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lunes, 21 de septiembre de 2009

Fábulas: leyendas en el exilio


Érase una vez...
Ése sería un comienzo típico... si esta se tratase de la típica historia de fábula. Pero no lo es, porque las Fábulas de Bill Willingham van más allá del acervo de cuentos que generación tras generación se nos ha ido transmitiendo desde niños. Si juntamos a todos los personajes del folclore clásico (o a una enorme cantidad de ellos) que ha dado la imaginación de multitud de autores a lo largo de varios siglos, los sacamos de sus reinos de fantasía, establecemos una compleja red de relaciones entre ellos respetando la tradición oral y sus orígenes y por último les catapultamos a nuestro tiempo y nuestro mundo... ya lo tenemos: una de las series de mayor tirón de la línea Vértigo/DC que en nuestro país se viene publicando con una correcta regularidad de aparición y formato por Planeta de Agostini y de la que cada nueva entrega es calurosamente acogida por un alto número de seguidores.


Muy poco ducho en el campo de procedencia de este cómic americano, reconozco sin embargo en Fábulas a una de esas colecciones que conviene no dejar pasar sin al menos echarle un vistazo y creo que no dejan indiferente a nada que se le dé una mínima oportunidad. Si bien es verdad que no es mi primer encuentro con la serie (anteriormente ya pasó por mis manos el Mil y una noches de nieve, tomo que en realidad está fuera del hilo cronológico principal). Precisamente gracias a esa toma de contacto y porque la creación de Willingham tiene un algo que engancha con facilidad, este verano me decidí a retomar (casi más bien a comenzar) el hilo de su lectura, siendo bastante satisfactorio el resultado. Y lo hice por donde es más lógico empezar: por el principio, con el volumen doble que recoge las aventuras Leyendas en el exilio y Rebelión en la granja, que ya llevaba un tiempo esperando en mis estanterías.

¿Y de qué va todo esto de Fábulas? Pues aunque ya lo contaba más o menos al hacer el comentario del Mil y una noches de nieve, por si todavía hay alguien a quien no le haya llegado ni siquiera de oídas la temática sobre la que versa esta estupenda serie (que ya es de extrañar), recordemos que la idea general parte de la guerra que libra un imbatible personaje escondido bajo el nombre de El Adversario (en estos primeros números todavía de identidad oculta), que se desencadena en las Tierras Natales, los territorios donde habitan los personajes de los cuentos de siempre. La marcha de conquista, captura y esclavización que este enemigo de todos somete sobre las fábulas que no se unen a su causa, les obliga a buscar un portal mágico por el que huir hacia un sitio más seguro. Paradójicamente, el refugio al que van a parar es una contemporánea ciudad de Nueva York, que no parece el lugar idóneo para unos seres de su naturaleza. Así, la gracia de las aventuras que les deparan desde entonces proviene justamente del contraste con la dura realidad y el choque contra el asfalto de una ciudad moderna tan impropia para la imaginación, donde el paso de la fantasía a la rutina diaria de los mundanos -como ellos nos llaman- supone un serio golpe emocional.


Lo mejor para profundizar en esta sociedad formada por seres míticos de todo tipo y entender su estructura es adentrarse en la historieta que abre el volumen, Leyendas en el exilio, un relato de investigación y misterio que de forma paralela al hilo argumental nos va desvelando el entramado de relaciones que constituyen la secreta Villa Fábula. Como teniente alcalde de la comunidad Fábula, hospedada en su mayoría en un discreto complejo privado -protegido de miradas ajenas- que sirve de viviendas para muchos de sus componentes y como oficinas para el gobierno en el exilio, Blanca Nieves tiene que lidiar con multitud de problemas y sacar adelante todo el trabajo sucio. Una nada fácil tarea, ya que a pesar de la amnistía general que establecieron a su llegada al nuevo mundo, con la intención hacer tabla rasa y puesta en común ante una futura lucha contra el Adversario para recuperar sus hogares, muchos de los viejos rencores aún perviven entre ellos.


Por tanto, aunque gran parte de los antiguos villanos de cuento se han reciclado y canalizado sus malos hábitos en cosas más constructivas (en el Lobo Feroz, por ejemplo, recaen ahora precisamente las labores policiales de la comunidad), la sospecha pende sobre todos cuando la desaparición de Rosa Roja -hermana de Blanca Nieves- apunta a un brutal asesinato que amenaza el delicado equilibrio sobre el que se sustenta el colectivo fabulístico. Una buena cantidad de personajes populares desfilan por esta aventura: además de los ya mencionados como protagonistas, aparecen el Príncipe Azul, Jack de las habichuelas mágicas, Pinocho o Barba Azul, entre otros.


Rebelión en la granja entronca directamente con los sucesos de la historia anterior. Si uno ha leído la obra homónima de Orwell no le será difícil deducir que se trata de un ingenioso thriller político, que se sitúa esta vez sobre la comuna a la que han tenido que ser relegadas, para no ser descubiertas por los mundanos, todas aquellas fábulas de aspecto no humano. Naturalmente, los que tienen que padecer el destino de vivir en la granja, oculta en una extensa parcela al norte del estado de Nueva York, no se sienten muy contentos con esa distinción. En una de las visitas de rutina que Blanca Nieves tiene que realizar periódicamente al lugar, se acabará viendo inmersa en una revuelta capitaneada por los tres cerditos, una Ricitos de Oro con muy mala baba y las criaturas de El libro de la selva, de Rudyard Kipling, donde el juego de lealtades y traiciones desemboca en una conclusión inesperada.


De forma redonda, el volumen presenta los dos escenarios principales dentro de los que se desarrolla la colección. Además, nos deja una idea muy clara de la reinterpretación que Willingham hace de los cuentos clásicos y, sobre todo, de la evolución que han sufrido sus personajes al tener que adaptarse a los usos y formas de nuestro mundo, lo que da lugar a uno de los aspectos más atractivos, a mi modo de ver, de Fábulas. Por ejemplo, la pragmática Blanca Nieves, protagonista indiscutible, divorciada del Príncipe Azul (ahora un vividor sin escrúpulos) después de que este le fuera infiel, se revela como una líder despierta y competente. O el reformado Lobo Feroz, que en su papel de sheriff parece que hubiera ejercido de perfecto detective toda su vida antes de ser la terrible bestia que asaltaba los bosques. El siempre chanchullero Jack de las habichuelas, novio de la resentida Rosa Roja, también da un juego enorme (tanto es así que actualmente cuenta con su propio spin-off). Asimismo hay otros personajes para nosotros menos conocidos que adquieren bastante relevancia, como el Chico de Azul o el Rey Cole, que proceden de cuentos de origen anglosajón e igualmente han sido reinventados bajo la brillante perspectiva del autor. Unos y otros se han resignado a sus nuevas vidas: ocultan sus trapos sucios como cualquiera y ejercen trabajos comunes, dicen tacos o se entregan a vicios modernos... En definitiva, el destierro les ha investido de una psicología totalmente nueva, para disfrute de los lectores que al fin podemos comprobar que aquello del 'fueron felices y comieron perdices' no era totalmente cierto.


La intención de Bill Willingham consistía en abarcar diversos géneros por cada arco argumental que compone la serie, como hemos visto en este primer volumen: el suspense, la aventura, las tramas de un cariz oscuro que ironizan aspectos de la realidad, incluso el relato romántico... si bien los acontecimientos que van a ir sucediendo parecen apuntar un giro hacia un tono algo más fantástico, aunque la alternancia de temáticas siga siendo una constante.

No hay mucho que pueda contar de los autores debido a mi desconocimiento de sus respectivas trayectorias. Otra de las obras más conocidas de Willingham fue Elementals, serie de superhéroes de hace unos cuantos lustros, pero sin duda es Fábulas con la que su nombre ha vuelto a saltar a la palestra y se ha hecho grande dentro de la profesión. El apartado gráfico de Fábulas ha corrido a cargo de un amplio equipo creativo de artistas, entre los cuales el más destacado y que más veces ha repetido al dibujo es Mark Buckingham, de quien cabe resaltar una indudable inspiración de Jack Kirby y la profusión con que suele adornar los márgenes de las historietas. Personalmente, también me ha parecido muy interesante el estilo de Lan Medina, que junto a Buckingham hace un codo con codo en este tomo inicial. Pero no podría dejar de mencionar el excelente trabajo del portadista habitual de la colección: James Jean, que en cada cubierta nos regala una bella muestra de buen hacer y maestría con los lápices (recientemente Planeta ha publicado un libro con un compendio de sus mejores portadas). En general, y pese a tratarse de un estilo al que no estoy demasiado acostumbrado, el aspecto global de Fábulas me resulta visualmente muy agradable.

El futuro de la serie por ahora se sigue anunciando esperanzador, cuando ya se han sentado las bases del guión hacia una meta más próxima a la espada y brujería, pero hábilmente combinada con brochazos de realismo, que se centra en la preparación del contraataque de las fábulas para el ansiado regreso a sus Tierras Natales. De momento, su trayectoria hasta la fecha ya le ha procurado una valiosa conquista: la de los premios Eisner en diversas categorías a los que ha sido nominada en varias ocasiones.

Respecto al tomo que tenemos entre manos hay que decir que la edición de Planeta es impecable: además de incluir un interludio y epílogo escritos por Bill Willingham, tiene el acierto de recoger todas las portadas de los comic-books que en su momento componían ambos relatos (formato en el que fueron originalmente publicados en USA). Teniendo en cuenta la ya citada calidad de Jean, esto era sin duda una cuestión que no podía dejarse de lado.


Ya que estoy seguro que no será mi último encuentro con Villa Fábula, seguiremos hablando en otra ocasión de este interesante cómic. Continuando la línea cronológica, la próxima entrega a leer sería Una historia de amor, en tanto que el número de más reciente publicación es, si no me equivoco, La gran guerra.

Para saber más, recomiendo no perderse el extenso y magnífico artículo (incluida entrevista al autor) de Zona Negativa, así como un completo webfan dedicado al universo de Fábulas. También podéis deleitaros con un precioso ex-libris del portadista en La Caraviñeta. Y colorín, colorado... este cuento aún no se ha acabado.

2 comentarios:

oenlao dijo...

no me atrae demasiado. estoy leyendo la mazmorra que no la habia leido y me parece genial.

Jolan dijo...

He oído muy buenos comentarios de La Mazmorra. Supongo que un día tendré que ponerme con la lectura de alguno de sus álbumes para probar.

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