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lunes, 7 de abril de 2008

El bello desconocido y otros cuentos medievales

Cinco relatos medievales: El bello desconocido, Amadas e Idoine, La castellana de Vergy, El rey Lëir y sus hijas, y Guingamor son los que contiene este libro. Una serie de historias cortas que son herencia de la tradición oral y que posteriormente otros autores clásicos iban a transcribir y adaptarían para algunas de sus obras más conocidas. Son aquellos cuentos que originalmente se narraban en tiempos de las damas de alcoba y que constituían verdaderos folletines novelescos de la época (a modo de los culebrones modernos, aunque sea un poco atrevido catalogarlas así).


La introducción del libro, tras resaltar los destellos de la que erróneamente se ha considerado una edad oscura, nos sitúa en el entorno en el que se desarrollan estas historias, el cual desemboca en lo que se ha venido en llamar el 'amor cortés'. En verdad el amor es el tema común que vertebra la mayoría de los relatos, o que como poco interviene en ellos. Muestran un idealismo que, aunque poco creíble, no hace sino reflejar el enaltecimiento de la honorabilidad y el virtuosismo que implantan estas narraciones de época en una Edad Media que, en la realidad, estaba muy lejana de esos gozos y esa rectitud de formas, pero que ciertamente atravesó, especialmente en determinadas regiones de Francia, un período en el que se impone la conquista de los valores y el culto a la mujer. No por ello se puede negar que muchas de las mujeres, ya sean doncellas o damas de alta alcurnia, que aparecen aquí son presentadas como seres caprichosos, enamoradizas hasta la infidelidad e incluso un poco tontas. Siempre actuando al servicio del amor, como telón de fondo de la mayoría de los relatos y en muchas de sus vertientes: el idílico, el pasional, el enfermizo, el despechado, el paterno-filial...


A destacar también las múltiples versiones existentes de todas estas historias. Investigando un poco uno se da cuenta de que los que aquí tienen un 'final feliz', en otras zonas y de mano de otros trovadores podían terminar siendo auténticos dramas. Sin duda esto se debe a la cantidad de fuentes que intervienen en su formación hasta el momento en que se han recopilado por escrito.

En El bello desconocido se nos mete de lleno en la época caballeresca del rey Arturo. Un doncel que se presenta en la Corte del rey y al que nadie conoce ni pone nombre. Ni siquiera él es consciente de sus orígenes. Sin embargo, es el caballero perfecto, como se irá demostrando. La doncella Hélie acude ante Arturo para solicitar un caballero que auxilie a su señora, víctima de un embrujo. Reclama al más valeroso de entre ellos y se siente decepcionada cuando el único que se ofrece es el joven del que nadie sabe nada. A partir de este momento, en el viaje que transcurre entre Carlion-sur-Mer y el reino de Gales, acompañando a Hélie, su sirviente, el escudero Robert y el 'bello desconocido' (también al final se incorpora al grupo el caballero Lampart), la historia es una secuencia casi invariable de combates heroicos en los que constantemente se toman las armas ante lo que esta singular partida considera peligros, graves afrentas e incluso por los caprichos de las damas cuya virtud se defiende. De este modo, el caballero vence paulatinamente la desconfianza y el egoísmo de la doncella Hélie a medida que, en cada parada del camino, surge un apuro y la posterior lucha. Las armaduras dañadas, los yelmos abollados, las lanzas tronchadas, se recomponen como por gracia divina a cada combate que acomete el campeón. Y los adversarios, que van cayendo uno tras otro ante su carga marcial, son enviados a presentar su derrota a la corte de Arturo. Finalmente la misión se convierte en un descubrimiento de los orígenes y la identidad del caballero.

Amadas e Idoine es el drama de un amor doliente que, en cambio, acaba llegando a buen término. Su autor anónimo de origen anglonormando, narra los sentimientos del joven Amadas, hijo del Senescal de Borgoña, por la bella Idoine, la hija del duque. Desarrolla los argumentos de la locura de los amantes que se ven apartados del objeto de su deseo, el recurso de la falsa muerte y la preservación de la virginidad de la novia mediante actos de brujería. Algo que me parece curioso es cómo dentro de estos mismos romances los mismos personajes hacen referencia a otros más conocidos (tal como 'Tristán e Isolda', 'el cantar de Roldán' o 'Lanzarote y el caballero de la carreta') para establecer paralelismos con su situación.

La deslealtad y la traición motivados por la envidia son las claves que mueven los hilos en La castellana de Vergy (cuya autoría se atribuye a un discípulo de Chrétien de Troyes) en donde la duquesa de Borgoña (también esta historia, como la anterior, queda enmarcada en dicha región francesa) pone en práctica todos sus artificios para vengarse del amante que rechaza sus proposiciones infieles por amor a otra dama de más modesto linaje, su "amiga" (que indiscutiblemente es el tratamiento común que usan todas estas historias para designar a la querida/o de turno), quien a su vez también es infiel a su marido. Al constatar este hecho tras sonsacar el secreto al duque, al que previamente trata de poner en contra del caballero mediante la falacia de que éste le guardaba intenciones deshonestas, la duquesa va a urdir una picaresca para hundir la relación en la sombra que mantienen doncel y dama. El desenlace es trágico para todos los protagonistas de este romance y transmite como enseñanza las consecuencias de infringir la promesa de custodiar un secreto.

Más conocida es la historia de El rey Lëir y sus hijas, que se convertiría en una de las populares tragedias escritas por Shakespeare, cuya fuente se remonta a la Historia Regum Britanniae de Godofredo de Monmouth. Sin embargo, hay importantes diferencias entre una y otra, y parece que el dramaturgo sólo empleó determinadas figuras de la obra original, aunque manteniendo los temas principales: la demencia asociada a la vejez y la desafección filial. El viejo rey Lëir ve cercana su decrepitud y decide dividir su reino entre sus tres hijas: Gonerille, Ragaü y Cordelia. Para establecer los términos de su legado, el rey quiere escuchar de boca de sus propias hijas la medida del amor que sienten por él. Las dos mayores le dicen aquello que saben que el monarca desea oír, pero la menor, Cordelia, que es quien realmente siente mayor admiración y gratitud hacia su padre, se niega a caer en el juego de la adulación. El rey interpreta su acción como una forma de desprecio y la deja fuera del reparto y sin dote para el marido que la pretenda. No obstante, acabará convirtiéndose en la esposa del rey de Francia. Obligado a vivir junto a las hijas mayores en condiciones muy inferiores a las que ha disfrutado, despojado progresivamente de séquito, bienes y sustento, el otrora poderoso señor, abandonado a su suerte, se percata de su error y se vuelca en Cordelia con la intención de recuperar su apego y además su antiguo reino. Sin duda, la versión del dramaturgo inglés tiene un final mucho más aciago.

Guingamor recupera el lay (composición medieval en forma de canción del norte de Europa) homónimo que narra la historia del joven sobrino del rey de Bretaña, por el que éste siente profunda estima. Un día, la reina se declara fuertemente atraída por el muchacho, que incapaz de ser desleal a su señor, la rechaza. Por temor a que se descubra la manifestación de ese amor, la reina lanza un reto entre los caballeros del lugar, la caza del temible Jabalí Blanco, misión en la que ya han empeñado la vida numerosos hombres del rey, con la intención de librarse del joven y evitar así que pueda delatar sus tentativas de infidelidad. Guingamor acepta el desafío, a pesar de las reticencias del soberano, y emprende la caza con el caballo y la jauría reales. Atravesando el río prohibido tras las huellas del jabalí, asiste a un singular encuentro con una dama cuyo palacio se encuentra al otro lado. La mujer le lleva a su morada, de similitudes con el mítico Avalon, para ofrecerle reposo y la cabeza de la bestia si permanece con ella durante tres días. Pero a su vuelta, Guingamor comprobará que nada sigue siendo como lo era en el momento de su partida. Además, el transgredir una de las normas que le impone la dama en su viaje de regreso le acarreará funestas consecuencias. De todos los relatos es quizá el que tiene un tono más legendario o misterioso, y aunque recurre a un juego ya visto en otras ocasiones, resuelve la aventura de forma correcta.

4 comentarios:

padawan dijo...

siempre se descubre algo interesante en tus artículos ;) y me apasionan las historias medievales, así que tendré que buscar este volumen... es encontrable?

La primera historia me recuerda a una de las aventuras de Sir Gawain, pero en ella el desconocido era el "malo" de la historia

Jolan dijo...

Padawan:
Gracias por tu comentario. ;)

Me temo que este libro está descatalogado desde hace mucho, ya que Altea cerró años atrás. Siempre existe la posibilidad de encontrarlo de saldo por internet, que es como me hice con él, aunque estoy seguro de que tiene que haber ediciones más actuales que recopilen estas y otras historias medievales de igual interés.

padawan dijo...

bueno, he encontrado un ejemplar en mi biblioteca :)

Jolan dijo...

Me alegro! A ver qué te parece y ya me comentarás.

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