De vez en cuando me gusta leer alguno de esos libros divulgativos sobre mis temas históricos favoritos, con predilección por los de historia antigua y medieval, los de arqueología o de antropología también, aunque muchos de ellos no constituyen más que meras aproximaciones a los aspectos que se tratan de estas ramas (tampoco exijo más; que no soy ningún entendido en la materia, sino otro aficionado). El último que ha pasado por mis manos: Los Celtas; magia, mitos y tradición, de Roberto R. Reynolds, ediciones Continente (1998). Un análisis superficial pero ameno, ordenado y bien escrito sobre los pueblos que integraron la sociedad celta desde sus orígenes, en los albores de los tiempos, hasta su legado actual sobre el mundo moderno. Siempre he visto apasionante el estudio de la civilización celta, quizá más desde una perspectiva histórica que tomando sus mitos y leyendas, que -aunque también fascinantes- me parecen un tanto crípticos. Además, su contacto con otros pueblos contemporáneos como los germanos, nórdicos, griegos y, sobre todo, el romano, que supondría su debacle en territorio continental, la proporcionan un enfoque todavía más plural.
De origen argentino, R. R. Reynolds es un experto en cuestiones de chamanismo y sus manifestaciones en las distintas culturas de la humanidad (otra de sus obras más conocidas, publicada en la misma editorial, es Chamanismo, pasado y presente). Considerando que la cultura celta posee un rico acervo mitológico, que implica profundas connotaciones esotéricas basadas sobre todo en la figura de los druidas y del culto a la naturaleza, es lógico que el autor se interese en investigarla en este trabajo.
El manual comienza aportando algunas generalidades sobre los inicios de la historia celta y sus sucesivas etapas. El término celtas (derivado del vocablo griego keltois) englobaba al conjunto de clanes (llamados tuathas) de origen indoeuropeo, procedente de la región occidental de Europa central que, desplazándose en oleadas migratorias sucesivas, ocuparon el área que se extendía hasta la costa atlántica por el oeste, Bélgica y los confines insulares anglosajones por el norte, y la zona septentrional de España por el sur (sin olvidar la actual región de Anatolia, en el Asia Menor, donde curiosamente establecieron el reino de Galatia). Además, tenían como rasgos comunes un marcado espíritu beligerante y autárquico que les llevaba a una tenaz defensa de su independencia entre unas tribus y otras, a pesar de compartir características comunes como el sistema de creencias y ciertas estructuras lingüísticas. Una vez plasmada su demarcación geográfica, se exponen a grandes pinceladas otros aspectos generales de la cultura celta: religión, estratificación social, familia, economía, etc. y tras esta introducción, el texto se divide básicamente en dos apartados:
La primera parte se encarga de la cronología histórica propiamente dicha de los celtas. Omitiendo, como es lógico, el rudimentarismo propio de los casi indistinguibles núcleos primitivos del paleolítico, sus orígenes (que se remontan hasta el periodo Eneolítico o Edad del Bronce) se pueden rastrear gracias a los abundantes testimonios arqueológicos en forma de enterramientos en campos de urnas y de monumentos megalíticos erigidos por antecesores protoceltas (o aún anteriores, como en el caso de Stonehenge, que si bien se ha constatado que su levantamiento no es de manufactura celta, sí es cierto que fue utilizado por éstos posteriormente en sus ceremonias y rituales druídicos) así como por los objetos, ajuares y armas (torqués, cascos, triskels, incluso carros de guerra) hallados en los mismos. En este sentido, se incluye una correcta clasificación de estos alineamientos megalíticos y demás vestigios físicos que sin duda es uno de los capítulos más interesantes de esta obra, estableciendo una clara distinción entre menhires, dólmenes, barrows, cairns, cromlechs, tumbas de galería y otras formaciones mixtas más complejas, en función del ámbito geográfico. Pero la verdadera eclosión celta se produce durante el denominado periodo Hallstat (s. VIII a V a.C.), que marca el comienzo de la Edad del Hierro, extendiéndose y manteniendo su apogeo durante la época La Tène (s. V a I a.C.), en la que el contacto con el mundo mediterráneo empieza a ser estable, hasta el momento de verse desplazados, al inicio de la era cristiana, por el creciente empuje de los pueblos germánicos de un lado y del imperio romano por el otro, que con la victoria de Alesia provoca su colapso en suelo continental. A partir de este momento, el estudio del discurrir histórico celta se circunscribe básicamente a la zona insular y la Bretaña armoricana.
Estas comunidades asentadas en la actual Gran Bretaña (incluidas Cornwall, Escocia, Gales y la Isla de Man) y, sobre todo, Irlanda, aunque fueron evolucionando debido a la expansión del cristianismo (en parte por la famosa evangelización de San Patricio) pervivieron como principales reductos de la cultura celta todavía hasta bien entrada la Edad Media, debido al escaso impacto que la romanización había tenido en sus territorios y al distanciamiento de los mecanismos feudales que dominaban el resto de Europa. Pasan los siglos y las eras moderna y contemporánea se ven receptoras de una rica herencia celta en forma de tradiciones, música, festividades y, sobre todo, lenguas de las que –aun hallándose en riesgo de desaparición- existe todavía un importante número de hablantes (a ellas se dedica un capítulo aparte).
A continuación se realiza un extenso enfoque sobre una de las figuras más destacadas y controvertidas dentro de la organización social del mundo celta: los druidas o filidh. Más o menos todos tenemos en mente el concepto de lo que es un druida, si bien realmente se trata de un personaje más complejo de lo que se nos ha veniedo transmitiendo, en virtud de su importancia dentro del clan y de los poderes y prerrogativas de los que gozaba entre los suyos, a menudo superiores incluso que los del jefe tribal. Mezcla de sacerdote principal, encargado de oficiar los rituales religiosos y civiles, juez, médico, filósofo, vidente, preceptor y orientador; de ellos no ha trascendido sin embargo mucho más que una imagen del sabio venerable que recoge el muérdago sagrado con su hoz en profundos robledales. También en este caso la romanización de la Galia Cisalpina retrajo enormemente su presencia. Perseguidos por Julio Cesar, quien veía en ellos -no sin razón- una de las principales amenazas contra su empeño conquistador, acabaron por ser ferozmente erradicados por el cristianismo o asimilados por la fe mayoritaria a lo largo del s. V. El autor establece una escala en base a su grado de preparación hacia la jerarquía superior, para lo cual debían superar una serie de pruebas. Así, podemos diferenciar entre vates, bardos y, finalmente, druidas propiamente, cada uno con sus distintas atribuciones y responsabilidades. De igual modo, se cuestiona la existencia de druidesas o banfilidh; hecho que aún no se ha demostrado fehacientemente, si bien algunos indicios apuntan a ello. Dentro de este episodio, al hilo del calendario religioso que marcaban las estaciones, rigurosamente observado por los druidas, se habla también de fechas clave como el Samhain o la festividad de Beltayne; así como la división social de los clanes que, en grandes núcleos familiares, se organizaban en una pirámide estamental formada por siervos, artesanos (dentro de los cuales los herreros gozaban de especial respeto), guerreros y la nobleza próxima al dirigente del clan.
La segunda parte de la obra se centra en la faceta más mítica de la civilización celta. Para empezar, efectúa un estudio de las deidades que regían sus vidas, a priori identificaciones de los elementos naturales que acabaron por adquirir un molde más humanizado. En este aspecto hay que resaltar también una gran distinción entre los seres objeto de adoración en el continente y de aquellos de las islas: mientras que de los primeros apenas han quedado testimonios gracias a tablillas votivas y menciones tendenciosas e incompletas de algunos historiadores latinos, en el segundo caso descubrimos toda una extensa compilación de sagas que nos relatan las hazañas de los dioses y su intervención en el mundo de los hombres. Entre los galos, figuran como principales entidades sobrenaturales, no necesariamente relacionadas entre sí, nombres como Belenos, Taranis, Cernunos el dios cornudo, Sucellos, Tutatis, Ogmios, etc. Sin embargo, por lo que respecta a los dioses insulares, tenemos todo un confuso panteón irlandés organizado de forma similar al griego o romano: los Tuatha de Danann, o clanes de la gran diosa Dana, entre cuyos principales representantes están Nuada el de la Mano de Plata, Lugh el del brazo largo, Morrigan, Dagda con su caldero resucitador, Scatagh, etc. Podría extenderme mucho más en este plano, pues el conjunto de detalles que aporta Reynolds de esta cosmogonía es bastante pormenorizado, pero para eso os emplazo justamente a este título. Sin embargo, es importante destacar que a partir del contacto del mundo mediterráneo con el celta, y de la intercesión y acercamiento que algunos historiadores de la época llevaron a cabo, se produce una notable asunción de las deidades romanas en las célticas, y los paralelismos entre unas y otras son casi inmediatos. Es el denominado fenómeno de la transfiguración (por ejemplo, se identifica a Tutatis con el romano Marte, y así es como en adelante empieza a ser conocido entre las gentes galorromanas). Es por este motivo que los dioses insulares parecen haber evitado esta contaminación fruto de las invasiones de otros pueblos, aunque también se pueden observar algunas analogías por influencia de la religión (así, la diosa Brigitt acaba asociándose a la Santa Brígida del catolicismo, hoy una de las santas más veneradas de Irlanda).
Prosigue esta sección con un somero repaso a las sagas irlandesas fundamentales, entre las que cabe subrayar principalmente tres ciclos: el de las invasiones o de Tuan McCarrell, el del Ulster o de CuChulainn y el de Ossián o de Finn McCumhall. No es mi intención tratar aquí de resumirlas y mucho menos narrarlas, dado la profusión de anécdotas que los componen; baste decir que el ciclo de Tuan McCarrell pretende explicar a través de este personaje los orígenes míticos de Erin por las sucesivas invasiones ficticias sufridas por la isla (dominación de los gigantes formoré, usurpación de los firbolg, llegada de los Tuatha de Danan y ocupación de los nemedios). El ciclo del Ulster se ocupa de uno de los personajes más relevantes de la mitología celta: CuChulainn (fonéticamente, Cujulinn), héroe por excelencia cuyas hazañas codo a codo con los dioses irlandeses le conducen al clásico e inevitable final trágico. Por su parte, el ciclo fenniano tiene tintes más próximos a los títulos de caballerías y aporta una visión novelesca de historias épicas más relacionadas con la nobleza mítica de la época.
El último capítulo abarca el análisis de las lenguas y la literatura celta y hasta qué punto han sobrevivido en la actualidad. Es necesario hacer referencia a las distintas vertientes del gaélico o goidélico, con el gaélico irlandés y el gaélico escocés como mayores exponentes (con una comunidad lingüística no despreciable a día de hoy) y otras derivaciones en vías de desaparición (por ejemplo, el manx de la Isla de Man, que se considera prácticamente extinguido). Y por otro lado, una rama paralela de la que forman parte el bretón (300.000 hablantes), el galés (600.000 hablantes) o el cornish (de Cornwall, extinto desde el s. XVIII). Mención aparte merece también el ogham, el lenguaje de símbolos secreto de los druidas, inaccesible para el resto de componentes de la tribu, que se ha logrado descifrar en parte gracias a las inscripciones halladas sobre algunos menhires y otros megalitos. A su vez, entre las principales obras literarias de inspiración celta resalta, sin lugar a dudas, el ciclo del Rey Arturo y sus caballeros de la Tabla Redonda, o el compendio de cuentos incluidos en el Mabinogion galés.
El manual se completa con una serie de apéndices formados por las fuentes de documentación bibliográfica (poniendo especial atención a los autores clásicos, como Julio Cesar, cuyo tratado de la Guerra de las Galias supone uno de los mejores medios de información al respecto), una tabla de representación del ogham y un glosario de términos y localizaciones celtas.
Desde luego, esta no es la guía más seria ni rigurosa que podemos encontrar sobre los usos y costumbres de la civilización celta, máxime teniendo en cuenta lo difícil que es tratar la observación de una etnia tan disgregada y heterogenea como la celta, pero sí es lo bastante recomendable para obtener una rápida visión de conjunto sobre la misma que nos empuje a profundizar más en el tema. Esta no es la única obra de que dispongo sobre este noble, violento ya la vez poético pueblo (me aguarda una estupenda enciclopedia en dos tomos a la que ya le tengo ganas), así que volveré sobre todo lo que tiene que ofrecer el mundo celta en futuras reseñas. Para finalizar, os dejo con un pequeño y bonito párrafo con el que el autor define bien la perdurabilidad del espíritu celta en la actualidad:
"En la gran mayoría de sus áreas de influencia, el culto, o para mayor precisión, los cultos celtas dejaron improntas muy profundas, algunas de las cuales pueden rastrearse hasta nuestros días. Las capillas, ermitas y monasterios cristianos se emplazaron sobre arcaicos santuarios druídicos o templos galorromanos; numerosas fuentes y calveros de los bosques, sagrados ayer para los celtas, son hoy lugares de peregrinaje para creyentes de muchas religiones distintas; con frecuencia puede verse, tanto en el continente como en las forestas de Irlanda, una virgen entronizada en el hueco de una añosa encina, otrora cantada por vates y bardos; hadas, silfos, ninfas, ondinas, leprechauns y korrigans custodian los árboles y manantiales, y revolotean entre las ramas de los robles. [...] Hoy, a través de casi veinte siglos de historia, las religiones masivas han logrado enmascarar innumerables ritos paganos bajo la cáscara de sus propias interpretaciones."
De origen argentino, R. R. Reynolds es un experto en cuestiones de chamanismo y sus manifestaciones en las distintas culturas de la humanidad (otra de sus obras más conocidas, publicada en la misma editorial, es Chamanismo, pasado y presente). Considerando que la cultura celta posee un rico acervo mitológico, que implica profundas connotaciones esotéricas basadas sobre todo en la figura de los druidas y del culto a la naturaleza, es lógico que el autor se interese en investigarla en este trabajo.
El manual comienza aportando algunas generalidades sobre los inicios de la historia celta y sus sucesivas etapas. El término celtas (derivado del vocablo griego keltois) englobaba al conjunto de clanes (llamados tuathas) de origen indoeuropeo, procedente de la región occidental de Europa central que, desplazándose en oleadas migratorias sucesivas, ocuparon el área que se extendía hasta la costa atlántica por el oeste, Bélgica y los confines insulares anglosajones por el norte, y la zona septentrional de España por el sur (sin olvidar la actual región de Anatolia, en el Asia Menor, donde curiosamente establecieron el reino de Galatia). Además, tenían como rasgos comunes un marcado espíritu beligerante y autárquico que les llevaba a una tenaz defensa de su independencia entre unas tribus y otras, a pesar de compartir características comunes como el sistema de creencias y ciertas estructuras lingüísticas. Una vez plasmada su demarcación geográfica, se exponen a grandes pinceladas otros aspectos generales de la cultura celta: religión, estratificación social, familia, economía, etc. y tras esta introducción, el texto se divide básicamente en dos apartados:
La primera parte se encarga de la cronología histórica propiamente dicha de los celtas. Omitiendo, como es lógico, el rudimentarismo propio de los casi indistinguibles núcleos primitivos del paleolítico, sus orígenes (que se remontan hasta el periodo Eneolítico o Edad del Bronce) se pueden rastrear gracias a los abundantes testimonios arqueológicos en forma de enterramientos en campos de urnas y de monumentos megalíticos erigidos por antecesores protoceltas (o aún anteriores, como en el caso de Stonehenge, que si bien se ha constatado que su levantamiento no es de manufactura celta, sí es cierto que fue utilizado por éstos posteriormente en sus ceremonias y rituales druídicos) así como por los objetos, ajuares y armas (torqués, cascos, triskels, incluso carros de guerra) hallados en los mismos. En este sentido, se incluye una correcta clasificación de estos alineamientos megalíticos y demás vestigios físicos que sin duda es uno de los capítulos más interesantes de esta obra, estableciendo una clara distinción entre menhires, dólmenes, barrows, cairns, cromlechs, tumbas de galería y otras formaciones mixtas más complejas, en función del ámbito geográfico. Pero la verdadera eclosión celta se produce durante el denominado periodo Hallstat (s. VIII a V a.C.), que marca el comienzo de la Edad del Hierro, extendiéndose y manteniendo su apogeo durante la época La Tène (s. V a I a.C.), en la que el contacto con el mundo mediterráneo empieza a ser estable, hasta el momento de verse desplazados, al inicio de la era cristiana, por el creciente empuje de los pueblos germánicos de un lado y del imperio romano por el otro, que con la victoria de Alesia provoca su colapso en suelo continental. A partir de este momento, el estudio del discurrir histórico celta se circunscribe básicamente a la zona insular y la Bretaña armoricana.
Estas comunidades asentadas en la actual Gran Bretaña (incluidas Cornwall, Escocia, Gales y la Isla de Man) y, sobre todo, Irlanda, aunque fueron evolucionando debido a la expansión del cristianismo (en parte por la famosa evangelización de San Patricio) pervivieron como principales reductos de la cultura celta todavía hasta bien entrada la Edad Media, debido al escaso impacto que la romanización había tenido en sus territorios y al distanciamiento de los mecanismos feudales que dominaban el resto de Europa. Pasan los siglos y las eras moderna y contemporánea se ven receptoras de una rica herencia celta en forma de tradiciones, música, festividades y, sobre todo, lenguas de las que –aun hallándose en riesgo de desaparición- existe todavía un importante número de hablantes (a ellas se dedica un capítulo aparte).
A continuación se realiza un extenso enfoque sobre una de las figuras más destacadas y controvertidas dentro de la organización social del mundo celta: los druidas o filidh. Más o menos todos tenemos en mente el concepto de lo que es un druida, si bien realmente se trata de un personaje más complejo de lo que se nos ha veniedo transmitiendo, en virtud de su importancia dentro del clan y de los poderes y prerrogativas de los que gozaba entre los suyos, a menudo superiores incluso que los del jefe tribal. Mezcla de sacerdote principal, encargado de oficiar los rituales religiosos y civiles, juez, médico, filósofo, vidente, preceptor y orientador; de ellos no ha trascendido sin embargo mucho más que una imagen del sabio venerable que recoge el muérdago sagrado con su hoz en profundos robledales. También en este caso la romanización de la Galia Cisalpina retrajo enormemente su presencia. Perseguidos por Julio Cesar, quien veía en ellos -no sin razón- una de las principales amenazas contra su empeño conquistador, acabaron por ser ferozmente erradicados por el cristianismo o asimilados por la fe mayoritaria a lo largo del s. V. El autor establece una escala en base a su grado de preparación hacia la jerarquía superior, para lo cual debían superar una serie de pruebas. Así, podemos diferenciar entre vates, bardos y, finalmente, druidas propiamente, cada uno con sus distintas atribuciones y responsabilidades. De igual modo, se cuestiona la existencia de druidesas o banfilidh; hecho que aún no se ha demostrado fehacientemente, si bien algunos indicios apuntan a ello. Dentro de este episodio, al hilo del calendario religioso que marcaban las estaciones, rigurosamente observado por los druidas, se habla también de fechas clave como el Samhain o la festividad de Beltayne; así como la división social de los clanes que, en grandes núcleos familiares, se organizaban en una pirámide estamental formada por siervos, artesanos (dentro de los cuales los herreros gozaban de especial respeto), guerreros y la nobleza próxima al dirigente del clan.
Archidruida administrando justicia; nótese la gargantilla de oro
alrededor del cuello, que aseguraba su imparcialidad
alrededor del cuello, que aseguraba su imparcialidad
La segunda parte de la obra se centra en la faceta más mítica de la civilización celta. Para empezar, efectúa un estudio de las deidades que regían sus vidas, a priori identificaciones de los elementos naturales que acabaron por adquirir un molde más humanizado. En este aspecto hay que resaltar también una gran distinción entre los seres objeto de adoración en el continente y de aquellos de las islas: mientras que de los primeros apenas han quedado testimonios gracias a tablillas votivas y menciones tendenciosas e incompletas de algunos historiadores latinos, en el segundo caso descubrimos toda una extensa compilación de sagas que nos relatan las hazañas de los dioses y su intervención en el mundo de los hombres. Entre los galos, figuran como principales entidades sobrenaturales, no necesariamente relacionadas entre sí, nombres como Belenos, Taranis, Cernunos el dios cornudo, Sucellos, Tutatis, Ogmios, etc. Sin embargo, por lo que respecta a los dioses insulares, tenemos todo un confuso panteón irlandés organizado de forma similar al griego o romano: los Tuatha de Danann, o clanes de la gran diosa Dana, entre cuyos principales representantes están Nuada el de la Mano de Plata, Lugh el del brazo largo, Morrigan, Dagda con su caldero resucitador, Scatagh, etc. Podría extenderme mucho más en este plano, pues el conjunto de detalles que aporta Reynolds de esta cosmogonía es bastante pormenorizado, pero para eso os emplazo justamente a este título. Sin embargo, es importante destacar que a partir del contacto del mundo mediterráneo con el celta, y de la intercesión y acercamiento que algunos historiadores de la época llevaron a cabo, se produce una notable asunción de las deidades romanas en las célticas, y los paralelismos entre unas y otras son casi inmediatos. Es el denominado fenómeno de la transfiguración (por ejemplo, se identifica a Tutatis con el romano Marte, y así es como en adelante empieza a ser conocido entre las gentes galorromanas). Es por este motivo que los dioses insulares parecen haber evitado esta contaminación fruto de las invasiones de otros pueblos, aunque también se pueden observar algunas analogías por influencia de la religión (así, la diosa Brigitt acaba asociándose a la Santa Brígida del catolicismo, hoy una de las santas más veneradas de Irlanda).
Prosigue esta sección con un somero repaso a las sagas irlandesas fundamentales, entre las que cabe subrayar principalmente tres ciclos: el de las invasiones o de Tuan McCarrell, el del Ulster o de CuChulainn y el de Ossián o de Finn McCumhall. No es mi intención tratar aquí de resumirlas y mucho menos narrarlas, dado la profusión de anécdotas que los componen; baste decir que el ciclo de Tuan McCarrell pretende explicar a través de este personaje los orígenes míticos de Erin por las sucesivas invasiones ficticias sufridas por la isla (dominación de los gigantes formoré, usurpación de los firbolg, llegada de los Tuatha de Danan y ocupación de los nemedios). El ciclo del Ulster se ocupa de uno de los personajes más relevantes de la mitología celta: CuChulainn (fonéticamente, Cujulinn), héroe por excelencia cuyas hazañas codo a codo con los dioses irlandeses le conducen al clásico e inevitable final trágico. Por su parte, el ciclo fenniano tiene tintes más próximos a los títulos de caballerías y aporta una visión novelesca de historias épicas más relacionadas con la nobleza mítica de la época.
El último capítulo abarca el análisis de las lenguas y la literatura celta y hasta qué punto han sobrevivido en la actualidad. Es necesario hacer referencia a las distintas vertientes del gaélico o goidélico, con el gaélico irlandés y el gaélico escocés como mayores exponentes (con una comunidad lingüística no despreciable a día de hoy) y otras derivaciones en vías de desaparición (por ejemplo, el manx de la Isla de Man, que se considera prácticamente extinguido). Y por otro lado, una rama paralela de la que forman parte el bretón (300.000 hablantes), el galés (600.000 hablantes) o el cornish (de Cornwall, extinto desde el s. XVIII). Mención aparte merece también el ogham, el lenguaje de símbolos secreto de los druidas, inaccesible para el resto de componentes de la tribu, que se ha logrado descifrar en parte gracias a las inscripciones halladas sobre algunos menhires y otros megalitos. A su vez, entre las principales obras literarias de inspiración celta resalta, sin lugar a dudas, el ciclo del Rey Arturo y sus caballeros de la Tabla Redonda, o el compendio de cuentos incluidos en el Mabinogion galés.
El manual se completa con una serie de apéndices formados por las fuentes de documentación bibliográfica (poniendo especial atención a los autores clásicos, como Julio Cesar, cuyo tratado de la Guerra de las Galias supone uno de los mejores medios de información al respecto), una tabla de representación del ogham y un glosario de términos y localizaciones celtas.
Desde luego, esta no es la guía más seria ni rigurosa que podemos encontrar sobre los usos y costumbres de la civilización celta, máxime teniendo en cuenta lo difícil que es tratar la observación de una etnia tan disgregada y heterogenea como la celta, pero sí es lo bastante recomendable para obtener una rápida visión de conjunto sobre la misma que nos empuje a profundizar más en el tema. Esta no es la única obra de que dispongo sobre este noble, violento ya la vez poético pueblo (me aguarda una estupenda enciclopedia en dos tomos a la que ya le tengo ganas), así que volveré sobre todo lo que tiene que ofrecer el mundo celta en futuras reseñas. Para finalizar, os dejo con un pequeño y bonito párrafo con el que el autor define bien la perdurabilidad del espíritu celta en la actualidad:
"En la gran mayoría de sus áreas de influencia, el culto, o para mayor precisión, los cultos celtas dejaron improntas muy profundas, algunas de las cuales pueden rastrearse hasta nuestros días. Las capillas, ermitas y monasterios cristianos se emplazaron sobre arcaicos santuarios druídicos o templos galorromanos; numerosas fuentes y calveros de los bosques, sagrados ayer para los celtas, son hoy lugares de peregrinaje para creyentes de muchas religiones distintas; con frecuencia puede verse, tanto en el continente como en las forestas de Irlanda, una virgen entronizada en el hueco de una añosa encina, otrora cantada por vates y bardos; hadas, silfos, ninfas, ondinas, leprechauns y korrigans custodian los árboles y manantiales, y revolotean entre las ramas de los robles. [...] Hoy, a través de casi veinte siglos de historia, las religiones masivas han logrado enmascarar innumerables ritos paganos bajo la cáscara de sus propias interpretaciones."
10 comentarios:
Vi este libro hace poco en una librería, pero lo cierto es que ni me acerqué a él. Se ha publicado tanta mierda sobre los celtas que daba por hecho que éste solo era una más.
Después de leído tu, como siempre, interesante artículo la verdad es que parece bastante completo y desprende cierto aire de seriedad, aunque que el autor sea un experto en chamanismo no auguraba nada bueno, sí quizá un poco básico. Imagino que es un libro ideal para iniciarse en esa cultura (que no civilización) histórica tan atractiva.
Hay mucho papanatismo y mucha idea tonta decimonónica alrededor de esto de los celtas y ya van siendo necesarios libros que se dediquen a limpiar su imagen desde la base. Si el ibro va por ahí, aunque tengo mis dudas, bien.
Sin embargo el mapa, en lo que concierne a la península ibérica, me echa mucho para atrás, ¡¿los celtíberos en Galicia y Portugal?!,¿qué ha sido de los lusitanos, vetones, vacceos, astures, cántabros, galaicos, etc...?, ¿quién vivía entonces en la meseta?, ¿por qué no aparecen los celtas del norte de Italia? Si la documentación que maneja este señor es igual para todo lo demás, creo que, al final, el libro será otra mierda muy gorda, espero que no sea así.
Para acabar solo una pregunta: en tu artículo aparece una ilustración de Angus McBride (excelente ilustrador histórico fallecido recientemente) ¿aparece también en el libro? y si es así ¿hay más?
Hola Pedro,
el libro es más o menos veraz en general (por lo que he podido constatar tirando de Wikipedia y otras fuentes), pero bastante superficial. Como decía, no esperes encontrar un trabajo muy riguroso, aunque como iniciación no lo he visto mal. Sin duda, teniendo en cuenta lo que dominas estos y otros temas históricos, a ti se te quedaría corto, así que no te merece la pena comprarlo. Por cierto, que también me dio un mal rollo importante eso de que el autor fuera experto en chamanismo, pero no me he encontrado demasiadas salidas de tono en este sentido. Parece que ha sabido separar lo uno de lo otro, salvo alguna que otra suposición arriesgada.
Lo que me hubiera gustado es que no se centrase tan exclusivamente en la cultura celta insular, por más que esta sea su foco de mayor pervivencia. Y tienes toda la razón respecto a lo inexacto del término 'civilización'. Si lo he usado en el artículo es más como forma de hablar, porque la falta de homogeneidad y disgregación de la cultura celta no permiten denominarla como tal.
El mapa indicado (expansión celta entre los s. V y I a.C. según la leyenda al pie) proviene de un tratado alemán de historia de los 60. Efectivamente, esa distribución en la península ibérica chirría bastante. No obstante, los pueblos que citas -y en esto manifiesto mi desconocimiento- aparte de ser ramas indígenas ¿no tienen un sustrato celta? Quiero decir, que yo los entiendo como los pueblos celtas de la península. Ya digo que ando un poco perdido en esto, porque no sé muy bien hasta dónde llega la frontera con lo celtíbero, (y no hablemos ya de los iberos, de los que también se han dicho muchas inexactitudes hasta en libros recientes de historia).
Aprovecho como en otras ocasiones para pedirte recomendación de algún manual que consideres más serio y fiable. La enciclopedia en dos tomos a la que hago referencia es "Los Celtas. El poder del hierro", de Time Life - Folio. Parece hacer hincapié en cuestiones arqueológicas, que son de lo que más me interesa (los enterramientos del hombre de Lindow o la tumba de Vix me parecen muy interesantes).
La ilustración de Angux McBride es una autoconcesión para ilustrar el artículo, porque me gusta mucho el trabajo de este hombre (sus láminas en los Men-at-arms son magníficas), así que no aparece en el libro.
Saludos!
Efectivamente Jolan, los lusitanos, vetones, vacceos, galaicos, etc, eran pueblos más o menos pertenecientes a la órbita cultural celta, pero no eran celtíberos. Los celtíberos eran un conjunto de tribus celtas que vivían en la meseta central y que tenían una fuerte influencia cultural ibérica (de los iberos del levante y del sur, vamos,) y a los que se les ha llamdo así para abreviar.
Como dije antes hay mucha idea preconcebida sobre los celtas, por ejemplo: los celtas más "puros" étnica y culturalmente no estaban en Galicia ni en Asturias ni nada de eso sino entre el Guadiana y el Guadalquivir hasta el punto de que los romanos llamaban a esa zona la Beturia céltica, o que en lo que hoy se conoce como País Vasco vivían también pueblos celtas y que esas tierras las fueron ocupando poco a poco tribus éuskaras (no olvidemos que eran aliados de los romanos) sobre todo después del vacío de poder que supuso la caída del Imperio.
¿Un libro sobre los Celtas? eso mismo estoy esperando yo. Quizá hay alguno lo suficientemente serio, riguroso, ameno y alejado de papanatismos pero yo no lo conozco. Los que hay son demasiado académicos y áridos y no están pensados para un público mayoritario. Cuando leas esa enciclopedia que dices no dejes de comentarlo, porque a lo mejor suena la flauta.
Si conseguimos olvidarnos de chorradas como las "naciones celtas" o de marcas comerciales irritantes como "música celta", o, cómo no decirlo, las actuales religiones drúidicas y pseudochamánicas ese supuesto libro no vendería mucho, así que lo veo difícil.
Siento haberme puesto tan pelma en este post, pero es que hay temas en los que solo necesito que me den palmas.
En cuanto a libros se me olvidaba algo. Recientemente ha salido un libro muy interesante, que estudia todo este periodo histórico de la península ibérica desde el punto de vista del guerrero, del soldado. Se llama "Armas de la antigua Iberia. De Tartessos a Numancia" de Fernando Quesada Sanz, lo edita "la esfera de los libros", es un poco carillo (42 pavos) pero merece la pena. Es muy ameno pero al mismo tiempo riguroso y está plagado de ilustraciones a lo McBride de recreaciones de Iberos, celtíberos y demás, además de fotos (aparecen algunas asociaciones de recreación histórica, tema este que me interesa especialmente porque yo pertenezco a una, que hacen un trabajo muy serio, como"Tierraquemada" o "Ibercalafell"). En fin, que lo estoy leyendo ahora y lo estoy disfrutando como un enano.
Y ya, ya lo dejo.
Como siempre muy buena tu entrada,muy completa. Siempre me ha gustado mucho la historia pero la falta de tiempo hace que no pueda leer mucho. Me ha gustado leer tus comentarios y los de Pedro.Salu2
Pedro, yo siempre encantado de que me cuentes cosas sobre estos temas. Por ejemplo, no tenía idea de presencia celta tan al sur de la península, la verdad.
Me suena el libro que comentas; si dices que no es espeso de leer y va acompañado de ilustraciones de calidad, me lo apunto para futura compra cuando lo vea.
Oye, pues el tema de las asociaciones de recreación histórica me parece muy interesante, aunque desconozco cómo funcionan estos grupos. Alguna que otra vez he visto noticias relacionadas y siempre me ha picado la curiosidad.
Pardi:
A mi también me gusta mucho la historia, especialmente la antigua y medieval, pero me he quedado en un simple profano en la materia también por falta de tiempo y dedicación al tema. De hecho, mi vocación frustrada era haber estudiado Historia en serio. En fin...
En ese caso ya somos un montón los historiadores frustrados.
El mundo del recreacionismo es muy interesante porque aúnas en una sola actividad deporte, cultura y diversión. Además aprendes un montón, pues cada vez más los historiadores profesionales se apoyan en este tipo de asociaciones para reconstruir hasta el más mínimo detalle de la indumentaria, formas de combate y costumbres de otros tiempos por el método de la prueba y el error y la reconstrucción lógica. Por no mencionar que muchos de esos historiadores ya FORMAN PARTE de esos grupos.
Desgraciadamente en España este mundillo todavía tiene dificultades para asentarse (los complejos que arrastramos históricamente siguen haciendo de las suyas) excepto en Cataluña donde hay grupos de referencia internacional. Sin embargo en el resto de Europa, en sitios como Escocia o Alemania es ya una forma de vida.
Te mando un par de enlaces por si quieres echarle un vistazo: http://www.esgrimaantigua.com/index.php
http://www.complvtvm.com/
http://www.fratres-de-caceres.es/home.html
http://campodemontiel.es/index.php?option=com_content&view=article&id=199:jornadas-de-recreacion-historica-montiel-medieval-2009&catid=36:montiel
Muy interesante ese artículo sobre la cultura celta y muy interesante también la conversación que habéis estado manteniendo sobre la misma materia, por los detalles que habéis estado dando.
De siempre también me ha gustado esta cultura (y porqué no, aunque sea una herejía, todos los productos derivados de ella xDD), y me gustaría que cayera un libro en mis manos de esta materia, pues no he leído ninguno. Estuve buscando hace un tiempo libros relacionados, pero en ese momento no me mostraron ninguno interesante en las librerías donde busqué. Les echaré un vistazo la próxima vez que vaya, aunque sería interesante conocer más opiniones de libros al respecto.
Lo que también me sorprende y gusta es la cantidad de referencias célticas que podemos encontrar en una extensísima amplitud de obras literarias, de cómic, videojuego o lo que sea, que hacen alusión a detalles de la cultura celta, en mayor o menor modo. Casos como el héroe celta por excelencia, el caldero que revive a los muertos, los druidas, el bardo... Montones.
Pedro:
Vistas algunas fotos y videos de esos enlaces, reitero: pinta como una actividad realmente interesante -y divertida!- que, de tener más cerca, me plantearía participar. Lo malo de ser un 'gato de ciudad' es que estas cosas siempre parecen pillar lejos. Por desgracia, como bien dices, en España aún no hay la mentalidad suficiente para llevar a cabo estas cosas sin el juicio ignorante de muchos. Lo bueno es que, por lo que veo, cada vez más municipios le están cogiendo gusto al tema.
Loren:
Es verdad que la trascendencia de lo celta en el mundo actual parece estar en todas partes, pero también es cierto que muchas de esas cosas son agregados en el curso de las últimas décadas que por cuestiones comerciales se han querido asociar a esta cultura. Aun así, hay que reconocer que es un tema rodeado de un gran atractivo, desde luego.
Ah, siguiendo con el tema de libros relacionados se me pasó comentar que también tengo uno titulado 'Druidas' de Peter Berresford, que aún no he leído. Y luego tengo alguno más de leyendas celtas, como el de Ramón Sainero; aunque como decía en la reseña me interesa casi más el aspecto histórico y arqueológico que el mítico.
Hola. Estoy buscando libros, ensayos, material escrito o info acerca de los iberos antes de la romanización de la península. Cómo vivían, nombres de oppida/ciudades importantes, regulos y/o caudillos, pueblos que pactaban o guerreaban entre sí... Sé que es difícil porque todo o casi todo nos ha llegado desde fuentes oficiales antiguas (Estrabon, Tito Livio...) ¿Qué me recomendáis?
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