Bueno, pues un año más hemos echado el rato en Expocomic, la feria internacional del cómic de Madrid, que acaba de cerrar sus puertas hace apenas unas horas. Este año la novedad principal era el estreno de un espacio más amplio, cambio que se venía demandando desde hace unas cuantas convocatorias. El lugar elegido ha sido el Pabellón de Cristal de los recintos feriales de la Casa de Campo: unos merecidos 4.000 m2 que han acogido las actividades habituales con la diferencia de que el público asistente se ha librado por fin del hacinamiento y el calor que caracterizaba los encuentros de años anteriores. Realmente, el cambio ha sido para mejor y se ha notado: adiós a los agobios entre stands apiñados y a tener que esperar colas en zonas reducidas para acceder a las firmas.
No hay mucho en lo que pueda explayarme al realizar la crónica de mi visita de este año. Apenas tuve un par de horas para darme una vuelta por allí y sigo pensando que la dimensión del acontecimiento dista del de otras ferias similares en Europa (especialmente en Francia), a pesar de que durante las últimas ediciones (esta ha sido la número XIII) se ha hecho coincidir con las jornadas comiqueras de la FNAC, que también han contado con sus propias sesiones de firmas y charlas de autores. Pero, en cualquier caso, creo que vamos por buen camino y siempre es agradable pasarse por Expocomic, que de algún modo se ha convertido en una acogedora tradición más de cada mes de diciembre y un preámbulo de las navidades.
Esta vez he visto muchos menos otakus y aficionados al cosplay, pero eso posiblemente se deba a que los actos referidos al manga suelen quedar reservados a la sesión del domingo (yo he ido en viernes, que es un día en que no falta gente pero desde luego mucho más tranquilo). Sí se aprecia, en cambio, público de todas las edades y géneros (desde chavales jóvenes a gente de edad avanzada, o familias con hijos y grupos mixtos de amigos). Es bueno que cada vez se palpe más diversidad entre los aficionados.
Sala de conferencias, área de exposiciones y escenario eran, lógicamente, mucho más diáfanos en esta ocasión; pero la verdad es que la distribución de stands, con la salvedad de estar mejor acomodados, recordaba un poco a la que lucía en el antiguo pabellón de convenciones. He estado algo desconectado de la asistencia de autores invitados a esta edición, pero me consta que entre lo más destacado a nivel internacional que ha pasado por aquí (o eso creo, si no se han caído a última hora) han sido Hermann (Comanche, Jeremiah, Las Torres de Bois-Maury), Pellerin (El Gavilan) y Pierre Alary (Belladona), ciñéndome al apartado de cómic europeo.
Por suerte, la feria sí que tiene un fuerte poder de convocatoria entre los autores nacionales y, en realidad, es al final los que resultan más accesibles. Ya lo he dicho otras veces, y es que el año que venga un autor extranjero por el que me interese esperar largas colas, o acudir con bastante tiempo para coger número, como creo que funciona ahora, sin duda lo haré. Por supuesto, me habría gustado que Hermann me firmara uno de los Bois-Maury, pero qué se le va a hacer. En fin, como decía, de los artistas patrios teníamos entre otros a Guarnido y Canales, presentando la cuarta entrega de Blacksad (que aún no he comprado, pero sin duda caerá en mis manos), Carlos Giménez, Alfonso Azpiri, Kenny Ruiz, Victor Santos, Javier Trujillo y Jordi Bayarri, quien como viene siendo costumbre me dedicó dibujo y firma de su último trabajo: La ciudad oculta de Alejandro Magno, mientras comentábamos sus nuevos proyectos para plataformas emergentes hacia el medio comiquero como iPhone e iPad (cacharrito con el que, por cierto, se veía entusiasmados a los integrantes del stand de Aleta, jeje).
Yo paso bastante de las actividades alternativas que conlleva el salón, pero sí me gusta ver algunas de las muestras que se exponen. Las de este año: el homenaje a Carlos y Emilio Freixas, la retrospectiva del argentino Santiago Sequeiros, una introducción a la obra Cafe Budapest, de Alfonso Zapico, y (la más interesante para mi) la exposición de originales de la obra Arturo, de Jose Mª Martín Sauri, realmente bonitos como este que veis.
El Expocomic lleva aparejado un frenético deambular entre puestos y stands de librerías y editoriales en busca tanto de las últimas novedades como de clásicos inencontrables en otros sitios o títulos descatalogados. Yo prefiero hacerme con el material reciente en la librería especializada donde hago casi todas mis compras, porque el descuento asociado vale la pena, pero siempre intento rastrear alguno de esos álbumes que uno quiere y no encuentra, o cosas que ni siquiera buscas pero atraen tu atención y al final no puedes evitar llevarte. Entre otros hallazgos, este año he podido conseguir la colección completa, salvo por un número, de Las aventuras de Alef-Thau, de Jodorowsky y Arno a un precio irrisorio (serie a la que siempre había tenido ganas) y los tres primeros números de Jérôme K. Jérôme Bloche, de Alain Dodier (un descubrimiento estupendo).
Mi enhorabuena a los premiados de esta edición y especialmente a Juanjo Guarnido y Juan Díaz Canales que gracias a su gato detective han acaparado los galardones en las categorías de Mejor Obra Nacional, Mejor Guionista Nacional y Mejor Dibujante Nacional, ahí es nada.
En definitiva, una cita a la que siempre merece la pena acudir y que afortunadamente parece que va mejorando, aunque sea de forma modesta, año tras año.
No hay mucho en lo que pueda explayarme al realizar la crónica de mi visita de este año. Apenas tuve un par de horas para darme una vuelta por allí y sigo pensando que la dimensión del acontecimiento dista del de otras ferias similares en Europa (especialmente en Francia), a pesar de que durante las últimas ediciones (esta ha sido la número XIII) se ha hecho coincidir con las jornadas comiqueras de la FNAC, que también han contado con sus propias sesiones de firmas y charlas de autores. Pero, en cualquier caso, creo que vamos por buen camino y siempre es agradable pasarse por Expocomic, que de algún modo se ha convertido en una acogedora tradición más de cada mes de diciembre y un preámbulo de las navidades.
Esta vez he visto muchos menos otakus y aficionados al cosplay, pero eso posiblemente se deba a que los actos referidos al manga suelen quedar reservados a la sesión del domingo (yo he ido en viernes, que es un día en que no falta gente pero desde luego mucho más tranquilo). Sí se aprecia, en cambio, público de todas las edades y géneros (desde chavales jóvenes a gente de edad avanzada, o familias con hijos y grupos mixtos de amigos). Es bueno que cada vez se palpe más diversidad entre los aficionados.
Sala de conferencias, área de exposiciones y escenario eran, lógicamente, mucho más diáfanos en esta ocasión; pero la verdad es que la distribución de stands, con la salvedad de estar mejor acomodados, recordaba un poco a la que lucía en el antiguo pabellón de convenciones. He estado algo desconectado de la asistencia de autores invitados a esta edición, pero me consta que entre lo más destacado a nivel internacional que ha pasado por aquí (o eso creo, si no se han caído a última hora) han sido Hermann (Comanche, Jeremiah, Las Torres de Bois-Maury), Pellerin (El Gavilan) y Pierre Alary (Belladona), ciñéndome al apartado de cómic europeo.
Por suerte, la feria sí que tiene un fuerte poder de convocatoria entre los autores nacionales y, en realidad, es al final los que resultan más accesibles. Ya lo he dicho otras veces, y es que el año que venga un autor extranjero por el que me interese esperar largas colas, o acudir con bastante tiempo para coger número, como creo que funciona ahora, sin duda lo haré. Por supuesto, me habría gustado que Hermann me firmara uno de los Bois-Maury, pero qué se le va a hacer. En fin, como decía, de los artistas patrios teníamos entre otros a Guarnido y Canales, presentando la cuarta entrega de Blacksad (que aún no he comprado, pero sin duda caerá en mis manos), Carlos Giménez, Alfonso Azpiri, Kenny Ruiz, Victor Santos, Javier Trujillo y Jordi Bayarri, quien como viene siendo costumbre me dedicó dibujo y firma de su último trabajo: La ciudad oculta de Alejandro Magno, mientras comentábamos sus nuevos proyectos para plataformas emergentes hacia el medio comiquero como iPhone e iPad (cacharrito con el que, por cierto, se veía entusiasmados a los integrantes del stand de Aleta, jeje).
Yo paso bastante de las actividades alternativas que conlleva el salón, pero sí me gusta ver algunas de las muestras que se exponen. Las de este año: el homenaje a Carlos y Emilio Freixas, la retrospectiva del argentino Santiago Sequeiros, una introducción a la obra Cafe Budapest, de Alfonso Zapico, y (la más interesante para mi) la exposición de originales de la obra Arturo, de Jose Mª Martín Sauri, realmente bonitos como este que veis.
El Expocomic lleva aparejado un frenético deambular entre puestos y stands de librerías y editoriales en busca tanto de las últimas novedades como de clásicos inencontrables en otros sitios o títulos descatalogados. Yo prefiero hacerme con el material reciente en la librería especializada donde hago casi todas mis compras, porque el descuento asociado vale la pena, pero siempre intento rastrear alguno de esos álbumes que uno quiere y no encuentra, o cosas que ni siquiera buscas pero atraen tu atención y al final no puedes evitar llevarte. Entre otros hallazgos, este año he podido conseguir la colección completa, salvo por un número, de Las aventuras de Alef-Thau, de Jodorowsky y Arno a un precio irrisorio (serie a la que siempre había tenido ganas) y los tres primeros números de Jérôme K. Jérôme Bloche, de Alain Dodier (un descubrimiento estupendo).
Mi enhorabuena a los premiados de esta edición y especialmente a Juanjo Guarnido y Juan Díaz Canales que gracias a su gato detective han acaparado los galardones en las categorías de Mejor Obra Nacional, Mejor Guionista Nacional y Mejor Dibujante Nacional, ahí es nada.
En definitiva, una cita a la que siempre merece la pena acudir y que afortunadamente parece que va mejorando, aunque sea de forma modesta, año tras año.
7 comentarios:
Jolan, ya veo que también disfrutaste del día y que hiciste buenas compras. Yo también compré el nuevo cómic de Bayarri y tengo un dibujo casi idéntico al tuyo. Jordi Bayarri es de los más cercanos, agradables,da gusto estar con él mientras te firma. Salu2
Sí, es un tío majísimo y super accesible; a ver si me puedo leer su nuevo álbum pronto. Me comentó que también está ya manos a la obra con la próxima entrega de Entre Tinieblas, serie que sigo con mucho interés.
Puea es la segunda vez que el Expocomic se hacen en el Palacio de Cristal de la Casa de Campo. La otra vez fue, creo recordar, en el 99 y entonces me pareció que quedaba muy desangelado, era demasiado grande para lo que había entonces. Espero que esta vez no diera esa sensación.
Me hubiera gustado ver la exposición de Saurí, aún reucerdo la impresión que me dió en su día su "Odiseo".
Pues ya nos comentarás qué tal está la obra de Bayarri cuando la leas. A mí me llama bastante la atención. Muy chula la firma y el dibujo :)
Me hubiera gustado mucho ver esa exposición de Saurí. Me encanta cómo dibuja...
Ah, ya comprendo! Con razón había leído en otros sitios que esta era la segunda vez que se hacía en el Palacio de Cristal y yo pensaba que se trataba de una equivocación. No, lo cierto es que este año estaba bien distribuido; con espacio pero sin llegar a parecer muy disperso.
La exposición de Sauri fue la que a mí más me gustó, como decía.
Lástima que estuvieras tan poco tiempo, Jolan... a ver si en otro Salón, en Madrid o en Barcelona, podemos hacer lo posible para quedar un rato para charlar y, de paso, tomarnos unas birras o lo que se tercie.
Eso está hecho, EduXavi! ;)
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