La consolidación del éxito, la superación de un comienzo que ya era perfecto, el más y mejor… son algunos de los tópicos que, en honor a la verdad, se ven confirmados al hablar de esta novela; la brillante continuación de una de las mejores series fantásticas que hoy existen. Una vez más, tengo que rendirme a lo que la mayoría piensa sobre esta obra y unir mi voz a la legión de seguidores que posee. ¿Se podía mejorar la historia que George R. R. Martin planteaba en la primera entrega de Canción de Hielo y Fuego? Pues resulta que sí y Choque de Reyes es la demostración, ya que se trata de una segunda parte excelente, capaz de mejorar al volumen que lo antecede y que nos sumerge de pleno en el corazón de este maravilloso relato, desarrollando las intrigas previamente sugeridas.
Quisiera que esta fuera una reseña abierta para cualquier futuro incursor en la saga o para quien simplemente estuviese interesado en acercarse a una opinión genérica sobre la misma y sopesar si merece la pena su lectura, como hice anteriormente con Juego de Tronos. Pero, ¿cómo hablar de Choque de Reyes sin que la mera alusión a la presencia de tal o cual personaje no suponga ya en sí misma desvelar algo sobre el argumento? Sobre todo teniendo en cuenta la facilidad que tiene Martin para dar la vuelta completa a hechos que parecían inamovibles dentro de la narración. Por otra parte, para comentar este segundo tomo, es difícil no dejarse llevar por el entusiasmo que despiertan algunos episodios o la reacción de determinados personajes, con lo que implica de revelador sobre los derroteros que han adquirido situaciones apuntadas en el primer libro. Así que, a quienes me estáis leyendo, si aún no os habéis dejado seducir por la melodía de esta Canción de Hielo y Fuego, quizá sea mejor que no sigáis más allá de este párrafo. Y si bien no haré cita directa a ningún acto realmente explícito ni descubriré aquí abiertamente detalles exactos de lo que sucede a lo largo de sus páginas, así como la suerte que pueda correr alguno de sus protagonistas, en el fondo tampoco tendría sentido que sin haber pasado por el primer volumen alguien tuviera interés en leer un resumen a fondo del segundo. Bueno, sólo quería advertirlo antes de continuar, porque en lo relativo a esta serie está visto que la clausula sobre spoilers es obligada.
Definitivamente, se acerca el invierno y el cometa rojo que surca el cielo parece una señal de los cambios que acarrea su llegada inminente: el advenimiento de una nueva era de la que nadie acierta adivinar su curso. La división del reino es un hecho. Stark y Lannister ya no son los únicos que se matan entre sí en guerras fratricidas; unos por venganza y para detener los atropellos de la corona, aquellos para conservar esta y saciar su sed de poder. Otros entran a formar parte también del juego de tronos. Mientras que Stannis Baratheon, autoproclamado legítimo heredero de los Siete Reinos, busca alianzas para reclamar el asiento que por derecho cree que le pertenece, al amparo del siniestro apoyo que le facilita un nuevo credo, su hermano Renly convoca todo el poder de Altojardín en sus filas para hacer valer sus aspiraciones al mismo. Casas menores y caballeros surgidos de todo el reino toman partido por unos y otros bandos en la desatada carrera hacia el trono de hierro.
Entretanto, Daenerys Targaryen, última de su dinastía, congrega en los desiertos más allá de las llanuras dothrakis a los restos de su deshecho khalasar, alrededor de los tres dragones que amamanta como si de sus vástagos se tratara, sin perder de vista el objetivo de regresar al que sigue considerando su hogar, a pesar de no haber puesto jamás un pie en él. Y muy lejos de allí, al norte del Muro, se perfila una amenaza largo tiempo olvidada mientras la Guardia Negra de la Noche, a la que pertenece el joven Jon Nieve, se pone en marcha para enfrentarse a lo que quiera que se oculte en las gélidas regiones del fin del mundo.
En esta segunda entrega el argumento sigue orbitando básicamente alrededor de los mismos personajes a partir del punto donde se quedaron justo en la anterior, salvando como es lógico las notables ausencias que se produjeron entonces. Cada uno de los miembros de la familia Stark, sin hallarse ya bajo la seguridad de quien hasta ahora había ejercido de protector de la misma, debe valerse por sí solo para defender la sangre de la Casa. Desperdigados por todo Poniente, asistimos así a las batallas por librar de Robb, el Rey en el Norte, en su avance sobre las tierras de sus inveterados rivales; como a las tribulaciones de Catelyn, que se hunde gradualmente en la amargura a cada día que pasa. Sufrimos la impotencia de Bran siendo el Stark de Invernalia y nos dolemos del desamparo y la soledad de Sansa en Desembarco del Rey, sin dejar de admirar la versatilidad de la audaz Arya y las penalidades que atraviesa en este volumen. A su vez, Jon Nieve, el Stark de adopción, uno de los personajes sin duda más valorados por los lectores, asume nuevos retos en ese mundo helado que se extiende más allá del muro, completamente ajeno a las graves fatalidades que asolan el sur.
Sus antagonistas Lannister (aunque en esta obra uno nunca sabe realmente quién ostenta mayor protagonismo) se afanan por defender la capital y asentar el poder tan duramente ganado, teniendo en la persona del enano Tyrion, como Mano del Rey provisional, al principal valedor de la causa del niño-rey en lo que constituye todo un despliegue de maniobras conspirativas y juegos en la sombra, siempre alerta ante cualquier atisbo de peligro contra los suyos, que harán las delicias del lector. Siendo además muy puntuales las apariciones de Jaime y de Tywin Lannister, es imposible no pasmarse con las argucias que se le ocurren al endemoniado gnomo en los pasillos de la majestuosa Fortaleza Roja. Por otro lado, por si alguien lo dudaba, vamos a constatar la insensible crueldad de Joffrey, en especial con la pobre Sansa como objetivo de su sadismo, y veremos a Cersei en calidad de reina regente, más suelta y liberada que antes, dentro de esa pugna que va a mantener con su propio hermano por llevar los pantalones en la corte.
Aunque el lobo y el león sigan siendo los ejes que sostienen el mecanismo principal de la trama, no serán los únicos -como ya he advertido- que se disputen un lugar de importancia a lo largo del texto. Familias de las que apenas habíamos oído hablar y miembros de las diferentes casas van a convertirse en verdaderos elementos desequilibrantes, capaces de erigirse por si mismos en una fuerza a considerar sobre el tapete (el modo en que se solventan episodios clave de este volumen son la mejor muestra de ello, abriéndose la veda para que estos nuevos integrantes del relato pasen a ser cruciales en el futuro de la serie). Y naturalmente que Martin no nos decepcionará en este sentido, insuflándoles de una psicología, intereses y forma de conducirse propias plenamente desarrolladas y a la altura de los roles de mayor peso.
Con la marimorena que se va a liar ante la lucha multilateral de hasta cuatro reyes, ya podréis imaginaros que no van a faltar secundarios de lujo que desempeñarán su función del lado de unos u otros. Por un lado veremos al fin actuar a personajes hasta ahora sólo mencionados, como Stannis, de cuyos movimientos nos pone al día uno de sus más fieles lugartenientes, el otrora contrabandista Davos (no perdamos de vista tampoco a la inquietante Melisandre, cuya peligrosa influencia se adivina de importancia capital para hechos venideros). Y por otro a nombres totalmente nuevos; por ejemplo, la robusta y poco agraciada Brienne de Tarth, que contra toda apuesta acerca de lo que pudieramos esperar de ella cuando realiza su entrada en escena, acaba siendo espada jurada de Catelyn y amparo de su desconsuelo. También Bran descubre en los hermanos Meera y Jojen Reed un curioso dúo que se prevé esencial.
Siguiendo la estela del libro anterior, los personajes evolucionan sin cesar y a menudo somos testigos del curso de la acción principal a través de ojos que no la han vivido en primera persona, pero que sufren sus efectos directa o indirectamente. Por tanto, el desarrollo de las complejas tramas se maneja igualmente por medio de episodios alternos, bien sea narrados desde el prisma de los protagonistas que intervienen en ellas, bien por otros que las otean desde la retaguardia. En este volumen contamos con dos nuevos puntos de vista: Davos Seaworth y Theon Greyjoy. La fórmula sigue funcionando a las mil maravillas, para qué decir lo contrario, a pesar de que al finalizar cada capítulo maldigamos tener que esperar -¡a veces, hasta cientos de páginas!- para avanzar en la dirección de un hilo concreto del argumento. Pero la frustración se desvanece en cuanto nos sumergimos en las páginas del siguiente, y es innegable que esta forma de abordar la historia favorece la tensión y forma parte de la magia del folletín a la que Martin nos somete y que, enseguida, uno acaba agradeciendo.
En esto de los personajes -los auténticos cimientos de la historia- cada cual tiene sus debilidades; aunque aquí no conviene encariñarse más de la cuenta con ninguno para evitar llevarse disgustos. A mí personalmente me pierden los capítulos dedicados a Tyrion y a Daenerys (y eso que los pasajes concedidos a la Targaryen, aunque intensos, son notablemente más escasos que en el libro primero; pero me gusta el tono fuerte y orgulloso que ha adquirido la khaleesi, por no hablar de todo lo que le sucede en Qarth). Quizá existe un mayor centralismo en los episodios de Tyrion, Arya o Sansa, y reconozco que me hubiera agradado alguno que se ocupara de la visión de Cersei o de Robb, pero la verdad es que he gozado enormemente con todos ellos. Tal vez los capítulos basados en Jon Nieve han sido, en este tomo, algo más pausados, pues la acción allende el Muro sólo empieza a arrancar hacia el final. Eso sí, resulta indudable que se produce una definitiva inclinación a la antipatía sobre ciertos personajes, como Theon (crónica de una traición anunciada), mientras otros a los que antes podíamos tener aversión adquieren un tono más ambiguo que hasta nos hace empatizar con ellos; lo cual confirma que si hay algo de lo que no peca esta saga es de perfiles planos.
Tampoco podían faltar los clásicos cliffhangers y golpes de efecto tan a lo George R. R. Martin, con desapariciones inesperadas de personajes que pensaba tendrían más trascendencia futura, o giros sorprendentes capaces de dejarnos patitiesos por su imprevisibilidad (por ejemplo, en lo relativo a Bran y la situación de Invernalia, al comienzo bastante estática). Las intrigas, traiciones a la espalda y planes furtivos se multiplican por doquier (vamos, algo así como lo que ocurre en mi trabajo, pero versión heroic fantasy) y nadie parece librarse de ser artífice u objetivo de las maquinaciones más diversas. De tan complejas que son algunas tramas, a veces olvidamos que sus protagonistas no son mas que niños y juzgamos lo desacertado de sus elecciones (me viene ahora a la cabeza el proceder de Arya respecto al 'regalo' del lorathi Jaqen H'ghar), o damos por sentado el resultado de una contienda entre dos facciones, que se resuelve de un modo distinto a lo que esperábamos previamente.
Nuevos horizontes se abren en el ancho mundo que nos presentan las crónicas de Poniente, y así vemos ampliarse las fronteras de lugares que antes no eran más que puntos en el mapa; regiones de importancia en el pasado y el presente (como la fantasmal Harrenhal, Rocadragón o la exótica Qarth) y figuras influyentes que las pueblan tanto a un lado como al otro del Mar Angosto. Se extiende nuestra visión más allá de los Siete Reinos y del Muro, en el glacial norte, que creíamos equivocadamente casi el límite del mundo conocido en su extremo septentrional, descubriendo que una vez traspasado nos aguardan muchas sorpresas (sin poder olvidar aún, en este sentido, el espeluznante prólogo que inauguraba la colección). Si las descripciones detalladas son uno de los puntos fuertes del autor, en este apartado se desatan otorgando a nuestra imaginación un rico despliegue visual. Asimismo, la entrada en escena de los dragones de Daenerys (por ahora sólo crías apenas surgidas del huevo y un leve reflejo de lo que podrán llegar a ser un día), ofrece un nuevo enfoque sobre lo fantástico y sobrenatural, materia que hasta ahora permanecía más subyacente. También va a florecer el influjo de otros aspectos como la religión, el sistema de creencias e, incluso, un ligero repunte de la magia; temas por los que se pasaba de puntillas en la novela anterior. Poco a poco, pero a su debido ritmo, vamos conociendo más matices de este vasto y enmarañado mundo.
En Choque de Reyes se aprecia una clara división del texto en dos partes. Si los capítulos iniciales se dedican a situar los peones sobre el tablero de engaños y alianzas, con algún momento puntual que quizás ralentiza un poco la acción, no por ello falto de interés (por ejemplo, la renovación de lealtades norteñas que se sucede en Invernalia ante Bran), la segunda mitad se lanza en picado a la epopeya guerrera. No podía ser de otra manera, tal como augura su título: la inclusión de batallas y de rotundos encontronazos militares tendrá lugar por fin en este tomo. Sin embargo, aunque todo se encamine inexorablemente hacia el gran enfrentamiento bélico en Desembarco del Rey, cuando este se produce finalmente, sigue observándose durante muchas páginas desde fuera, como ya ha pasado otras veces. Eso sí, la embestida naval del ejército de Stannis y el lance de Tyrion por la defensa de las puertas de la ciudad adquieren un tono épico de proporciones grandiosas.
La verdad es que no puedo resaltar defectos significativos del libro sin ser deliberadamente rebuscado; ni siquiera en lo relativo a su duración, y mira que suelo ser crítico en ese plano. No por emplear más tiempo en leerlo he dejado de disfrutarlo de principio a fin, sino al contrario. Debo afirmar que no se me ha hecho en absoluto pesado, y aunque tampoco diré que sus más de ochocientas páginas se lean en un santiamén (de algún modo, me admira que muchos aficionados seais capaces de leer y, sobre todo, de asimilar todos los títulos publicados en un mes escaso; algo impensable para mí a riesgo de descuidar mi vida social y laboral) es patente que su lectura se vuelve tremendamente fluida y adictiva. Además, respeta el equilibrio entre momentos de acción con otros más relajados, sin precipitaciones ni retrasos y sin que uno tenga esa sensación de narración baldía que se ha convertido en uno de los principales obstáculos para muchos escritores de fantástico. Igual aquello que para otros es paja, para mí supone un conjunto de detalles que me permiten profundizar en el cuerpo de la historia y sus personajes, aunque entiendo que, entre las minuciosas descripciones de las que hablaba antes, algunos puedan ver un constante enredo de familias, blasones y parentescos en los que perderse (por suerte, yo tengo buena memoria, pero aún así los apéndices y glosarios están para algo).
Algo que quisiera subrayar de esta entrega es el nivel de lenguaje y el tono más maduro que se pone en boca de los protagonistas, rara vez contemplado en la fantasía, el cual quizá también sea una de las numerosas claves de su éxito. Sé que hay mucha gente que no gusta de oír a un personaje soltando tacos o expresarse con términos poco dados en el género, pero ¿acaso alguien podría imaginar a Tyrion manifestándose de otra forma sin perder un ápice de su identidad? Tampoco es que yo celebre especialmente estas cosas cuando son injustificadas o suponen un mero relleno morboso del relato (conozco más de un ejemplo, sobre todo en narrativa contemporánea, que recurre al mal gusto como gancho fallido), pero si responden al modo de actuar y comportarse de los personajes, como es el caso que nos ocupa, cuenta con toda mi aprobación. Es más, no hacerlo así sería pecar de una mojigatería que, muy coherentemente, Martin no se toma molestias en adoptar (tema aparte son las innecesarias secuencias de sexo que se han metido en la teleserie, pero eso ya es otra cuestión totalmente distinta).
Ya que estamos, y para ir terminando, imposible faltar a la mención del inminente estreno de la 2ª temporada de la serie Juego de Tronos, que abarcará precisamente los eventos comprendidos en este volumen (mucho me temo, viendo alguno de los numerosos trailers que han ido surgiendo, que con más concesiones al guión de las que serían deseables), así como el comienzo de la publicación del cómic oficial de Canción de Hielo y Fuego a partir del mes que viene. He venido comprobando que, para muchos lectores, el hecho de que todo sobrevenga en un fenómeno de masas, como ocurriera en su día con El Señor de los Anillos a raíz de la producción de la trilogía cinematográfica, está siendo un tanto frustrante. En fin, creo que cada cual debe disfrutar con aquello a lo que quiera entregar su atención, sin más consideraciones. Un fan enfervorizado de las novelas no tiene por qué serlo también de la teleserie, o de otros productos de posterior aparición en el mercado, y viceversa, lo cual es tan válido como razonable.
Si pensábamos que la imaginación del sr. Martin podía haberse desgastado tras una apertura sensacional, como les pasa a otros escritores, estábamos del todo equivocados. No sólo ha sabido mantener el nivel sino que, para mi gusto, ha logrado mejorarlo varios enteros. No hay ni un solo hilo de la trama, ni un solo personaje, que no me haya dejado comiendome las uñas por saber cómo prosigue su historia. Muy satisfecho, por tanto, con la experiencia de Choque de Reyes y verdaderamente con unas ganas enormes de ver cómo se desenreda (¡o se sigue liando aún más!) esta maravillosa madeja, me doy sin embargo un poco de tiempo -no demasiado- para dedicarlo a otras lecturas antes de acometer el más extenso de los títulos publicados hasta ahora. Sé que la espera se hará algo penosa, pero mi intención en parte es justamente enlazar la lectura de los volúmenes que tengo por delante con la fecha de salida del quinto libro en español.
Quisiera que esta fuera una reseña abierta para cualquier futuro incursor en la saga o para quien simplemente estuviese interesado en acercarse a una opinión genérica sobre la misma y sopesar si merece la pena su lectura, como hice anteriormente con Juego de Tronos. Pero, ¿cómo hablar de Choque de Reyes sin que la mera alusión a la presencia de tal o cual personaje no suponga ya en sí misma desvelar algo sobre el argumento? Sobre todo teniendo en cuenta la facilidad que tiene Martin para dar la vuelta completa a hechos que parecían inamovibles dentro de la narración. Por otra parte, para comentar este segundo tomo, es difícil no dejarse llevar por el entusiasmo que despiertan algunos episodios o la reacción de determinados personajes, con lo que implica de revelador sobre los derroteros que han adquirido situaciones apuntadas en el primer libro. Así que, a quienes me estáis leyendo, si aún no os habéis dejado seducir por la melodía de esta Canción de Hielo y Fuego, quizá sea mejor que no sigáis más allá de este párrafo. Y si bien no haré cita directa a ningún acto realmente explícito ni descubriré aquí abiertamente detalles exactos de lo que sucede a lo largo de sus páginas, así como la suerte que pueda correr alguno de sus protagonistas, en el fondo tampoco tendría sentido que sin haber pasado por el primer volumen alguien tuviera interés en leer un resumen a fondo del segundo. Bueno, sólo quería advertirlo antes de continuar, porque en lo relativo a esta serie está visto que la clausula sobre spoilers es obligada.
Definitivamente, se acerca el invierno y el cometa rojo que surca el cielo parece una señal de los cambios que acarrea su llegada inminente: el advenimiento de una nueva era de la que nadie acierta adivinar su curso. La división del reino es un hecho. Stark y Lannister ya no son los únicos que se matan entre sí en guerras fratricidas; unos por venganza y para detener los atropellos de la corona, aquellos para conservar esta y saciar su sed de poder. Otros entran a formar parte también del juego de tronos. Mientras que Stannis Baratheon, autoproclamado legítimo heredero de los Siete Reinos, busca alianzas para reclamar el asiento que por derecho cree que le pertenece, al amparo del siniestro apoyo que le facilita un nuevo credo, su hermano Renly convoca todo el poder de Altojardín en sus filas para hacer valer sus aspiraciones al mismo. Casas menores y caballeros surgidos de todo el reino toman partido por unos y otros bandos en la desatada carrera hacia el trono de hierro.
Entretanto, Daenerys Targaryen, última de su dinastía, congrega en los desiertos más allá de las llanuras dothrakis a los restos de su deshecho khalasar, alrededor de los tres dragones que amamanta como si de sus vástagos se tratara, sin perder de vista el objetivo de regresar al que sigue considerando su hogar, a pesar de no haber puesto jamás un pie en él. Y muy lejos de allí, al norte del Muro, se perfila una amenaza largo tiempo olvidada mientras la Guardia Negra de la Noche, a la que pertenece el joven Jon Nieve, se pone en marcha para enfrentarse a lo que quiera que se oculte en las gélidas regiones del fin del mundo.
En esta segunda entrega el argumento sigue orbitando básicamente alrededor de los mismos personajes a partir del punto donde se quedaron justo en la anterior, salvando como es lógico las notables ausencias que se produjeron entonces. Cada uno de los miembros de la familia Stark, sin hallarse ya bajo la seguridad de quien hasta ahora había ejercido de protector de la misma, debe valerse por sí solo para defender la sangre de la Casa. Desperdigados por todo Poniente, asistimos así a las batallas por librar de Robb, el Rey en el Norte, en su avance sobre las tierras de sus inveterados rivales; como a las tribulaciones de Catelyn, que se hunde gradualmente en la amargura a cada día que pasa. Sufrimos la impotencia de Bran siendo el Stark de Invernalia y nos dolemos del desamparo y la soledad de Sansa en Desembarco del Rey, sin dejar de admirar la versatilidad de la audaz Arya y las penalidades que atraviesa en este volumen. A su vez, Jon Nieve, el Stark de adopción, uno de los personajes sin duda más valorados por los lectores, asume nuevos retos en ese mundo helado que se extiende más allá del muro, completamente ajeno a las graves fatalidades que asolan el sur.
Sus antagonistas Lannister (aunque en esta obra uno nunca sabe realmente quién ostenta mayor protagonismo) se afanan por defender la capital y asentar el poder tan duramente ganado, teniendo en la persona del enano Tyrion, como Mano del Rey provisional, al principal valedor de la causa del niño-rey en lo que constituye todo un despliegue de maniobras conspirativas y juegos en la sombra, siempre alerta ante cualquier atisbo de peligro contra los suyos, que harán las delicias del lector. Siendo además muy puntuales las apariciones de Jaime y de Tywin Lannister, es imposible no pasmarse con las argucias que se le ocurren al endemoniado gnomo en los pasillos de la majestuosa Fortaleza Roja. Por otro lado, por si alguien lo dudaba, vamos a constatar la insensible crueldad de Joffrey, en especial con la pobre Sansa como objetivo de su sadismo, y veremos a Cersei en calidad de reina regente, más suelta y liberada que antes, dentro de esa pugna que va a mantener con su propio hermano por llevar los pantalones en la corte.
Aunque el lobo y el león sigan siendo los ejes que sostienen el mecanismo principal de la trama, no serán los únicos -como ya he advertido- que se disputen un lugar de importancia a lo largo del texto. Familias de las que apenas habíamos oído hablar y miembros de las diferentes casas van a convertirse en verdaderos elementos desequilibrantes, capaces de erigirse por si mismos en una fuerza a considerar sobre el tapete (el modo en que se solventan episodios clave de este volumen son la mejor muestra de ello, abriéndose la veda para que estos nuevos integrantes del relato pasen a ser cruciales en el futuro de la serie). Y naturalmente que Martin no nos decepcionará en este sentido, insuflándoles de una psicología, intereses y forma de conducirse propias plenamente desarrolladas y a la altura de los roles de mayor peso.
Con la marimorena que se va a liar ante la lucha multilateral de hasta cuatro reyes, ya podréis imaginaros que no van a faltar secundarios de lujo que desempeñarán su función del lado de unos u otros. Por un lado veremos al fin actuar a personajes hasta ahora sólo mencionados, como Stannis, de cuyos movimientos nos pone al día uno de sus más fieles lugartenientes, el otrora contrabandista Davos (no perdamos de vista tampoco a la inquietante Melisandre, cuya peligrosa influencia se adivina de importancia capital para hechos venideros). Y por otro a nombres totalmente nuevos; por ejemplo, la robusta y poco agraciada Brienne de Tarth, que contra toda apuesta acerca de lo que pudieramos esperar de ella cuando realiza su entrada en escena, acaba siendo espada jurada de Catelyn y amparo de su desconsuelo. También Bran descubre en los hermanos Meera y Jojen Reed un curioso dúo que se prevé esencial.
Siguiendo la estela del libro anterior, los personajes evolucionan sin cesar y a menudo somos testigos del curso de la acción principal a través de ojos que no la han vivido en primera persona, pero que sufren sus efectos directa o indirectamente. Por tanto, el desarrollo de las complejas tramas se maneja igualmente por medio de episodios alternos, bien sea narrados desde el prisma de los protagonistas que intervienen en ellas, bien por otros que las otean desde la retaguardia. En este volumen contamos con dos nuevos puntos de vista: Davos Seaworth y Theon Greyjoy. La fórmula sigue funcionando a las mil maravillas, para qué decir lo contrario, a pesar de que al finalizar cada capítulo maldigamos tener que esperar -¡a veces, hasta cientos de páginas!- para avanzar en la dirección de un hilo concreto del argumento. Pero la frustración se desvanece en cuanto nos sumergimos en las páginas del siguiente, y es innegable que esta forma de abordar la historia favorece la tensión y forma parte de la magia del folletín a la que Martin nos somete y que, enseguida, uno acaba agradeciendo.
En esto de los personajes -los auténticos cimientos de la historia- cada cual tiene sus debilidades; aunque aquí no conviene encariñarse más de la cuenta con ninguno para evitar llevarse disgustos. A mí personalmente me pierden los capítulos dedicados a Tyrion y a Daenerys (y eso que los pasajes concedidos a la Targaryen, aunque intensos, son notablemente más escasos que en el libro primero; pero me gusta el tono fuerte y orgulloso que ha adquirido la khaleesi, por no hablar de todo lo que le sucede en Qarth). Quizá existe un mayor centralismo en los episodios de Tyrion, Arya o Sansa, y reconozco que me hubiera agradado alguno que se ocupara de la visión de Cersei o de Robb, pero la verdad es que he gozado enormemente con todos ellos. Tal vez los capítulos basados en Jon Nieve han sido, en este tomo, algo más pausados, pues la acción allende el Muro sólo empieza a arrancar hacia el final. Eso sí, resulta indudable que se produce una definitiva inclinación a la antipatía sobre ciertos personajes, como Theon (crónica de una traición anunciada), mientras otros a los que antes podíamos tener aversión adquieren un tono más ambiguo que hasta nos hace empatizar con ellos; lo cual confirma que si hay algo de lo que no peca esta saga es de perfiles planos.
Tampoco podían faltar los clásicos cliffhangers y golpes de efecto tan a lo George R. R. Martin, con desapariciones inesperadas de personajes que pensaba tendrían más trascendencia futura, o giros sorprendentes capaces de dejarnos patitiesos por su imprevisibilidad (por ejemplo, en lo relativo a Bran y la situación de Invernalia, al comienzo bastante estática). Las intrigas, traiciones a la espalda y planes furtivos se multiplican por doquier (vamos, algo así como lo que ocurre en mi trabajo, pero versión heroic fantasy) y nadie parece librarse de ser artífice u objetivo de las maquinaciones más diversas. De tan complejas que son algunas tramas, a veces olvidamos que sus protagonistas no son mas que niños y juzgamos lo desacertado de sus elecciones (me viene ahora a la cabeza el proceder de Arya respecto al 'regalo' del lorathi Jaqen H'ghar), o damos por sentado el resultado de una contienda entre dos facciones, que se resuelve de un modo distinto a lo que esperábamos previamente.
Nuevos horizontes se abren en el ancho mundo que nos presentan las crónicas de Poniente, y así vemos ampliarse las fronteras de lugares que antes no eran más que puntos en el mapa; regiones de importancia en el pasado y el presente (como la fantasmal Harrenhal, Rocadragón o la exótica Qarth) y figuras influyentes que las pueblan tanto a un lado como al otro del Mar Angosto. Se extiende nuestra visión más allá de los Siete Reinos y del Muro, en el glacial norte, que creíamos equivocadamente casi el límite del mundo conocido en su extremo septentrional, descubriendo que una vez traspasado nos aguardan muchas sorpresas (sin poder olvidar aún, en este sentido, el espeluznante prólogo que inauguraba la colección). Si las descripciones detalladas son uno de los puntos fuertes del autor, en este apartado se desatan otorgando a nuestra imaginación un rico despliegue visual. Asimismo, la entrada en escena de los dragones de Daenerys (por ahora sólo crías apenas surgidas del huevo y un leve reflejo de lo que podrán llegar a ser un día), ofrece un nuevo enfoque sobre lo fantástico y sobrenatural, materia que hasta ahora permanecía más subyacente. También va a florecer el influjo de otros aspectos como la religión, el sistema de creencias e, incluso, un ligero repunte de la magia; temas por los que se pasaba de puntillas en la novela anterior. Poco a poco, pero a su debido ritmo, vamos conociendo más matices de este vasto y enmarañado mundo.
En Choque de Reyes se aprecia una clara división del texto en dos partes. Si los capítulos iniciales se dedican a situar los peones sobre el tablero de engaños y alianzas, con algún momento puntual que quizás ralentiza un poco la acción, no por ello falto de interés (por ejemplo, la renovación de lealtades norteñas que se sucede en Invernalia ante Bran), la segunda mitad se lanza en picado a la epopeya guerrera. No podía ser de otra manera, tal como augura su título: la inclusión de batallas y de rotundos encontronazos militares tendrá lugar por fin en este tomo. Sin embargo, aunque todo se encamine inexorablemente hacia el gran enfrentamiento bélico en Desembarco del Rey, cuando este se produce finalmente, sigue observándose durante muchas páginas desde fuera, como ya ha pasado otras veces. Eso sí, la embestida naval del ejército de Stannis y el lance de Tyrion por la defensa de las puertas de la ciudad adquieren un tono épico de proporciones grandiosas.
La verdad es que no puedo resaltar defectos significativos del libro sin ser deliberadamente rebuscado; ni siquiera en lo relativo a su duración, y mira que suelo ser crítico en ese plano. No por emplear más tiempo en leerlo he dejado de disfrutarlo de principio a fin, sino al contrario. Debo afirmar que no se me ha hecho en absoluto pesado, y aunque tampoco diré que sus más de ochocientas páginas se lean en un santiamén (de algún modo, me admira que muchos aficionados seais capaces de leer y, sobre todo, de asimilar todos los títulos publicados en un mes escaso; algo impensable para mí a riesgo de descuidar mi vida social y laboral) es patente que su lectura se vuelve tremendamente fluida y adictiva. Además, respeta el equilibrio entre momentos de acción con otros más relajados, sin precipitaciones ni retrasos y sin que uno tenga esa sensación de narración baldía que se ha convertido en uno de los principales obstáculos para muchos escritores de fantástico. Igual aquello que para otros es paja, para mí supone un conjunto de detalles que me permiten profundizar en el cuerpo de la historia y sus personajes, aunque entiendo que, entre las minuciosas descripciones de las que hablaba antes, algunos puedan ver un constante enredo de familias, blasones y parentescos en los que perderse (por suerte, yo tengo buena memoria, pero aún así los apéndices y glosarios están para algo).
Algo que quisiera subrayar de esta entrega es el nivel de lenguaje y el tono más maduro que se pone en boca de los protagonistas, rara vez contemplado en la fantasía, el cual quizá también sea una de las numerosas claves de su éxito. Sé que hay mucha gente que no gusta de oír a un personaje soltando tacos o expresarse con términos poco dados en el género, pero ¿acaso alguien podría imaginar a Tyrion manifestándose de otra forma sin perder un ápice de su identidad? Tampoco es que yo celebre especialmente estas cosas cuando son injustificadas o suponen un mero relleno morboso del relato (conozco más de un ejemplo, sobre todo en narrativa contemporánea, que recurre al mal gusto como gancho fallido), pero si responden al modo de actuar y comportarse de los personajes, como es el caso que nos ocupa, cuenta con toda mi aprobación. Es más, no hacerlo así sería pecar de una mojigatería que, muy coherentemente, Martin no se toma molestias en adoptar (tema aparte son las innecesarias secuencias de sexo que se han metido en la teleserie, pero eso ya es otra cuestión totalmente distinta).
Ya que estamos, y para ir terminando, imposible faltar a la mención del inminente estreno de la 2ª temporada de la serie Juego de Tronos, que abarcará precisamente los eventos comprendidos en este volumen (mucho me temo, viendo alguno de los numerosos trailers que han ido surgiendo, que con más concesiones al guión de las que serían deseables), así como el comienzo de la publicación del cómic oficial de Canción de Hielo y Fuego a partir del mes que viene. He venido comprobando que, para muchos lectores, el hecho de que todo sobrevenga en un fenómeno de masas, como ocurriera en su día con El Señor de los Anillos a raíz de la producción de la trilogía cinematográfica, está siendo un tanto frustrante. En fin, creo que cada cual debe disfrutar con aquello a lo que quiera entregar su atención, sin más consideraciones. Un fan enfervorizado de las novelas no tiene por qué serlo también de la teleserie, o de otros productos de posterior aparición en el mercado, y viceversa, lo cual es tan válido como razonable.
Si pensábamos que la imaginación del sr. Martin podía haberse desgastado tras una apertura sensacional, como les pasa a otros escritores, estábamos del todo equivocados. No sólo ha sabido mantener el nivel sino que, para mi gusto, ha logrado mejorarlo varios enteros. No hay ni un solo hilo de la trama, ni un solo personaje, que no me haya dejado comiendome las uñas por saber cómo prosigue su historia. Muy satisfecho, por tanto, con la experiencia de Choque de Reyes y verdaderamente con unas ganas enormes de ver cómo se desenreda (¡o se sigue liando aún más!) esta maravillosa madeja, me doy sin embargo un poco de tiempo -no demasiado- para dedicarlo a otras lecturas antes de acometer el más extenso de los títulos publicados hasta ahora. Sé que la espera se hará algo penosa, pero mi intención en parte es justamente enlazar la lectura de los volúmenes que tengo por delante con la fecha de salida del quinto libro en español.
7 comentarios:
¡Hola Jolan!
Impresionante análisis el que te has marcado. Una vez más me descubro ante tí.
Me alegra comprobar que te ha gustado este segundo volumen. Auguro que los que están por llegar te seguirán gustando por igual, aunque como bien dices, y sin desmerecer a ningún personaje, a veces hay tramas menos interesantes que otras. En cualquier caso, es en la visión de conjunto donde realmente gana enteros esta saga.
Coincido contigo en que Martin tiene una gran habilidad para desmontar en un plis-plas lo que al principio parecía inamobible y que maneja como nadie los giros argumentales y la creación de momentos-cumbre literarios.
Como bien dices, es una novela plagada de detalles, que si a priori no parecen interesantes, al final se descubren como el punto fuerte de toda la saga. Ya se sabe, "El demonio está en los detalles". Y los libros de Martin están plagados de detalles, que sean más o menos importantes, jamás resultan suprefluos.
¡Es que es muy grande este Martin!
Tengo ganas de leerlos pero no tengo tiempo, como ya te he comentado alguna vez estoy con la saga de Las Monarquías de Dios acabando el cuarto volumen y unido a los cómics no tengo tiempo para más. Algún día les tocará el turno, aunque la pena es que veré la serie antes de la lectura. Salu2
Juer Jolan con cada reseña tuya me tengo que quitar el sombrero, como te lo curras tío!!!
Y creo que haces bien en dosificar las lecturas ya que si no te pasará como a mí... estoy leyendo una versión traducida de "a Dance with Dragons" que circula por la red que... buf buf yo siempre valoro el esfuerzo de otros que hacen de forma gratuita pero desde las primeras frases encuentras palabras y construcciones gramaticales que no encajan ni a tiros...
En fin me tocara poner una vela a san Gigamesh para que se de prisa en traducir la quinta entrega como se merece.
Saludos y felices lecturas.
Hola Txema:
Gracias. Sí, la verdad que he disfrutado de lo lindo con este tomo. Como los próximos estén al mismo nivel, va a ser una pasada.
Efectivamente hay capítulos y personajes que a cada cual pueden atraerle más que otros, pero el conjunto no tiene desperdicio. Pocas novelas de fantasía pueden decir lo mismo. Y sí, ¡cada detalle cuenta en esta obra!
Pardi:
Cuando te pongas con ellos, estoy convencido que no te van a defraudar. Con la serie ya te habrás hecho una idea, pero aunque la valore positivamente, como viste cuando hablé de ella por aquí, sin duda queda lejos de lo que aportan los libros.
Hola lasthome, y muchas gracias! Supongo que cuando algo le gusta a uno, es más fácil enrollarse hablando de ello.
No voy a negar que me pondría encantado ahora mismo a leer Tormenta de Espadas, pero es que también me gusta combinar distintas lecturas y, ya que no puedo dedicarles tanto tiempo como quisiera, no me queda más remedio que organizarme.
Por lo que tengo entendido, no tendremos noticias de Dance with Dragons en español hasta casi fin de año, ¿no? Por suerte me queda Canción para rato hasta esa fecha. Yo en tu lugar, me esperaría a leerlo en una traducción a la altura; que será más satisfactorio.
Saludos a todos!
Muy bueno el post, muy completo. Me ha gustado leerlo.
Lo cierto es que estoy impaciente por el inicio de la segunda temporada de Game of Thrones. Al margen de las libertades que se toman en HBO a la hora de adaptar las novelas.
Saludos.
Muchas gracias, Arion.
Yo también tengo ganas de ver la 2ª temporada (ya estamos en cuenta atrás!) pero reconozco que me da un poco de miedo el hecho de que se excedan en la libertad de adaptación. Eso, junto algunos posibles añadidos innecesarios para fomentar el morbo, que además no aparecen en los libros. En fin, por supuesto le doy el voto de confianza, porque la primera me convenció bastante.
Saludos.
Relacionado con la magnífica novela río de Martin, aprovecho la ocasión para animaros a participar y enviar vuestro relato. A ver qué os parece la idea: http://booksymusic.blogspot.com.es/2013/06/tu-juego-de-tronos-participa.html
Salud!
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