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sábado, 7 de mayo de 2016

Guido el Negro: Destino de Sangre


Intento retomar la actividad bloguera y me gustaría hacerlo con un cómic al que llevaba largo tiempo esperando y que por fin vio la luz cuando ya parecía abocado al olvido. Me refiero a Guido el Negro, con dibujo y guión de Pedro Camello, del que ya tuvimos la ocasión de disfrutar de un estupendo tomo donde se recopilaban pequeñas historietas que nos permitían ir conociendo a su antihéroe enmascarado. Con El Rey del Bosque descubrimos así en su día a un personaje que ha acompañado al autor desde hace muchos años, aunque por designios del azar y un serie de fatalidades (como él mismo nos aclara en el prólogo del presente volumen) hayamos tardado tanto en verle asomarse de nuevo por las librerías. Por gracia de Aleta Ediciones la maldición tocó a su fin y ahora podemos celebrar su regreso en una aventura completa de 64 páginas.

Eran muchas mis ganas de volver a leer a Guido y —como éste le espeta a Erika, su compañera a lo largo de la actual historia— ha sido agradable encontrarle después de tanto tiempo. Pedro Camello conoce de mi insistencia para que este nuevo episodio saliera adelante, al margen de los escollos que han acontecido en su publicación. A la vista del resultado, la espera y toda esa serie de inexplicables problemas han valido la pena. Y es que Guido es un personaje con mucho carisma que merecía una segunda oportunidad para que los lectores pudiéramos profundizar en sus avatares, quizá más heroicos y trascendentes de lo que el propio aludido desearía asumir voluntariamente.


Como introducción, el autor reescribe el relato corto con el que ponía un punto y aparte en el título coeditado entre Aleta y Dibbuks en 2006 para refrescar nuestra memoria en cuanto a la situación en la que dejamos al hosco vagabundo de los bosques. De esta manera adapta y matiza además algunos puntos antes de abordar Destino de Sangre, la aventura que da título a esta segunda entrega de una extensión más larga que las anteriores.

Tal y como recordarán los lectores de la primera versión (aunque aclaro que no es imprescindible haber pasado por aquella para acercarse a esta nueva, pues para eso ya contamos con su reboot al comienzo), el argumento gira en torno a la mítica lanza del destino (la misma con la que Longinos atravesó el costado de Cristo) empuñada, según la leyenda, por grandes líderes de la historia antigua como Constantino el Grande, Carlomagno o Federico Barbarroja, y ansiada por posteriores caudillos de todas las épocas desde Napoleón a Hitler. De hecho, Camello apunta que la trama de este tebeo se inspira libremente en una novela de ficción histórica basada en dicho objeto fabuloso.


Casualidades o no, el destino pone por medio a Guido y a la sensual irlandesa Erika en el devenir de esta lanza como momentáneos portadores y custodios de la misma, aunque en su faceta de rateros y buscavidas en realidad sólo pretendan extraer un beneficio inmediato cuando la sustraen, así como quien no quiere la cosa, del castillo del conde Abbon. Pero hay otros interesados en hacerse con esta poderosa arma de gran importancia, como el artero y tenebroso nigromante Klingsor, también conocido como Landulfo de Cápua (igualmente de inspiración verídica), la sanguinaria bruja Bellona o los componentes de una organización secreta que se hacen llamar a sí mismos La Rama Dorada. Unos y otros se enfrentan por su posesión, que puede tener una repercusión fundamental en el devenir de los tiempos y el futuro de toda la humanidad.


Por más que Guido guste de perderse en los bosques y olvidarse del mundo, al final las circunstancias le hacen ser objeto de una persecución que confluirá en un choque directo de las partes, en una de esas escenas bélicas que tan bien se le dan al dibujante cacereño: un todos contra todos donde chocan las armaduras, vuelan las flechas y se cruzan las espadas, con magia y muertos vivientes de por medio. ¿Estará Guido destinado a ser el portador de la lanza y conductor de un renacida esperanza para todos los pueblos?


La historieta intercala elementos relacionados con la religión convenientemente hilados con tramas esotéricas y símbolos paganos, donde entra la magia para dar el toque fantástico a la vez que ofrecen su juego la ambición y las maquinaciones del poder en esa vieja Europa a caballo entre la mitología y la historia. Sobre Pedro Camello poco puedo añadir que no haya comentado ya en otras reseñas anteriores (ver los enlaces al pie de este artículo). Su dibujo caricaturesco encuentra aquí a un Guido que, sin salirse de su estilo, ha evolucionado si lo comparamos con el de El rey del bosque hacia un perfil más pulido. El cuidado por los elementos históricos, como la indumentaria guerrera y toda clase de detalles fielmente reflejados de la realidad, es una constante del autor, que —como ya he comentado en otras ocasiones— no renuncia a emparejar componentes reales con la ficción y la fantasía. Y de esta forma, aunque desubique piezas del entorno al que pertenecen (por poner un ejemplo, los berserkers que hacen de secuaces y guardaespaldas de Klingsor) nos ofrece una buena mezcla que enriquece el conjunto.


El desarrollo de los personajes está tan logrado como de costumbre, tanto a nivel gráfico como argumental gracias además al apoyo de las siempre bienvenidas acotaciones finales y bocetos. Del mismo Guido cada vez vamos averiguando más aspectos, así como de la sensual y deslenguada Erika de Connaught, quien perfectamente podría protagonizar una aventura en solitario. No en vano, Pedro indica en las páginas de extras acerca de la irlandesa: «No me importaría hacer alguna historia en el futuro que tratara sólo de ella». ¡Ni a nosotros leerla... es más, estaríamos encantados, añadiría yo! Del sádico Landulfo ya he dejado caer el ingrediente que aporta su relación con la magia oscura, así como de la poderosa e inquietante Bellona, que comanda a sus siniestros guerreros hastiferii. Incluso los miembros de la organización secreta de La Rama Dorada cuentan con su propia historia: el búlgaro Valdar, el eunuco bizantino Néstor y el chambelán franco Worad.


La aventura en sí misma me resultó, sin embargo, incompleta por algo que ya le dije a su autor cuando tuve la ocasión de que dedicara mi ejemplar en la edición del Expocómic que coincidió con la publicación (podéis ver el genial dibujo junto a estas líneas). Y es que a pesar de su mayor longitud y de ser un álbum en cierto modo autoconclusivo, da la impresión de quedarse un poco a medias. O igual es el defecto propio de cuando un cómic te gusta hasta el punto de que se vuelve breve en su lectura. Tal vez por eso prefiero ver moverse a Guido en pequeñas historietas cortas, lo que en absoluto significa que me disguste este nuevo formato a lo álbum europeo (eso sí, de tamaño del tomo más reducido) ni que no esté deseando saber cómo continúa todo ahí donde lo deja Destino de Sangre...

Los problemas con el color en sus etapas previas (¡quién lo diría con los estupendos acabados que finalmente ha adquirido!) fueron el principal quebradero de cabeza para que la edición saliera a la venta. Pero, superados esos inconvenientes, la edición de Aleta que al final ha llegado a nuestras manos en un más que digno volumen en tapa dura, como el que se merecía el personaje, y sin duda recomiendo su lectura junto al anterior tomito de relatos cortos, que también fue relanzado hace unos cuantos meses.


Desearía que Guido el Negro tuviera continuidad y que la tardanza para que la actual entrega se publicase (casi tanta como mi imperdonable retraso en reseñarlo, dicho sea de paso) no hayan desanimado a Pedro Camello de seguir creando aventuras que se añadan al universo de su personaje más auténtico, sea en el formato que sea. Entretanto, confío en que tampoco dejen de aparecer nuevos títulos de su serie histórica medieval Cruz Negra en colaboración con Gol, de la que también en su momento se lanzó para Grapa un mini spin-off del personaje de Julián, que será seguramente lo siguiente de lo que hablemos del ilustrador extremeño en esta página. Más obras de Pedro Camello en Adalides:

- Treyes
- Guido el Negro: El Rey del Bosque
- Cruz Negra: La Frontera. Volumen I y II

Calificación:

2 comentarios:

Santiago Bobillo dijo...

Gran tebeo, desde luego. Ya hay ganas de ver la siguiente obra del autor, sea esta de Guido o de Cruz Negra. Estaré atento a tu reseña de Julián, que es otro comic que tiene tela.

Jolan dijo...

Hola Santiago. Ya sabes de mi debilidad por el trabajo de Pedro, y sin duda Julián también es digno de mención, ya lo creo! A ver si pronto vemos más cosas suyas en las librerías.
Saludos.

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