerse pesada (son apenas 80 minutillos; pasa deprisa). Pero es una doble lástima, porque el producto del que parte por lo visto sí da la talla.
Saludos a tod@s! ;)
Vale,empecé a verla pero no la he terminado...no está del todo mal pero tampoco bien y no me ha enganchado,espero terminar de verla algún día porque no me gusta dejar las pelis a medio!
Gracias por la advertencia Jolan
Yo la película no la he visto, pero sí que seguí diversos capítulos de la serie, muy buena y entretenida. Es cierto, la pasaron en los canales autonómicos, al menos aquí en Catalunya (en el canal 3xl).
A pesar de lo que contáis, sí que me gustaría ver la película algún día. Ya no recordaba que habían hecho una. ¡Gracias por la reseña y por refrescarme la memoria!
En casa no hay ninguna peli de animación que se nos pase... (con tres críos que quieres ^^) y al final fui el único que la vio entera. Una pena la verdad por que tiene todos los ingredientes para ser una gran película... pero le falta el ingrediente principal: un guión que atrape al publico. Algo parecido me paso con Conan 2011... tenía que ser el año de Conan y al final se quedo en el año de Juego de Tronos^^
Un saludo!!!
Hola Beldz.
Teniendo la serie como referencia seguro que verás la película con otros ojos, porque ya conoces de antemano los personajes y el mundo fantástico en el que se ambienta. Ya me contarás cuando lo hagas. ;)
Buenas lasthome.
¿Así que al final los críos pasaron de verla y te dejaron a ti solo delante de la pantalla? jaja. Ese es el problema de esta peli, que no logra enganchar al público -ya ves, ni siquiera a los chavales, que son menos exigentes que nosotros- con un guión bastante superficial.
Saludos a ambos.
La vi una y otra ves, considero que en efectos visuales es un gran espectáculo, me fascina cada fotograma de esta película por ese gran esplendor y la forma en q funcionan las leyes en este mundo. Tiene toda a la razón razón cuestión de la trama, pero los personajes para mi esta bien como están. Mi fanátismo llegó a l punto de escribir una mejor versión de la historia con la misma seriedad pero con un gran jiro jeje.
Es grandiosa esta película, y grandiosa la persona quien se le ocurrió tan interesante concepto para una historia de dragones
Publicar un comentario