Hace ya meses, Norma ponía en marcha una nueva iniciativa en el terreno del comic de género fantástico dentro de la denominada colección Alquimia, pero a diferencia de la gran mayoría de títulos que publica en su línea editorial dentro de esta vertiente, en esta ocasión son exclusivamente de procedencia norteamericana. Es muy posible que si no se hubieran decidido a incluir el comic que hoy voy a comentar en dicha colección, éste se me hubiera pasado totalmente desapercibido. Y es que, aunque no sea equivocado definirlo dentro del ámbito fantástico, Arrowsmith podría estar perfectamente clasificado dentro de otros géneros, pues maneja hábilmente tendencias como la del tebeo bélico, pseudo-histórico o de acción.
Carlos Pacheco (Los vengadores, X-Men, Superman) con su impecable dibujo y Kurt Busiek (Astrocity, JLA/Vengadores, RedHand) en un guión bien desenvuelto, firman esta miniserie de gran calidad compuesta por 6 números después de haber trabajado ya codo con codo en proyectos de otra índole. Como algunos sabréis, no soy para nada un entendido de Marvel y DC, así que aparte de haber oído de los trabajos más representativos de cada uno, no he seguido nunca la trayectoria de estos autores. Sin embargo, tengo que afirmar que con Arrowsmith han conseguido situarse en mi punto de mira y, aunque uno pase de superhéroes, siempre que traigan cosas así voy a estar encantado de leerles.
Mezcla -muy bien conseguida- de realidad histórica y fantasía, Arrowsmith nos traslada a un mundo paralelo a comienzos del s. XX, donde hechos y lugares son comunes al nuestro con la salvedad de la faceta sobrenatural y algunos cambios de nombres. A pesar de que el componente fantástico es sólamente un aderezo para una narración que se impone cotas más elevadas que las del entretenimiento, se haya tejido con bastante fortuna en el guión e integrado con gran acierto gráfico, de modo que en ningún momento genera incoherencias ni desentona al ponerlo al lado de los otros aspectos de ambientación general de la serie.
La historia: corre el año 1.914 y en una Europa gemela a la que conocemos se desarrolla un conflicto bélico a gran escala de proporciones muy similares a nuestra Primera Guerra Mundial. Galia y Albión (Francia e Inglaterra) se oponen obstinadamente al avance opresor de Prusia (Alemania) y sus afines de Tirolia-Hungría. Al otro lado del Atlántico, en un pueblecito de Connecticut, de los Estados Unidos de Columbia, la mayoría de la gente vive despreocupada de la guerra que convulsiona al viejo mundo. Pero el joven Fletcher Arrowsmith y su amigo John Kerry, seducidos por la propaganda de guerra, no piensan igual que sus conciudadanos, y el día que una patrulla del C.A.T. (Cuerpo Aéreo Transatlántico) practica una exhibición en la comarca con la finalidad de recaudar fondos para los aliados de la contienda, los dos chicos quedan cautivados ante la oportunidad que se presenta ante ellos. Una ocasión perfecta para salir del pueblo, vivir aventuras, conocer mundo y a si mismos, aprender y asumir una misión que imaginan fascinante, además de ayudar a resolver la trágica situación en Europa, ante la que Fletcher se siente especialmente sensibilizado, pese a la indiferencia de su familia en este sentido. De modo que una buena noche deciden ponerse en camino y alistarse en el ejército, en un duro entrenamiento que les llevará hasta las trincheras y a descubrir la grave realidad de la guerra, aunque tampoco faltarán -cómo no- el amor y la camaradería.
La idea de partida y el fundamento del guión pueden estar ya muy vistos. No es el primer comic que nos muestra la dureza que conlleva cualquier enfrentamiento armado en el que se pierden vidas y esperanzas, y el mensaje es tan claro que lleva a las reflexiones de siempre sobre estos temas. Sin embargo, el particular enfoque del dúo creador consigue hacer que funcione todo de una manera muy atrayente, en la que cada nota que define a este tipo de historias está presente, completando un cuadro sobre la lucha militar que, como vemos, conduce a la misma ruina de la humanidad ya sea en este mundo o en otros. Digamos que la gracia está en la incorporación de la fantasía que, cual tecnología propia de la época, aparece en todas las aplicaciones que se le pueden dar en esa situación: desde los útiles más sencillos (como los sprites luminosos que sirven de linternas) hasta las últimas innovaciones con finalidad destructora (por ejemplo, las que vemos practicar con homúnculos como conejillos de indias en la Escuela de Magia Experimental de París). En ambas facciones, los magos y estudiosos de conjuros equivalen a los ingenieros que se encontrarían bien a pie de trinchera o en los despachos tras las líneas combatientes. Donde podría haber buques de guerra y aeroplanos, aqui hay naves flotantes, wyverns de reconocimiento y los pequeños dragonets, criaturas que dotan a sus portadores, los miembros del C.A.T., de la capacidad de vuelo por medio de una extraña simbiosis mágica a base de hechizos. Las tropas se manejan con ballestas de dardos ígneos y pranagranadas, entre otras armas más normales (u otras de efectos catastróficos, como las bombas de elementales de fuego). Los zombis, vampiros, hombres-lobo y trolls son parte integrante y común en cualquier compañía del ejército. Cada capítulo nos regala una buena variedad de criaturas faéricas e invenciones místicas asociadas a la maquinaria del enfrentamiento bélico.
Y, con todo eso, lo singular de esta historia es que básicamente el apartado fantástico ejerce en realidad un segundo plano, aunque sin él hubiera perdido la originalidad. Porque, por supuesto, la finalidad principal del relato es reflejar el desencanto de un mundo en decadencia, las aspiraciones truncadas de Fletcher como las de cualquier joven recluta, así como su proceso de maduración acelerado, su rápida constancia del horror de la guerra cuando la pérdida de los compañeros, la sensación de no ser más que un títere de los poderosos que mueven los hilos, o los episodios en que el uso de artefactos con un potencial terrible (verdaderas armas de destrucción masiva) le hacen refugiarse en si mismo y llegar a la conclusión de que cualquiera que combate a los monstruos, debería tener cuidado de no convertirse en uno de ellos... Para manifestar estas sensaciones, Busiek se sirve de los elaborados diálogos que Fletcher Arrowsmith mantiene con unos bien desarrollados secundarios (Grace, el capitán Foxe y el troll de piedra Rocky) y de la correspondencia que envía desde la academia de formación primero, y desde el frente posteriormente. Cartas llenas de una euforia que progresivamente se van cargando de decepción y temor, hasta llegar al nivel de la desesperación interna.
Por la parte que le toca a Carlos Pacheco, decir tan sólo que está formidable; con un amplio nivel de detalle y un logradísimo desarrollo de la ambientación, que se da no únicamente en los campos de batalla sino también en los otros escenarios que nos enseña, tal como el París alternativo y sus emblemáticos edificios (a destacar el hospital de Cachy) o la bahía de Nueva York (con su centro de asilo político, en el que la discriminación racial es tan patente como en la vida misma). E igualmente en la caracterización de los personajes, expresivos, definidos, así como el de las criaturas fantásticas, pero verosímiles, que pululan las calles o que engrosan los cuerpos de ataque de las tropas. En todo ello se aprecia un cuidado y mimo especial que, dicho por quienes le siguen, lo destaca del resto de sus muestras creativas y evidencia el confesado afecto y dedicación de Pacheco por la serie, y que se puede hacer extensible a todos los contribuyentes de esta obra; también al color de Sinclair y al estupendo entintado de Jesús Merino. Es curioso, pero le encuentro un cierto perfil europeo a este comic, en contraposición a muchas apresuradas producciones yankis de superhéroes, a las que podría aproximarse dada la órbita creativa a la que se dedican sus autores y de la que se ve libre gracias a alcanzar un nivel gráfico sobresaliente.
Aparte de la ridícula traducción que se le ha dado al subtítulo (so smart in their uniforms) le encuentro como pega un final un poco brusco, que provoca la sensación de haber quedado incompleto, si bien no por eso deja de tener carácter íntegro. Si hay algo que le falta a Arrowsmith es una buena continuación a la altura de esta primera miniserie. El proyecto original iba por ese camino y, de hecho, se habla de que el tandem Pacheco-Busiek se encuentra trabajando en una segunda parte. Sin embargo, que yo sepa, por ahora no hay noticias a la vista. Y es que, teniendo en cuenta lo ajustado que debe andar el tiempo de ambos, dado sus compromisos con Marvel y el nivel de calidad que sería exigible para una continuación, no es de extrañar que la cosa pueda estar un poco parada. Desde luego, la fabulosa reinvención que han hecho del mundo en que se desarrolla el periplo de Fletcher Arrowsmith (y que se plasma en un mapamundi en las páginas finales) permitiría perfectamente ubicar nuevos escenarios para futuros episodios, y el encuadre principal del guión, al seguir una cronología paralela a la real, ya estaría formado.
La edición de Norma, que remoza la anterior de Planeta en 2004, es bastante digna (y el formato de los volúmenes de Alquimia resulta cómodo de manejar). Y además de incluir un prólogo -o capítulo 0- inédito, también trae todas las portadillas interiores de cada número y otro material adicional, como la galería de bocetos. A mi me ha encantado este tebeo y os ánimo a que le echéis una ojeada, ya que aun prescidiendo de su contenido más o menos fantástico se le hace una lectura muy interesante.
Carlos Pacheco (Los vengadores, X-Men, Superman) con su impecable dibujo y Kurt Busiek (Astrocity, JLA/Vengadores, RedHand) en un guión bien desenvuelto, firman esta miniserie de gran calidad compuesta por 6 números después de haber trabajado ya codo con codo en proyectos de otra índole. Como algunos sabréis, no soy para nada un entendido de Marvel y DC, así que aparte de haber oído de los trabajos más representativos de cada uno, no he seguido nunca la trayectoria de estos autores. Sin embargo, tengo que afirmar que con Arrowsmith han conseguido situarse en mi punto de mira y, aunque uno pase de superhéroes, siempre que traigan cosas así voy a estar encantado de leerles.
Mezcla -muy bien conseguida- de realidad histórica y fantasía, Arrowsmith nos traslada a un mundo paralelo a comienzos del s. XX, donde hechos y lugares son comunes al nuestro con la salvedad de la faceta sobrenatural y algunos cambios de nombres. A pesar de que el componente fantástico es sólamente un aderezo para una narración que se impone cotas más elevadas que las del entretenimiento, se haya tejido con bastante fortuna en el guión e integrado con gran acierto gráfico, de modo que en ningún momento genera incoherencias ni desentona al ponerlo al lado de los otros aspectos de ambientación general de la serie.
La historia: corre el año 1.914 y en una Europa gemela a la que conocemos se desarrolla un conflicto bélico a gran escala de proporciones muy similares a nuestra Primera Guerra Mundial. Galia y Albión (Francia e Inglaterra) se oponen obstinadamente al avance opresor de Prusia (Alemania) y sus afines de Tirolia-Hungría. Al otro lado del Atlántico, en un pueblecito de Connecticut, de los Estados Unidos de Columbia, la mayoría de la gente vive despreocupada de la guerra que convulsiona al viejo mundo. Pero el joven Fletcher Arrowsmith y su amigo John Kerry, seducidos por la propaganda de guerra, no piensan igual que sus conciudadanos, y el día que una patrulla del C.A.T. (Cuerpo Aéreo Transatlántico) practica una exhibición en la comarca con la finalidad de recaudar fondos para los aliados de la contienda, los dos chicos quedan cautivados ante la oportunidad que se presenta ante ellos. Una ocasión perfecta para salir del pueblo, vivir aventuras, conocer mundo y a si mismos, aprender y asumir una misión que imaginan fascinante, además de ayudar a resolver la trágica situación en Europa, ante la que Fletcher se siente especialmente sensibilizado, pese a la indiferencia de su familia en este sentido. De modo que una buena noche deciden ponerse en camino y alistarse en el ejército, en un duro entrenamiento que les llevará hasta las trincheras y a descubrir la grave realidad de la guerra, aunque tampoco faltarán -cómo no- el amor y la camaradería.
La idea de partida y el fundamento del guión pueden estar ya muy vistos. No es el primer comic que nos muestra la dureza que conlleva cualquier enfrentamiento armado en el que se pierden vidas y esperanzas, y el mensaje es tan claro que lleva a las reflexiones de siempre sobre estos temas. Sin embargo, el particular enfoque del dúo creador consigue hacer que funcione todo de una manera muy atrayente, en la que cada nota que define a este tipo de historias está presente, completando un cuadro sobre la lucha militar que, como vemos, conduce a la misma ruina de la humanidad ya sea en este mundo o en otros. Digamos que la gracia está en la incorporación de la fantasía que, cual tecnología propia de la época, aparece en todas las aplicaciones que se le pueden dar en esa situación: desde los útiles más sencillos (como los sprites luminosos que sirven de linternas) hasta las últimas innovaciones con finalidad destructora (por ejemplo, las que vemos practicar con homúnculos como conejillos de indias en la Escuela de Magia Experimental de París). En ambas facciones, los magos y estudiosos de conjuros equivalen a los ingenieros que se encontrarían bien a pie de trinchera o en los despachos tras las líneas combatientes. Donde podría haber buques de guerra y aeroplanos, aqui hay naves flotantes, wyverns de reconocimiento y los pequeños dragonets, criaturas que dotan a sus portadores, los miembros del C.A.T., de la capacidad de vuelo por medio de una extraña simbiosis mágica a base de hechizos. Las tropas se manejan con ballestas de dardos ígneos y pranagranadas, entre otras armas más normales (u otras de efectos catastróficos, como las bombas de elementales de fuego). Los zombis, vampiros, hombres-lobo y trolls son parte integrante y común en cualquier compañía del ejército. Cada capítulo nos regala una buena variedad de criaturas faéricas e invenciones místicas asociadas a la maquinaria del enfrentamiento bélico.
Y, con todo eso, lo singular de esta historia es que básicamente el apartado fantástico ejerce en realidad un segundo plano, aunque sin él hubiera perdido la originalidad. Porque, por supuesto, la finalidad principal del relato es reflejar el desencanto de un mundo en decadencia, las aspiraciones truncadas de Fletcher como las de cualquier joven recluta, así como su proceso de maduración acelerado, su rápida constancia del horror de la guerra cuando la pérdida de los compañeros, la sensación de no ser más que un títere de los poderosos que mueven los hilos, o los episodios en que el uso de artefactos con un potencial terrible (verdaderas armas de destrucción masiva) le hacen refugiarse en si mismo y llegar a la conclusión de que cualquiera que combate a los monstruos, debería tener cuidado de no convertirse en uno de ellos... Para manifestar estas sensaciones, Busiek se sirve de los elaborados diálogos que Fletcher Arrowsmith mantiene con unos bien desarrollados secundarios (Grace, el capitán Foxe y el troll de piedra Rocky) y de la correspondencia que envía desde la academia de formación primero, y desde el frente posteriormente. Cartas llenas de una euforia que progresivamente se van cargando de decepción y temor, hasta llegar al nivel de la desesperación interna.
Por la parte que le toca a Carlos Pacheco, decir tan sólo que está formidable; con un amplio nivel de detalle y un logradísimo desarrollo de la ambientación, que se da no únicamente en los campos de batalla sino también en los otros escenarios que nos enseña, tal como el París alternativo y sus emblemáticos edificios (a destacar el hospital de Cachy) o la bahía de Nueva York (con su centro de asilo político, en el que la discriminación racial es tan patente como en la vida misma). E igualmente en la caracterización de los personajes, expresivos, definidos, así como el de las criaturas fantásticas, pero verosímiles, que pululan las calles o que engrosan los cuerpos de ataque de las tropas. En todo ello se aprecia un cuidado y mimo especial que, dicho por quienes le siguen, lo destaca del resto de sus muestras creativas y evidencia el confesado afecto y dedicación de Pacheco por la serie, y que se puede hacer extensible a todos los contribuyentes de esta obra; también al color de Sinclair y al estupendo entintado de Jesús Merino. Es curioso, pero le encuentro un cierto perfil europeo a este comic, en contraposición a muchas apresuradas producciones yankis de superhéroes, a las que podría aproximarse dada la órbita creativa a la que se dedican sus autores y de la que se ve libre gracias a alcanzar un nivel gráfico sobresaliente.
Aparte de la ridícula traducción que se le ha dado al subtítulo (so smart in their uniforms) le encuentro como pega un final un poco brusco, que provoca la sensación de haber quedado incompleto, si bien no por eso deja de tener carácter íntegro. Si hay algo que le falta a Arrowsmith es una buena continuación a la altura de esta primera miniserie. El proyecto original iba por ese camino y, de hecho, se habla de que el tandem Pacheco-Busiek se encuentra trabajando en una segunda parte. Sin embargo, que yo sepa, por ahora no hay noticias a la vista. Y es que, teniendo en cuenta lo ajustado que debe andar el tiempo de ambos, dado sus compromisos con Marvel y el nivel de calidad que sería exigible para una continuación, no es de extrañar que la cosa pueda estar un poco parada. Desde luego, la fabulosa reinvención que han hecho del mundo en que se desarrolla el periplo de Fletcher Arrowsmith (y que se plasma en un mapamundi en las páginas finales) permitiría perfectamente ubicar nuevos escenarios para futuros episodios, y el encuadre principal del guión, al seguir una cronología paralela a la real, ya estaría formado.
La edición de Norma, que remoza la anterior de Planeta en 2004, es bastante digna (y el formato de los volúmenes de Alquimia resulta cómodo de manejar). Y además de incluir un prólogo -o capítulo 0- inédito, también trae todas las portadillas interiores de cada número y otro material adicional, como la galería de bocetos. A mi me ha encantado este tebeo y os ánimo a que le echéis una ojeada, ya que aun prescidiendo de su contenido más o menos fantástico se le hace una lectura muy interesante.