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martes, 14 de julio de 2009

El profesor Layton y la villa misteriosa


Sería raro no haber oído hablar del juego que presento hoy, destacado bombazo de la temporada y uno de los que ha estrenado mi DSi. El Profesor Layton y la villa misteriosa es un título a medio camino entre la aventura gráfica y el juego de puzzles y acertijos (destacando especialmente esta última parte), desarrollado por el pequeño estudio Level 5 para la portátil de Nintendo.

La calidad inherente al título, su accesibilidad a todos los públicos y, qué duda cabe, una fuerte campaña publicitaria en varios medios, incluida la protagonizada por personajes conocidos en televisión que seguramente habréis visto (algo a lo que todavía no estamos muy acostumbrados en nuestro país, pese al progresivo auge del sector de los videojuegos, aun en tiempos de crisis) lo ha situado entre los lanzamientos más populares de esta plataforma, en los primeros puestos del ranking de ventas y en boca de muchos aficionados.

Tras su paso por Japón (en 2007), obteniendo una cifra espectacular de copias vendidas, llega por fin a nuestro país, pasando por los correspondientes retoques técnicos, artísticos, de traducción, etc. para adaptarlo al formato europeo. No se saben muy bien cuáles son las razones de que no se haya incorporado al catálogo de juegos de Nintendo España hasta tan tarde, aunque los rumores indican que todo ha tenido que ver con la finalidad de orquestar la campaña de promoción, e intereses de una red de centros comerciales, por todos conocida, de acaparar la distribución de sus cartuchos. En cualquier caso, estamos ante un juego estupendo cuyo éxito lo convierte -según ha anunciado ya Level 5- en el inicio de una saga, de la que a no mucho tardar podremos ver su continuación en el mercado.

Como es fácil suponer, el juego nos pone bajo la chistera del brillante Profesor Layton –un afamado investigador de misterios y hábil experto en resolución de enigmas- y su joven ayudante Luke, un avispado muchacho. Nada más empezar, y a través de una secuencia de video que ya nos anticipa el colorismo y la nitidez artística que nos vamos a encontrar en la aventura, se nos informa que se encuentran camino del pintoresco pueblo de Saint Mystère para resolver una cuestión relativa a la herencia del potentado señor de la villa, el Barón Reinhold, recientemente fallecido.


En esta curiosa población, en la que todos sus habitantes parecen obtener un especial placer por plantear y resolver acertijos de lo más variado a quienes les visitan, nos espera su viuda, Lady Dahlia, para que ejerzamos de albaceas en las últimas voluntades de su esposo. Como dueño de la mayor parte de Saint Mystère, el legado del Barón es un suculento patrimonio que todos sus cercanos ansían conseguir. Sin embargo, sólo aquel que halle el paradero de la Manzana Dorada, escondida en algún lugar de la villa, podrá acceder a su fortuna. Parece que el mismo Barón, al igual que sus conciudadanos, era un apasionado de los acertijos. Pero esta búsqueda principal que articula la investigación fundamental del juego no es más que el comienzo de una larga sucesión de misiones y pesquisas que irán surgiendo a medida que entablemos un mayor contacto con los asuntos que se mueven por la villa y que seguiremos en cada rincón del lugar.

La aventura nos brinda enseguida la oportunidad de poner en práctica nuestras propias habilidades deductivas. Así, no hemos puesto apenas un pie en la villa cuando ya tenemos que empezar a estrujarnos las neuronas. Y si pretendemos franquear su entrada, habremos de resolver igualmente el problema que nos plantea el encargado del puente que da acceso a la misma. A lo largo de nuestras andanzas por Saint Mystère, comprobaremos que cada vez que solicitamos la ayuda de alguno de sus vecinos para ir recabando indicios, hemos de resolver un puzzle a cambio. Aunque a estos peculiares ciudadanos no les hace falta más que el saludo para proponerte algún tipo de acertijo... El mismo Layton no vacilará en poner a prueba a su ayudante cuando alguna situación le evoque uno de ellos; y a veces será Luke a quien se le ocurra alguno, al pasar por un determinado sitio o tocar ciertos objetos. Por tanto, las ocasiones de enfrentarse a un puzzle a lo largo de la partida -cuya larga duración está más que asegurada- son abundantísimas.


La interfaz del juego está muy bien desarrollada y es idónea para utilizar la táctil y el stylus de la DS con comodidad y rapidez, basándose en el sistema propio point n’click. La interactividad queda patente desde el momento en que podemos utilizar la pantalla inferior para marcar, dibujar, escribir e incluso hacer cálculos al margen, mientras que en la superior tendremos el mapa, una vista general de la parte del pueblo en la que nos encontramos, de la persona con la que hablamos o del enunciado del enigma cuando nos topemos ante uno de estos. Desde el vértice podemos acceder a la pantalla de opciones, donde disponemos del cuadro de misterios y un diario de las búsquedas por completar, un listado de los puzzles ya resueltos (con la posibilidad de volver a realizarlos, si se los queremos enseñar a un amigo por ejemplo), los marcadores de tiempo, de enigmas encontrados y resueltos, de picarats y monedas recolectadas, etc. y algunas divertidas tareas extra que acompañan la aventura y comprenden un curioso inventario de objetos (las secciones de chismes, la habitación del hotel y el rompecabezas del cuadro).


Ya sabemos que las limitaciones gráficas de la NDS son importantes en no pocos títulos; sin embargo en el Layton no se hacen notar, contando con bonitas pantallas de juego que se ven salpicadas de escenas de video con una inconfundible estética de dibujo animado al alcanzar determinadas situaciones de la partida o al iniciar un nuevo capítulo de los varios en que está estructurada la aventura. Y si el aspecto visual es más que satisfactorio, otro tanto se puede decir del sonido: las constantes melodías de fondo, aunque algo escasas, son pegadizas y nada molestas, mientras que las voces de los personajes -que se expresan en un correcto acento británico, como impone su caracterización- están francamente logradas. Eso sí, aunque impecablemente traducido al castellano (destacando por el uso de giros y expresiones coloquiales bien elegidas), no ha sido doblado a nuestro idioma. En realidad, este aspecto es innecesario, pues no son muchas las ocasiones en que los personajes se pronuncian (más allá del I think I’ve got it, o Another puzzle solved, entre otros, que dejan escapar cuando damos con la solución de un enigma). Más relevante me parece el buen trabajo efectuado con la traducción, teniendo en cuenta la importancia de que los enunciados de los puzzles estén bien expuestos para no dar lugar a confusiones en su realización.

El alma del juego, sin lugar a dudas, son sus puzzles. Más de 130 acertijos por resolver que nos llevarán muchas horas de entretenimiento. De distinta y creciente dificultad, ésta viene medida por los picarats, un indicador de avance en el desarrollo de la partida, que nos irá desbloqueando sucesivos escenarios. Errar un puzzle no tendrá consecuencias graves, pero rebajará el número de picarats a conseguir con su resolución. Así, podemos probar cuantas veces consideremos necesario, pero pensárselo un poco antes de dar la solución es imperativo. No obstante, habrá ocasiones en que un problema concreto se nos resista especialmente. En ese caso, podemos recurrir a las pistas (hasta 3) que pagaremos con las monedas dispersas por el pueblo esperando ser recogidas. Si pese a todo no damos con una respuesta válida, siempre podremos dejarlo para después y volver sobre el escollo en cuestión en otro momento en que nos sintamos más inspirados.


En todo caso, hay que aclarar que los puzzles por los que forzosamente hemos de pasar para concluir la aventura con éxito no supondrán un quebradero de cabeza excesivo, quedando reservada la dificultad más alta para los de resolución opcional. En todo momento es cuestión de aplicar un poco de sentido común, que muchas veces se basa en leer atentamente el enunciado, pues la solución a menudo es más simple de lo que parece. Realmente, en raras ocasiones aparecerán enigmas que requieran del planteamiento de complicadas ecuaciones u operaciones matemáticas, no digamos ya del uso de calculadora. Pero no todo es pan comido: será necesario más de una vez, eso sí, tirar de lápiz y papel para estudiar atentamente las posibles soluciones de un problema antes de lanzarse a dar una respuesta apresurada o al azar. Que los alérgicos a los números no se espanten: aquí no cabe la excusa de “es que yo soy más de letras”, pues ninguno de los acertijos está fuera del alcance de cualquiera que se moleste en darle un poquito a la materia gris. Además, la variedad de puzzles justifica este extremo: no sólo los hay matemáticos, sino también de visión espacial, de lógica deductiva, adivinanzas, meros rompecabezas y pasatiempos, etc. La única pega que se les pueden poner es que a menudo no están muy conectados con la historia, algo comprensible por otra parte, al ser tan numerosos.


El argumento que une este salto entre puzzles es interesante y engancha con facilidad. El atractivo apartado gráfico y la complejidad progresiva de la trama, con numerosos encargos por de resolver, nos empuja a seguir avanzando en la historia, sencilla pero efectiva. Además, cuenta con un punto de humor muy cuidado, originado la mayoría de las veces por los diálogos que mantenemos con los pueblerinos y sus reacciones, o por el contraste entre la prudencia de Layton y la impetuosidad de su aprendiz. Un tutorial, integrado desde la entrada a Saint Mystère, nos orienta sin casi darnos cuenta en todos los aspectos de manejo del juego, haciendo que no sea necesario ni siquiera consultar el libreto de instrucciones. Como punto negativo -o, digamos mejor, menos positivo, pues es difícil sacarle defectos a este título- está el inconveniente de que a veces los puzzles interrumpen o pausan demasiado la dinámica de la aventura en si misma, sobre todo cuando requieren que se les dedique largo rato. Por otro lado, la jugabilidad del cartucho queda comprometida cuando hemos resuelto todos sus acertijos, detalle que se subsana en parte gracias a las descargas semanales gratuitas de nuevos puzzles que, a través de la conexión wi-fi de nuestra consola y la página DSiware, pone Nintendo a nuestra disposición.

Entiendo que mucha gente establecerá una comparación casi inmediata entre el juego que nos ocupa y el aburrido (a mi me lo parece) Brain Training. No podemos negar que el fundamento de ambos es similar: poner a prueba tus capacidades y ejercitar la actividad pensante. Pero no os confundáis; no tienen mucho que ver el uno con el otro. Principalmente, porque el famoso programa para medir la edad de nuestro cerebro del Dr. Kawashima carece por completo de la faceta lúdica del Profesor Layton (que, por cierto, también tiene en Akira Tago a su propio gurú) y de un aspecto externo con entidad propia que invite a verlo, por encima de cualquier otra consideración, como un producto de entretenimiento.


'El Profesor Layton y la villa misteriosa' es un juego diferente a lo que estamos acostumbrados a ver, que encantará a los amantes de los puzzles tanto como a los que gusten de una aventura con desafíos (también sirve para darnos cuenta de lo olvidadas que tenemos hasta nuestras nociones de la aritmética básica de primaria, entre otras cosas). Una original mezcla de géneros, que aprovecha bien los recursos de la consola y de la que en Septiembre, según lo anunciado, dispondremos de su segunda parte: El Profesor Layton y la Caja de Pandora. Pero yo sólo llevo unos 50 acertijos resueltos de esta primera entrega, así que aún me queda para rato...

2 comentarios:

Beldz dijo...

A mí es un juego que también me gusta mucho. Tampoco lo tengo terminado, pero por lo que he jugado hasta el momento... me parece uno de los mejores juegos de DS que he probado.

Nickrar dijo...

Yo casi lo compré, pero no estuve seguro. Al menos, nos espera una avalancha de secuelas. La segunda trilogía ya está en preparación...
¡Saludos!

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