Por más que me sienta bien orgulloso de mi modesta colección de cómics y se cuenten entre mis posesiones más queridas, debo admitir que esta no alcanza -todavía, por lo menos- el volumen de esas que ya casi no entran en casa (si acaso en la habitación donde están resguardados de manos ajenas y miradas curiosas) o que tienes que andar guardando en cajas debajo de la cama porque has llegado al punto de no saber donde meterlos. Con todo, es ya lo bastante abundante para formar una pila de lecturas pendientes realmente considerable: hoy compro cómics que sé que no podré leer hasta dentro de muchos meses. En tal situación, la posibilidad actual de agraciar a una determinada obra con el don de la relectura es, francamente, remota. Y, sin embargo, existen ciertas historietas que tienen una pertinaz tendencia a salir de su hueco en la estanteria más a menudo de cuando toca limpieza; esos rara avis que hacen que vuelvas sobre ellos con cierta insistencia, que te inducen a revisar tal o cual pasaje, a rememorar una anécdota, a refrescar la imagen de un personaje o a revivir un gag concreto. Sí, y hasta a releerlos por completo una o varias veces, sacando nuevos detalles desapercibidos con anterioridad, volviendo a disfrutar de cada página. Guido el Negro, de Pedro Camello, es para mí uno de esos tebeos.
Hablemos de Guido. Un tomito de aproximadamente un centenar de páginas, coeditado en 2006 por Aleta y Dibbuks, y formado por una serie de historietas cortas que giran en torno al mismo personaje -un vagabundo de los bosques independiente y siniestro-, en un entorno entre fantástico y medieval que coordina con impecable armonía ambas orientaciones. El guión y dibujo son brillantemente ejecutados por el extremeño Pedro Camello, en tanto que el color corre a cargo de Andrés Carrasco.
Podría extenderme en hablaros sobre la trayectoria de Pedro (Kame), si no fuera porque sois pocos de los que pasais por aquí a los que aún os pueda resultar desconocido su nombre. La familiaridad que me permito al aludirle obedece a la suerte que tengo de contar con su visita por el blog con cierta frecuencia. No obstante, conviene referir (por más que sea una circunstancia a la que él insiste en restarle peso) que se trata de uno de los escasos autores españoles que puede presumir de una nominación a los Eisner. Es cierto que la difusión de su carrera en el medio no cuenta por ahora con un recorrido demasiado extenso. Compagina su faceta de autor con trabajos en el mundo de la animación, encargos institucionales y diseños para agencias, ilustración de libros, etc. Pero su contribución al cómic tiene hasta la fecha dos magníficos exponentes a no perder de vista: la ucronía fantástica Treyes y el tebeo que hoy nos ocupa. De Treyes ya hablé en su día, como podéis comprobar en el anterior enlace (ahora me sonroja un poco ver que ese artículo se quedó seguramente cojo, ya que esta fabulosa trilogía también es de las que ha pasado por el tamiz de la relectura, descubriéndome así nuevos aspectos que hubiera podido resaltar). Mucho ha llovido de aquella reseña, donde ya entonces me instaba a contaros en el futuro más cosas sobre Guido el Negro... y así hasta plantarnos en el momento actual.
Sorprenderá entonces, a la vista de mi interés por el trabajo del autor, que esta reseña se haya postergado tanto. Existe, sin embargo, una razón que justifica mi tardanza, puesto que mi anhelo era poder hablar al mismo tiempo del Guido original y de su consumada, pero aún inédita, continuación. Las circunstancias no permiten que esto se produzca, pero aún así la fecha elegida es buena, ya que confluyen en el mercado el relanzamiento de Treyes en forma de retapado y el anuncio de la consolidación del nuevo proyecto de Pedro en el campo del cómic: Cruz Negra.
Páginas de las historietas 'El rey del bosque' y 'Los días de la avidez'
¡No nos atropellemos y vamos a centrarnos en Guido, que ya nos pide paso con esa fría mirada de malas pulgas bajo su antifaz! En este conjunto de relatos cortos, Pedro Camello toma la batuta como autor completo para poner en escena a un personaje singular como pocos. Guido es, ante todo, un individuo fiel a si mismo y a la época en la que vive (esto, que parece una obviedad, no es tan fácil de encontrar si nos fijamos en muchos cómics que coquetean de forma más o menos explícita con la Historia). Hoy diríamos de él que no es un tipo de fiar..., que es mala gente, un buscavidas peligroso, alguien cuyos principios rara vez se apartan del filo de su propia espada, un antihéroe. ¡Pero vaya, es que a Guido le ha tocado vivir una época muy distinta de la nuestra! ¿Quién es en realidad? Buena parte de su encanto reside en que esta incógnita no queda esclarecida. No es extraño que quienes tienen la suerte o la desgracia de encontrársele le confundan con un demonio o espíritu de los bosques. Podría tratarse de un simple aventurero sin escrúpulos, o bien un antiguo soldado descreído de las leyes de los hombres, reconvertido en mercenario, o un ladrón y farsante que malvive de lo que el bosque le ofrece al tiempo que respeta sus normas y vela porque otros también las obedezcan voluntariamente o a la fuerza. Él mismo deja caer con suspicacia un posible origen hispánico, mientras camufla su gesto hosco con un antifaz que al principio se nos pasa un tanto inadvertido (homenaje disimulado a Patomas o a Spirit), y aún así, cuando ya empezamos a hacernos una imagen a partir de su evidente falta de moral, puede adoptar una actitud contraria a lo esperado y desconcertarnos. Tal vez sea la influencia de un personaje femenino que irrumpe en su camino más de lo que le gustaría, la voluptuosa Erika de Connaught, o por efecto de su oscuro pasado.
En todo caso, Guido no podría explicarse sin adentrarnos en el mundo sobre el que transcurren sus andanzas, las cuales hoy día no calificaríamos de heroicas, a decir verdad. Aunque el componente fantástico es indudable, estas se desarrollan en un periodo medieval realista; más concretamente durante la Alta Edad Media, una etapa que siempre ha ejercido una poderosa fascinación por lo que tiene de desconocida, cuando Europa aún era un inmenso manto boscoso, salpicado de núcleos de población a menudo minúsculos, aislados y a gran distancia entre sí, donde el verde borraba inexorablemente las huellas de la era clásica. Son ese puñado de siglos que la modernidad condenó de forma erronea etiquetándolos de Edad Oscura, tras el leve esplendor del imperio carolingio, como Pedro nos recuerda en un prólogo ejemplar.
Páginas de las historietas 'El último de los godos' y 'Haschemputtel'
Es innegable que la fantasía heroica ha ayudado a afianzar una visión totalmente desvirtuada de la época, que para muchos lectores se queda en el amor cortés, la gloria del guerrero durante la batalla, en las almenas de los castillos coronadas de coloridos gallardetes, o las lizas de justas y torneos. Y los bosques, en esa percepción ideal, están despojados del carácter umbrío, pagano, perturbador y tenebroso que verdaderamente guardaron bajo las copas de sus árboles -antes de que dieran comienzo las grandes roturaciones- en los que perder la vida podía ser tan fácil como traspasar su perímetro. Es en ese bosque auténtico donde Guido tiene su reino (como reza en el epígrafe de sus primeras aventuras de este tomo); por el que deambula y se refugia de una Europa víctima de la opresión del feudalismo en sus inicios, de las hambrunas desesperadas, de la violencia y de la superstición.
Porque la veracidad y la fidelidad a la historia, como bien manifiestan las páginas de este tebeo, no tienen por qué estar reñidas con el entretenimiento puro y duro; antes bien, es en la unión de la ficción con un mínimo de rigor donde pueden conjugarse grandes resultados. ¿Tan difícil es darse cuenta? Pues, para gran parte de artistas (sea en el medio literario, en el cinematográfico o en el mismo cómic) parece ser que sí. Lo que es peor, hasta da la impresión de que exista un empeño que lleva a vulnerar deliberadamente esa asociación. Por eso una de las cosas que más admiro en la obra de Pedro es que, consciente de ello, nos demuestra que no es necesario transgredir los términos basados en la realidad más allá de unos límites aceptables, flexibles de hecho, para recrear una invención honesta con el lector, capaz de entregarle cuanto requiera de una buena aventura sin llevarle en cambio a engaños gratuitos.
Ya dio holgados argumentos de esta cualidad en Treyes, y con Guido lo ha vuelto a hacer. Las fuentes de Kame no son otras que la misma Historia, de la que se nos propone como guía. Pero sin alardes de biblioteca ni cultismos superfluos. Con un fondo de interés divulgativo, sí, pero en todo momento al servicio de una distracción incuestionable por encima de todo. En este sentido, la atención a los detalles de sus viñetas es fundamental y estar pendiente de cada curiosidad resulta tan ameno como gratificante: el relieve sobre una puerta quizá esconde una escena gótica, o un guerrero porta un yelmo que es el calco perfecto de alguna conocida pieza arqueológica... ¿Y por qué simular el típico objeto legendario, codiciado por el protagonista y sus rivales, si puedes introducir en el relato la mismísima lanza de Longinos? Además, si tal o cual personaje viste cierta indumentaria podéis apostar a que es porque se trataba de la propia para esa región y periodo retratados, y no de doscientos años antes o después... En fin, habrá quien no le dé mayor relevancia a estos matices; en mi caso, encontrar algo así en un cómic me parece sencillamente una maravilla. En las páginas de Guido, como en las de otras creaciones del autor, nada queda al azar y su virtuosa imaginación suele ir frecuentemente de la mano de múltiples referencias objetivas; una amalgama a mi juicio sin duda mucho más atrayente que la fantasía por si sola.
El formato de relatos cortos, pequeños episodios unas veces encadenados entre sí, otras como anécdotas aisladas que le suceden a nuestro enmascarado mientras vaga por la tétrica floresta, le va como anillo al dedo a la figura de Guido el Negro. Os dejo el placer de sorprenderos por vuestra cuenta con las siete aventuras contenidas en este volumen, que buscan su inspiración en la raíz de los cuentos clásicos, en crónicas altomedievales casi olvidadas, en los orígenes mismos de usos atávicos que hoy vemos comunes pero que tienen su germen en antiguas y enigmáticas costumbres. Todas ellas con el bosque como marco; ese bosque primigenio habitado por los últimos miembros de razzias bárbaras, por brujas y licántropos cuyos aullidos pueden oírse en lo más profundo de la espesura, un bosque sólo ocasionalmente profanado por déspotas feudales y por hombres en apariencia corrientes, que sin embargo se descubren a nuestros ojos quizá más temibles que los seres anteriores.
Páginas de las historietas 'Leyes en la floresta' y 'Hombre-lobo en Baris'
Aunque el estilo de Pedro Camello para Guido no se aparte de la caricatura, en la que se desenvuelve con maestría, consigue transmitir una credibilidad que muchos autores con un dibujo realista no alcanzan. Su trazo es siempre ágil; hay aventuras que son todo movimiento, con alguna historieta practicamente muda que lleva esta tendencia a su máxima expresión. Una nota al color de Andrés Carrasco, en ocasiones algo plano, pero muy correcto; con una paleta de colores idónea para el contexto, donde el verde, el ocre y los tonos sombríos juegan su papel con efectividad. La edición también es muy acertada y, aunque naturalmente nos gustaría disfrutar de un Guido a lo grande, el formato comicbook funciona bastante bien. Además, como marca de la casa, incluye un cuaderno de bocetos y anotaciones en las que Pedro se explaya desgranando los entresijos de cada relato; todo un regalo. La única pega, una vez más, ¡es que se nos hace muy corto! ¡Queremos más Guido, ya sea en la modalidad de nuevas historietas cortas, o en la de una aventura a gran tamaño y formato álbum! Dejemos que el tiempo y la dedicación cumplan su cometido para que un día disfrutemos de ese 'Destino de sangre' que aguarda el momento de ver la luz.
Portada provisional de Guido el Negro: Destino de Sangre y página de la nueva versión de la historieta 'El destino está en...'
Páginas interiores de Guido el Negro: Destino de Sangre (color acuarela manual a cargo de Sara Martull)
No quiero restarle protagonismo a Guido, pero antes de terminar tengo que invitaros a ver lo que su creador, en colaboración con el también extremeño Gol, se trae entre manos. Como muestra de su próximo trabajo, el cómic de ficción histórica Cruz Negra: La frontera, podemos deleitarnos con una intro de presentación de 9 páginas a todo color que avanza una historieta con un potencial extraordinario. Os recomiendo permanecer informados a través de la web de Pedro Camello sobre cualquier novedad al respecto.
Ya por último, abusando de su confianza y la ventaja que supone tenerle a nuestro alcance, os emplazo con una pequeña entrevista, en la que Pedro Camello nos responde sobre algunas cuestiones relativas tanto a sus publicaciones previas como a los proyectos futuros en su carrera profesional.
Adalides Blog (AB): Para empezar, ¿cómo y cuándo decidiste dedicarte al cómic? ¿Fue vocación desde un principio, o una vía de salida como medio de expresión para las historias que te interesaba contar?
Pedro Camello (PC): Soy un lector de cómics desde que tengo uso de razón, y dibujo desde entonces, así que el afán lo he tenido siempre. Empecé a pensarlo seriamente en la época en que me dedicaba a la animación. Por entonces me pasaba el día dibujando en un estudio y cuando volvía a casa me dedicaba a mis proyectos de cómics, a pulir mi estilo, etc, que era lo que de verdad me gustaba. Siempre tenía alguna historia bullendo en la cabeza y había que dar salida a eso. Ser animador estaba bien, tenía algo que ver con lo que me gustaba después de todo, pero era mucho menos satisfactorio.
AB: ¿Cómo planificas tu trabajo, en lo que al cómic respecta, cuando te enfrentas ante la temible página en blanco? Es evidente que recurres a exhaustivas fuentes antes de plasmar tus ideas, ¿Usas las lecturas habituales de tu tiempo libre o, por ejemplo, tu experiencia en la participación en asociaciones de recreación histórica como herramientas, o estas actividades más personales quedan un poco al margen de una documentación específica para tu labor como autor?
PC: Me enfrento de verdad a la vertiginosa página en blanco cuando hago el viñetaje de las historias. Siempre que puedo, incluso cuando trabajo con guionistas, procuro reservarme la tarea de planificar la narración y hago unos pequeños bocetos de cómo serán las páginas en los que distribuyo las viñetas, lo diálogos, etc. Posteriormente utilizo esos pequeños garabatos como apoyo a la hora de hacer la página definitiva.
Por otra parte es cierto que me gusta documentarme, sobre todo cuando toco temas históricos, pero es que esa parte es para mí más un placer que otra cosa y no me cuesta nada porque la base de mis lecturas la constituyen libros de divulgación histórica, así que se podría decir que documentarme es un hobby para mí. Además documentarse no consiste sólo en leer, por ejemplo, empecé a practicar esgrima medieval precisamente para no dibujar siempre las mismas poses en las peleas con espada, para comprobar cómo se sujeta un arma, cómo se colocan los pies, los golpes, las paradas, etc.
De todas formas intento que el exceso de documentación no se convierta en un lastre y la historia que cuente se convierta en una pedantería farragosa, no hay que perder de vista que el primer objetivo es contar una historia que entretenga y divierta, si por el camino aportas algo pues mejor que mejor.
AB: Al leer datos biográficos de algunos autores, incluso de los clásicos, veo que suelen coincidir en una curiosa anécdota; la de haber empezado emborronando los márgenes de libros y cuadernos escolares con bocetos que más tarde adquirieron incluso vida editorial. Por lo que cuentas en su epílogo, parece que algo así paso también con Guido. ¿Cómo resultó el proceso de llevar al personaje desde entonces hasta ahora? Con una vida tan prolongada, se diría que hay mucho de él que todavía no conocemos.
PC: Sí, de hecho el personaje nació durante una clase de matemáticas. Aún conservo el dibujo que, por supuesto, nunca verá nadie. Mis libros estaban hechos un verdadero asco, sí, y mi mesa también. Nunca me he sentido más identificado con un personaje ficticio que con Calvin en el colegio. Como dos gotas de agua.
Las primeras historias de Guido el negro aparecieron unos años después en un fanzine local, de esos de fotocopias y grapa. Y durante todo ese proceso fue evolucionando, claro, con cambios de época, de personajes secundarios… Siempre irá evolucionando porque está siempre en mi cabeza, por ahí latente en algún oscuro rincón.
En cuanto a si hay mucho que no se sabe del personaje… pues sí claro, ten en cuenta que tiene muchos años y que por tanto ha habido tiempo de ir dándole entidad pero sin embargo sólo se ha publicado un cómic suyo que no dejaba de ser una presentación. Por ejemplo: ¿por qué lleva antifaz?, tiene sus motivos, ¿su verdadero nombre es Guido? pues no, y eso está conectado con lo del antifaz (y ojo, que Guido es una evolución, como el Guy francés, de términos germánicos más antiguos que significan “el hombre del bosque”, y de esto me enteré bastante tiempo después de ponérselo), y a raíz de esto,¿por qué vive en los bosques?, ¿desde cuando conoce a Erika?, en “el Rey del bosque” se deja caer que procede de Hispania, de tierra de moros, pero él no lo es ¿qué hace en Centroeuropa?.
En fin, algún día…
AB: Hablando de Guido el Negro, hay una inevitable pregunta que nos hacemos todos sus seguidores; ¿qué futuro le espera, mas allá del volumen único de Aleta-Dibbuks? No quisiera meter el dedo en la llaga, pero me gustaría conocer las posibilidades reales de que sea publicado Destino de sangre, un aventura completa de Guido en la que empleas todo un nuevo repertorio de personajes y que, de hecho, comienza con una reescritura de la historieta 'El destino está en...', con la que finalizaba El rey del bosque, para conectar con sus nuevas andanzas.
PC: Eso quisiera yo saber. A día de hoy existe esa historia de cincuenta y cinco páginas inédita que, supongo, tarde o temprano verá la luz. En su día tenía editor pero no pudo ser publicada por una serie de problemas técnicos insalvables, es necesario recolorear, no sé cuánto se tardará en ello, pero se hará.
Mi intención es seguir contando historias suyas, siempre digo que, se publiquen o no, continuaré dibujando sus historias.
AB: ¡Y que nosotros las veamos! Pero aunque la idea de Guido proviene de mucho antes, podría decirse que Treyes fue tu entrada en el cómic comercial para el gran público. ¿Cómo ves, ahora que han transcurrido ya unos años, este debut a escala nacional? ¿Os habéis vuelto a sentar Eduardo Cubera y tú con la idea de retomar la miniserie (y trabajar juntos de nuevo), o dais esta aventura por definitivamente cerrada?
PC: Treyes está cerrada, sí. Hoy por hoy Eduardo está dedicado a su carrera de médico y yo tengo otros proyectos. De hecho que se llegaran a publicar tres álbumes ya fue toda una sorpresa para nosotros, que la idea que teníamos al principio era autoeditarnos “Epifanía” y olvidarnos, pero viendo que había interés decidimos continuar la historia. Y ello, en gran medida, se lo debemos al interés de Joseba Basalo en el proyecto. En general tengo un grato recuerdo de esa trilogía.
AB: ¿Qué otros temas te gustaría abordar por medio del cómic? Parece que te sientes muy cómodo en el ámbito de la fantasía, aunque como hemos visto se halla muy sujeta a tu otra gran pasión, la Historia, especialmente del Medievo. Aún siendo este el dominio en el que mejor te ves, si tuvieras que explorar nuevos registros, ¿hacia dónde te moverías?
PC: Con lo que de verdad disfruto es con el tema histórico y aún hay muchas épocas que no he tocado. Será por épocas… Otra de las ideas que me está dando vueltas en la cabeza es hacer un cómic con animales, no con animales antropomórficos ni con animales de dibujos animales, sino con animales de verdad, así, sin diálogos ni nada, aunque la salida comercial de eso es prácticamente inexistente. Y lo de los animales antropomórficos también me atrae, pero tirando por lo realista. En fin, son ideas…
AB: ¡Te lo tengo que preguntar, Pedro! ¿Cuáles son tus obras de género fantástico favoritas (en los distintos medios) o que han supuesto para ti una fuente de inspiración por encima de otras?
PC: En literatura tengo que hablar, sin duda, de “El Señor de los Anillos” cuando lo leí a los dieciséis o diecisiete años me impactó, de hecho lo leí dos veces seguidas. Supongo que conectó muy bien con mi interés por las sagas nórdicas que, en el fondo, eso es lo que es esa novela. Aunque en mi adolescencia leía sobre todo relatos cortos, y de ahí mi gusto por ese formato, y a gente como Lord Dunsany, Ambrose Bierce, Guy de Maupassant, Poe… a los del círculo de Llhork, R. E. Howard, H. P. Lovecraft, Clark Ashton Smith, y a otros como Paul Anderson con “La espada rota” y sobre todo “La saga de Hrolf Kraki” o Tim Powers, Terry Pratchett, etc… “Canción de Hielo y Fuego” se coló hace tiempo entre mis favoritos y , como no, “La Ilíada” y “La Odisea” que son los dos pilares básicos de nuestra civilización, por mucho que les pese a algunos que dos obras fantásticas sean la base de toda nuestra cultura.
En cine hay mucha menos fortuna, destacaría “Tygra: hielo y fuego” y la más reciente “Beowulf”, la “Excalibur” de los ochenta, “El Señor de los Anillos” de Jackson y poco más. En general es un género que ha tenido muy mala suerte en cine.
En cuanto al cómic… muchos, sin duda el Conan de la Marvel, el “Bloodstar” de Richard Corben, por supuesto el “Príncipe Valiente”, aunque no sé si se puede englobar dentro del género fantástico, el gran “Usagi Yogimbo” de Stan Sakai, “La leyenda de Santa Claus” de Mike Ploog, “Hellboy” de Mignola… demasiados.
Pero esto sólo en género fantástico, ojo.
AB: ¡Cuéntanos algo más de Cruz Negra! Por lo que nos anticipas en tu blog, se nota que con este cómic te encuentras como pez en el agua. ¿Qué otros detalles nos puedes dar del álbum que estás realizando con Gol? Imagino que aún es pronto para estimar una fecha de salida...
PC: Pues se trata de un cómic histórico ambientado en la primera mitad del siglo XIII, en la frontera de los reinos cristianos con el imperio almohade y el protagonista es un caballero de la Orden Militar de Alcántara, un monje-guerrero, vamos. Tanto Gol como yo pensábamos que era un periodo histórico perfecto para desarrollar historias de aventuras al viejo estilo y nos pusimos a ello.
Hoy en día tenemos mitificado al Oeste americano a través de las películas y otros medios, la realidad era mucho más prosaica, menos épica y no daba para tanto, pero los propios americanos crearon esa mitología ya en esa misma época y nos la vendieron al resto del mundo. Pues bien, resulta que en la península Ibérica tuvimos un escenario en el que se dieron unas circunstancias muy parecidas con la única diferencia de que duró mucho más tiempo y de que no tenemos creada una mitología popular al respecto, hasta el punto de que la mayoría de la gente desconoce cuales eran las condiciones de vida en la frontera en determinados momentos de la Reconquista, así que decidimos ambientar un cómic ahí.
Resumiendo, se trata de un Western ibérico medieval, que esperamos que resulte entretenido y al mismo tiempo aporte cosas al lector y que le amplíe la perspectiva que de esa época pueda tener.
AB: Vivir del cómic en España es muy difícil, por no decir imposible. ¿Te has planteado tratar de abrirte hueco en otros mercados? Después de todo, cuentas con las excelentes credenciales de tu incursión en USA.
PC: Vivir del cómic en España no es imposible, lo que es imposible es vivir de publicar exclusivamente aquí en los circuitos tradicionales. Parece claro que el futuro va por el web-cómic y ahí tienes a gente como Jordi Bayarri que lleva bastante tiempo peleándoselo y poco a poco va tirando. Lo de publicar cómics en papel aquí no deja de ser una pose o un capricho del autor, porque desde luego un medio de vida no es pero ni de lejos.
Otra cosa es publicar para mercados extranjeros, hay muchos ejemplos de esto tanto en Francia como en USA y eso se consigue trabajándoselo muy duro y sabiendo de antemano que te vas a dedicar a trabajar por encargo en un noventa por ciento de las veces. Cosa muy respetable, desde luego, que a fin de cuentas aunque el cómic sea un medio artístico los autores somos en primer término artesanos y el que no lo quiera ver así es su problema. Yo debuté de hecho en Estados Unidos, haciendo cómics de tipo “Slice of Life” por encargo y no fue mal la cosa, pero ese es un género que no me interesa demasiado, nada de hecho, y además económicamente no me solucionaba gran cosa así que lo fui dejando pasar. Tal vez el problema fue que no lo enfoqué desde un punto de vista profesional.
En cualquier caso creo que la idea sería volver al cómic popular, al cómic asequible de antes y no al capricho de coleccionista de precios prohibitivos de hoy en día, y la herramienta para ello es Internet y el web-cómic para distintos soportes.
AB: Ha sido un placer, Pedro. Muchas gracias por habernos atendido y por tu siempre bienvenida aportación al blog cuando nos visitas.
PC: Gracias a ti por el interés. Un saludo a todos.
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¿Os gustaría ganar un ejemplar del volumen recopilatorio de Treyes, de Pedro Camello y Eduardo Cubera, que sale a la venta este mismo mes? Pues permaneced atentos al blog durante los próximos días...
7 comentarios:
Pues mira qué casualidad, hoy he entrado a una tienda con cómics y he visto entre las cajas de novedades un ejemplar de Guido el Negro. Iba yo buscando el retapado de Treyes, pero aún no lo tenían (me he enterado que sale el viernes), así que como todavía no lo habían ni metido en el ordenador, al final no me he llevado nada. xD
Pero lo dejo como posibilidad para esta semana.
He llegado hasta la mitad del artículo porque me tengo que ir ahora mismo. Luego lo leo entero! :D
Un saludo.
Impresionante entrada de Guido!!! Sería incapaz de poder contar tantas cosas como tú, tus entradas son dignas de estudio.
Me lo compré en el Expocomic con dedicatoria de Pedro (no había hueco ne el cómic y es pequeña, por eso no la he publicado) y me ha gustado mucho su lectura. Está claro que tengo que volverlo a leer y ojalá veamos pronto nuevas publicaciones de Pedro, ya sea de Guido o de su nueva Cruz Negra.
Muy interesante la entrevista.Salu2
Loren:
Estoy seguro de que a ti te gustaría mucho Guido el Negro, te animo a leerlo. ¿Dices que lo viste en una caja de novedades??
El retapado de Treyes ya se podía adquirir en el Expocómic, pero desconozco si ya está en las librerías porque aún no me he pasado a mirar. Por lo que cuentas, parece que aún tardará unos días.
Pardi:
Yo también tengo el Guido dedicado por Pedro en su día de un Expocómic pasado(es verdad que no había mucho espacio, al estar ya las guardas ilustradas XD). La relectura de este tebeo, como defiendo arriba, ofrece siempre detalles nuevos.
Me uno a tu deseo de ver pronto nuevas cosas de Pedro. Entretanto nos irá contando en su blog.
Saludos!
Sí, vi el de Guido en una caja de novedades, pero sería reposición, claro. Igual tenían en la misma caja el de Treyes, pero sin confianza no es cuestión de ponerse a rebuscar a ver si lo tienen o no.
Suele ser normal en esa tienda acercarse un día y ver que los paquetes de novedades y demás los tienen embalados durante horas y horas el resto del día, cuando a lo mejor no están haciendo nada. Y claro, te vas con las manos vacías.
Me ha encantado esta entrada sobre Pedro y su Guido.
Creo que Pedro es uno de los mejores historietistas españoles y es una pena que un mercado tan anémico como el nuestro no permita que grandes artistas, sí artistas, como Pedro nos deleiten a los aficionados con más de sus obras.
Lo dicho, bravo por el artículo y la entrevista.
Hola Gol.
Suscribo palabra por palabra lo que comentas sobre Pedro.
Decirte también que estoy entusiasmado con el proyecto que lleváis a cabo juntos ahora. ¡Estáis realizando un trabajo formidable, a la vista de esa magnífica intro!
Muchas gracias por pasarte por aquí!
Saludos.
Guay, os recomiendo la gran novedad del mes.
http://vulcanodelvalle.blogspot.com
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