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martes, 19 de julio de 2011

El Tercer Testamento


Sería difícil no reparar en la serie de la que hoy tratamos (por mi parte, leída hace largo tiempo y aún pendiente de comentar), ya que El Tercer Testamento, de Xavier Dorison y Alex Alice se ha convertido en uno de los estandartes de Glénat en España en cuanto a cómic europeo (junto a El príncipe de la noche, de Swolfs) -tan poco frecuente aquí es ver alejada a esta editorial del manga- gracias a los muchos formatos de que disponemos para disfrutar de la obra completa. De estos distintos formatos ya hablaremos luego, que ahí hay que cortar mucha tela, pero el caso es que las posibilidades de hacerse con esta lectura tan publicitada han supuesto que no pase desapercibida, especialmente entre los que gustan de una buena intriga medieval aderezada con todos los ingredientes necesarios para hacerla atractiva a un amplio espectro de público; un género, por otra parte, tan de moda en el cine y la literatura de los últimos tiempos, en vista de recientes best-selles y estrenos taquilleros.

El Tercer Testamento cuenta entre sus páginas con todos los elementos que no deben faltar en una historia de este tipo; a saber, una vertiginosa trama que reúne en torno a un objeto, tan mítico como para hacer dudosa su existencia y al que a menudo rodea un secreto capaz de sacudir los cimientos de la humanidad, a varios personajes de carácter impetuoso –casi siempre una pareja protagonista, como se da en este caso, a cual más agudo y audaz– que pugnan contra una diabólica facción por desentrañar el enigma, poniendo en peligro constantemente sus propias vidas. Así ocurre también en esta obra y no por repetida la fórmula deja de tener el mismo éxito que ya nos podemos imaginar.


Año 1306. Sepultado en lo más profundo de los muros del monasterio de Veynes, en el sur de Francia, aparece un tenebroso relicario que contiene un antiguo documento: un manuscrito apócrifo, supuestamente entregado por el mismo Jesucristo a Julio de Samaria en el que le confía su palabra. Apenas descubierto, se impone de nuevo su custodia bajo el más riguroso sigilo, pues su contenido podría ser capaz de desbaratar todas las creencias del mundo occidental. Poco después del hallazgo, el lugar es asaltado y hasta el último de los hermanos es cruelmente pasado a cuchillo. El misterioso pergamino ha desaparecido.

Conrad de Marbourg, antiguo inquisidor apartado de la Iglesia, que ha llevado una vida a escondidas de ésta ocultando su propia muerte durante veinte años, junto a Elisabeth de Elsenor, la hija adoptiva y protegida de uno de sus mejores amigos, el arzobispo de París, unen sus fuerzas en una búsqueda de la verdad, la venganza y la necesidad de ahorrar a la humanidad un grave mal a manos de los sicarios del Conde de Sayn, quien planea utilizar el códice para sus oscuros propósitos. Pero no son los únicos tras la pista del revelador texto sagrado; también el brazo duro de la propia Iglesia y los caballeros Templarios andan detrás de éste, en una carrera por toda Europa.

Así asistimos a un enloquecido periplo de muchas escalas a las que la singular pareja formada por el maduro, pero aún vigoroso, Marbourg y la atormentada Elisabeth parecen llegar siempre tarde, tras la huella de sus enemigos, enfrentándose durante el camino a toda clase de peligros, siendo capturados y heridos, escapando a duras penas de verdaderas masacres y salvándose por los pelos de situaciones atroces, pero en todo momento animados por esa chispa de éxtasis que implica ir superando cada etapa y que anima sus pasos para seguir adelante. No cabe duda que en este incansable recorrido se toparán tanto con inesperadas traiciones como con lealtades providenciales, que entorpecerán o impulsarán, según el caso, su obstinada misión hasta concluir en un apoteósico final en las fronteras mismas del mundo.


Aunando aventura, en el más amplio sentido de la palabra, e intriga, los autores consiguen mantener nuestro interés de principio a fin, consiguiendo realmente que la lectura de los cuatro números que componen esta serie se convierta en un sentimiento compartido con los protagonistas de esta historia por concentrar nuestra atención en el misterio del famoso manuscrito perdido.

El francés Xavier Dorison es el encargado de tejer ese enrevesado argumento, del que en ocasiones la verdad que es complicado seguir el hilo, tal vez por constituir su debut en el mundo del cómic allá por 1997. Gracias al apoyo editorial y de ventas que obtuvo con El Tercer Testamento le han seguido otros trabajos de renombre, como alguna entrega de XIII, o W.E.S.T. para Dargaud, entre otros. Con Long John Silver ha logrado sin duda uno de sus mayores logros y el espaldarazo definitivo a su carrera, siendo esta serie (que ya tiene tres números en la calle) un verdadero éxito de crítica. Ya más recientemente, en 2010, se ha embarcado en una precuela de El Tercer Testamento, cuya primera entrega, Julius, también está publicada por Glénat en español hace sólo unos meses.


En cuanto al dibujante Alex Alice, también de origen francés, casi podríamos afirmar que ha dejado atrás la etiqueta de joven promesa para convertirse en uno de los nombres destacados del cómic europeo actual. Su limitada trayectoria no es que permita tratarlo ya como un autor consagrado, pero desde luego la desenvoltura artística y la espectacularidad que demuestra en sus trabajos hasta la fecha no se dirían los de un novato. Con rarezas por medio como una adaptación al cómic de Tomb Raider, además de entrar por la puerta grande gracias al dibujo de El Tercer Testamento, se ha embarcado en solitario en la asombrosa Siegfried (Dargaud, dos álbumes publicados en castellano por Norma) donde aborda sin temores una versión libre de uno de los mitos cumbre de la fantasía heroica, con un resultado que quita el hipo. Estoy convencido que podemos esperar mucho de Alice en el futuro, quien a pesar de haber participado de forma muy discreta en la citada precuela Julius, ya tiene listo y pendiente de sacar al mercado el tercer volumen de Siegfried , combinando su talento en las facetas de guión y dibujo, mientras colabora en el desarrollo visual de diversos proyectos de animación.

Hurgando en la labor gráfica de Alex Alice en El Tercer Testamento, el dibujante ya se desvelaba en este título como un verdadero paisajista, con ambientaciones grandiosas entre las que destacan escenarios crepusculares, bellas recreaciones arquitectónicas de iglesias, castillos y ciudades, así como vistosas campiñas o terrenos montañosos y nevados, gracias a la dimensión geográfica que le permite la variedad de lugares desarrollados en el argumento. Una tendencia en la que ha seguido evolucionando en Siegfried (no hay más que echar un vistazo a sus fantásticas láminas a página completa de los umbríos bosques de leyenda en esta colección). Ello no desmerece la caracterización que el dibujo ejerce sobre los personajes, muy especialmente con la exuberante Elisabeth de Elsenor; si bien entre algunos a veces existe un parecido que hace costoso diferenciarlos. Este es uno de los motivos por los que, comprenderéis, se vuelve de tanta importancia disfrutar de la lectura en el formato apropiado para exprimirla a fondo.

El ritmo de la narración es atrayente y adictivo en todo momento, como impone una historia de estas características, pero he de reconocer que no pude evitar perderme en varias ocasiones, en gran parte por los muchos bandos que intervienen en la enmarañada trama y que complican el seguimiento de la línea principal del argumento, de por sí bastante intrincada, además de algunos giros sorpresivos que pueden descolocarnos un poco. Además, una sensación de la que uno no puede sacudirse cuando lee esta obra es la de estar ante un perfecto guión de cine de alguna producción cinematográfica más o menos actual. ¿Quién no le ha puesto a Marbourg en su imaginación la cara del mismo Sean Connery, eh? Incluso hay escenas que recuerdan a cintas del tipo El nombre de la rosa, como aquellas que giran en torno a desentrañar las claves esotéricas que abren la pista del manuscrito por todos perseguido. Seguro que la idea se ha lanzado más de una vez en la red y no estaría mal que, en lugar de tanto Marvel, se diera una mayor tendencia, como parece empezar a imponerse tímidamente, de adaptar guiones de cómic europeo dado el caso. Desde luego, El Tercer Testamento parece idóneo para verse en la pantalla grande.


Veamos también algunos de los aspectos curiosos que salpican las páginas de esta absorbente intriga para la que, al estar ambientada en la Europa del Medievo, sus autores no han dudado en recurrir a lugares, situaciones y personajes reales. Para los primeros, y gracias una vez más a los gráciles lápices de Alice, podemos deleitarnos contemplando las recreaciones del Toledo del siglo XIV (y su biblioteca secreta, en uno de los pasajes más apasionantes de la búsqueda), Notre Dame de París, los campos de Lombardía, la isla-fortaleza de Stornwall, en tierras escocesas, o del tumultuoso puerto de la ciudad hanseática de Danzig. Todo este viaje europeo en viñetas, espléndidamente dibujado, es para mí uno de los puntos fuertes y más satisfactorios de la obra.


Por otra parte, los Templarios y la Santa Inquisición toman parte activa en el devenir de la búsqueda, y Dorison nos concede la oportunidad de asistir a la caída en desgracia y persecución de los primeros en el transcurso de los acontecimientos. Pero lo más sorprendente es comprobar la existencia del verdadero Marbourg, Konrad von Marburg para ser exactos, que ha servido de inspiración para concebir al protagonista. Hasta cierto punto, claro, puesto que el Marbourg real poco tenía que ver con el ficticio. Del que nos habla la Historia fue un austero inquisidor, consejero y confesor alemán, partícipe en la cruzada albigense, conocido por sus métodos extremos y su cruel intransigencia, aceptando meras denuncias como acusación para llevar a la hoguera a multitud de inocentes. Vamos, un auténtico capullo que sembró el pánico en su época allí por donde pasaba. En relación a su biografía aparece precisamente la figura de Henry II, Conde de Sayn, acusado por Marburg de prácticas satánicas, y también retratado en esta novela gráfica de un modo muy diferente. Es interesante ver circular en la ficción a estos personajes por lo que conlleva de investigar en sus vidas reales, pero realmente en el cómic no guardan fidelidad alguna con los genuinos.


Dicho todo lo anterior, uno de los apartados más polémicos de la edición de El Tercer Testamento en España, y que no podemos eludir, ha sido sin duda la variedad de formatos en que la obra se ha difundido en nuestro país. Lo que de entrada debería ser una circunstancia por la que sentirse agradecido, se convierte en la impresión de tomadura de pelo cuando se anuncian como definitivas ediciones que luego se ven sobradamente mejoradas. Así es que tras la publicación de los cuatro álbumes originales de forma individual, Glénat (en un plan editorial que supuestamente nos iba a traer novedades europeas y que ha quedado en agua de borrajas) lanza una edición integral a tamaño reducido. Esta es de la que yo dispongo y a partir de la cual se explica esta reseña (en su favor hay que indicar que comprende un conjunto de bocetos y ex-libris y las cuatro portadas originales). Normalmente estoy de acuerdo con los formatos reducidos cuando estos suponen la diferencia entre ver publicado o no un título, pero si hay un ejemplo del que mostrarme claramente detractor de las reducciones es este. Para empezar, porque el dibujo de Alice se arruina al verse confinado a un tamaño para el que no fue concebido, hecho que evidentemente le resta suntuosidad, deslucido el color además por la elección de un papel mate del todo inadecuado. Pero también debido a la publicación posterior de un 'integral definitivo' en edición de lujo, lo que equivale a dejar con cara de tonto a los compradores del recopilatorio anterior.

Si esto formaba parte de una maniobra comercial o no para hacernos pasar por caja con cada uno de los formatos ideados, lo desconozco. Conmigo no cuela, y por más que me pese y lamente mi precipitación, me quedo con la versión que ya reposa en mi estantería, pero no estoy dispuesto a pagar 42€ para enmendar el error. Mucha gente se ha deshecho del mini-integral y ha ido a por la edición más reciente. Cada cual decida su culto a este cómic para justificar la compra. El caso es que ahora mismo tenemos una pluralidad de ediciones: en álbumes cartoné independientes (bueno, seguramente ésta ya descatalogada), el integral deluxe... y el integral cutrelux. Elijan ustedes, pero desde aquí desaconsejamos totalmente este último si se desea disfrutar a fondo de la experiencia Dorison - Alice.


No sé si la cuestión del formato fue decisiva o no hasta tal punto, pero admito que mi primera, y de momento única, lectura de El Tercer Testamento me dejó algo frío. Todos los componentes para gustarme -es más, para encantarme- estaban ahí y, sin embargo, no ha conseguido atraparme del todo. ¿Empezarán a desgastarse las antedichas conspiraciones medievales? ¿Lastraría el cúmulo de vainenes en el guión un relato quizá demasiado embrollado? Sea como fuere, estoy convencido que una relectura para captar todos los detalles, muchos de los cuales me temo que ya he olvidado, será suficiente para mejorar mi apreciación inicial.

8 comentarios:

Txema dijo...

Desgraciadamente creo que esos "ardides" comerciales son demasiado frecuentes hoy en día. Las editoriales nos deben ver con cara de tontos... aunque es cierto que la edición "integral-definitiva-de-momento" es una pasada.

La he echado el ojo en varias ocasiones y acabará cayendo. Es cuestión de tiempo y de dinero, que 40 eurazos no son moco de pavo.

Genial reseña, como siempre y aunque como dices el tema esté un tanto manido, es bastante atrayente.

Saludos.

Jolan dijo...

No puedo negarlo, Sobrasada. Yo también he ojeado la edición de lujo en la librería y se ve espléndida en ese tamaño. Pero debería haber sido así desde un principio. ¿Qué necesidad había del integral reducido si estaba planeado sacar este último? El dibujo de Alice no se merecía eso, y seguramente con Yves Swolfs y su Príncipe de la Noche pasa tres cuartas de lo mismo. Digamos que siento herido mi orgullo de lector y esta vez no caeré en el truco de Glénat.

Saludos!

Mr. Gibson dijo...

Qué casualidad que hayamos coincido con el mismo libro en las mismas fechas. Y por lo que leo, nuestras opiniones no son demasiado dispares. Será cosa del destino. Saludos.

Jolan dijo...

¡Pues ya es casualidad, sí! :) Pero en tú caso, veo que has disfrutado de la edición deluxe, verdad? con lo que tu percepción del dibujo seguro que habrá sido mucho más intensa. Aunque veo que no soy el único al que el guión ha resultando un poco rebuscado y que necesitará una relectura.

Gracias por pasarte y comentar!

Arion dijo...

No lo he leído pero sin duda me llama la atención.

www.artbyarion.blogspot.com

Mr. Gibson dijo...

Lo cogí prestado de la biblioteca. Estoy dando palos de ciego en el mundo del cómic y no quiero perder mis escasos eurillos en una apuesta arriesgada.

Albert Tarrés dijo...

Pues yo me compré la edicion integral reducida y no veais la gracia que me ha hecho ver esta....
Por cierto, en mi campaña de Aquelarre los Pjs se encontraron con un juicio de la inquisición con el sumo inquisidor sacado de las viñetas de esta historia... XD

Jolan dijo...

Me lo puedo imaginar, Albert...

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