Listo para iniciar la nueva estación, aprovecho este artículo de la rentrée del blog como pequeño cuaderno de ruta de mis vacaciones recién pasadas. Soy de los que cuando salen de viaje tiene por costumbre llevar una guía del destino en cuestión bajo el brazo; no con la intención de planificarlo hasta el mínimo detalle (en vacaciones hay que dar manga ancha a aquello que vaya surgiendo según apetezca), sino para tener una idea de lo que me voy a encontrar y apuntar aquello que más me interesará visitar cuando llegue. Y además, como aficionado al cómic, siempre que puedo relacionar alguna lectura con el lugar de destino antes de preparar las maletas, intento hacerlo para tener otra referencia gráfica más del recorrido y porque me encanta comprobar hasta qué punto una obra está inspirada en el lugar que se refleja en sus páginas.
Pues bien, como habréis visto por el título de la entrada, el sitio elegido este verano para olvidarnos un poco de los agobios de la urbe ha sido Córcega, la bien llamada por los franceses Isla de la Belleza (L'ile de la Beauté). Así que era inevitable acordarse del galo más famoso en el mundo de las viñetas antes de partir de viaje, considerando que los geniales Goscinny y Uderzo le dedicaron todo un álbum a las aventuras de su pequeño héroe en esta hermosa isla del Mediterráneo, enclavada a medio camino de la Costa Azul francesa y de la Toscana italiana.
En Astérix en Córcega, la aldea gala se afana por organizar los festejos que conmemoran la victoria de la batalla de Gergovia, motivo por el cual son invitados los clanes a los que han conocido en sus anteriores travesías; personajes inolvidables de otros tomos como El escudo Arverno, Astérix en Bretaña, Astérix en Helvecia o Astérix en Hispania, entre otros. Para amenizar la velada, Astérix y Obélix deciden preparar un ataque sorpresa a uno de los campamentos romanos que cercan la aldea, de modo que sus amigos puedan entretenerse soltando porrazos y poniendo en práctica los efectos de la poción mágica. Sin embargo, aletardos de las intenciones de los irreductibles galos, las guarniciones romanas salen de maniobras y dejan vacíos sus respectivos fortines; salvo en Pastelalrhum, donde se ven obligados a permanecer custodiando a un rebelde corso que ha de ser conducido a Roma.
Tras la paliza pertinente a los legionarios y el centurión del campamento, los galos se llevan a su aldea a este prisionero de nombre casi impronunciable. Allí les contará que procede de Córcega, también bajo dominio romano en su mayor parte, si bien su obstinado pueblo ofrece una resistencia similar a la nuestros héroes de Armórica. Pero necesita ayuda para regresar a su tierra natal y poner veto a los abusos del pretor Sudalagordus que gobierna desde Aleria, llenando sus almacenes con lo que roba a los corsos sometidos para luego enviar estos suministros a César. Naturalmente Astérix, Obélix e Idefix en seguida se ofrecen voluntarios para acompañarle y conocer de primera mano la isla hacia la que se embarcarán desde el puerto de Massilia. Si los romanos están locos, no tardarán en descubrir que los corsos no se quedan muy atrás, a la vista de su curiosa actitud y extrañas costumbres.
La aventura de Astérix en Córcega no es probablemente el mejor álbum de la colección. No obstante, el irrepetible Goscinny expresa como siempre, con el enorme y ácido sentido del humor que le caracteriza, cantidad de situaciones plagadas de detalles paródicos y de tópicos llevados al extremo, sin dejar de guardar un afectuoso y honesto sentido del respeto hacia el objeto de sus chistes, que ya previene en el inusual prólogo de este número. Puesto que, como él mismo dice, ¡los corsos son ante todo susceptibles!
Córcega es un destino vacacional estupendo, nada masificado, exuberante de vegetación y montañas, con un litoral libre de los atropellos urbanísticos propios de nuestras costas gracias al buen criterio de sus habitantes, donde podréis dar fe de las muchas simpáticas alusiones del guionista francés. Sus lugares y gentes son todo lo que dice el autor de Astérix; algo secos y recelosos de los forasteros que llegan a su isla, pero nobles y de buen fondo. Además de que la gastronomía es excelente, los senderistas avezados hallarán una ruta única - el GR20- donde desgastar sus botas, mientras los más relajados pueden solazarse es las buenas playas de agua color esmeralda que posee, rodeadas de luminosos parajes naturales y de pequeñas joyas arquitectónicas escondidas entre sus valles, testigo de los sucesivos ocupantes a lo largo de los siglos.
Las analogías entre la Córcega contemporánea y la visitada por Astérix son claras, pero aunque el lector no llegue a establecerlas el álbum no es menos disfrutable por ello. Al abrirlo nos encontramos con un mapa de la isla de Córcega jalonado de campamentos romanos en todo su perímetro. Aunque ficticios (a excepción de enclaves como Aleria -capital corsa de la antigüedad- o Mariana, asentamientos reales de Roma), estos bien podrían compararse a las nada menos que 67 torres de vigilancia costeras construidas durante el periodo de gobierno genovés, de las que buena parte aún hoy se alzan en pie, a lo largo y ancho de la isla, desde el mismo Cap Corse (la península alargada al noreste) hasta los estrechos de Bonifacio al sur. Córcega no es muy grande, pero su orografía es compleja: casi 2/3 de la isla constituyen un parque regional protegido, con cumbres que alcanzan hasta los 2.700m. La caminata tanto de Astérix y sus compañeros como de los legionarios que los persiguen por los arbolados pasos de montaña pueden interpretarse como un fiel reflejo de lo sinuosas y complicadas que todavía en la actualidad son estas vías secundarias y sus carreteras.
Por supuesto, el peculiarísimo nombre del exiliado corso no es casual, sino que responde al estribillo de una de las tonadas más populares del cantante corso Tino Rossi: «Oh, Catarineta bella, txi, txi...» El mismo Astérix en un momento dado confunde su nombre con el de otro de los temas del cantante («Marinella»), autor con el que los lugareños han bautizado calles y demás emplazamientos, como por ejemplo una parte del atracadero y puerto de recreo de Ajaccio, la actual capital, que cuenta con su Quai Tino Rossi.
Tampoco podían faltar menciones al hijo predilecto de la isla, ya que Córcega es la tierra de origen de Napoleón Bonaparte, nacido en Ajaccio en 1769. Por todas partes hay memoriales en honor del emperador francés, de quien los corsos sienten verdadero orgullo (en cierto momento en el cómic, el exiliado Ocatarinetabellachitchix espeta al pretor romano que sólo admitirían ser doblegados por alguien que también fuera corso, en una clara referencia al celebérrimo personaje). Las formas y poses mismas del líder rebelde corso recuerdan mucho a las vistas en retratos y pinturas sobre Napoleón, e incluso el famoso gag ante el asalto de Aleria - que en español se pierde por efecto de la traducción (se sustituye por el juego de palabras de la patente de 'corso' legal)- alude a la gran victoria de las tropas napoleónicas en Austerlitz. Sin duda, una de las visitas obligadas del turista que pase por Ajaccio es la Maison Bonaparte, donde se explica la historia de la familia y la de su más destacado miembro, con multitud de objetos personales de éste.
Profundizando en la cuestión de las tradiciones corsas más arraigadas, hay constantes guiños al relajado ritmo vital de sus habitantes, que no perdonan una buena siesta tras una comida copiosa, y a quienes los quehaceres cotidianos no agobian precisamente. Si bien es verdad que los corsos en su tierra se toman las cosas con cierta pachorra (especialmente en el sector servicios) y que en ese sentido tienen un carácter más mediterráneo que el del francés continental medio, no cabe duda que Goscinny y Uderzo exprimen a fondo este aspecto con expresiones y gestos como uno de los principales recursos humorísticos del álbum. No hay que olvidar tampoco las insinuaciones que se hacen al segundo plano de la mujer en la sociedad corsa, a la que se respeta enormemente como principal figura de la familia pero sobre quien se ejerce también una excesiva sobreprotección; aspecto este que sólo gracias al progresivo abandono de las prácticas más conservadoras de los tiempos modernos empieza en teoría a dejarse de lado. Y, cómo no, también está el gracioso grupo de ancianos que comentan la jugada intercambiando chismorreos, fiel estampa del gusto corso entre las personas de mayor edad de sentarse a ver la vida pasar, sobre todo en los pueblos de la Córcega profunda, como Sartène.
Si antes hemos mencionado la comida, es inevitable insistir en la calidad de sus productos más típicos: quesos variados de penetrante aroma (hecho del que creo que pueden dar testimonio los que venían a mi lado tanto en el ferry como en el avión de regreso, debido al que me he traído para casa), de los que me gustó especialmente el brocciu, así como embutidos a base de cerdo salvaje que se cría en las tierras altas. Esta rica y fuerte charcutería (hay que hacerse sin excusa con uno de los reconocibles atadijos de lonzu, similar a nuestras barras de lomo), así como las terrines de sanglier (jabalí) y los dulces a base de castañas, cuyo árbol crece por doquier en la isla, son algunas de las delicias que no pueden faltar en ninguna mesa.
Las vendettas y rencillas familiares que se perpetúan sin solución entre las distintas facciones, tan abiertamente expuestas por dibujante y guionista en esta vigésima entrega de Astérix en un tono hilarante, fueron en realidad el medio al que los corsos se vieron abocados para resolver sus diferencias durante generaciones, fruto del desentendimiento de Génova a la hora de impartir la justicia local entre los autóctonos. Para ello no dudaban, como también puede verse en este tomo, en desenfundar al instante sus elaboradas navajas, propias de toda la región y un excelente souvenir (las hay realmente bonitas y puedes comprarlas desde unos 15€ hasta 350€ o más, en función de la calidad de las maderas de la empuñadura).
Por cierto, que los movimientos independentistas corsos que han dado más de un quebradero de cabeza al gobierno galo quedan igualmente retratados, aunque más de refilón por ser un tema peliagudo, en las páginas de este Astérix a través de las reuniones clandestinas entre lugareños, las citas a las urnas y ese sentimiento nacional que se encuentra en la unión de los distintos clanes del interior (es en Corte, capital histórica en el centro de la isla y foco principal de las reivindicaciones de autonomía, donde más intensas son estas manifestaciones) frente al invasor romano, remedo del que varios consideran el opresor francés.
Alguna que otra caricatura, habituales en los autores, se encuentra entre los personajes de este número, como la de Pierre Tchernia, artista francés y amigo personal de ambos, en la figura del centurión Gazpachoandalus. Siento curiosidad por ver cómo la nueva edición que está llevando a cabo Salvat en formato de lujo, que por fin hace justicia a esta obra maestra del cómic, corregirá determinados aspectos del álbum en lo referente a la traducción de aquellos pasajes con los que se tomaron anteriormente la libertad de modificarlos por completo, algo por otra parte excusable hasta cierto punto debido a la dificultad de trasladar su significado original de un modo coherente y comprensible para el lector a nuestra lengua.
Habría mucho más que contar de todo lo que podéis ver y hacer en Córcega que trasciende el alcance de este cómic, pero eso queda para el viajero interesado en desplazarse hasta este idílico rincón del mundo bañado por las aguas del Mediterráneo, el Tirreno y el Mar de Liguria. Otras excusiones que no debéis perderos si alguna vez visitáis la isla son las ciudadelas de Bonifacio y Bastia, las playas de Palombaggia y Santa Giulia, la bella iglesia románica de San Michele de Murato, el ocaso cayendo sobre las Islas Sanguinarias o los muchos pueblecitos marineros, casi siempre de toponimia italiana evocando los periodos bajo el control primero de Pisa y después de Génova, que lucen antiguas atalayas y románticos faros.
Conocer todos estos pormenores y curiosidades por medio de haberlos presenciado in situ, sin duda ayuda mucho a comprender mejor los detalles de este álbum de Astérix (que las librerías de las principales ciudades de la isla exhiben con satisfacción en sus escaparates) y a leerlo esbozando una sonrisa cómplice al reconocer tanto los lugares como usos comunes que has contemplado con tus propios ojos.
Pues bien, como habréis visto por el título de la entrada, el sitio elegido este verano para olvidarnos un poco de los agobios de la urbe ha sido Córcega, la bien llamada por los franceses Isla de la Belleza (L'ile de la Beauté). Así que era inevitable acordarse del galo más famoso en el mundo de las viñetas antes de partir de viaje, considerando que los geniales Goscinny y Uderzo le dedicaron todo un álbum a las aventuras de su pequeño héroe en esta hermosa isla del Mediterráneo, enclavada a medio camino de la Costa Azul francesa y de la Toscana italiana.
Vista de las Islas Sanguinarias, desde la Pointe de la Parata, en el golfo de Ajaccio
En Astérix en Córcega, la aldea gala se afana por organizar los festejos que conmemoran la victoria de la batalla de Gergovia, motivo por el cual son invitados los clanes a los que han conocido en sus anteriores travesías; personajes inolvidables de otros tomos como El escudo Arverno, Astérix en Bretaña, Astérix en Helvecia o Astérix en Hispania, entre otros. Para amenizar la velada, Astérix y Obélix deciden preparar un ataque sorpresa a uno de los campamentos romanos que cercan la aldea, de modo que sus amigos puedan entretenerse soltando porrazos y poniendo en práctica los efectos de la poción mágica. Sin embargo, aletardos de las intenciones de los irreductibles galos, las guarniciones romanas salen de maniobras y dejan vacíos sus respectivos fortines; salvo en Pastelalrhum, donde se ven obligados a permanecer custodiando a un rebelde corso que ha de ser conducido a Roma.
Tras la paliza pertinente a los legionarios y el centurión del campamento, los galos se llevan a su aldea a este prisionero de nombre casi impronunciable. Allí les contará que procede de Córcega, también bajo dominio romano en su mayor parte, si bien su obstinado pueblo ofrece una resistencia similar a la nuestros héroes de Armórica. Pero necesita ayuda para regresar a su tierra natal y poner veto a los abusos del pretor Sudalagordus que gobierna desde Aleria, llenando sus almacenes con lo que roba a los corsos sometidos para luego enviar estos suministros a César. Naturalmente Astérix, Obélix e Idefix en seguida se ofrecen voluntarios para acompañarle y conocer de primera mano la isla hacia la que se embarcarán desde el puerto de Massilia. Si los romanos están locos, no tardarán en descubrir que los corsos no se quedan muy atrás, a la vista de su curiosa actitud y extrañas costumbres.
La aventura de Astérix en Córcega no es probablemente el mejor álbum de la colección. No obstante, el irrepetible Goscinny expresa como siempre, con el enorme y ácido sentido del humor que le caracteriza, cantidad de situaciones plagadas de detalles paródicos y de tópicos llevados al extremo, sin dejar de guardar un afectuoso y honesto sentido del respeto hacia el objeto de sus chistes, que ya previene en el inusual prólogo de este número. Puesto que, como él mismo dice, ¡los corsos son ante todo susceptibles!
Córcega es un destino vacacional estupendo, nada masificado, exuberante de vegetación y montañas, con un litoral libre de los atropellos urbanísticos propios de nuestras costas gracias al buen criterio de sus habitantes, donde podréis dar fe de las muchas simpáticas alusiones del guionista francés. Sus lugares y gentes son todo lo que dice el autor de Astérix; algo secos y recelosos de los forasteros que llegan a su isla, pero nobles y de buen fondo. Además de que la gastronomía es excelente, los senderistas avezados hallarán una ruta única - el GR20- donde desgastar sus botas, mientras los más relajados pueden solazarse es las buenas playas de agua color esmeralda que posee, rodeadas de luminosos parajes naturales y de pequeñas joyas arquitectónicas escondidas entre sus valles, testigo de los sucesivos ocupantes a lo largo de los siglos.
Las analogías entre la Córcega contemporánea y la visitada por Astérix son claras, pero aunque el lector no llegue a establecerlas el álbum no es menos disfrutable por ello. Al abrirlo nos encontramos con un mapa de la isla de Córcega jalonado de campamentos romanos en todo su perímetro. Aunque ficticios (a excepción de enclaves como Aleria -capital corsa de la antigüedad- o Mariana, asentamientos reales de Roma), estos bien podrían compararse a las nada menos que 67 torres de vigilancia costeras construidas durante el periodo de gobierno genovés, de las que buena parte aún hoy se alzan en pie, a lo largo y ancho de la isla, desde el mismo Cap Corse (la península alargada al noreste) hasta los estrechos de Bonifacio al sur. Córcega no es muy grande, pero su orografía es compleja: casi 2/3 de la isla constituyen un parque regional protegido, con cumbres que alcanzan hasta los 2.700m. La caminata tanto de Astérix y sus compañeros como de los legionarios que los persiguen por los arbolados pasos de montaña pueden interpretarse como un fiel reflejo de lo sinuosas y complicadas que todavía en la actualidad son estas vías secundarias y sus carreteras.
Por supuesto, el peculiarísimo nombre del exiliado corso no es casual, sino que responde al estribillo de una de las tonadas más populares del cantante corso Tino Rossi: «Oh, Catarineta bella, txi, txi...» El mismo Astérix en un momento dado confunde su nombre con el de otro de los temas del cantante («Marinella»), autor con el que los lugareños han bautizado calles y demás emplazamientos, como por ejemplo una parte del atracadero y puerto de recreo de Ajaccio, la actual capital, que cuenta con su Quai Tino Rossi.
Tampoco podían faltar menciones al hijo predilecto de la isla, ya que Córcega es la tierra de origen de Napoleón Bonaparte, nacido en Ajaccio en 1769. Por todas partes hay memoriales en honor del emperador francés, de quien los corsos sienten verdadero orgullo (en cierto momento en el cómic, el exiliado Ocatarinetabellachitchix espeta al pretor romano que sólo admitirían ser doblegados por alguien que también fuera corso, en una clara referencia al celebérrimo personaje). Las formas y poses mismas del líder rebelde corso recuerdan mucho a las vistas en retratos y pinturas sobre Napoleón, e incluso el famoso gag ante el asalto de Aleria - que en español se pierde por efecto de la traducción (se sustituye por el juego de palabras de la patente de 'corso' legal)- alude a la gran victoria de las tropas napoleónicas en Austerlitz. Sin duda, una de las visitas obligadas del turista que pase por Ajaccio es la Maison Bonaparte, donde se explica la historia de la familia y la de su más destacado miembro, con multitud de objetos personales de éste.
Monumento a Napoleón en la Plaza Foch de Ajaccio
Profundizando en la cuestión de las tradiciones corsas más arraigadas, hay constantes guiños al relajado ritmo vital de sus habitantes, que no perdonan una buena siesta tras una comida copiosa, y a quienes los quehaceres cotidianos no agobian precisamente. Si bien es verdad que los corsos en su tierra se toman las cosas con cierta pachorra (especialmente en el sector servicios) y que en ese sentido tienen un carácter más mediterráneo que el del francés continental medio, no cabe duda que Goscinny y Uderzo exprimen a fondo este aspecto con expresiones y gestos como uno de los principales recursos humorísticos del álbum. No hay que olvidar tampoco las insinuaciones que se hacen al segundo plano de la mujer en la sociedad corsa, a la que se respeta enormemente como principal figura de la familia pero sobre quien se ejerce también una excesiva sobreprotección; aspecto este que sólo gracias al progresivo abandono de las prácticas más conservadoras de los tiempos modernos empieza en teoría a dejarse de lado. Y, cómo no, también está el gracioso grupo de ancianos que comentan la jugada intercambiando chismorreos, fiel estampa del gusto corso entre las personas de mayor edad de sentarse a ver la vida pasar, sobre todo en los pueblos de la Córcega profunda, como Sartène.
Si antes hemos mencionado la comida, es inevitable insistir en la calidad de sus productos más típicos: quesos variados de penetrante aroma (hecho del que creo que pueden dar testimonio los que venían a mi lado tanto en el ferry como en el avión de regreso, debido al que me he traído para casa), de los que me gustó especialmente el brocciu, así como embutidos a base de cerdo salvaje que se cría en las tierras altas. Esta rica y fuerte charcutería (hay que hacerse sin excusa con uno de los reconocibles atadijos de lonzu, similar a nuestras barras de lomo), así como las terrines de sanglier (jabalí) y los dulces a base de castañas, cuyo árbol crece por doquier en la isla, son algunas de las delicias que no pueden faltar en ninguna mesa.
Las vendettas y rencillas familiares que se perpetúan sin solución entre las distintas facciones, tan abiertamente expuestas por dibujante y guionista en esta vigésima entrega de Astérix en un tono hilarante, fueron en realidad el medio al que los corsos se vieron abocados para resolver sus diferencias durante generaciones, fruto del desentendimiento de Génova a la hora de impartir la justicia local entre los autóctonos. Para ello no dudaban, como también puede verse en este tomo, en desenfundar al instante sus elaboradas navajas, propias de toda la región y un excelente souvenir (las hay realmente bonitas y puedes comprarlas desde unos 15€ hasta 350€ o más, en función de la calidad de las maderas de la empuñadura).
Por cierto, que los movimientos independentistas corsos que han dado más de un quebradero de cabeza al gobierno galo quedan igualmente retratados, aunque más de refilón por ser un tema peliagudo, en las páginas de este Astérix a través de las reuniones clandestinas entre lugareños, las citas a las urnas y ese sentimiento nacional que se encuentra en la unión de los distintos clanes del interior (es en Corte, capital histórica en el centro de la isla y foco principal de las reivindicaciones de autonomía, donde más intensas son estas manifestaciones) frente al invasor romano, remedo del que varios consideran el opresor francés.
Alguna que otra caricatura, habituales en los autores, se encuentra entre los personajes de este número, como la de Pierre Tchernia, artista francés y amigo personal de ambos, en la figura del centurión Gazpachoandalus. Siento curiosidad por ver cómo la nueva edición que está llevando a cabo Salvat en formato de lujo, que por fin hace justicia a esta obra maestra del cómic, corregirá determinados aspectos del álbum en lo referente a la traducción de aquellos pasajes con los que se tomaron anteriormente la libertad de modificarlos por completo, algo por otra parte excusable hasta cierto punto debido a la dificultad de trasladar su significado original de un modo coherente y comprensible para el lector a nuestra lengua.
Acantilados rocosos de la ciudadela medieval de Bonifacio
Puerto de Bastia (capital de Haute-Corse) con la iglesia de St. Jean Baptiste al fondo
Habría mucho más que contar de todo lo que podéis ver y hacer en Córcega que trasciende el alcance de este cómic, pero eso queda para el viajero interesado en desplazarse hasta este idílico rincón del mundo bañado por las aguas del Mediterráneo, el Tirreno y el Mar de Liguria. Otras excusiones que no debéis perderos si alguna vez visitáis la isla son las ciudadelas de Bonifacio y Bastia, las playas de Palombaggia y Santa Giulia, la bella iglesia románica de San Michele de Murato, el ocaso cayendo sobre las Islas Sanguinarias o los muchos pueblecitos marineros, casi siempre de toponimia italiana evocando los periodos bajo el control primero de Pisa y después de Génova, que lucen antiguas atalayas y románticos faros.
Atardecer sobre el estrecho de Bonifacio, punto más meridional de Córcega,
frente a las costas de Cerdeña
frente a las costas de Cerdeña
Conocer todos estos pormenores y curiosidades por medio de haberlos presenciado in situ, sin duda ayuda mucho a comprender mejor los detalles de este álbum de Astérix (que las librerías de las principales ciudades de la isla exhiben con satisfacción en sus escaparates) y a leerlo esbozando una sonrisa cómplice al reconocer tanto los lugares como usos comunes que has contemplado con tus propios ojos.
20 comentarios:
Ha sido muy interesante la entrada, eso de mezclar la reseña del tebeo con tu viaje, y aunque mentiría si dijera que "Astérix en Córcega" es de mis álbumes favoritos, ¡más que nada porque todos los de Astérix son todos favoritos para mi! Eso sí, antes de que su calidad descendiera en picado (en especial los tres o cuatro últimos).
Tantos sitios por visitar... Con este tipo de cosas a uno se le ponen los dientes largos, por lo que lo anoto en mi agenda de viajes (abultadísima por razones obvias). Ah, y me encanta el queso. 8)
Nada, sólo decirte que bienvenido de nuevo por estos mundos de internet (que ya he visto que te has dado un garbeo largo por La Espada XDD), y espero que lo hayas pasado bien.
Me da que hay álbumes regionales de Astérix que recogen mejor (o más ampliamente) las zonas del país que tratan, como este de Córcega, por ejemplo. Esto lo atribuiría al cambio que ha sufrido el país con el paso del tiempo, porque por ejemplo, con "Astérix en Bélgica" no me pasó lo mismo que a ti con Córcega. Pero eso sí, había muchas cosas reconocibles, pero no demasiadas.
Ya que citas "Astérix en Córcega", mi álbum no sé si tiene un error de impresión en el color y los trazos, pero su calidad es muy diferente al resto de la colección. Tendré que comprobar cuando la salga la nueva edición, a ver si está igual.
Nos leemos.
Buenas Loren.
Es una lástima el declive de la colección en los últimos álbumes, aunque creo que todos consideramos indiscutible la etapa Goscinny-Uderzo como obra maestra del cómic. Eso nos queda.
El tomo de Bélgica quizá es más genérico, sí. Aunque tampoco le faltan alusiones y guiños a celebridades y costumbres del país, pero en este de Córcega he tratado de aderezarlo con lo vivido en este viaje para destacar todo aspecto que más o menos se refleja en el álbum de la realidad corsa.
No es sólo tu álbum: creo que toda la tirada de Astérix en Córcega tiene un defecto de color y trazo. Prueba de ello es la mediocre calidad en los escaneos de las viñetas que he subido (las fotos de mi cámara espero al menos que hayan quedado bien). Y la nueva edición es muy recomendable (aunque cara). La diferencia de color es sencillamente pasmosa, y cada álbum contiene unos pocos extras. Y el tamaño, gigante!
Si buscas hacer un viaje a un lugar tranquilo, verde y bonito, Córcega es una buena apuesta. Y el queso -entre otros productos de allí- delicioso! :)
Pues nada, en esta semana seguiré poniéndome al día con la blogosfera; hoy me he dado un atracón con artículos que tenía pendientes de leer en La Espada, jeje.
Saludos!
Me gusta que Asterix sirva de guía de viaje.
En el volumen que tengo, el color de "Asterix en Córcega" es pésimo. Una lástima porque no se disfruta de la obra.
Y en el mío también Flanagan. Como decía, parece que fue algo generalizado en la edición de Salvat de este álbum, por no mencionar la siempre nefasta rotulación mecánica que hace daño a la vista. Por suerte, es algo que se está corrigiendo gracias a los tomos gran formato de La Gran Colección.
Saludos.
Mi paгeja y yo noѕ tоpamoѕ aquі desԁe un sitiо web ԁіfеrente y pense que pоdriа asi comprobaг las cosаs.
Me gusta lo que vеo lο que ahоra te estoy siguienԁο.
Tenemoѕ ganas de mirar en su раgina wеb οtra vez.
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¡Qué crónica más interesante has hecho!
La verdad es que Córcega es un destino que nunca me ha llamado demasiado la atención. Si he leído o visto algo sobre ella ha sido tan sólo relacionado con Napoleón. Pero creo que ahora, después de leer tu crónica, la miraré con otros ojos. Ah, ¡y habrá que releerse el cómic de Astérix!
Fantástica reentrada, Jolan. Me ha encantado ir leyendo cosas sobre tu viaje al tiempo que reseñabas "Asterix en Corcega", que es uno de mis favoritos, aunque como señala el amigo Loren cualquiera de los de Goscinny pueden ocupar con dignidad ese lugar. Para mas inri este verano Córcega fue unos de los destinos vacacionales que barajé pero al final la Reina Goblin se decantó por otro lado. jaja Aún así tomo nota de tu recomendación para futuros viajes, ¡¡¿ cómo no hacerlo después de lo de Percevan?!!
Saludos desde dentro del laberinto.
( * A mí album de SALVAT le pasa lo mismo que a los vuestros. Seguro que la nueva edición es fantástica pero claro comprarlos todos de nuevo es demasiado para mis reales arcas, que prefieren invertir en cosas nuevas...aunque éste quizás si caiga en la saca para subsanar los errores de la edición antigua.)
Hola Jolán!! Muy buena entrada,y muy bueno el viaje que has hecho. Es verdad que yo tampoco he pensado en Córcega como destino preferente, pero la verdad es que todos los viajes sirven para conocer nuevos sitios y Córcega tiene que tener mucho que ver.
Es verdad que la nueva edición de Asterix es una maravilla, yo he comprado los cinco primeros, pero al tener muchos de la antigua cuesta un poco gastar dinero en lo que ya tienes.
Tengo que darte la enhorabuena por las fotos, son estupendas y me alegra ver que compartimos afición por la fotografía.
Salu2
A mi la nueva edición me parece cara, sobre todo por lo que dice Pardi, volver a comprar lo mismo, aunque esté restaurado y más grande... Personalmente, no podría elegir unos álbumes sí, otros no, porque me gustan todos, así que va a ser muy difícil no hacerse con todos, si es que elijo alguno al final. XD
Pero veo que el de Córcega no es solamente el mío el que está mal. Menuda basura, llevaba años pensando que me había tocado el malo. Metidas de pata como esas deberían hacer que Salvat se planteara mandarles gratis el álbum nuevo a todos los que tuvieran la anterior edición. :D :D
Buenas!
Respondiendo a vuestra observación: es cierto; Córcega así de entrada no suena mucho como lugar de vacaciones al que ir. Es más popular Cerdeña y su Costa Esmeralda, por ejemplo. Se trata de una isla más naturalista que monumental, pero no le faltan cosas interesantes por ver.
Beldz, seguro que te encantarían sus torres genovesas y algunas excelentes muestras de románico pisano que contiene.
Gracias Pardi por lo que dices de las fotos. Yo soy un poco muñones para la fotografía; no sé nada de técnica ni he aprendido gran cosa, aunque me gusta probar con la cámara y a veces hasta me sale algo que merece un poco la pena. :D
Jareth, a mí también me da cosa gastarme el pastizal que cuesta cada álbum de la nueva edición al tener ya varios Astérix antiguos en mis estanterías (aunque me faltan muchos). Pero es posible que vaya haciendo la colección poco a poco, ya que sin duda merecen la pena.
Loren, si me decido a completarla, es posible que me quede únicamente en la etapa Goscinny-Uderzo. Quizá también alguno de los primeros Uderzo en solitario. Pero ni por asomo me gasto dinero en los últimos álbumes. No estaría mal que Salvat nos resarciera de algún modo por la penosa edición anterior que hemos padecido durante años.
Saludos y gracias por vuestras palabras! ;)
Hola Jolan, decir que no sólo me encanta tu blog, sino que siendo tanto admirador de los cómics de Astérix como un viajero empedernido,también me ha gustado mucho esta entrada que combina ambas cosas. Felicidades :)
En cuanto a la pésima edición de "Astérix en Córcega" que las diferentes editoriales españolas han ido editando en las últimas décadas desde su aparición inicial, decir varias cosas:
1) La edición de este álbum en otros países es de buena calidad, igual a la calidad del resto de álbumes.
2) Yo dispongo de una edición publicada en España por Salvat en el año 2005 que es de tan buena calidad como las publicadas en el extranjero hasta la fecha, aunque eso sí, sigue teniendo la fea rotulación mecánica).Es decir, es una buena edición stándard a precio normal,por lo que no es necesario hacerse con la edición de lujo de La Gran Colección si no se desea (Y eso que yo como fan, estoy haciéndome con La Gran Colección).
y 3) En efecto, antes de esa edición de 2005, confirmo que todo álbum que se encontraba en España de "Astérix en Córcega" tenía trazos y colores muy muy pobres y de mala calidad.
Por cierto, por si a alguien le interesa para poder buscarlo o pedirlo en las librerías o centros comerciales, la edición que tengo que he expuesto en el punto 2 de mi anterior comentario tiene el siguiente número de ISBN:
978-84-345-6738-2
y el siguiente número de Código de Barras:
9788434567382
Leyendo lo que dice el amigo Mekhi, rectifico. Mi edición por lo visto es mejor que las comentadas ( que no vi ) porque es la que él refiere, la posterior de 2005 con el citado ISBN. Revisándola si que es cierto que, en esta, el color es bueno. Aún así el escaneo, en lo que se refiere a la definición de las figuras no me parece de lo mejor. Pero bueno, si es la mejor de las ediciones quizás no compre la de mayor tamaño.
Saludos desde dentro del laberinto.
Muchas gracias por tu aporte, Mekhi! Desconocía que existía una edición mejorada, a pesar de que ésta siga padeciendo cosas muy mejorables, como el tema de la rotulación, que por suerte subsanan con La Gran Colección. Como dije, creo que quizá me la vaya haciendo poco a poco.
Saludos!
De nada! Lo mismo ocurre con "Astérix en Hispania", que durante años, los colores eran de lo peor, hasta que a mediados de la pasada década Salvat lo re-editó con una paleta mejorada, la misma que lucía ese título en las ediciones extranjeras, aunque con el mismo problema de rotulación.
Saludos! :)
Loren, Bélgica no es Francia.
Anónimo: Doy por sentado que lo que Loren quiso dar a entender es que en el álbum dedicado a Bélgica no encontró demasiados rasgos relacionados con la idiosincrasia del país; o al menos no tantos como ocurre con otros números que también tienen por escenario una u otra nación o región. Habiendo visitado Bélgica, como me consta que ha hecho, está claro que no lo asociaba en su comentario como una extensión más de Francia.
A lo mejor el Anónimo se refería a que como Bélgica no es Francia, los autores destacan mucho menos aquel país como sí lo hacen como otras tantas aventuras de Astérix que sí transcurren en el país galo.
Pero una cosa es cierta, Bélgica no es Francia, aunque los moules-frites se zampan por igual. XD
Respecto a la edición de "Astérix en Córcega", desconocía que la de 2005 estuviera mejorada. Entonces la que yo vi hace unos años (diría que después de esa fecha) sería de una edición anterior que aún les quedaba en la librería, no me fijé.
Pero vamos, muy mal me parece que se haya mantenido esa chapuza de edición tanto tiempo.
Disculpas por comentar 2 años después de la entrada, pero acabo de encontrar el tema de la calidad de impresión de Asterix en Corcega. Efectivamente, soy de Argentina y tengo la versión de principios de los 80 (ed. Grijalbo) y el color es muy malo. Yo también siempre creí que había tenido mala suerte, ahora que leo estos comentarios me siento más tranquilo.
No soy experto en el tema de imprenta, pero creo que el problema debe ser la falta de algún color en la pasada de la imprenta offset, ya que en toda la edición se ve un exceso del amarillo. Me gustaría si alguien puede pasarme un link a alguna versión escaneada de las nuevas, que tenga los colores correctos.
Gracias, saludos!
Hola Aberel.
No tienes de qué disculparte: siempre es agradable leer nuevos comentarios en entradas antiguas. ;)
Seguramente el error de color viene del motivo que comentas, aunque yo tampoco es que entienda demasiado de esas cosas...
Más que una versión escaneada, lo que te recomendaría es hacerte con la nueva edición deluxe en gran formato que Salvat está publicando actualmente, de forma paralela a la tirada francesa de La Grande Collection. Es un lujo leer Astérix en este nuevo formato. Aunque creo que todavía no han llegado a publicar la historieta de Córcega... pero llegará.
Saludos.
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