Llegué hasta Orn por una recomendación; y en buena hora, ya que en este momento soy yo quien no puede dejar de recomendar a su vez que os acerquéis a esta magnífica historieta de fantasía, protagonizada por un perro mercenario de corazón noble y pasado turbio, que en sólo unas cuantas viñetas conseguirá captar vuestra atención y afecto para convertiros en un compañero más de su constante vagar por los caminos.
Su autor, Quim Bou, es un joven gerundense afincado en Cornellà del Terri que, desde hace unos años, lleva demostrando su pericia como dibujante y guionista de toda clase de historias. Empezó a labrarse un nombre gracias a sus colaboraciones en conocidas revistas como Makoki o El Víbora y trabajos puntuales para Ediciones La Cúpula, hasta acabar revelándose como un artista completo que sabe moverse hábilmente entre temáticas de lo más diverso: desde el social/urbano (Cercanías, A reventar), el costumbrismo (Haciendo café), terror (El lobo mateyo), el género negro (La Síbila) hasta finalmente llegar al estilo con el que reconoce que se siente más cómodo, para fortuna de los que nos declaramos fantasistas: primero con Corazón Negro y con Oro Rojo, ambas series limitadas, publicadas en su día por Dude Comics, que se desarrollan en El continente de Môm, surgido de su imaginativa y fructífera mente para esto de lo fantástico (también en ese mundo está basado el comic-book Ser rey). Y cómo no, Orn. Con seguridad su trabajo más sólido hasta la fecha, que tras el ciclo formado por una sucesión de historias, más o menos cortas, reunidas bajo el título de Dos Espadas (también originalmente con Dude), se lanza a la carrera del álbum en formato BD con la colección Historia Universal, amparado por la editorial Dolmen bajo su sello Siurell Gold. Con semejante trayectoria, podemos afirmar que se trata de un autor de futuro, pero con una experiencia lo suficientemente dilatada como para permitirle haberse afianzado en la profesión, con varios premios que le han hecho valedor del reconocimiento de crítica y público: Premio 'Diario de Avisos' como Mejor Guión por Haciendo café y el galardón por votación popular al Mejor Guión por Oro Rojo. Y muchos otros que estoy seguró acabarán concediéndole por su minuciosa y detallista labor en el mundo del comic. Alternando sus ocupaciones cotidianas como ilustrador de libros de texto y otro tipo de material, e impartiendo clases en la escuela de arte de Girona, trabaja para seguir presentándonos las nuevas aventuras de su personaje más emblemático: Orn.
Gracias al integral de Dos Espadas, una recopilación muy bien elaborada que pone a nuestra disposición la pequeña editorial catalana Maqui Edicions, tenemos la oportunidad de disfrutar de las primeras aventuras de este héroe peculiar del que voy a hablaros. El mundo por el que se mueve Orn es similar a nuestro periodo medieval temprano, pero con una gran particularidad, que es la de estar poblado por toda clase de animales antropomórficos, tan reales en sus maneras y quehaceres que enseguida asimilamos esta visión como natural. Y entre esa diversidad destaca Orn, un gos d'atura (lo que en realidad es un perro pastor autotócno del Pirineo catalán) que se caracteriza por su carácter sosegado, por su actuar sereno y meditabundo, y acosado sin embargo por un pasado que no acaba de dejarle fundirse por completo en la paz que parece haber encontrado. Se emplea como mercenario, escolta o aventurero de cualquier suerte, si ello no supone contravenir sus principios y su propio código ético, tarea que le lleva a un incesante deambular por bosques, ciudades y senderos para que así seamos espectadores de la impactante belleza que desprenden los dibujos de Quim Bou.
De esta perspectiva animalista, unida al corte fantástico-aventurero, podría desprenderse una equivocada lectura de cariz pseudo-infantil. Nada más lejos de la realidad, porque bajo esa apariencia se representan unos personajes con una psicología y una profundidad de carácter que ya los quisieran para si muchas historias que presumen de realistas. No se trata de animales actuando como personas; antes bien, lo que tenemos son personas con caras de distintos animales. Y es que a Bou lo que más le gusta es dibujar tanto animales como temáticas fantásticas y relacionadas con la historia del medievo, lo que en combinación confluye en esta mezcla tan atractiva, en este caso de un tono maduro y adulto. De igual manera que los ciudadanos de este mundo tan especial son animales, nuestros insectos y bichejos varios son aquí perfectas monturas domesticadas, bestias de tiro, ganado y demás criaturas de establo de gran tamaño. Y en esta particular escala evolutiva, los humanos se sitúan en el más bajo de los peldaños: unos minúsculos y prehistóricos hombrecillos que parasitan granjas y cloacas (acaso la posición real que nos corresponde en este mundo que progresivamente vamos minando en nuestras acciones contra la naturaleza).
Al bueno de Orn le sentimos muy pronto como un personaje cercano, socarrón, a ratos risueño, de corazón limpio; apreciamos su filosofía de la vida con esa actitud pausada que tiene de aceptar las cosas, preocupado por la seguridad de quienes protege, vigilante y precavido, como un verdadero perro pastor. Admirado por los que bien le conocen, aunque él no se considere digno de heroicidades. En un momento dado de su existencia algo le lanzó a los caminos y, entre otros muchos episodios de su vida, atravesó por un acontecimiento especialmente traumático: el despiadado asedio que sufrió la ciudad de Barka, en la que luchó codo con codo junto a sus defensores y en la que perdió a su tía y mentora: Dos Espadas. Es una historia de rencor que trata de superar, pero a la que no ayuda la maldición que padecen algunos miembros de su especie: una furia berserker que le lleva fuera de si y le hace perder todo rastro de cordura, condición que ha ido controlando gracias a la ayuda prestada por un segundo maestro felino que se apiadó de su situación personal. Sin embargo, en el momento en que se nos empiezan a narrar sus aventuras, Orn parece estar en paz consigo mismo y haber alcanzado un grado de dominio de sus sentidos que evita que se deje conducir por los extremos. De ahí ese carácter tranquilote y reflexivo que le define. Aún así, sus días se caracterizan por una lucha interna, materializada en las páginas del comic en forma de flashbacks y recuerdos de los hechos que le han marcado.
Cuando empezamos a leer el ciclo de Dos Espadas, vemos que Orn realiza los servicios de escolta de una familia de ratones mercaderes que vuelve a casa, con su escarabajo de carga repleto de mercancías. Las inclemencias del tiempo y la caída de la noche les obligará a acampar en una cripta abandonada en la que tendrá lugar un encuentro de gran trascendencia en el futuro. Al llegar a su destino, la ciudad bulle de visitantes, ya que al día siguiente se va a inaugurar el nuevo templo de Lug. Una ocasión importante que reúne en la villa a gentes de toda clase, incluso a un viejo conocido de Orn que forzará que su mente rescate recuerdos desterrados. No será el único personaje que despertará en el perro mercenario viejas iras que ya creía olvidadas, y Orn tendrá que debatirse una vez más entre sus deseos de venganza y su intención de continuar hacia adelante. Nuevas situaciones y nuevos compañeros genialmente desarrollados se darán cita en la urbe y propiciarán su vuelta a los caminos para desentrañar el misterio que rodea a una partida de felinos en una misión de sumo secreto.
Además, el integral de Dos Espadas contiene otra serie de pequeñas historias, en teoría independientes, pero que guardan gran relación entre si. Como la que introduce al paladín Ordis y la llegada de Orn a un pueblo con el que guarda una deuda de su doloroso pasado, que ahora podrá saldar antes de volver a su plácida vida andante.
Pero la cosa no queda aquí, ya que gracias a la acertada apuesta de Dolmen, ahora podemos gozar de las siguientes aventuras de Orn después de Dos Espadas, que nos deja con ganas de más. En el primer tomo de esta nueva etapa bajo el título global de Historia Universal, Herdez, asistimos al momento en el que Orn se embarca para continuar su eterno vagabundeo por el mundo. El viaje deparará una travesía en la que nuestro protagonista tendrá que recurrir a toda su capacidad de autocontrol para no sucumbir a las tensiones que hallará a bordo. Además, conocerá a la búho Aconis, personaje que va a dar pie a un conocimiento más profundo del entorno en el que se desarrollan las aventuras que acontecerán a partir de ahora. Si el pasado de Orn estaba plagado de lagunas que hemos ido descubriendo con cuentagotas, el futuro impreciso que se avecina gracias a sus nuevas correrías sin duda proporcionará muchas más horas de entretenimiento.
Todos los relatos que despliegan las páginas de Orn gozan de una frescura relajada y fascinante que engancha de principio a fin, de humor y de argumentos no exentos de los momentos de acción que reclama el género, pero que se combinan perfectamente con periodos de pura contemplación que, al contrario de lo que ocurre en muchas otras obras, no detienen el curso de la aventura, sino que se integran magistralmente en ella, haciéndonos partícipes de los sentimientos y vivencias que afectan a los personajes. Además, Bou posee una habilidad raramente vista para tejer tramas y guiones que se entrelazan en distintos saltos temporales, haciendo que todo encaje como es debido. A veces esto puede parecer algo confuso, porque el recurso de los mencionados flashbacks y remembranzas, así como la manera de situar algunas historietas desde el momento actual en retroceso hacia la situación que lo origina, descoloca un poco. Pero cuando continuamos leyendo, enseguida le encontramos explicación y comprobamos que lo que se nos cuenta ya estaba urdido de antemano con una meditada destreza. Además, el modo de difuminar el dibujo permite diferenciar sin lugar a error estas interrupciones en el tiempo. No hay escenas gratuítas y ni una sola viñeta puesta para enmendar espacios. Y por supuesto, el entretenimiento, la emoción y la intriga que desenvuelven sus guiones, quizá típicos, pero con un ritmo difícilmente igualable, son notas comunes en la lectura de Orn. Los diálogos son siempre espontáneos, directos, nada forzados, no pecan de las formas literarias repetitivas de muchos comics de esta índole y a veces están cargados de una dureza que imprime a la obra ese carácter adulto que he mencionado.
Probablemente uno de los mayores encantos de esta obra sea el enorme carisma que Bou ha sabido dotar a sus personajes. El propio Orn es el mejor ejemplo de ello, pero es que todo personaje sobre el que el autor profundiza mínimamente, acaba por convertirse en una atractiva muestra de sentimientos y emociones a los que los rostros animales no restan un ápice de expresividad, sino que la captan sin ningún problema (y esto considero que ya es de por si algo realmente difícil de conseguir). De este modo, es inevitable dejarse cautivar por el entrañable refunfuñón abuelo, conmoverse con la melancolía de Portus, participar de los remordimientos de Ordis o compartir la honorabilidad de Noa. Ahí están también el Rey Caballo, el conde Garí, Herdez y tantos otros que cumplen la misma premisa. En este sentido estamos de suerte, porque algo que define las peripecias de Orn es el cambio periodico de compañeros de viaje que, como en una carrera de relevos perfectamente coordinada, van ocupando una etapa junto a nuestro estoico guerrero y aportando su enfoque a la historia hasta el momento en que salen del grupo y se van añadiendo al mismo nuevos amigos.
El modo de trasladarnos a este mundo increible se consigue gracias a un dibujo espectacular, plagado de detalles, pero en su justa medida, nunca recargado. El blanco y negro de las primeras aventuras no le supone ningún lastre, sino que funciona perfectamente, pero el color del que goza en Historia Universal le aporta una nueva dimensión que nos introduce todavía con mayor fuerza en su mundo y justifica el traspaso a un formato más acorde para este tipo de obra, amén de pulir pequeños desperfectos de pixelado que denotaban las escalas de grises del Dos Espadas, al tener ahora una mayor consistencia y textura, incrementándose por tanto la calidad en conjunto. El grafismo de Quim Bou es arte, conseguido a base de muchas horas de trabajo organizado en las jornadas más o menos estrictas que su autor se establece a diario. Una disciplina que ha llevado a su dibujo hacia una evolución notable desde anteriores trabajos y que hace que ahora nos podamos deleitar con las exquisitas panorámicas y sobrecogedores paisajes que regalan los escenarios por los que pasa el guerrero perruno. Aunque si hay algo en lo que destaca es en la excelente manera de retratar las arquitecturas medievales: la solidez y el realismo que imprime a fortalezas, torres, murallas, aldeas, callejuelas y otros elementos similares es algo que Bou siempre ha dominado, como ya demostraba en El continente de Môm. El modo en que se alternan los trasfondos urbanos con los naturales componen un mosaico estupendamente forjado. Su dibujo, unido al dinamismo de los guiones, a veces hace que nos dé la impresión, a medida que pasamos las páginas, de estar viendo una película de animación, algo que se percibe de un modo más palpable en las escenas de lucha, por ejemplo. Y el estilo gráfico recuerda a una de sus claras influencias y obras más admiradas: el Usagi Yojimbo, de Stan Sakai (aunque personalmente me quedo con el gos d'atura antes que con el conejo samurai de Sakai). La diversidad de esta zoología antropomorfa que salpica los distintos lugares también está muy bien diseñada. Por último, resaltar que el grado de grandeza de algunas ilustraciones a página completa o doble página es, sencillamente, asombroso.
En el universo que sirve de escenario para nuestro Orn errante no falta de nada. Hay un delicioso gusto por lo sobrenatural, pero no se abusa de este factor, demostrando de esta manera que se trata de un mundo con sus propias reglas y en constante desarrollo, algo a lo que va a contribuir enormemente las sucesivas entregas de Historia Universal. No nos puede extrañar, por tanto, que todo este material sirva para que los chicos de Maqui Edicions tengan en proyecto un juego de rol sobre Orn, al que deseo la mayor de las suertes. Podríamos decir también que la obra en su totalidad está impregnada de las ideologías ecologistas de Quim Bou, de su preocupación por el medio y de un claro respeto hacia el mundo animal. Como nota curiosa, es significativo que Orn sea en realidad el nombre de su mascota, que de algún modo ha inspirado al autor a denominar así al protagonista de su serie más popular.
Para acabar, sólo decir que si este artículo ha servido para suscitar vuestro interés por seguir las andanzas de Orn (cosa de la que no os arrepentiríais) os emplazo a leer en primer lugar Dos Espadas. Historia Universal se ha concebido como una colección que se puede acometer sin saber previamente nada del personaje, pero creo que para que la profundidad de esta estupenda serie cale más hondo, es importante pasar primero por el ciclo inicial, pues los episodios que suceden en Dos Espadas marcan la vida de su protagonista, como los hitos que jalonan las sendas que Orn recorre, de cara a posibles acontecimientos futuros. Además, la edición de Maqui es francamente bonita, tiene varios extras (todas las portadas de los números individuales de Dude, una historia inédita, páginas a color y otras curiosidades) y vaya, que merece la pena hacerse con ella. Existe además versión en catalán, para los lectores que así lo prefieran. Algo de lo que ha tomado buena nota Dolmen, que ha hecho lo propio con Historia Universal, pasando a Orn esta vez, como ya adelanté al principio, al formato de álbum europeo para mayor disfrute de todos. Desde hace pocas semanas, tenéis el segundo tomo, La Isla Hormiga, en las librerías. Está previsto que este nuevo ciclo abarque un total de 12 números (de los cuales Quim Bou ya tiene el argumento más o menos fijado), que se irán distribuyendo con una periodicidad aproximada de unos nueve meses entre una entrega y otra, según informa la editorial, así que afortunadamente tenemos Orn para rato. Una noticia ilusionante que hace que la fantasía esté de enhorabuena.
Su autor, Quim Bou, es un joven gerundense afincado en Cornellà del Terri que, desde hace unos años, lleva demostrando su pericia como dibujante y guionista de toda clase de historias. Empezó a labrarse un nombre gracias a sus colaboraciones en conocidas revistas como Makoki o El Víbora y trabajos puntuales para Ediciones La Cúpula, hasta acabar revelándose como un artista completo que sabe moverse hábilmente entre temáticas de lo más diverso: desde el social/urbano (Cercanías, A reventar), el costumbrismo (Haciendo café), terror (El lobo mateyo), el género negro (La Síbila) hasta finalmente llegar al estilo con el que reconoce que se siente más cómodo, para fortuna de los que nos declaramos fantasistas: primero con Corazón Negro y con Oro Rojo, ambas series limitadas, publicadas en su día por Dude Comics, que se desarrollan en El continente de Môm, surgido de su imaginativa y fructífera mente para esto de lo fantástico (también en ese mundo está basado el comic-book Ser rey). Y cómo no, Orn. Con seguridad su trabajo más sólido hasta la fecha, que tras el ciclo formado por una sucesión de historias, más o menos cortas, reunidas bajo el título de Dos Espadas (también originalmente con Dude), se lanza a la carrera del álbum en formato BD con la colección Historia Universal, amparado por la editorial Dolmen bajo su sello Siurell Gold. Con semejante trayectoria, podemos afirmar que se trata de un autor de futuro, pero con una experiencia lo suficientemente dilatada como para permitirle haberse afianzado en la profesión, con varios premios que le han hecho valedor del reconocimiento de crítica y público: Premio 'Diario de Avisos' como Mejor Guión por Haciendo café y el galardón por votación popular al Mejor Guión por Oro Rojo. Y muchos otros que estoy seguró acabarán concediéndole por su minuciosa y detallista labor en el mundo del comic. Alternando sus ocupaciones cotidianas como ilustrador de libros de texto y otro tipo de material, e impartiendo clases en la escuela de arte de Girona, trabaja para seguir presentándonos las nuevas aventuras de su personaje más emblemático: Orn.
Gracias al integral de Dos Espadas, una recopilación muy bien elaborada que pone a nuestra disposición la pequeña editorial catalana Maqui Edicions, tenemos la oportunidad de disfrutar de las primeras aventuras de este héroe peculiar del que voy a hablaros. El mundo por el que se mueve Orn es similar a nuestro periodo medieval temprano, pero con una gran particularidad, que es la de estar poblado por toda clase de animales antropomórficos, tan reales en sus maneras y quehaceres que enseguida asimilamos esta visión como natural. Y entre esa diversidad destaca Orn, un gos d'atura (lo que en realidad es un perro pastor autotócno del Pirineo catalán) que se caracteriza por su carácter sosegado, por su actuar sereno y meditabundo, y acosado sin embargo por un pasado que no acaba de dejarle fundirse por completo en la paz que parece haber encontrado. Se emplea como mercenario, escolta o aventurero de cualquier suerte, si ello no supone contravenir sus principios y su propio código ético, tarea que le lleva a un incesante deambular por bosques, ciudades y senderos para que así seamos espectadores de la impactante belleza que desprenden los dibujos de Quim Bou.
De esta perspectiva animalista, unida al corte fantástico-aventurero, podría desprenderse una equivocada lectura de cariz pseudo-infantil. Nada más lejos de la realidad, porque bajo esa apariencia se representan unos personajes con una psicología y una profundidad de carácter que ya los quisieran para si muchas historias que presumen de realistas. No se trata de animales actuando como personas; antes bien, lo que tenemos son personas con caras de distintos animales. Y es que a Bou lo que más le gusta es dibujar tanto animales como temáticas fantásticas y relacionadas con la historia del medievo, lo que en combinación confluye en esta mezcla tan atractiva, en este caso de un tono maduro y adulto. De igual manera que los ciudadanos de este mundo tan especial son animales, nuestros insectos y bichejos varios son aquí perfectas monturas domesticadas, bestias de tiro, ganado y demás criaturas de establo de gran tamaño. Y en esta particular escala evolutiva, los humanos se sitúan en el más bajo de los peldaños: unos minúsculos y prehistóricos hombrecillos que parasitan granjas y cloacas (acaso la posición real que nos corresponde en este mundo que progresivamente vamos minando en nuestras acciones contra la naturaleza).
Al bueno de Orn le sentimos muy pronto como un personaje cercano, socarrón, a ratos risueño, de corazón limpio; apreciamos su filosofía de la vida con esa actitud pausada que tiene de aceptar las cosas, preocupado por la seguridad de quienes protege, vigilante y precavido, como un verdadero perro pastor. Admirado por los que bien le conocen, aunque él no se considere digno de heroicidades. En un momento dado de su existencia algo le lanzó a los caminos y, entre otros muchos episodios de su vida, atravesó por un acontecimiento especialmente traumático: el despiadado asedio que sufrió la ciudad de Barka, en la que luchó codo con codo junto a sus defensores y en la que perdió a su tía y mentora: Dos Espadas. Es una historia de rencor que trata de superar, pero a la que no ayuda la maldición que padecen algunos miembros de su especie: una furia berserker que le lleva fuera de si y le hace perder todo rastro de cordura, condición que ha ido controlando gracias a la ayuda prestada por un segundo maestro felino que se apiadó de su situación personal. Sin embargo, en el momento en que se nos empiezan a narrar sus aventuras, Orn parece estar en paz consigo mismo y haber alcanzado un grado de dominio de sus sentidos que evita que se deje conducir por los extremos. De ahí ese carácter tranquilote y reflexivo que le define. Aún así, sus días se caracterizan por una lucha interna, materializada en las páginas del comic en forma de flashbacks y recuerdos de los hechos que le han marcado.
Cuando empezamos a leer el ciclo de Dos Espadas, vemos que Orn realiza los servicios de escolta de una familia de ratones mercaderes que vuelve a casa, con su escarabajo de carga repleto de mercancías. Las inclemencias del tiempo y la caída de la noche les obligará a acampar en una cripta abandonada en la que tendrá lugar un encuentro de gran trascendencia en el futuro. Al llegar a su destino, la ciudad bulle de visitantes, ya que al día siguiente se va a inaugurar el nuevo templo de Lug. Una ocasión importante que reúne en la villa a gentes de toda clase, incluso a un viejo conocido de Orn que forzará que su mente rescate recuerdos desterrados. No será el único personaje que despertará en el perro mercenario viejas iras que ya creía olvidadas, y Orn tendrá que debatirse una vez más entre sus deseos de venganza y su intención de continuar hacia adelante. Nuevas situaciones y nuevos compañeros genialmente desarrollados se darán cita en la urbe y propiciarán su vuelta a los caminos para desentrañar el misterio que rodea a una partida de felinos en una misión de sumo secreto.
Además, el integral de Dos Espadas contiene otra serie de pequeñas historias, en teoría independientes, pero que guardan gran relación entre si. Como la que introduce al paladín Ordis y la llegada de Orn a un pueblo con el que guarda una deuda de su doloroso pasado, que ahora podrá saldar antes de volver a su plácida vida andante.
Pero la cosa no queda aquí, ya que gracias a la acertada apuesta de Dolmen, ahora podemos gozar de las siguientes aventuras de Orn después de Dos Espadas, que nos deja con ganas de más. En el primer tomo de esta nueva etapa bajo el título global de Historia Universal, Herdez, asistimos al momento en el que Orn se embarca para continuar su eterno vagabundeo por el mundo. El viaje deparará una travesía en la que nuestro protagonista tendrá que recurrir a toda su capacidad de autocontrol para no sucumbir a las tensiones que hallará a bordo. Además, conocerá a la búho Aconis, personaje que va a dar pie a un conocimiento más profundo del entorno en el que se desarrollan las aventuras que acontecerán a partir de ahora. Si el pasado de Orn estaba plagado de lagunas que hemos ido descubriendo con cuentagotas, el futuro impreciso que se avecina gracias a sus nuevas correrías sin duda proporcionará muchas más horas de entretenimiento.
Todos los relatos que despliegan las páginas de Orn gozan de una frescura relajada y fascinante que engancha de principio a fin, de humor y de argumentos no exentos de los momentos de acción que reclama el género, pero que se combinan perfectamente con periodos de pura contemplación que, al contrario de lo que ocurre en muchas otras obras, no detienen el curso de la aventura, sino que se integran magistralmente en ella, haciéndonos partícipes de los sentimientos y vivencias que afectan a los personajes. Además, Bou posee una habilidad raramente vista para tejer tramas y guiones que se entrelazan en distintos saltos temporales, haciendo que todo encaje como es debido. A veces esto puede parecer algo confuso, porque el recurso de los mencionados flashbacks y remembranzas, así como la manera de situar algunas historietas desde el momento actual en retroceso hacia la situación que lo origina, descoloca un poco. Pero cuando continuamos leyendo, enseguida le encontramos explicación y comprobamos que lo que se nos cuenta ya estaba urdido de antemano con una meditada destreza. Además, el modo de difuminar el dibujo permite diferenciar sin lugar a error estas interrupciones en el tiempo. No hay escenas gratuítas y ni una sola viñeta puesta para enmendar espacios. Y por supuesto, el entretenimiento, la emoción y la intriga que desenvuelven sus guiones, quizá típicos, pero con un ritmo difícilmente igualable, son notas comunes en la lectura de Orn. Los diálogos son siempre espontáneos, directos, nada forzados, no pecan de las formas literarias repetitivas de muchos comics de esta índole y a veces están cargados de una dureza que imprime a la obra ese carácter adulto que he mencionado.
Probablemente uno de los mayores encantos de esta obra sea el enorme carisma que Bou ha sabido dotar a sus personajes. El propio Orn es el mejor ejemplo de ello, pero es que todo personaje sobre el que el autor profundiza mínimamente, acaba por convertirse en una atractiva muestra de sentimientos y emociones a los que los rostros animales no restan un ápice de expresividad, sino que la captan sin ningún problema (y esto considero que ya es de por si algo realmente difícil de conseguir). De este modo, es inevitable dejarse cautivar por el entrañable refunfuñón abuelo, conmoverse con la melancolía de Portus, participar de los remordimientos de Ordis o compartir la honorabilidad de Noa. Ahí están también el Rey Caballo, el conde Garí, Herdez y tantos otros que cumplen la misma premisa. En este sentido estamos de suerte, porque algo que define las peripecias de Orn es el cambio periodico de compañeros de viaje que, como en una carrera de relevos perfectamente coordinada, van ocupando una etapa junto a nuestro estoico guerrero y aportando su enfoque a la historia hasta el momento en que salen del grupo y se van añadiendo al mismo nuevos amigos.
El modo de trasladarnos a este mundo increible se consigue gracias a un dibujo espectacular, plagado de detalles, pero en su justa medida, nunca recargado. El blanco y negro de las primeras aventuras no le supone ningún lastre, sino que funciona perfectamente, pero el color del que goza en Historia Universal le aporta una nueva dimensión que nos introduce todavía con mayor fuerza en su mundo y justifica el traspaso a un formato más acorde para este tipo de obra, amén de pulir pequeños desperfectos de pixelado que denotaban las escalas de grises del Dos Espadas, al tener ahora una mayor consistencia y textura, incrementándose por tanto la calidad en conjunto. El grafismo de Quim Bou es arte, conseguido a base de muchas horas de trabajo organizado en las jornadas más o menos estrictas que su autor se establece a diario. Una disciplina que ha llevado a su dibujo hacia una evolución notable desde anteriores trabajos y que hace que ahora nos podamos deleitar con las exquisitas panorámicas y sobrecogedores paisajes que regalan los escenarios por los que pasa el guerrero perruno. Aunque si hay algo en lo que destaca es en la excelente manera de retratar las arquitecturas medievales: la solidez y el realismo que imprime a fortalezas, torres, murallas, aldeas, callejuelas y otros elementos similares es algo que Bou siempre ha dominado, como ya demostraba en El continente de Môm. El modo en que se alternan los trasfondos urbanos con los naturales componen un mosaico estupendamente forjado. Su dibujo, unido al dinamismo de los guiones, a veces hace que nos dé la impresión, a medida que pasamos las páginas, de estar viendo una película de animación, algo que se percibe de un modo más palpable en las escenas de lucha, por ejemplo. Y el estilo gráfico recuerda a una de sus claras influencias y obras más admiradas: el Usagi Yojimbo, de Stan Sakai (aunque personalmente me quedo con el gos d'atura antes que con el conejo samurai de Sakai). La diversidad de esta zoología antropomorfa que salpica los distintos lugares también está muy bien diseñada. Por último, resaltar que el grado de grandeza de algunas ilustraciones a página completa o doble página es, sencillamente, asombroso.
En el universo que sirve de escenario para nuestro Orn errante no falta de nada. Hay un delicioso gusto por lo sobrenatural, pero no se abusa de este factor, demostrando de esta manera que se trata de un mundo con sus propias reglas y en constante desarrollo, algo a lo que va a contribuir enormemente las sucesivas entregas de Historia Universal. No nos puede extrañar, por tanto, que todo este material sirva para que los chicos de Maqui Edicions tengan en proyecto un juego de rol sobre Orn, al que deseo la mayor de las suertes. Podríamos decir también que la obra en su totalidad está impregnada de las ideologías ecologistas de Quim Bou, de su preocupación por el medio y de un claro respeto hacia el mundo animal. Como nota curiosa, es significativo que Orn sea en realidad el nombre de su mascota, que de algún modo ha inspirado al autor a denominar así al protagonista de su serie más popular.
Para acabar, sólo decir que si este artículo ha servido para suscitar vuestro interés por seguir las andanzas de Orn (cosa de la que no os arrepentiríais) os emplazo a leer en primer lugar Dos Espadas. Historia Universal se ha concebido como una colección que se puede acometer sin saber previamente nada del personaje, pero creo que para que la profundidad de esta estupenda serie cale más hondo, es importante pasar primero por el ciclo inicial, pues los episodios que suceden en Dos Espadas marcan la vida de su protagonista, como los hitos que jalonan las sendas que Orn recorre, de cara a posibles acontecimientos futuros. Además, la edición de Maqui es francamente bonita, tiene varios extras (todas las portadas de los números individuales de Dude, una historia inédita, páginas a color y otras curiosidades) y vaya, que merece la pena hacerse con ella. Existe además versión en catalán, para los lectores que así lo prefieran. Algo de lo que ha tomado buena nota Dolmen, que ha hecho lo propio con Historia Universal, pasando a Orn esta vez, como ya adelanté al principio, al formato de álbum europeo para mayor disfrute de todos. Desde hace pocas semanas, tenéis el segundo tomo, La Isla Hormiga, en las librerías. Está previsto que este nuevo ciclo abarque un total de 12 números (de los cuales Quim Bou ya tiene el argumento más o menos fijado), que se irán distribuyendo con una periodicidad aproximada de unos nueve meses entre una entrega y otra, según informa la editorial, así que afortunadamente tenemos Orn para rato. Una noticia ilusionante que hace que la fantasía esté de enhorabuena.
9 comentarios:
Gracias por los elogios, gran reseña.
Gracias por el post.
Decirte que este salón hemos decidido que el tomo 5 de la nueva serie de ORN sea doble, con lo que serán trece álbumes en total, jeje.
Y habrá más novedades sobre este autor, permanece atento a mi blog estos días
Felicidades por el artículo, te ha quedado muy bien. :)
Y nada, que yo también soy fan de Orn. Me costó conseguir algún que otro número de "Corazón Negro" y "Oro Rojo" en grapa, pero al final pude tenerlos todos :D
Eso sí, después de leerlos (y también de leer el de "Ser Rey"), me quedo con el de "Dos espadas".
Jorge Ivan:
Un tomo doble! Eso pinta bien... y que se trate del nº 5 hace pensar que el guión, al menos hasta esa entrega, ya está bastante pensado. Estoy seguro de que el Historia Universal se va a consolidar como un referente a tener en cuenta dentro de la fantasía.
Beldz:
Gracias ;)
Yo también me hice hace poco con los números en grapa de Corazón Negro, aunque confieso que no pude resistirme y he leído primero Dos Espadas, que como se deduce del artículo me ha molado mucho. Por cierto, que tú fuiste una de las personas que motivó, al comentar tus impresiones en el foro, que me lanzara a conocer esta serie :D
Yo espero que una de las noticias sobre Bou que nos tiene reservadas la editorial para este 2008 sea una recopilación en un sólo volumen de Oro Rojo, así que voy a esperar unos meses, a ver si hay suerte, jeje...
No te has dejado nada. Otra estupenda reseña Jolan y ya van....
Un saludo. Seguiré pasando por aquí.0-
¡Vaya reseña! Me dejas con la impresión de estar ante una gran obra. Quiero adquirirla.
Saludos desde México!
JOLAN:
Sí, el guión de ORN está cerrado del todo hasta el séptimo volumen (sexta entrega ya que el quinto es doble) y bastante desarrollado para todos los restantes.
Yo, que sé por donde va la cosa, te digo que se avecina un cambio de ritmo creciente y espectacular.
¡Prepárate!
Hola!
Ey... muchas, muchas gracias por este extenso y detallado post...
Vaya trabajo! :)
Cosas así son las que dan sentido a levantarse a las 7h. de la mañana para dibujar... :)
Salut!
Gracias a ti por traernos a Orn y también por pasarte por aquí. ;)
Publicar un comentario