El Cantar de los Nibelungos es una de las sagas nórdicas de origen germánico más relevantes y que ha tenido una mayor influencia en gran cantidad de mitos posteriores, así como en la literatura y otros géneros de carácter fantástico que se han valido de esta leyenda como fuente de inspiración original. Sin embargo, si exceptuamos la incursión -nada desdeñable, según he podido leer en otras opiniones- realizada por P. Craig Russell hace varios años en los cuatro tomos de El anillo del Nibelungo (editado por Planeta), se trata de una historia de la que el campo del comic aún no se había ocupado en demasía, a diferencia de otras sagas legendarias revisadas hasta la saciedad en el papel de los tebeos.
Publicado en Francia por Dargaud el año pasado y acercado hasta nuestras fronteras por Norma durante este verano, Siegfried, estructurado como una trilogía, viene a ocupar ese hueco pendiente que parecía existir con este importante relato mitológico. El creador integral de esta obra es el joven autor Alex Alice (Francia, 1.974), no muy conocido por estos lares pero de quien ya pudimos disfrutar por la parte gráfica con su estupendo trabajo en El tercer testamento (con guión de Xavier Dorison), serie de cuatro números publicada por Glenat sobre conspiraciones medievales (y a la que estoy deseando hincar el diente un día de estos, la verdad). Por lo demás, ha llevado a cabo el guión de una adaptación al comic -inédita en castellano- de Tomb Raider, la popular serie del videojuego y del cine protagonizada por Lara Croft, y algún que otro encargo de ilustración de menor trascendencia hasta la realización de este Siegfried, que ha supuesto para el autor un paso de gigante en el panorama del comic europeo.
Debo reconocer mi completo desconocimiento sobre el tratamiento de la saga de los nibelungos a cualquier nivel, especialmente del contenido del poema medieval clásico. Y ello a pesar de tratarse de un relato del que se nutren buena parte de las historias fantásticas de las últimas décadas. Naturalmente la historia obtuvo su mayor encumbramiento gracias a la obra operística de Wagner en cuatro actos: El oro del Rin, La Valquiria, Sigfrido y El ocaso de los Dioses (dicho sea de paso, parece que el comic de Alice o bien se come una de las partes, o la reduce en alguno de sus tres tomos). Pero resulta que tanto la ópera como la versión de Russell me son bastante ajenas. En definitiva, que la llegada de este álbum -primero de tres- supuso una completa novedad para el que suscribe.
Inevitable deleitarse con el aspecto visual de esta leyenda cargada de simbolismo que nos cuenta cómo Siegfried, hijo de un hombre y de una diosa, es rescatado en unos bosques apartados del mundo civilizado, siendo tan solo un recién nacido, por Mime, un herrero nibelungo que se encarga de su educación y sustento, ocultándole todo lo relacionado con sus congéneres humanos, de tal forma que a medida que el muchacho va adquiriendo consciencia cree ser el único y desvalido especimen de su estirpe, no muy diferente de una de las bestias lobunas a las que merodea y que constituyen sus únicos -y a menudo peligrosos- compañeros de juego.
El niño se hará hombre y el engaño de Mime quedará desvelado. Así, llegará el momento en que Siegfried, desencantado de su vida salvaje, comience a preguntarse por la existencia de los suyos y el paradero de su pueblo, siendo en el fondo todavía ignorante de la realidad. En cambio, los planes en la mente de Mime -que se verán reforzados por el propio Odín- han sido distintos durante todos esos años, pues fue él quien contribuyó a dar forma al oro del Rin, arrebatado a los mismos dioses por el temible dragón Fafnir. Ahora, Siegfried, paria de los suyos e instrumento de las divinidades, debe convertirse en el hombre capaz de descender al inframundo para derrotar a Fafnir. ¿Puede un hombre manejar los hilos del destino de aquellos dioses que lo dominan?
El argumento puede resultar típico para quienes ya conozcan el mito, e incluso para quienes no lo hicieran también; después de todo se trata de la historia del héroe por antonomasia, con mediación divina incluída, de la que han pellizcado multitud de relatos posteriores. Sin embargo hay que admitir que Alice ha sabido dotarla de una épica sin alardes y una capacidad de atracción dignas de elogio y que rara vez se encuentran en otras obras. Además, la narración es tremendamente fluída (demostrándose con la ausencia de textos de apoyo, no siendo por el seguimiento retrospectivo de la infancia de Siegfried llevado a cabo por la valkiria, integrado en el propio relato) y se define a menudo por medio de secuencias carentes de diálogo magistralmente hilvanadas, vivas y llenas de una empatía que hacen que no sea necesario el texto para comprender y aprehender el magnetismo que el autor ha querido desplegar. Esto supone que la lectura se haga muy sencilla, y donde otros álbumes dan vueltas en 48 páginas, aquí parece no sobrar ni una de sus 70, a pesar de que realmente la acción no avanza mucho en este primer número.
La excelencia gráfica es el elemento conductor de estas sensaciones y alcanza cotas de una casi intachable perfección, tanto en la definición física de las figuras y contornos humanos y de las criaturas de tipo fantástico (como el curioso pueblo de los nibelungos, con ese aire a lo Jim Henson) al igual que en el caso de los espectaculares paisajes aislados que sirven de escenario único y que gozan de un tratamiento del color exquisito y profundo. Una impresión que se experimenta con la lectura de este volumen es la de estar presenciando una cinta de animación representada en papel; algo con lo que, tras investigar un poco, uno se percata que no va muy desencaminado.
Y es que el proceso de creación de Siegfried es un tanto curioso. Concebido originalmente como proyecto de animación para la pantalla, parece que la idea se quedó en el camino por falta de presupuesto y desembocó en la versión comiquera. Sin embargo, dado el éxito que ha alcanzado esta última (en Francia se ha presentado como la revelación fantástico-heroica del año) existen muchas posibilidades de que la intencionalidad inicial del proyecto se recupere. De hecho, creo que actualmente está en trámites de financiación para su puesta en marcha. Por el momento, existe un trailer producido por los estudios Bibo Films que nos muestran cuál puede ser un resultado aproximado de este plan si llegara a ejecutarse. Yo le deseo suerte y que en verdad salga adelante, aunque no sé si un largometraje en 2D es la forma más acertada de acometer el paso a la versión animada, pues teniendo en cuenta que algunas de las últimas producciones bajo este formato no han destacado nada, es un aspecto que puede cuestionar su éxito.
Pero no adelantemos acontecimientos y centrémonos en el Siegfried sobre papel que, sin duda, es altamente recomendable. Con todo lo dicho, no obstante, admito que se me quedó cierta impresión de que al comic le faltaba algo para llegar al nivel de obra maestra que se está llegando a vender entre la opinión. Tal vez se deba al hecho de que, como todo buen comic que mantiene tu atención hasta el final, acaba sabiendo a poco y te deja con ganas de continuar leyendo. No sabría decirlo... Naturalmente, tampoco contribuye a que tengamos una opinión muy positiva la clavada de 17 € de Norma, sobre todo teniendo en cuenta que la edición española prescinde de las decenas de páginas de extras que sí incluye la edición especial lanzada por Dargaud (mención aparte el dvd que recoge entrevista al autor, trailer y otras pequeñas chorradas prescindibles pero interesantes).
Lo que está claro es que la trilogía de Siegried puede marcar un hito en la línea de la fantasía heroica del comic moderno y que Alex Alice pasa a ser un nombre muy a tener en cuenta de cara a próximos lanzamientos. Libráos de recelos ante la fidelidad que pueda guardar este comic respecto al mito primitivo de los nibelungos o al clásico de Wagner y pasad un buen rato con sus excelentes viñetas. Mientras aguardamos el segundo volumen de Siegfried (que llevará por título La Valquiria y se espera que aparezca en Francia a finales de este año) es una buena opción hacerse con la otra serie conocida del autor, la ya mencionada El Tercer Testamento, cuya calidad gráfica desborda igualmente las páginas y que ya he apuntado entre mis compras de un futuro (cuando el bolsillo lo permita).
Publicado en Francia por Dargaud el año pasado y acercado hasta nuestras fronteras por Norma durante este verano, Siegfried, estructurado como una trilogía, viene a ocupar ese hueco pendiente que parecía existir con este importante relato mitológico. El creador integral de esta obra es el joven autor Alex Alice (Francia, 1.974), no muy conocido por estos lares pero de quien ya pudimos disfrutar por la parte gráfica con su estupendo trabajo en El tercer testamento (con guión de Xavier Dorison), serie de cuatro números publicada por Glenat sobre conspiraciones medievales (y a la que estoy deseando hincar el diente un día de estos, la verdad). Por lo demás, ha llevado a cabo el guión de una adaptación al comic -inédita en castellano- de Tomb Raider, la popular serie del videojuego y del cine protagonizada por Lara Croft, y algún que otro encargo de ilustración de menor trascendencia hasta la realización de este Siegfried, que ha supuesto para el autor un paso de gigante en el panorama del comic europeo.
Debo reconocer mi completo desconocimiento sobre el tratamiento de la saga de los nibelungos a cualquier nivel, especialmente del contenido del poema medieval clásico. Y ello a pesar de tratarse de un relato del que se nutren buena parte de las historias fantásticas de las últimas décadas. Naturalmente la historia obtuvo su mayor encumbramiento gracias a la obra operística de Wagner en cuatro actos: El oro del Rin, La Valquiria, Sigfrido y El ocaso de los Dioses (dicho sea de paso, parece que el comic de Alice o bien se come una de las partes, o la reduce en alguno de sus tres tomos). Pero resulta que tanto la ópera como la versión de Russell me son bastante ajenas. En definitiva, que la llegada de este álbum -primero de tres- supuso una completa novedad para el que suscribe.
Inevitable deleitarse con el aspecto visual de esta leyenda cargada de simbolismo que nos cuenta cómo Siegfried, hijo de un hombre y de una diosa, es rescatado en unos bosques apartados del mundo civilizado, siendo tan solo un recién nacido, por Mime, un herrero nibelungo que se encarga de su educación y sustento, ocultándole todo lo relacionado con sus congéneres humanos, de tal forma que a medida que el muchacho va adquiriendo consciencia cree ser el único y desvalido especimen de su estirpe, no muy diferente de una de las bestias lobunas a las que merodea y que constituyen sus únicos -y a menudo peligrosos- compañeros de juego.
El niño se hará hombre y el engaño de Mime quedará desvelado. Así, llegará el momento en que Siegfried, desencantado de su vida salvaje, comience a preguntarse por la existencia de los suyos y el paradero de su pueblo, siendo en el fondo todavía ignorante de la realidad. En cambio, los planes en la mente de Mime -que se verán reforzados por el propio Odín- han sido distintos durante todos esos años, pues fue él quien contribuyó a dar forma al oro del Rin, arrebatado a los mismos dioses por el temible dragón Fafnir. Ahora, Siegfried, paria de los suyos e instrumento de las divinidades, debe convertirse en el hombre capaz de descender al inframundo para derrotar a Fafnir. ¿Puede un hombre manejar los hilos del destino de aquellos dioses que lo dominan?
El argumento puede resultar típico para quienes ya conozcan el mito, e incluso para quienes no lo hicieran también; después de todo se trata de la historia del héroe por antonomasia, con mediación divina incluída, de la que han pellizcado multitud de relatos posteriores. Sin embargo hay que admitir que Alice ha sabido dotarla de una épica sin alardes y una capacidad de atracción dignas de elogio y que rara vez se encuentran en otras obras. Además, la narración es tremendamente fluída (demostrándose con la ausencia de textos de apoyo, no siendo por el seguimiento retrospectivo de la infancia de Siegfried llevado a cabo por la valkiria, integrado en el propio relato) y se define a menudo por medio de secuencias carentes de diálogo magistralmente hilvanadas, vivas y llenas de una empatía que hacen que no sea necesario el texto para comprender y aprehender el magnetismo que el autor ha querido desplegar. Esto supone que la lectura se haga muy sencilla, y donde otros álbumes dan vueltas en 48 páginas, aquí parece no sobrar ni una de sus 70, a pesar de que realmente la acción no avanza mucho en este primer número.
La excelencia gráfica es el elemento conductor de estas sensaciones y alcanza cotas de una casi intachable perfección, tanto en la definición física de las figuras y contornos humanos y de las criaturas de tipo fantástico (como el curioso pueblo de los nibelungos, con ese aire a lo Jim Henson) al igual que en el caso de los espectaculares paisajes aislados que sirven de escenario único y que gozan de un tratamiento del color exquisito y profundo. Una impresión que se experimenta con la lectura de este volumen es la de estar presenciando una cinta de animación representada en papel; algo con lo que, tras investigar un poco, uno se percata que no va muy desencaminado.
Y es que el proceso de creación de Siegfried es un tanto curioso. Concebido originalmente como proyecto de animación para la pantalla, parece que la idea se quedó en el camino por falta de presupuesto y desembocó en la versión comiquera. Sin embargo, dado el éxito que ha alcanzado esta última (en Francia se ha presentado como la revelación fantástico-heroica del año) existen muchas posibilidades de que la intencionalidad inicial del proyecto se recupere. De hecho, creo que actualmente está en trámites de financiación para su puesta en marcha. Por el momento, existe un trailer producido por los estudios Bibo Films que nos muestran cuál puede ser un resultado aproximado de este plan si llegara a ejecutarse. Yo le deseo suerte y que en verdad salga adelante, aunque no sé si un largometraje en 2D es la forma más acertada de acometer el paso a la versión animada, pues teniendo en cuenta que algunas de las últimas producciones bajo este formato no han destacado nada, es un aspecto que puede cuestionar su éxito.
Pero no adelantemos acontecimientos y centrémonos en el Siegfried sobre papel que, sin duda, es altamente recomendable. Con todo lo dicho, no obstante, admito que se me quedó cierta impresión de que al comic le faltaba algo para llegar al nivel de obra maestra que se está llegando a vender entre la opinión. Tal vez se deba al hecho de que, como todo buen comic que mantiene tu atención hasta el final, acaba sabiendo a poco y te deja con ganas de continuar leyendo. No sabría decirlo... Naturalmente, tampoco contribuye a que tengamos una opinión muy positiva la clavada de 17 € de Norma, sobre todo teniendo en cuenta que la edición española prescinde de las decenas de páginas de extras que sí incluye la edición especial lanzada por Dargaud (mención aparte el dvd que recoge entrevista al autor, trailer y otras pequeñas chorradas prescindibles pero interesantes).
Lo que está claro es que la trilogía de Siegried puede marcar un hito en la línea de la fantasía heroica del comic moderno y que Alex Alice pasa a ser un nombre muy a tener en cuenta de cara a próximos lanzamientos. Libráos de recelos ante la fidelidad que pueda guardar este comic respecto al mito primitivo de los nibelungos o al clásico de Wagner y pasad un buen rato con sus excelentes viñetas. Mientras aguardamos el segundo volumen de Siegfried (que llevará por título La Valquiria y se espera que aparezca en Francia a finales de este año) es una buena opción hacerse con la otra serie conocida del autor, la ya mencionada El Tercer Testamento, cuya calidad gráfica desborda igualmente las páginas y que ya he apuntado entre mis compras de un futuro (cuando el bolsillo lo permita).
6 comentarios:
No olvides la versión del "Anillo de los Nibelungos" que en su día hicieron Roy Thomas y Gil Kane para DC comics. Aunque sin duda ésa y la de Craig Russel tienen una concepción más operística y Wagneriana.
Concuerdo contigo en que esta nueva versión tiene un apartado gráfico impresionante, aunque por lo demás habrá que ver hacia dónde van las siguientes entregas, por que esta sabe a poco.
"El Anillo de los Nibelungos" es sin duda el gran mito pangermánico por excelencia ya que se conocen versiones en varias zonas de influencia de esta cultura (sin ir más lejos el Sígfrido del que aquí hablamos es llamado Sigurd en Escandinavia) que tiene sus orígenes en distintos hechos históricos que sucedieron durante la caída del Imperio Romano (vistos desde el punto de vista de los germanos y convertidos en leyenda por éstos, ya que no solían escribir sus crónicas por aquella época)tales como la caída de los burgundios o el papel que jugó Atila entre las tribus germanas, y que también aparece en esta historia.
Si te interesa el tema échale un vistazo a la recreación que del mito hizo Diana L. Paxson en "el lobo y el cuervo" o directamente házte con la preciosa edición "Los Nibelungos" de José J. de Olañeta con las maravillosas ilustraciones que en su día hizo el modernista austríaco Otto Coczeschka.
Por poco coincidimos Jolan. Había pensado en incluir una página en mi blog ;D
Poco tiene que ver con la obra de Russell en cuanto a dibujo, Siegfried mucho más impactante.
Incluso comparándola con la obra anterior del mismo autor editada por aquí, El tercer testamento, Siegfried se nota mucho más trabajado a nivel gráfico.
Estoy con Pedro y contigo en que parece que le falta algo y habrá que esperar a próximas entregas.
Magnífica reseña.
Un saludo.
Pedro:
Yo no conozco la versión de Russell, y la de DC (campo en el que estoy pez) ni la había oído mencionar anteriormente; así que gracias por el apunte. Como decía, desconozco casi por completo la leyenda de los nibelungos, no siendo ahora por este Siegfried. De hecho, es un mito que me tiene un poco descolocado, porque lo creía totalmente ajeno a cualquier realidad histórica, cosa que por lo que cuentas compruebo con asombro que no es así! Tendré tus recomendaciones en primer lugar si un día me adentro más a fondo en el mito más allá del comic. ;)
Angux:
Gracias ;)
Por lo que veo tu también has leído la versión de Russell... ya me contarás. El Tercer Testamento tengo ganas de tenerlo, pero es una serie para comprarse y está algo carilla, así que esperaré un poco. Ya en esa obra el dibujo de Alice me pareció muy bueno, aunque sí, Siegfried es más espectacular.
Tengo curiosidad por ver qué plancha tenías pensada para tu sección de La Gran Página, así que no dudes en incluirla!
Incluida. Y enlazado ;D
Un saludo amigo.
Qué buena pinta, Jolan! Me lo apunto, gracias por la recomendación ;)
Hola, buenos días.
¡CUIDADO!, pues no hay que confundir el Nibelungenlied (o Cantar de los nibelungos) con Der Ring des Nibelungen (o El anillo de los nibelungos).
El Nibelungenlied es un poema épico que debió redactarse en el siglo XIII por un autor anónimo de la Baja Sajonia. Dicho texto --que ha sido editado y estudiado hasta la saciedad y viene a ser el equivalente germánico a la Chanson de Roland francesa y el Cantar de Mío Cid castellano-- constituye la base argumental de todo lo que ha se ha hecho después. Así, por ejemplo, la obra teatral de Friedrich Hebbel, la ópera de Richard Wagner (sólo en parte), la película de Fritz Lang, etc.
Por el contrario, Der Ring des Nibelungen (El anillo del Nibelungo) es el título de la tetralogía de dramas musicales que Richard Wagner tardó en componer más de 25 años, y cuyo libreto elaboró basándose en materiales procedentes del citado poema épico medieval pero, sobre todo, en los textos clásicos de la mitología germánica, recogidos en la Edda Menor, la Edda Mayor y alguna otra leyenda mitológica.
El mundo del cómic se ha interesado más por el trabajo de Wagner que por el derivado del Nibelungenlied. Y es lógico, puesto que el universo creado por el genio de Leipzig es mucho más propicio para ser plasmado en bellas imágenes y potentes historias. Sin embargo, el último trabajo que se ha publicado de Sergio Toppi y que sólo conozco por breves referencias --se titula Nibelungica-- creo que está basado mucho más en las fuentes medievales que en el mundo creado por Wagner (aunque no estoy seguro porque no lo he visto aún).
Un saludo.
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