Rosinski – Van Hamme (2003)
Norma Editorial. Colección Pandora nº 100
Edición original: Le barbare
Norma Editorial. Colección Pandora nº 100
Edición original: Le barbare
Atención: este artículo puede revelar detalles sobre el argumento.
Sigamos adelante con una entrega más de Thorgal, que en esta ocasión comienza de un modo bastante inesperado en relación a la aventura anterior: nuestro héroe ha sido reducido al cautiverio y está a punto de ser vendido en una subasta de esclavos. Tras el estupor inicial, pronto empezamos a atar cabos. Para empezar no está solo, sino que le acompaña Tiago (uno de los hermanos del pueblo de las estrellas que le prestó su ayuda durante el último volumen), y ambos van a correr el destino de ser adquiridos por el intendente que sirve al gobernador del lugar. Igual suerte les depara a Aaricia, Jolan, Loba e Ileniya, recluidos en un harén adyacente. Y es que, al parecer, la familia y sus nuevos amigos —la pareja de hermanos originarios del mundo de procedencia de Thorgal— no pudo soportar la larga travesía por el desierto y antes de alcanzar la costa para regresar a Northland, medio muertos de sed y cansancio, acabaron bajo las cadenas de un caravanero.
A este álbum, de indudable evocación latina, como se puede comprobar en cuanto observamos al poco de unas páginas el escenario donde tiene lugar, le caracteriza la enésima caída en desgracia de sus protagonistas. Apenas vendidos, Thorgal y Tiago tendrán que ingeniárselas para salvar el pellejo en una cruel cacería de la que ellos mismos son la presa, junto a otros míseros esclavos, para divertimento de la joven nobleza local. Pero el filántropo vikingo, una vez más, consigue darle la vuelta a la situación en su favor y obtener la libertad, ofreciéndose como maestro arquero del gobernador a cambio de que éste le permita reunirse con su mujer e hijos. A pesar de su condición de liberto, Aaricia, los niños e Ileniya no gozan del mismo estatus, por lo que el grupo se ve atado al palacio en esta lejana provincia de un Imperio para ellos desconocido, mientras sufren toda clase de iniquidades a cargo sobre todo de Heraclio, el sádico hijo del gobernante.
Las posibilidades de huída se reducen todavía más cuando, percatándose de su pericia con el arco, el advenedizo mandatario dispone de Thorgal para formar parte de la competición quinquenal entre las diez provincias, ofreciendo a los suyos como rehenes del emperador; de modo que si desea volver a verles con vida se verá obligado a ganar, y encima formando pareja con Heraclio por si fuera poca desdicha. El infortunio se cierne otra vez sobre la familia y sólo al ponerse a prueba nuevamente las habilidades extraordinarias de Thorgal podrán solucionar este revés que les aleja de la anhelada felicidad.
Hasta aquí el resumen de un tomo que, visto con cierta perspectiva, contiene evidentes reminiscencias a Los arqueros, empezando ya por su portada. Sin embargo, a pesar de este enfoque donde la misma cubierta homenajea en primer plano a Thorgal (y que se ha convertido en una de las imágenes identificativas de la serie), se trata de una aventura donde casi toda su prole tiene la oportunidad de lucirse, con Jolan y Loba recurriendo a sus talentos innatos para solventar más de un percance. Además, muy a diferencia de ese tomo 9 de la colección, la actual historieta desprende un tono marcadamente más desalentador. No porque el guión en sí de este número no esté a la misma altura (que también, aunque me parece que se trata de un buen álbum donde Jean Van Hamme logra un ambiente muy disfrutable), sino porque carece de la alegría de fondo que impregnaba aquella lejana aventura, fresca y casi apacible.
Es verdad que también aquí vemos manejarse a Thorgal durante el torneo a las mil maravillas y volvemos a admirarnos de sus proezas con el arco, en un certamen donde hay mucho más en juego que el puñado de monedas al que aspiraba junto a Tjall y Pie-de-Árbol tanto tiempo atrás. De hecho, durante un buen montón de viñetas Rosinski nos hace revivir esos momentos inolvidables, con una composición de página siguiendo la trayectoria de cada andanada de flechas que constituye uno de los puntos fuertes a nivel gráfico del tomo. Pero han cambiado tantas cosas desde entonces, han tenido lugar tantas penurias en la serie y el desenlace es tan diferente en este caso, que los lectores que hemos ido envejeciendo con Thorgal no podemos evitar caer un poco en la misma pesadumbre que aflige a estas alturas al guerrero protagonista.
En ese mismo sentido, el título que luce esta entrega no es en absoluto gratuito: El bárbaro. Así es como se dirigen a Thorgal durante toda la historieta quienes le han perdonado la vida y como él mismo se siente frente a los que esta vez privan de libertad al clan Aegirsson. No podemos olvidar que para Roma todos aquellos pueblos más allá de los límites de su imperio, especialmente en sus fronteras oriental y septentrional, eran considerados precisamente eso; bárbaros (no de un modo explícito como algo negativo, sino más bien en el de su condición ajena a la civilización imperante). El esclavismo era común en la época, y así vemos que tanto Tiago como su hermana Ileniya sufren la peor de las fatalidades a las que podían ser sometidos quienes acababan sus días como carne de comercio entre los poderosos (probablemente también porque Van Hamme no sabría cómo encajar en la futura línea argumental a dos personajes intrusos ya al mundo en el que se desarrollan las aventuras de Thorgal).
Y sí, en efecto, si la escenificación gráfica ya nos daba pistas de que la obra se movía otra vez por ambientes mediterráneos conocidos, ahora ya nos queda del todo claro que los autores han trasladado a Thorgal a un tiempo y una región muy próximos a lo que sería el Imperio Romano de Oriente. No en vano, aunque de forma no oficial, el grueso de esta sucesión de álbumes se ha venido a denominar como ciclo bizantino. A pesar de que este número comienza hablando de forma muy imprecisa de una supuesta provincia de Poniente, la cual queda lejos de la corte, con la posterior mención a territorios como Dacia, Tracia o Ponto se terminan de despejar las dudas. Un conjunto de circunscripciones bajo mandato de un príncipe emperador, cuyos pares y tropas regulares lucen una inconfundible indumentaria romanotardía. No debe preocuparnos, en cualquier caso, la asincronía temporal que acusa nuevamente la serie (vikingos, aztecas y, ahora, romanos): el tono histórico, como ya sabemos, es sólo uno de los ingredientes que caracteriza a la longeva cabecera de Le Lombard, su editora desde siempre. Después de todo, el Príncipe Valiente de Foster, del que ya hemos repetido mil veces que Thorgal se imbuye, también lo hacía... y ahí le tenemos, como un referente mundial del cómic.
La colección se encuentra ya más cerca de su gran cambio, o de un estadio 2.0 si se prefiere ver así, en un giro que no a todo el mundo convence, pero que supone que Thorgal siga en pie en la actualidad, con grandes tiradas y vendiendo decenas de miles de ejemplares (me refiero naturalmente a su mercado francófono de origen, aunque en nuestro país, pese a que el éxito es muchísimo más discreto, participamos afortunadamente de la buena salud de la serie). Como ya dije, hace varios números que ésta se halla inmersa en un concepto más orientado al gran público, lejos de geniales etapas anteriores pero conservando —en mi humilde opinión— su espirítu original. Al fin y al cabo, por muy manido que nos resulte, el mismo Thorgal sintetiza muy bien su trayectoria editorial en una única frase lapidaria de este álbum, con su mirada perdida en el horizonte crepuscular: «Vengo de lejos. Demasiado lejos. Con los míos he recorrido tierras conocidas y desconocidas a la búsqueda de un sueño de libertad. Y sólo he encontrado miseria, odio y tiranía, como si el hombre hubiera estado siempre maldito por los dioses que le crearon.» Poco tengo que añadir a eso, mi buen Thorgal...
Hay un guiño en este número que nos descubre la web oficial de Thorgal y que con seguridad gustará a los amantes de una BD clásica como lo es Blake y Mortimer, la creación de Edgar P. Jacobs. En La maldición de los treinta denarios, 19º tomo de la colección, guionizado casualmente también por Van Hamme, la misteriosa isla que busca Mortimer se llama Syrenios. Y la isla donde transcurre la aludida competición atlética de El bárbaro, mira tú por donde, resulta que es Syrenia.
El bárbaro concluye con una escena que, de habernos pillado en la actual espera con la que nos está haciendo sufrir Norma para la salida del siguiente tomo, estaríamos sin duda bajo un alto estado de nervios. ¿Qué pasará a continuación..? No pierdan detalle, que sólo el título del próximo volumen ya es para sujetarse: Kriss de Valnor.
Y mientras tanto, en España... Pues no se puede decir que no haya novedades thorgalianas por aquí, ya que por más que el volumen nº 34, Kah-Aniel, se esté haciendo de rogar (su publicación está prevista para el primer semestre de 2015), hemos ido recibiendo nuevas entregas del spin-off de la susodicha Kriss (el cuarto número, Alianzas, se acaba de poner a la venta este mismo mes). Asimismo, Norma nos ha sorprendido hace poco con la aparición de la primera entrega de Loba, por título Raïssa. De tal manera que cabe esperar que la única serie pendiente de Los Mundos de Thorgal, la dedicada a su juventud, no tardará en ver la luz en español, aunque habrá que aguardar a la confirmación oficial de la propia editorial. El año entrante nos tiene reservada además una exposición exclusiva consagrada a Thorgal y a sus autores en el CBBD de Bruselas... pero de eso y otras cuestiones venideras ya hablaremos más adelante.
A este álbum, de indudable evocación latina, como se puede comprobar en cuanto observamos al poco de unas páginas el escenario donde tiene lugar, le caracteriza la enésima caída en desgracia de sus protagonistas. Apenas vendidos, Thorgal y Tiago tendrán que ingeniárselas para salvar el pellejo en una cruel cacería de la que ellos mismos son la presa, junto a otros míseros esclavos, para divertimento de la joven nobleza local. Pero el filántropo vikingo, una vez más, consigue darle la vuelta a la situación en su favor y obtener la libertad, ofreciéndose como maestro arquero del gobernador a cambio de que éste le permita reunirse con su mujer e hijos. A pesar de su condición de liberto, Aaricia, los niños e Ileniya no gozan del mismo estatus, por lo que el grupo se ve atado al palacio en esta lejana provincia de un Imperio para ellos desconocido, mientras sufren toda clase de iniquidades a cargo sobre todo de Heraclio, el sádico hijo del gobernante.
Las posibilidades de huída se reducen todavía más cuando, percatándose de su pericia con el arco, el advenedizo mandatario dispone de Thorgal para formar parte de la competición quinquenal entre las diez provincias, ofreciendo a los suyos como rehenes del emperador; de modo que si desea volver a verles con vida se verá obligado a ganar, y encima formando pareja con Heraclio por si fuera poca desdicha. El infortunio se cierne otra vez sobre la familia y sólo al ponerse a prueba nuevamente las habilidades extraordinarias de Thorgal podrán solucionar este revés que les aleja de la anhelada felicidad.
Hasta aquí el resumen de un tomo que, visto con cierta perspectiva, contiene evidentes reminiscencias a Los arqueros, empezando ya por su portada. Sin embargo, a pesar de este enfoque donde la misma cubierta homenajea en primer plano a Thorgal (y que se ha convertido en una de las imágenes identificativas de la serie), se trata de una aventura donde casi toda su prole tiene la oportunidad de lucirse, con Jolan y Loba recurriendo a sus talentos innatos para solventar más de un percance. Además, muy a diferencia de ese tomo 9 de la colección, la actual historieta desprende un tono marcadamente más desalentador. No porque el guión en sí de este número no esté a la misma altura (que también, aunque me parece que se trata de un buen álbum donde Jean Van Hamme logra un ambiente muy disfrutable), sino porque carece de la alegría de fondo que impregnaba aquella lejana aventura, fresca y casi apacible.
Es verdad que también aquí vemos manejarse a Thorgal durante el torneo a las mil maravillas y volvemos a admirarnos de sus proezas con el arco, en un certamen donde hay mucho más en juego que el puñado de monedas al que aspiraba junto a Tjall y Pie-de-Árbol tanto tiempo atrás. De hecho, durante un buen montón de viñetas Rosinski nos hace revivir esos momentos inolvidables, con una composición de página siguiendo la trayectoria de cada andanada de flechas que constituye uno de los puntos fuertes a nivel gráfico del tomo. Pero han cambiado tantas cosas desde entonces, han tenido lugar tantas penurias en la serie y el desenlace es tan diferente en este caso, que los lectores que hemos ido envejeciendo con Thorgal no podemos evitar caer un poco en la misma pesadumbre que aflige a estas alturas al guerrero protagonista.
En ese mismo sentido, el título que luce esta entrega no es en absoluto gratuito: El bárbaro. Así es como se dirigen a Thorgal durante toda la historieta quienes le han perdonado la vida y como él mismo se siente frente a los que esta vez privan de libertad al clan Aegirsson. No podemos olvidar que para Roma todos aquellos pueblos más allá de los límites de su imperio, especialmente en sus fronteras oriental y septentrional, eran considerados precisamente eso; bárbaros (no de un modo explícito como algo negativo, sino más bien en el de su condición ajena a la civilización imperante). El esclavismo era común en la época, y así vemos que tanto Tiago como su hermana Ileniya sufren la peor de las fatalidades a las que podían ser sometidos quienes acababan sus días como carne de comercio entre los poderosos (probablemente también porque Van Hamme no sabría cómo encajar en la futura línea argumental a dos personajes intrusos ya al mundo en el que se desarrollan las aventuras de Thorgal).
Y sí, en efecto, si la escenificación gráfica ya nos daba pistas de que la obra se movía otra vez por ambientes mediterráneos conocidos, ahora ya nos queda del todo claro que los autores han trasladado a Thorgal a un tiempo y una región muy próximos a lo que sería el Imperio Romano de Oriente. No en vano, aunque de forma no oficial, el grueso de esta sucesión de álbumes se ha venido a denominar como ciclo bizantino. A pesar de que este número comienza hablando de forma muy imprecisa de una supuesta provincia de Poniente, la cual queda lejos de la corte, con la posterior mención a territorios como Dacia, Tracia o Ponto se terminan de despejar las dudas. Un conjunto de circunscripciones bajo mandato de un príncipe emperador, cuyos pares y tropas regulares lucen una inconfundible indumentaria romanotardía. No debe preocuparnos, en cualquier caso, la asincronía temporal que acusa nuevamente la serie (vikingos, aztecas y, ahora, romanos): el tono histórico, como ya sabemos, es sólo uno de los ingredientes que caracteriza a la longeva cabecera de Le Lombard, su editora desde siempre. Después de todo, el Príncipe Valiente de Foster, del que ya hemos repetido mil veces que Thorgal se imbuye, también lo hacía... y ahí le tenemos, como un referente mundial del cómic.
La colección se encuentra ya más cerca de su gran cambio, o de un estadio 2.0 si se prefiere ver así, en un giro que no a todo el mundo convence, pero que supone que Thorgal siga en pie en la actualidad, con grandes tiradas y vendiendo decenas de miles de ejemplares (me refiero naturalmente a su mercado francófono de origen, aunque en nuestro país, pese a que el éxito es muchísimo más discreto, participamos afortunadamente de la buena salud de la serie). Como ya dije, hace varios números que ésta se halla inmersa en un concepto más orientado al gran público, lejos de geniales etapas anteriores pero conservando —en mi humilde opinión— su espirítu original. Al fin y al cabo, por muy manido que nos resulte, el mismo Thorgal sintetiza muy bien su trayectoria editorial en una única frase lapidaria de este álbum, con su mirada perdida en el horizonte crepuscular: «Vengo de lejos. Demasiado lejos. Con los míos he recorrido tierras conocidas y desconocidas a la búsqueda de un sueño de libertad. Y sólo he encontrado miseria, odio y tiranía, como si el hombre hubiera estado siempre maldito por los dioses que le crearon.» Poco tengo que añadir a eso, mi buen Thorgal...
Hay un guiño en este número que nos descubre la web oficial de Thorgal y que con seguridad gustará a los amantes de una BD clásica como lo es Blake y Mortimer, la creación de Edgar P. Jacobs. En La maldición de los treinta denarios, 19º tomo de la colección, guionizado casualmente también por Van Hamme, la misteriosa isla que busca Mortimer se llama Syrenios. Y la isla donde transcurre la aludida competición atlética de El bárbaro, mira tú por donde, resulta que es Syrenia.
El bárbaro concluye con una escena que, de habernos pillado en la actual espera con la que nos está haciendo sufrir Norma para la salida del siguiente tomo, estaríamos sin duda bajo un alto estado de nervios. ¿Qué pasará a continuación..? No pierdan detalle, que sólo el título del próximo volumen ya es para sujetarse: Kriss de Valnor.
Y mientras tanto, en España... Pues no se puede decir que no haya novedades thorgalianas por aquí, ya que por más que el volumen nº 34, Kah-Aniel, se esté haciendo de rogar (su publicación está prevista para el primer semestre de 2015), hemos ido recibiendo nuevas entregas del spin-off de la susodicha Kriss (el cuarto número, Alianzas, se acaba de poner a la venta este mismo mes). Asimismo, Norma nos ha sorprendido hace poco con la aparición de la primera entrega de Loba, por título Raïssa. De tal manera que cabe esperar que la única serie pendiente de Los Mundos de Thorgal, la dedicada a su juventud, no tardará en ver la luz en español, aunque habrá que aguardar a la confirmación oficial de la propia editorial. El año entrante nos tiene reservada además una exposición exclusiva consagrada a Thorgal y a sus autores en el CBBD de Bruselas... pero de eso y otras cuestiones venideras ya hablaremos más adelante.
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