Recupero aquí un reseña que escribí en su momento para la web de Lobo Solitario Español acerca del primer número de la colección Lucha-Ficción.
La Montaña de Fuego, rodeada de una extraña aureola de misterio, siempre ha atraído a muchos aventureros ávidos de riqueza. Sin embargo, son pocos los que tras adentrarse en las fantasmagóricas cavernas que dan acceso a la misma han vuelto para revelar sus secretos. Custodiada por multitud de criaturas viles y peligrosos monstruos, esbirros de un hechicero de quien nadie puede aportar datos con seguridad, la montaña se alza amenazadora frente a ti; un aventurero más que no se arredra ante los escarpados picos que protegen la lúgubre entrada.
La escasa información que logras recabar en el pueblo más cercano al siniestro lugar, rumores en gran parte, hablan de oscuros pasajes, un intrincado laberinto e incluso un río subterráneo que deberás vadear si quieres avanzar en las profundidades de estas grutas.
Una cosa es cierta: parece ser que aquello que buscas se halla en un cofre bajo llave en lo más recóndito de la montaña. Y no será precisamente fácil encontrar las llaves que te permitan volver con tu recompensa. Tuya es la decisión de traspasar las temibles cavernas, arriesgándote a caer ante los siervos dominados por las negras artes del hechicero, o dar vuelta atrás y desandar el camino al pueblo como tantos otros.
Nos encontramos ante el casi legendario título que dio origen a la fructífera colección Lucha-Ficción (Fighting-Fantasy). Sus creadores, los conocidos Steve Jackson e Ian Livingstone, sentaron en su primer trabajo conjunto las bases de la serie, en un librojuego cuyo principal valor reside justamente en ser el primero de otras muchas entregas que lo superarían sobradamente.
Como la mayoría de los Lucha-Ficción, el sistema de reglas es bastante pobre, con los atributos básicos de Destreza, Resistencia y Suerte, pero sobre todo debido a un sistema de combate simple y repetitivo (que se mejoraría en títulos posteriores con la introducción de la magia y algunas otras características, más o menos originales, pero tampoco muy revolucionarias).
La historia, poco desarrollada y apoyándose en el sempiterno aventurero, nos sumerge en la escasamente original búsqueda del típico tesoro. La mayor dificultad con la que nos encontraremos radica en dar con las llaves necesarias para el cofre final, ya que los enemigos que asaltaran nuestro camino (muchos, eso sí) no son especialmente duros, y los que poseen una destreza superior suelen poder sortearse con los objetos apropiados.
Completan el recorrido un laberinto que sobraba totalmente, por restar dinamismo a la aventura, y un enemigo final decepcionante, por lo fácil, al que puede llegar a derrotarse sin tan siquiera luchar contra él. Las decisiones no están demasiado elaboradas, consistiendo las más de las veces en tomar una dirección u otra, lo que no es óbice para que sea muy recomendable la realización de un mapa detallado, o acabaremos irremisiblemente perdidos y sin las ansiadas llaves en nuestros bolsillos.
Sin embargo, a El hechicero de la montaña de fuego no se le puede negar el mérito de introducirnos en la nueva concepción de librojuego que supuso la serie Lucha-Ficción (renombrada con la reedición de Timun Mas de hace unos años bajo su título original), a través de una aventura que no llega a resultar frustrante, quizá debido a la abundancia de situaciones favorables al jugador (descansos habituales, restitución frecuente de la suerte, práctica ausencia de muertes automáticas, etc.) todo ello amenizado por unas ilustraciones francamente notables, que crean un fantástico ambiente, mejorando en ese sentido lo que le falta al texto. Todo aficionado al género de los librojuegos debería leerlo, aunque se trate en realidad de un título prescindible.
Steve Jackson - Ian Livingstone
Ilustrado por Russ Nicholson
Ed. Altea Junior (1984)
(Timun Mas, de la reedición 2003)
Dificultad: Media. Nº de secciones: 400
Ilustrado por Russ Nicholson
Ed. Altea Junior (1984)
(Timun Mas, de la reedición 2003)
Dificultad: Media. Nº de secciones: 400
La Montaña de Fuego, rodeada de una extraña aureola de misterio, siempre ha atraído a muchos aventureros ávidos de riqueza. Sin embargo, son pocos los que tras adentrarse en las fantasmagóricas cavernas que dan acceso a la misma han vuelto para revelar sus secretos. Custodiada por multitud de criaturas viles y peligrosos monstruos, esbirros de un hechicero de quien nadie puede aportar datos con seguridad, la montaña se alza amenazadora frente a ti; un aventurero más que no se arredra ante los escarpados picos que protegen la lúgubre entrada.
La escasa información que logras recabar en el pueblo más cercano al siniestro lugar, rumores en gran parte, hablan de oscuros pasajes, un intrincado laberinto e incluso un río subterráneo que deberás vadear si quieres avanzar en las profundidades de estas grutas.
Una cosa es cierta: parece ser que aquello que buscas se halla en un cofre bajo llave en lo más recóndito de la montaña. Y no será precisamente fácil encontrar las llaves que te permitan volver con tu recompensa. Tuya es la decisión de traspasar las temibles cavernas, arriesgándote a caer ante los siervos dominados por las negras artes del hechicero, o dar vuelta atrás y desandar el camino al pueblo como tantos otros.
Nos encontramos ante el casi legendario título que dio origen a la fructífera colección Lucha-Ficción (Fighting-Fantasy). Sus creadores, los conocidos Steve Jackson e Ian Livingstone, sentaron en su primer trabajo conjunto las bases de la serie, en un librojuego cuyo principal valor reside justamente en ser el primero de otras muchas entregas que lo superarían sobradamente.
Como la mayoría de los Lucha-Ficción, el sistema de reglas es bastante pobre, con los atributos básicos de Destreza, Resistencia y Suerte, pero sobre todo debido a un sistema de combate simple y repetitivo (que se mejoraría en títulos posteriores con la introducción de la magia y algunas otras características, más o menos originales, pero tampoco muy revolucionarias).
La historia, poco desarrollada y apoyándose en el sempiterno aventurero, nos sumerge en la escasamente original búsqueda del típico tesoro. La mayor dificultad con la que nos encontraremos radica en dar con las llaves necesarias para el cofre final, ya que los enemigos que asaltaran nuestro camino (muchos, eso sí) no son especialmente duros, y los que poseen una destreza superior suelen poder sortearse con los objetos apropiados.
Completan el recorrido un laberinto que sobraba totalmente, por restar dinamismo a la aventura, y un enemigo final decepcionante, por lo fácil, al que puede llegar a derrotarse sin tan siquiera luchar contra él. Las decisiones no están demasiado elaboradas, consistiendo las más de las veces en tomar una dirección u otra, lo que no es óbice para que sea muy recomendable la realización de un mapa detallado, o acabaremos irremisiblemente perdidos y sin las ansiadas llaves en nuestros bolsillos.
Sin embargo, a El hechicero de la montaña de fuego no se le puede negar el mérito de introducirnos en la nueva concepción de librojuego que supuso la serie Lucha-Ficción (renombrada con la reedición de Timun Mas de hace unos años bajo su título original), a través de una aventura que no llega a resultar frustrante, quizá debido a la abundancia de situaciones favorables al jugador (descansos habituales, restitución frecuente de la suerte, práctica ausencia de muertes automáticas, etc.) todo ello amenizado por unas ilustraciones francamente notables, que crean un fantástico ambiente, mejorando en ese sentido lo que le falta al texto. Todo aficionado al género de los librojuegos debería leerlo, aunque se trate en realidad de un título prescindible.