Las novelas basadas en el universo de Warhammer Fantasy, de Black Library Publishing (lanzadas en español por Timun Mas) cumplen en cierto modo el supuesto de literatura de encargo, por más que la pequeña legión de seguidores que ha venido cosechando en estos últimos años pueda sentirse un poco ofendida con esta afirmación, cosa que en absoluto es mi propósito. Lo curioso es que no hay que ser necesariamente aficionado al popular wargame con miniaturas de Games Workshop para sentirse atraído por estas novelas y, de hecho, una parte enorme de sus lectores no lo son: han conseguido sumergirse en el vasto mundo recreado en el juego sin haber tenido que pasar antes por éste. Eso quiere decir que se trata de una colección que, aún formando parte de un tipo de lectura de consumo rápido, cuenta con suficientes alicientes y un ajustado nivel de calidad para gustar y entretener. Las listas de libros más vendidos durante el año pasado de la editorial lo atestigua claramente.
En las novelas Warhammer es fácil distinguir dos vertientes: de un lado, las que se centran en la acción pura y dura, con un agradecido surtido de las razas que pueblan el Viejo Mundo metidas en batallas, refriegas y duelos a muerte. Tal vez su principal representante sea la serie de Gotrek y Félix, de William King y Nathan Long. Y por otro lado, las que se basan en un tipo de historia más sosegada, quizá más elaborada también, en las que el componente de la intriga, las conspiraciones y la estrategia política son su marca distintiva. Entre estas podemos citar la saga de El Embajador, o algunos volúmenes independientes como ocurre con el que nos ocupa: La Bestia de Altdorf. Personalmente, siendo de los que han llegado hasta las novelas por la vía lúdica (o más que jugando, de pasar un buen tiempo pintando sus miniaturas) me siento más interesado en este último grupo.
La Bestia de Altdorf es un thriller gótico, salpicado a partes iguales de misterio y fantasía, que refleja con bastante fortuna el carácter oscuro y pesimista que cubre como un sudario el mundo de Warhammer. La capital imperial sirve de escena para situar una historia de horror psicológico en la que cada elemento argumental parece constituir un indicio más en la resolución de la trama. En medio del ir y venir de sus atestadas calles y avenidas, de la frenética actividad de los muelles que jalonan el río Reik a su paso por la urbe, de las contiendas conspirativas entre clanes rivales, de las ardorosas arengas revolucionarias que proclaman los agitadores, de la suntuosidad de los palacios y de la miseria de los bajos fondos, un nuevo peligro campa a sus anchas en las frías y neblinosas noches de la capital, uniéndose a la siempre presente amenaza del Caos y sus agentes. Un psicópata sanguinario, al que se conoce como La Bestia, siembra el terror entre los habitantes de Altdorf por medio de una sucesión de atroces asesinatos, cuyas víctimas son principalmente mujeres de origen humilde, prostitutas y otras gentes de baja estofa. Esta circunstancia será aprovechada por el predicador fanático Yefimovich y su panda de alborotadores, que con un siniestro propósito encuentran la excusa perfecta para difundir la chispa de la revolución en el mismo epicentro de los dominios de Sigmar, al descubrirse que el brutal homicida pertenece a la clase aristócrata debido a los restos de una capa de lujosa factura hallados en uno de los lugares del crimen (a tal efecto, el título original del libro es Beast in Velvet, Bestia de Terciopelo, para suscribir este hecho). Tres personajes de muy distinta procedencia se asocian involuntariamente para perseguir al asesino en serie: el Conde Elector Johann Von Mecklenberg, un prudente hombre de poder -cercano al emperador Karl Franz- que teme que su hermano Wolf (afectado por las secuelas que su contacto con el Caos le dejó años atrás) pueda estar detrás de la terrible cadena de muertes; el oficial de la guardia Harald Kleindeinst, que con su cuchillo arrojadizo Magnin trata de imponer algún orden en el cada vez más corrupto cuerpo de vigilancia de la ciudad, y la atormentada vidente Rosanna Ophuls, quien paga un alto precio personal para que sus capacidades de clarividencia les permitan avanzar en la investigación de las muertes.
Las alusiones a las descripciones de los crímenes perpetrados por Jack el Destripador son evidentes y Altdorf nos recuerda de forma inmediata a la versión fantástica del Londres decimonónico cubierto por una cortina de espesa niebla a orillas de las turbias aguas del Támesis. Como en la gran ciudad victoriana, Altdorf también aparece dividida por un río que marca no sólo una barrera física, sino igualmente la de las condiciones sociales que pueden suponer la diferencia entre la vida y la muerte. El escenario urbano, del que no se evade, enmarca los episodios que tienen lugar desde el palacio de Karl Franz hasta los rincones más mugrientos de los suburbios, escondiendo una cierta sátira social con la que además se quiere dar testimonio de que ni siquiera la ciudad más desarrollada del Imperio es ajena a las maquinaciones de eterno y más encarnizado enemigo del Viejo Mundo: el Caos.
El autor, Jack Yeovil (pseudónimo con que firma el escritor Kim Newman) ya tiene experiencia con las novelas ambientadas en mundos warhammeros, y seguramente sea más conocido por la trilogía de la vampiresa Genevieve (Drachenfels, Genevieve no-muerta y Uñas de Plata, también en Timun Mas), que incluso hace un cameo en La Bestia de Altdorf, aunque sólo sea para incluir la novela en la relación de aventuras entre las que figura su personaje estrella, algo a lo que es muy dado Yeovil. Profundamente interesado en los temas de vampirismo (perdonad el comentario malicioso, pero no hay más que fijarse en el aspecto de este tipo) ha publicado otras novelas tales como Anno Drácula (donde nuevamente aparece Genevieve; esta vez en un entorno no relacionado con la franquicia fantástica), El sanguinario Barón Rojo y alguna entrega de la serie Dark Future. Asimismo, es un experto en cine de terror y de ciencia-ficción que ha escrito varias críticas para diversas publicaciones especializadas en el género.
El desarrollo de La Bestia de Altdorf contiene cruces de referencias con otros libros escritos por Jack Yeovil, en especial Drachenfels, lo que puede originar una lectura algo confusa para el lector no familiarizado con esos otros títulos. La inclusión de Genevieve Dieudonné y Detlef Sierk, por ejemplo, es absolutamente irrelevante en el progreso de la aventura y forma parte de una más de las numerosas subtramas que se abren, con una supuesta finalidad esclarecedora de las vías que conducen a la identidad de La Bestia, para luego quedar despachadas sin haber aportado demasiado a la esencia del argumento. El ritmo narrativo es correcto, pero una cierta discontinuidad de los capítulos no ayuda precisamente a librarse de la sensación de confusión antes mencionada. Los giros precipitados en la parte final pueden dejarnos un poco atónitos, no tanto por sus efectos como por la manera de resolverse, haciéndonos extraer la conclusión de que se han quedado cabos por atar o que algunos de ellos no tenían finalidad alguna. Por último, hay que apuntar que -sin tratarse de una continuación en sentido estricto- existe un relato aislado cuyos hechos se producen inmediatamente después de los aquí sucedidos. Se trata de la historia El Halcón de Guerra (donde el protagonismo recae en Harald y Rosanna) incluida en Uñas de Plata, volumen que está integrado por relatos relacionados con el resto de las publicaciones del autor en el ámbito de Warhammer Fantasy a lo largo de sus distintas líneas temporales. Otro de estos relatos, en cambio, tiene como personaje principal a Von Mecklenberg justamente en los acontecimientos que tienen que ver con el pasado de su hermano Wolf, citados en el curso de la aventura.
Por tanto, se trata de una novela que quizá deje un poco frío a quien busca el factor más dinámico y de emoción rápida y constante que caracteriza muchos de los volúmenes de Warhammer, pero que seguramente agradecerán los que prefieren disfrutar de una historia en la que la acción tiene lugar fuera de un campo de batalla. No olvidemos, en todo caso, que la finalidad principal de la colección es simple y llanamente la de entretener y servir de extensión al trasfondo del juego, convirtiéndose en un agradable pasapáginas sin mayor profundidad.
En las novelas Warhammer es fácil distinguir dos vertientes: de un lado, las que se centran en la acción pura y dura, con un agradecido surtido de las razas que pueblan el Viejo Mundo metidas en batallas, refriegas y duelos a muerte. Tal vez su principal representante sea la serie de Gotrek y Félix, de William King y Nathan Long. Y por otro lado, las que se basan en un tipo de historia más sosegada, quizá más elaborada también, en las que el componente de la intriga, las conspiraciones y la estrategia política son su marca distintiva. Entre estas podemos citar la saga de El Embajador, o algunos volúmenes independientes como ocurre con el que nos ocupa: La Bestia de Altdorf. Personalmente, siendo de los que han llegado hasta las novelas por la vía lúdica (o más que jugando, de pasar un buen tiempo pintando sus miniaturas) me siento más interesado en este último grupo.
La Bestia de Altdorf es un thriller gótico, salpicado a partes iguales de misterio y fantasía, que refleja con bastante fortuna el carácter oscuro y pesimista que cubre como un sudario el mundo de Warhammer. La capital imperial sirve de escena para situar una historia de horror psicológico en la que cada elemento argumental parece constituir un indicio más en la resolución de la trama. En medio del ir y venir de sus atestadas calles y avenidas, de la frenética actividad de los muelles que jalonan el río Reik a su paso por la urbe, de las contiendas conspirativas entre clanes rivales, de las ardorosas arengas revolucionarias que proclaman los agitadores, de la suntuosidad de los palacios y de la miseria de los bajos fondos, un nuevo peligro campa a sus anchas en las frías y neblinosas noches de la capital, uniéndose a la siempre presente amenaza del Caos y sus agentes. Un psicópata sanguinario, al que se conoce como La Bestia, siembra el terror entre los habitantes de Altdorf por medio de una sucesión de atroces asesinatos, cuyas víctimas son principalmente mujeres de origen humilde, prostitutas y otras gentes de baja estofa. Esta circunstancia será aprovechada por el predicador fanático Yefimovich y su panda de alborotadores, que con un siniestro propósito encuentran la excusa perfecta para difundir la chispa de la revolución en el mismo epicentro de los dominios de Sigmar, al descubrirse que el brutal homicida pertenece a la clase aristócrata debido a los restos de una capa de lujosa factura hallados en uno de los lugares del crimen (a tal efecto, el título original del libro es Beast in Velvet, Bestia de Terciopelo, para suscribir este hecho). Tres personajes de muy distinta procedencia se asocian involuntariamente para perseguir al asesino en serie: el Conde Elector Johann Von Mecklenberg, un prudente hombre de poder -cercano al emperador Karl Franz- que teme que su hermano Wolf (afectado por las secuelas que su contacto con el Caos le dejó años atrás) pueda estar detrás de la terrible cadena de muertes; el oficial de la guardia Harald Kleindeinst, que con su cuchillo arrojadizo Magnin trata de imponer algún orden en el cada vez más corrupto cuerpo de vigilancia de la ciudad, y la atormentada vidente Rosanna Ophuls, quien paga un alto precio personal para que sus capacidades de clarividencia les permitan avanzar en la investigación de las muertes.
Las alusiones a las descripciones de los crímenes perpetrados por Jack el Destripador son evidentes y Altdorf nos recuerda de forma inmediata a la versión fantástica del Londres decimonónico cubierto por una cortina de espesa niebla a orillas de las turbias aguas del Támesis. Como en la gran ciudad victoriana, Altdorf también aparece dividida por un río que marca no sólo una barrera física, sino igualmente la de las condiciones sociales que pueden suponer la diferencia entre la vida y la muerte. El escenario urbano, del que no se evade, enmarca los episodios que tienen lugar desde el palacio de Karl Franz hasta los rincones más mugrientos de los suburbios, escondiendo una cierta sátira social con la que además se quiere dar testimonio de que ni siquiera la ciudad más desarrollada del Imperio es ajena a las maquinaciones de eterno y más encarnizado enemigo del Viejo Mundo: el Caos.
El autor, Jack Yeovil (pseudónimo con que firma el escritor Kim Newman) ya tiene experiencia con las novelas ambientadas en mundos warhammeros, y seguramente sea más conocido por la trilogía de la vampiresa Genevieve (Drachenfels, Genevieve no-muerta y Uñas de Plata, también en Timun Mas), que incluso hace un cameo en La Bestia de Altdorf, aunque sólo sea para incluir la novela en la relación de aventuras entre las que figura su personaje estrella, algo a lo que es muy dado Yeovil. Profundamente interesado en los temas de vampirismo (perdonad el comentario malicioso, pero no hay más que fijarse en el aspecto de este tipo) ha publicado otras novelas tales como Anno Drácula (donde nuevamente aparece Genevieve; esta vez en un entorno no relacionado con la franquicia fantástica), El sanguinario Barón Rojo y alguna entrega de la serie Dark Future. Asimismo, es un experto en cine de terror y de ciencia-ficción que ha escrito varias críticas para diversas publicaciones especializadas en el género.
El desarrollo de La Bestia de Altdorf contiene cruces de referencias con otros libros escritos por Jack Yeovil, en especial Drachenfels, lo que puede originar una lectura algo confusa para el lector no familiarizado con esos otros títulos. La inclusión de Genevieve Dieudonné y Detlef Sierk, por ejemplo, es absolutamente irrelevante en el progreso de la aventura y forma parte de una más de las numerosas subtramas que se abren, con una supuesta finalidad esclarecedora de las vías que conducen a la identidad de La Bestia, para luego quedar despachadas sin haber aportado demasiado a la esencia del argumento. El ritmo narrativo es correcto, pero una cierta discontinuidad de los capítulos no ayuda precisamente a librarse de la sensación de confusión antes mencionada. Los giros precipitados en la parte final pueden dejarnos un poco atónitos, no tanto por sus efectos como por la manera de resolverse, haciéndonos extraer la conclusión de que se han quedado cabos por atar o que algunos de ellos no tenían finalidad alguna. Por último, hay que apuntar que -sin tratarse de una continuación en sentido estricto- existe un relato aislado cuyos hechos se producen inmediatamente después de los aquí sucedidos. Se trata de la historia El Halcón de Guerra (donde el protagonismo recae en Harald y Rosanna) incluida en Uñas de Plata, volumen que está integrado por relatos relacionados con el resto de las publicaciones del autor en el ámbito de Warhammer Fantasy a lo largo de sus distintas líneas temporales. Otro de estos relatos, en cambio, tiene como personaje principal a Von Mecklenberg justamente en los acontecimientos que tienen que ver con el pasado de su hermano Wolf, citados en el curso de la aventura.
Por tanto, se trata de una novela que quizá deje un poco frío a quien busca el factor más dinámico y de emoción rápida y constante que caracteriza muchos de los volúmenes de Warhammer, pero que seguramente agradecerán los que prefieren disfrutar de una historia en la que la acción tiene lugar fuera de un campo de batalla. No olvidemos, en todo caso, que la finalidad principal de la colección es simple y llanamente la de entretener y servir de extensión al trasfondo del juego, convirtiéndose en un agradable pasapáginas sin mayor profundidad.
5 comentarios:
Esas novelas que bien defines "de encargo" me parecen que le hacen un flaco favor al género aunque pueden ser una vía para que jóvenes lectores conozcan otras de mayor nivel.
No conozco la novela que reseñas. Me la apuntaré.
Impacientes Saludos.
Mi enhorabuena Jolan por tu buen hacer al criticar la novela. Es una análisis bastante completo y que además es interesante. Sólo tengo una pequeña pega y es una nimiedad, y es que creo que ahs explicado demasiadp, quizá no sean necesarios "spoilers" pero sí que alguna que otra cosa deberías haberla dejado al lector.
Aún así repito que me gusta como has analizado la novela, yo trato de analizar de manera muy muy escueta, más porque sólo quiero dar mi opinión que analizar en profundidad, jeje.
No estoy de acuerdo por completo en lo de novelas de encargo, es decir, no digo que no lo sean, pero indudablemente los autores que ecsriben novelas de Warhammer no siguen el trasfondo oficial al pie de la letra, así que sí, el encargo debe estar, pero luego hay una gran libertad a la hora de crear la historia.
Hasta otra!
Gracias por pasarte por aquí, Sogad! ;)
Bueno, 'La Bestia de Altdorf' fue mi primera novela de Warhammer. Ahora intento no ser tan crítico con estas lecturas pues, como hablábamos, todo tiene su público, suponen una estupenda manera de conocer mejor un mundo fantástico tan amplio como el de WHF y son bastante entretenidas, claro que sí.
Y por lo otro, tienes razón... es un defecto que me cuesta corregir al escribir reseñas... a veces cuento más de lo que debería o me extiendo demasiado. :)
Saludos!
En realidad, a mi em da la impresiónd e que Yeovil va mucho más a su bola que otros escritores, como señalas bebe de otras fuentes y le gusta jugar un poco con lo oscuro más tradicional, por así decirlo. Quiero decir que no lo pondría como autor representativo de Warhammer.
Espero que hayas leído novelas de Warhammer que te hayan gustado más,jeje.
Un saludo!
A ver si a no mucho tardar me pongo con Mark of Chaos, que tengo entendido que está muy bien (además, también tengo el videojuego).
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