Como ando metido de lleno en
Choque de Reyes y ahora que ha pasado un tiempo desde el momento de su emisión, creo que a estas alturas ya puedo hablar con mayor propiedad de la adaptación televisiva de
Juego de Tronos, primer título de la saga de
George R. R. Martin (del cual ya dejé mi opinión en la correspondiente
reseña hace unas semanas). No podía hacerse esperar más una recreación audiovisual de una obra de la talla de
Canción de Hielo y Fuego, y en este caso nos ha llegado en forma de serie de diez episodios realizada por
HBO, el respetado canal estadounidense que se distingue por series de producción propia de una gran calidad.
Si una epopeya tan extraordinaria como
El Señor de los Anillos precisó de tres largometrajes, de en torno a las tres horas de duración cada uno, para llevar al cine un libro de unas mil páginas (con un bagaje interior muy superior a las mismas, es cierto, aunque en esencia sus dimensiones son esas) me resulta inimaginable lo que supondría la realización de una producción cinematográfica sobre la macro-saga de colosal envergadura de
Martin, con sus cinco volúmenes en el mercado (el último aún sólo en inglés... esperando reacción de
Gigamesh) y al menos otros dos en camino. Así, parece que había opción mejor que la de una teleserie. A mi parecer, la decisión fue acertada; el desafío, eso sí, enorme. ¿Y el resultado? Pues, sorprendentemente, muy correcto.
El 'quién es quién' de esta primera temporada de Juego de Tronos
(Hacer click para agrandar)
Partamos de la idea de que estamos ante una adaptación que, como tal, no puede ni pretende trasladar todo el cúmulo de personajes, diálogos, escenarios y situaciones que se dan en el texto original. Es más, dada la magnitud de éste, no le queda otro remedio que recortar y meter premura por un lado u otro, a riesgo de que en caso contrario el resultado fuese inabarcable. Lo importante era que los posibles tijeretazos de guión y medios no se apreciasen en el conjunto. Yo diría que los señores
D. Benioff y
D. B. Weiss, creadores de la serie, lo han conseguido. La consecuencia es una recreación esencialmente fiel en todos los aspectos, sobre todo en lo que concierne a mantener y respetar el hilo de cada una de las tramas que discurren en la novela. Y seguramente en esto algo habrá tenido que ver que hayan contado con la supervisión y coproducción ejecutiva del propio
George R. R. Martin, del que se aprecia en cada capítulo la soltura adquirida durante su trayectoria hollywoodiense y la puesta en práctica de todo un arsenal de tretas televisivas.
Robb y Bran recogen a los cachorros de huargo en el bosque
Cuestión fundamental en la que el canal se jugaba gran parte del éxito de este nuevo proyecto era la adecuada elección del reparto que tendría que meterse en la piel de todo un elenco de personajes por los que las masas de aficionados sienten una enorme cercanía y, en algunos casos, hasta devoción. Por el nivel de la lectura en que me encuentro, yo aún no estoy tan implicado en la saga como alguien que ya haya pasado por los cuatro -o cinco, si ha tirado de la edición en inglés- libros publicados, y quizá por ese motivo no me ha costado demasiado asumir la identificación de los personajes a partir del papel que ejercen sus respectivos intérpretes con la imagen mental que tenía de los mismos. Está claro, en cualquier caso, que nuestra idea personal de los protagonistas nunca podrá corresponderse del todo con aquella a la que ponen cara actores y actrices, por más que su actuación sea elogiosa, lo cual es siempre un handicap a superar por la adaptación de cualquier obra de fama reconocida. Pero también en este punto, por fortuna, podemos celebrar el buen tino de los productores, que han sabido extraer un casting bastante certero y a la altura que las circunstancias exigían.
Jon Nieve, bastardo de Ned Stark, y Sam Tarly, en la Guardia Negra
La verdad es que, con la excepción de
Sean Bean en el papel de Eddard Stark (actor que probablemente haya dejado de quedar encajado ad eternum como Boromir para pasar a estarlo como Ned), la casi totalidad del reparto es practicamente desconocido. Eso no ha impedido, sin embargo, que la mayoría hayan resuelto sus correspondientes roles con corrección, por más que a través de nuestra mirada siempre subjetiva podamos sentir más o menos propensión a resaltar la actuación de unos u otros.
Resulta algo chocante descubrir que la media de edad de los personajes se ha elevado unos cuantos años, algo que se nota especialmente en los más jóvenes. Lo comprobamos sobre todo en papeles como el de Robb Stark (
Richard Madden) y Jon Nieve (
Kit Harington), en teoría adolescentes; no tanto en otros como Joffrey Baratheon (
Jack Gleeson), perfecta imagen del repelente heredero del rey Robert, o los más pequeños de los Stark. Entre los adultos, diría que este efecto avejentamiento tiene su máxima expresión en Catelyn Stark, representada por una
Michelle Fairley algo más madurita de lo debido. Sin duda este hecho habrá obedecido a imposiciones del casting, pues parece entendible la dificultad de dar con pequeños actores capaces de defenderse en la figura de personajes complejos. Pero, para nuestra gran sorpresa, el plantel de menores electo aprueba con nota sus interpretaciones. Cansado de películas en las que el protagonismo recae en niños-actores insufribles y sin talento alguno, asistir aquí a la actuación decidida y desenvuelta de los chavales que se han puesto sobre las tablas en esta serie es como un bálsamo para los sentidos, tantas veces castigados. Mención especial para la menor de las hermanas Stark (
Maisie Williams), que borda su asunción de Arya Stark, de la que por suerte además podemos esperar mucho juego en el futuro.
Las hermanas Stark: Sansa, ejemplo de buenas formas, y la rebelde Arya
En todo caso, como digo, aunque también para mí algunos personajes de la serie se equiparan más que otros a mi percepción particular, no puedo por menos que aplaudir lo convincente de la puesta en escena global. La gravedad y el sentido del honor de Eddard, el entusiasmo truncado de Bran (bien cumplido también el trabajo de
Isaac Hempstead-Wright), la fiereza severa de Khal-Drogo (
Jason Momoa; de los pocos rostros conocidos por su aparición en la serie
StarGate y en los músculos del nuevo
Conan) o la notable evolución de Sansa (
Sophie Turner) y, sobre todo, de Daenerys Targaryen (sobresaliente
Emilia Clarke en un papel dificilísimo que ha de combinar a partes iguales candidez y audacia) quedan reflejados con sobrada suficiencia en esta meritoria apuesta de
HBO.
Viserys y Daenerys, los últimos Targaryen
Como la densidad de nombres -lógicamente de la serie como de la novela- es tan grande, me cuesta dejar de mencionar otras intervenciones dignas de ser tenidas en cuenta. Y es que algunos actores parecen haber nacido para representar a su personaje, como
Mark Addy, que han clavado como el borracho y ardoroso Rey Robert Baratheon. De menor gancho para algunos, debo reconocer en cambio que su consorte, Cersei Lannister (
Lena Headey) sí cumple con mi visión de mujer fría y ambiciosa (e indudablemente atractiva) que le corresponde. Al otro lado del Mar Angosto, el escocés
Iain Glen consuma con perfección a un personaje que me suscita un interés especial, el fallido caballero ser Jorah Mormont; en tanto que un rubísimo oxigenado
Harry Lloyd expresa muy competentemente la arrogancia y sádica crueldad de Viserys Targaryen (impagable escena la de su 'coronación').
El Rey Robert Baratheon y su calculadora esposa, Cersei Lannister
Y si antes recalcaba la actuación de la niña que caracteriza a Arya, no puedo olvidarme tampoco del enano que encarna a uno de los protagonistas indiscutibles más queridos por los lectores: Tyrion Lannister. Mira que deben de estar encasillados los actores de tan baja estatura para determinados papeles, y aún así
Peter Dinklage (que ha obtenido el premio
Emmy al mejor actor de reparto por este personaje) está inmejorable como el miembro deforme de la Casa Lannister. Por poner algún 'pero', debo decir que uno de los que no me acaba de convencer, pese a su gran relevancia, es Jon Nieve (que además en lo físico difiere un poco de la imagen que tenía de él), así como Jaime Lannister (
Nicolaj Coster-Waldau) o Theon Greyjoy (
Alfie Allen), de quien estoy descubriendo que se perfila importante en la continuación de
Juego de Tronos. A los lobos huargos parece que también se les ve menos el pelaje en pantalla que en los libros.
Tyrion Lannister, una personaje 'grande' como ningún otro
En cuanto a la localización del rodaje, determinante en una producción de estas características, el equipo estuvo asentado varias semanas básicamente en la verde Irlanda, aprovechando su paisaje salpicado de rincones medievales dignos de leyenda, al igual que varios emplazamientos de la isla de Malta. En este sentido la filmación se enfrentaba a uno de sus mayores retos, dada la fastuosidad y la monumental grandeza de algunos de los escenarios principales de la saga: el Muro, Desembarco del Rey, capital de los Siete Reinos de Poniente, o la remota Vaes Dothrak, por ejemplo. Aquí no quedaba otra que tirar de medios técnicos y sortear con planos aéreos la carencia física de lugares indicados para el género fantástico, efecto que se ha logrado sin provocar que al espectador le rechinen los dientes, pero también sin excederse demasiado.
El Muro, del lado del Bosque Encantado
Desembarco del Rey, con la Fortaleza Roja en primer plano
El despliegue de otros medios escenográficos, utilería variada (hasta el trono de hierro les ha quedado bien) vestuario y toda clase de pertrechos (todos sabemos lo profusas que son las descripciones de
Martin en lo que al atuendo se refiere) responden con creces a su fuente narrativa y demuestran en dónde se ha ido un buen chorro del dinero que ha costado esta primera temporada (entre 50 y 60 millones de dólares); no en vano el autor y guionista ha confiado en
HBO creyéndola la única capaz de tolerar el presupuesto que iba a suponer versionar su obra para la pequeña pantalla. De estos diez capítulos sólo flojea un aspecto que no ha pasado desapercibido para muchos: la manera de esquivar las grandes concentraciones guerreras; los primeros enfrentamientos armados que se producen en el libro, la afluencia al torneo de la Mano en la populosa capital, o los cuarenta mil jinetes del khalasar dothraki se han visto notablemente adelgazados al pasar a la televisión. En definitiva, cómo resolver el problema de las multitudes; escollo que además tiene todos los visos de acrecentarse en la segunda temporada a tenor de las batallas por doquier que asoman por el horizonte.
El Nido de Águilas, feudo de los Arryn, es fiel a su lema
Invernalia, hogar norteño de los Stark
La banda sonora original, compuesta por
Ramin Djawadi, cuenta con la alternancia necesaria que requiere una proyección, ora pausada y uniforme para los trances más sombríos, ora impetuosa y contundente en los momentos violentos, y desde luego es variada (contiene hasta 29 temas, nada menos). Ya el que encabeza los magníficos títulos de crédito, que pronto se nos queda grabado en la memoria, supura la épica que se avecina en cada capítulo. Hemos de aludir también a la creación de un lenguaje dothraki con el fin de dar mayor credibilidad a las secuencias en las que aparece la horda de Drogo. Son el tipo de cosas que exhiben la solvencia de la serie.
El Khal Drogo obsequia con 'la plata' a su esposa Daenerys
¿Qué podemos esperar de la trama que se nos presenta? Pues, lo dicho, una traslación respetuosa del primer volumen tal cual (que, por supuestísimo, recomiendo con verdadero empeño haber leído antes), con todas sus intrigas, historias de rivalidades, enfrentamientos épicos, politiqueo del bueno, rencillas entre familias, traiciones, sexo... Sí, sexo también; uno de los aspectos más peliagudos en la labor de adaptación (y más con lo puritanos que son para esto los yankis), pues en las novelas ni faltan ni se maquillan las escenas de cama. Algo cogido por los pelos el papel de una prostituta creada al efecto, pero nada que no sea una manifestación más de lo que se encuentra entre las páginas. Por lo demás, una filmación con cliffhangers a cascoporro, como era de esperar, con diálogos magistrales, algunos traídos casi al dedillo desde el libro, y con personajes cargados de carisma. Eso sí, cuidado que hay algún que otro secreto desvelado y escena posterior adelantada (ah, ¿pero que Renly es gay? Hombre, algún que otro guiño en la prosa sí hay, por aquello de las armaduras relucientes que gusta vestir, su amancebado Loras Tyrell, Caballero de las Flores, la Guardia Arcoiris... en fin, supongo que debí imaginarlo).
Los consejeros Varys, la Araña, y Petyr Baelish, Meñique
(a estos dos no sé si los querría yo en mi círculo más cercano)
Por último, lanzo un interrogante. ¿Es posible ver la serie y seguir con atención su argumento sin haber pasado antes por el primer libro? Ya he indicado que no es lo ideal, pero no todo el mundo estará dispuesto a cepillarse una obra de ochocientas páginas que no son más que el comienzo de algo mucho más largo (menos aún aquellos que ya de entrada recelan del género fantástico). Si lo planteo es porque un buen sector del público la habrá disfrutado y no se lanzará a una librería al día siguiente (otros muchos sí lo harán, que conste). Por mi experiencia, sé que la persona con quien la vi en su totalidad -que ni se ha leído los libros ni lo va a hacer-, tuvo dificultades para no perderse, sobre todo entre nombres, Casas, relaciones entre personajes y el hilo de algunos enredos (tenía que pausar cada cierto rato para explicarle la situación o refrescarle quién era tal o cual integrante de las distintas maquinaciones). Por otra parte, para los que sí nos hemos leído
Juego de Tronos antes, determinadas secuencias (ya sabéis cuáles), no por esperadas dejan de ser realmente impactantes. Todo un mérito, ya lo creo.
Abriendo boca para la 2ª temporada, cuyo estreno se espera en abril, os dejo un enlace al
website y con uno de los numerosos trailers que circulan por ahí (aunque en realidad no avanzan nada aún...) Para cuando salgan en pantalla los nuevos diez episodios tendré más que asentado en mi cabeza
Choque de Reyes; una emisión que ya levanta expectación e incertidumbre ante los nuevos papeles que cubrirán los huecos dejados por los protagonistas borrados del mapa.
Espero no haberme dejado llevar excesivamente por el entusiamo de las horas de lectura que me está proporcionando
Canción de Hielo y Fuego al entrar a valorar su teleserie, pero se trata de una de las que he visto con más agrado en bastante tiempo.