Siempre que surge por ahí una adaptación de algún mito o de una leyenda de la antigüedad, ya sea por medio del cómic, en el cine o en otro formato, la verdad es que capta mi atención de inmediato, ya que me atrae bastante todo lo que huela a mitología clásica, como habréis observado por otras reseñas. Tras un vistazo rápido a un avance de Tiresias, de Rossi y Le Tendre, enseguida me hice con él al poco de su salida aquí (aunque luego el pobre se haya pasado más de un largo año acumulando polvo en la pila de lecturas pendientes). Pero lo cierto es que, pese a entrever al adivino ciego que aparece en La Odisea prestando su ayuda a Ulises, me extrañaba bastante el aparente enfoque que, de entrada, parecía dársele en esta obra, hasta el punto de dudar si realmente abarcaba la historia del mismo personaje, o si se trataba de otro ficticio con el mismo nombre.
Para identificarlo sin adelantarme en la lectura más de lo debido, me tuve que armar de mi diccionario de mitología universal, del tocho de mitos griegos de Robert Graves y ya de paso de Wikipedia, a fin de corroborar que la visión que aporta el cómic es precisamente la de los orígenes de esta historia y de cómo Tiresias llega a convertirse en el personaje que nos presenta la leyenda. No es, de hecho, hasta pasar la última página que terminamos de encajar las piezas de la agitada vida del tebano. Los autores han tomado las referencias que existen al respecto y las han cruzado y versionado de una forma curiosa, amena y sorprendente, desde un punto de vista que, a mi parecer, funciona bastante bien y resulta perfectamente válido. Así que tenemos un relato consistente, que guarda además una moderada fidelidad hacia las distintas vías de interpretación del mito; en el fondo un drama griego como tantos otros.
La verdad es que, teniendo en mente al venerable adivino de predicciones infalibles, cuesta un poco ponerse en situación al empezar la lectura, encontrándonos con un apuesto y bien parecido joven de Tebas cuyos encantos causan furor entre las mujeres y los efebos de la polis. Tiresias es uno de los soldados que participan en las escaramuzas contra la ciudad de Orcómeno por el control de Beocia, que eventualmente desembocará en una guerra abierta. Tocado de ese gesto despreocupado y gamberro que tienen los vividores, salta de cama en cama sin el menor reparo, dejando más de un corazón roto por el camino, como el del inocente Calipto, y provocando tanta admiración como habladurías entre camaradas y habitantes de la urbe. Ese estilo de vida licencioso no hace más que granjearle envidias por parte de las féminas desairadas, así como de sus compañeros de armas, a la vista del rencor que le guarda Glaucón, uno de los guerreros más brutales de las filas tebanas. A tal punto llega el atrevimiento de Tiresias en su sed de nuevos escarceos sexuales, que un día le arrebata el honor a una de las sacerdotisas del templo de Atenea, protectora de la ciudad. Como escarmiento por tan inmoral afrenta, la diosa le castigará metamorfoseándole en mujer. Pues, en esa época, los dioses intervienen activamente en la vida de los mortales y entretienen sus horas sometiéndoles al capricho de su juicio. Así, el correctivo que Atenea aplica al joven conquistador le convertirá en blanco de la disputa dialéctica que en esos momentos sostienen Zeus y Hera en cuanto a quién obtiene mayor placer, el hombre o la mujer, de la relación carnal.
Como decía, el guionista Serge Le Tendre (más conocido por su debut en ‘La búsqueda del pájaro del tiempo’, pero también por su trabajo en ‘Los viajes de Takuan’ o en las primeras aventuras de ‘Jérôme K. J. Blôche’) decide tirar por la vía de en medio y hacer una versión híbrida de las diversas variantes del mito: por un lado, aquella que lo relaciona con Atenea; por otro, con el matrimonio Zeus-Hera y su disensión sobre la voluptuosidad humana. La conclusión en todo caso es la de un Tiresias transformado en mujer que se ve sometido a experimentar las sensaciones del mundo femenino, hasta que sea capaz de realizar un sacrificio digno de su recién adoptado sexo, y que al final, junto a la condena de la ceguera, recibirá también sus dones proféticos.
El aspecto donde más se extiende el guión, el referido a la nueva vida de Tiresias bajo una forma femenina y el engaño que esta situación le obliga a llevar para con los suyos, recuerda un poco al de las comedias al estilo de ‘¿En qué piensan las mujeres?’, o la aún anterior ‘Una rubia muy dudosa’, si recordáis –que, por cierto, ahora veo dónde se remonta la fuente en la que se inspiraron–. Hasta cierto punto, incluso, el tebeo refleja algunas secuencias humorísticas consecuencia del cambio de género del protagonista, más o menos típicas, en las que incidían estas producciones.
Durante una primera parte, más ligera, Le Tendre nos presenta al puñado justo de personajes principales y secundarios para dirigir la narración (haciéndoles entrar en escena desde el comienzo, quizás de forma un poco precipitada), sin omitir detalles en la tempestuosa vida del Tiresias masculino. Los sucesos giran en torno a sus hazañas sentimentales, incluidas las homosexuales, tratadas con lógica naturalidad, y posteriormente en la atracción que, como Tea –su impactante encarnación en mujer–, genera entre sus vecinos. La segunda parte, en cambio, se encamina hacia la faceta más trágica del mito; es mucho más emotiva. Si el primer álbum se revela una lectura ágil y entretenida, a la que enseguida tomamos el pulso, la segunda mejora en calidad y concluye la historia muy correctamente. Es de destacar que con sólo unos pocos personajes, muy bien manejados, se logre articular una sólida puesta en escena de la leyenda, sin desechar las diferentes versiones que existen de la misma, picoteando un poco en anécdotas puntuales de todas ellas.
Por otro lado, no le encuentro tacha al dibujo de Christian Rossi, que logra perfilar con buen gusto la belleza y expresividad de rostros y cuerpos de la fisonomía tanto masculina como femenina. En ese aspecto, una de las señas características de su aportación aquí es que no vacila en mostrarnos desnudos y retratar escenas amorosas, pero con tacto y sencillez, sin volcarse en cierta frivolidad dada en otros dibujantes. No ahonda demasiado en las arquitecturas que una etapa histórica como esta le habría brindado, pero sí se deleita con algunos hermosos paisajes bucólicos. Y el uso del color me parece idóneo, con los tonos cálidos, estivales y mediterráneos afectos a un relato de este tipo. Su descripción gráfica resulta el complemento perfecto para la narración de su compañero. Rossi aprendió la profesión del mismo Jijé y ha sido colaborador en otras ocasiones de Le Tendre, e igualmente ha trabajado con Makyo y Bonifay. También es conocido por haber asumido el dibujo de obras como Jim Cutlass o W.E.S.T.
Pasemos a cuestiones más materiales: el polémico formato integral reducido en el que se han juntado los dos tomos de Casterman por parte de Planeta, que parece que fuera tanteando formatos de publicación según la temporada (al mismo periodo y modalidad de edición de Tiresias pertenecen Aldebarán o el integral de Durango, por ejemplo) para luego olvidarse definitivamente de ellos. No soy demasiado exigente con esas cosas, aunque ya me he llevado algún que otro chasco en cuanto a esto de las reducciones. Pero en este caso diría que el dibujo no se ve especialmente dañado por el cambio. Además, el tomito en cartoné que contiene los dos álbumes incluye las respectivas portadas originales y, para una obra de esta envergadura, con pocas posibilidades de verse publicada de otro modo, no me parece inadecuado; e incluso diría que es lo más cómodo. Su precio, por último, entra en lo razonable. Eso sí, una pega importante que se le puede achacar es el tamaño de la letra: una rotulación ridículamente microscópica, de lupa, en relación al espacio del bocadillo. Aparte de eso, señalaría también un reiterado, hasta la saciedad, error de traducción que disgusta bastante encontrarse una y otra vez (idéntico error con el que, por cierto, ya me he topado en otros álbumes de Planeta). Definitivamente, las traducciones son un factor que la editorial debería preocuparse de cuidar mucho más.
Meses después de la salida en nuestro mercado de ‘Tiresias’, apareció en las librerías ‘La gloria de Hera’ (que también cayó en mis manos) en formato idéntico al primero. Obra de los mismos autores -es una de esas colaboraciones que antes citaba-, sigue una línea similar a la del cómic del que hoy hemos hablado, aunque no se trata de una continuación ni mucho menos (de hecho, fue realizado con anterioridad, aunque en España su publicación haya sido posterior). Repite el tándem de artistas, sí, pero con sólo un vistazo se aprecian diferencias de enfoque y estilo, tanto de guionista como de dibujante respectivamente, que quizá se expliquen en parte por esa distancia temporal en su creación. Ya hablaremos más de él.
Tiresias es una más que digna adaptación al cómic de un pasaje legendario que agradará sobre todo a los aficionados a la mitología grecolatina, pero cuya ligera carga de erotismo no impide que sea de lectura abierta a todos los públicos. Tenemos la mala costumbre -yo el primero- de utilizar la vara de medir de Murena cada vez que sale una publicación de estas características. Descartemos de una vez la comparación y disfrutemos de un tebeo que ni sigue la misma senda que el clásico de Dufaux-Delaby ni lo pretende, pero no deja por ello de ser muy aprovechable. En este sentido, veremos cómo se comporta la versión de La Ilíada que está preparando Panini y a la que en un par de meses podremos echar el guante por estos lares.
Para identificarlo sin adelantarme en la lectura más de lo debido, me tuve que armar de mi diccionario de mitología universal, del tocho de mitos griegos de Robert Graves y ya de paso de Wikipedia, a fin de corroborar que la visión que aporta el cómic es precisamente la de los orígenes de esta historia y de cómo Tiresias llega a convertirse en el personaje que nos presenta la leyenda. No es, de hecho, hasta pasar la última página que terminamos de encajar las piezas de la agitada vida del tebano. Los autores han tomado las referencias que existen al respecto y las han cruzado y versionado de una forma curiosa, amena y sorprendente, desde un punto de vista que, a mi parecer, funciona bastante bien y resulta perfectamente válido. Así que tenemos un relato consistente, que guarda además una moderada fidelidad hacia las distintas vías de interpretación del mito; en el fondo un drama griego como tantos otros.
La verdad es que, teniendo en mente al venerable adivino de predicciones infalibles, cuesta un poco ponerse en situación al empezar la lectura, encontrándonos con un apuesto y bien parecido joven de Tebas cuyos encantos causan furor entre las mujeres y los efebos de la polis. Tiresias es uno de los soldados que participan en las escaramuzas contra la ciudad de Orcómeno por el control de Beocia, que eventualmente desembocará en una guerra abierta. Tocado de ese gesto despreocupado y gamberro que tienen los vividores, salta de cama en cama sin el menor reparo, dejando más de un corazón roto por el camino, como el del inocente Calipto, y provocando tanta admiración como habladurías entre camaradas y habitantes de la urbe. Ese estilo de vida licencioso no hace más que granjearle envidias por parte de las féminas desairadas, así como de sus compañeros de armas, a la vista del rencor que le guarda Glaucón, uno de los guerreros más brutales de las filas tebanas. A tal punto llega el atrevimiento de Tiresias en su sed de nuevos escarceos sexuales, que un día le arrebata el honor a una de las sacerdotisas del templo de Atenea, protectora de la ciudad. Como escarmiento por tan inmoral afrenta, la diosa le castigará metamorfoseándole en mujer. Pues, en esa época, los dioses intervienen activamente en la vida de los mortales y entretienen sus horas sometiéndoles al capricho de su juicio. Así, el correctivo que Atenea aplica al joven conquistador le convertirá en blanco de la disputa dialéctica que en esos momentos sostienen Zeus y Hera en cuanto a quién obtiene mayor placer, el hombre o la mujer, de la relación carnal.
Como decía, el guionista Serge Le Tendre (más conocido por su debut en ‘La búsqueda del pájaro del tiempo’, pero también por su trabajo en ‘Los viajes de Takuan’ o en las primeras aventuras de ‘Jérôme K. J. Blôche’) decide tirar por la vía de en medio y hacer una versión híbrida de las diversas variantes del mito: por un lado, aquella que lo relaciona con Atenea; por otro, con el matrimonio Zeus-Hera y su disensión sobre la voluptuosidad humana. La conclusión en todo caso es la de un Tiresias transformado en mujer que se ve sometido a experimentar las sensaciones del mundo femenino, hasta que sea capaz de realizar un sacrificio digno de su recién adoptado sexo, y que al final, junto a la condena de la ceguera, recibirá también sus dones proféticos.
El aspecto donde más se extiende el guión, el referido a la nueva vida de Tiresias bajo una forma femenina y el engaño que esta situación le obliga a llevar para con los suyos, recuerda un poco al de las comedias al estilo de ‘¿En qué piensan las mujeres?’, o la aún anterior ‘Una rubia muy dudosa’, si recordáis –que, por cierto, ahora veo dónde se remonta la fuente en la que se inspiraron–. Hasta cierto punto, incluso, el tebeo refleja algunas secuencias humorísticas consecuencia del cambio de género del protagonista, más o menos típicas, en las que incidían estas producciones.
Durante una primera parte, más ligera, Le Tendre nos presenta al puñado justo de personajes principales y secundarios para dirigir la narración (haciéndoles entrar en escena desde el comienzo, quizás de forma un poco precipitada), sin omitir detalles en la tempestuosa vida del Tiresias masculino. Los sucesos giran en torno a sus hazañas sentimentales, incluidas las homosexuales, tratadas con lógica naturalidad, y posteriormente en la atracción que, como Tea –su impactante encarnación en mujer–, genera entre sus vecinos. La segunda parte, en cambio, se encamina hacia la faceta más trágica del mito; es mucho más emotiva. Si el primer álbum se revela una lectura ágil y entretenida, a la que enseguida tomamos el pulso, la segunda mejora en calidad y concluye la historia muy correctamente. Es de destacar que con sólo unos pocos personajes, muy bien manejados, se logre articular una sólida puesta en escena de la leyenda, sin desechar las diferentes versiones que existen de la misma, picoteando un poco en anécdotas puntuales de todas ellas.
Por otro lado, no le encuentro tacha al dibujo de Christian Rossi, que logra perfilar con buen gusto la belleza y expresividad de rostros y cuerpos de la fisonomía tanto masculina como femenina. En ese aspecto, una de las señas características de su aportación aquí es que no vacila en mostrarnos desnudos y retratar escenas amorosas, pero con tacto y sencillez, sin volcarse en cierta frivolidad dada en otros dibujantes. No ahonda demasiado en las arquitecturas que una etapa histórica como esta le habría brindado, pero sí se deleita con algunos hermosos paisajes bucólicos. Y el uso del color me parece idóneo, con los tonos cálidos, estivales y mediterráneos afectos a un relato de este tipo. Su descripción gráfica resulta el complemento perfecto para la narración de su compañero. Rossi aprendió la profesión del mismo Jijé y ha sido colaborador en otras ocasiones de Le Tendre, e igualmente ha trabajado con Makyo y Bonifay. También es conocido por haber asumido el dibujo de obras como Jim Cutlass o W.E.S.T.
Pasemos a cuestiones más materiales: el polémico formato integral reducido en el que se han juntado los dos tomos de Casterman por parte de Planeta, que parece que fuera tanteando formatos de publicación según la temporada (al mismo periodo y modalidad de edición de Tiresias pertenecen Aldebarán o el integral de Durango, por ejemplo) para luego olvidarse definitivamente de ellos. No soy demasiado exigente con esas cosas, aunque ya me he llevado algún que otro chasco en cuanto a esto de las reducciones. Pero en este caso diría que el dibujo no se ve especialmente dañado por el cambio. Además, el tomito en cartoné que contiene los dos álbumes incluye las respectivas portadas originales y, para una obra de esta envergadura, con pocas posibilidades de verse publicada de otro modo, no me parece inadecuado; e incluso diría que es lo más cómodo. Su precio, por último, entra en lo razonable. Eso sí, una pega importante que se le puede achacar es el tamaño de la letra: una rotulación ridículamente microscópica, de lupa, en relación al espacio del bocadillo. Aparte de eso, señalaría también un reiterado, hasta la saciedad, error de traducción que disgusta bastante encontrarse una y otra vez (idéntico error con el que, por cierto, ya me he topado en otros álbumes de Planeta). Definitivamente, las traducciones son un factor que la editorial debería preocuparse de cuidar mucho más.
Meses después de la salida en nuestro mercado de ‘Tiresias’, apareció en las librerías ‘La gloria de Hera’ (que también cayó en mis manos) en formato idéntico al primero. Obra de los mismos autores -es una de esas colaboraciones que antes citaba-, sigue una línea similar a la del cómic del que hoy hemos hablado, aunque no se trata de una continuación ni mucho menos (de hecho, fue realizado con anterioridad, aunque en España su publicación haya sido posterior). Repite el tándem de artistas, sí, pero con sólo un vistazo se aprecian diferencias de enfoque y estilo, tanto de guionista como de dibujante respectivamente, que quizá se expliquen en parte por esa distancia temporal en su creación. Ya hablaremos más de él.
Tiresias es una más que digna adaptación al cómic de un pasaje legendario que agradará sobre todo a los aficionados a la mitología grecolatina, pero cuya ligera carga de erotismo no impide que sea de lectura abierta a todos los públicos. Tenemos la mala costumbre -yo el primero- de utilizar la vara de medir de Murena cada vez que sale una publicación de estas características. Descartemos de una vez la comparación y disfrutemos de un tebeo que ni sigue la misma senda que el clásico de Dufaux-Delaby ni lo pretende, pero no deja por ello de ser muy aprovechable. En este sentido, veremos cómo se comporta la versión de La Ilíada que está preparando Panini y a la que en un par de meses podremos echar el guante por estos lares.
5 comentarios:
Hace tiempo que tengo apuntado este cómic para leer. A ver si algún día no muy lejano cae, que por lo que dices parece que está bastante bien. Lo que me echa para atrás, a la hora de comprarlo (si lo cojo de la biblioteca no me importa demasiado), es lo que comentas de la letra microscópica y lo de las faltas de ortografía. Cuando encuentro faltas me da la sensación de haber tirado el dinero.
En serio, ¿es que no lo repasan antes de enviarlo a imprimir? No hace falta que me respondáis, porque la respuesta está más que clara, jeje.
¡Gracias por la recomendación!
Hola Beldz! Más que faltas de ortografía en este caso, lo que hay son fallos de traducción, uno de ellos muy notorio y repetido como hasta 6 veces, sin exagerar.
De todos modos, ni este hecho ni el tema de la rotulación llegan a suponer un verdadero inconveniente para disfrutar del tebeo, que realmente creo que merece la pena.
Saludos.
Lo leí hace ya unos meses y he tenido que volver a verlo para recordarlo... tienes razón en la letra, demasiado pequeña para una fácil lectura.
Como escena la que más me gusta es la toma de la ciudad Orcómeno. No es un cómic espectacular pero sí recomendable. Salu2
w
tarde que te pregunte?pero tirnes el pdf o el link de descarga?
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