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sábado, 7 de enero de 2012

La Saga de Atlas & Axis


Mi impresión al tener delante la primera vez el tomo de Atlas y Axis, reforzada con apenas ojearlo un rato en la misma tienda, fue casi enseguida la del cómic perfecto para regalar a mi sobrino, que se está iniciando tímidamente en el mundillo,... ¡después de habérmelo leído yo antes, claro! Si bien es verdad que este lanzamiento de Dibbuks se postula como un buen tebeo infantil (en una época en la que además, a diferencia de lo que ocurría en el pasado, no es tan fácil dar con lecturas comiqueras aptas para los más pequeños), tras pasar por mis manos debo matizar que su público resulta mucho más abierto que el del sector de menor edad al que aparenta dirigirse. E incluso que en ciertos aspectos le puede venir grande a un crío (aunque con los tiempos que corren, en los que la infancia cada vez se acorta más, decir esto casi parece disparatado).

Este volumen de La Saga de Atlas & Axis es el primero (aún no sabemos con certeza de cuántos) que recopila las andanzas protagonizadas por dos perros aventureros concebidos por el mallorquín Pau. Y digo perros porque, contrariamente a la tendencia de antropomorfizar animales que ya es común desde hace un tiempo, en este caso sí estamos verdaderamente ante sendos canes -con actitudes muy humanas, eso sí- que se comportan como tal (olisquean el rastro, marcan su territorio con orines o sueñan con roer grandes huesos, por ejemplo). En lo que no difieren estas dos criaturas de Pau es que engrosan la larga lista de personajes patrios rumiados por su autor durante años, tras un largo camino con parada en fanzines e historias cortas de publicaciones minoritarias, hasta ver la luz en la escena editorial, primero francesa (con Ankama Editions) y acto seguido española. La dificultad de este largo proceso bien habrá valido la pena con una recompensa en forma de nominación a los premios de Angoulême en su inminente edición de 2012.


El entorno en el que se mueven los dos simpáticos chuchos es el fantástico-medieval de costumbre, donde los animales -no sólo perros, también osos, zorros, lobos, ovejas o buitres, por citar algunos- sin perder su identidad bestial, ejercen una variante de civilización humana. Tal es el caso de los norcandos, hordas de perros del norte, a guisa de vikingos, que asolan con sus navíos tierras más apacibles, como las que habitan nuestros protagonistas, cuyo poblado reducen a escombros masacrando la mayor parte de sus pobladores y esclavizando al resto. El dramático suceso pone en marcha la misión de Atlas y de Axis, compañeros inseparables, que emprenden una búsqueda hacia lo desconocido para rescatar a dos de sus parientes y amigas, o al menos averiguar su paradero y si aún siguen con vida.



El dibujo de Pau destaca ya desde la fabulosa portada y cautiva en cada página y viñeta de principio a fin. Un dibujo estilo cartoon donde la expresividad juega una baza importantísima y empatiza con el lector en los sentimientos de pena, rabia, osadía, dolor o socarronería que generan los protagonistas, que se ganan así nuestro cariño por su carácter un poco tontorrón y vehemente. Una imagen vale más que mil palabras y poco puedo decir sobre la tarea gráfica del autor balear que no expresen por sí mismas las planchas de ejemplo que podéis ver aquí. Está a la vista el formidable resultado, que además gana puntos con un tratamiento exquisito del color. En definitiva, estamos ante un tebeo que, como mínimo, resulta visualmente muy atractivo y que goza de una textura enormemente colorista.

Hablando ya del guión debo decir que, una vez terminado de leer, he echado en falta algo más de profundidad; parece en cierto modo incompleto, aunque no sabría identificar de dónde viene esa carencia. La historia, pese a su fachada inocente, cuenta con la suficiente seriedad para que se hubiera ahondado algo más en determinados aspectos. Si no se ha hecho de esta forma pienso que quizá haya sido justamente para no sesgar su faceta más infantil; de ahí que este cómic se debate entre distintos públicos-objetivo sin definirse claramente por uno u otro (lo que, en todo caso, tampoco es que sea una desventaja). Aunque sutilmente, el relato lanza interrogantes que invitan a plantearnos la forma de actuar de sus personajes. Me quedo con esa reflexión final sobre el sentido de la venganza.


No obstante, hay una nota muy clara de humor, con algunos gags realmente memorables (¿las ovejas explotan al morir?) y un guiño constante al lector mediante el uso de la emotividad como instrumento. Pero si hay algo que resaltaría es, indiscutiblemente, que la historia se halla cuajada de saltos y contrastes muy bien trenzados: a ratos es dulce y en otros cruel, a veces la pareja protagonista actúa de manera plenamente racional y otras se dejan llevar por su instinto más primitivo y animal, por momentos predomina en ellos el valor y en otros sucumben al miedo, se enaltece la amistad y la camaradería, pero luego los dos perros permanecen un largo lapso del relato separados. Puede que esto tenga que ver con que Pau ha querido integrar todas las tendencias que le han inspirado a lo largo de su carrera. El único problema de esta divergencia en la acción es que a veces provoca discontinuidad en el argumento.


Un detalle que no se pasa por alto gracias a la mención que realiza en la sección de agradecimientos es que la personalización gráfica de ambos podencos (¡que tienen nombre de vértebras cervicales, qué cosas!) le vino al autor de dos mascotas que para él fueron muy queridas, un galgo afgano y un mil leches blanco, respectivamente. Aunque la sugestión de esta historieta que dibuja y guioniza la ha encontrado en muchas y variadas fuentes, desde las grandes antologías escandinavas a la influencia en su trabajo de autores como Uderzo, Corben o Max (siendo, por lo visto, pupilo de este último), no hay manera de esquivar comparaciones con obras como el Orn de Quim Bou, o Bone de Jeff Smith (a quien curiosamente Pau reconoce sin embargo no haber leído).


Nos sorprendemos, no es para menos, que por una vez se haya producido la salida simultánea entre Francia y España de este cómic, donde gracias a Dibbuks podemos disfrutar de una edición cartoné impecable en la que todo luce; la portada, las elaboradas guardas, las láminas a página completa junto a una serie de bocetos finales, etc. Como parece que las ventas han acompañado, tanto aquí como al otro lado de los Pirineos, todo indica que está asegurada la continuación.

Os recomiendo el inicio de esta saga por ser una obra sincera y directa, emocional y enternecedora sin dejar de apostar por la vena aventurera y humorística. Un volumen divertido para pasar un rato agradable, que se lee de una tacada (son apenas 80 páginas) y que podréis compartir varios miembros de la casa.


Por cierto, que al final me lo he quedado yo. Tendré que comprar otro ejemplar para mi sobrino...

3 comentarios:

EduXavi dijo...

Estoy contigo, aunque a simple vista está claro que está enfocado para un lector infantil/juvenil (la historia es sí así lo indica, sin una profundidad de historia demasiado marcada), hay momentos que pueden resultar un poco duros de interpretar para este tipo de lectores, aunque es verdad que hoy en día lo críos crecen y crecen a marchas forzadas por todo lo que les rodea y tienen.
En el apartado gráfico, pocos peros pondré, me encantá, aunque ganaria enteros y consistencia la obra con un detallismo más marcado, sobre todo los fondos.
Crucemos los dedos y esperemos que Pau tenga suerte en Angoulême.

Pardi dijo...

Buena entrada. Yo lo tengo pendiente de leer, y no es por falta de ganas pero tengo demasiados acumulados y no me pongo al día ..... Ya estoy acabando el de Axa.

Jolan dijo...

EduXavi:
Eso es; el cómic cuenta con ciertos aspectos, como un lenguaje directo y sin pudor, que por lo menos para chavales de nuestra generación hubiera chocado. Pero claro, es que yo con 12 años aún jugaba a los Playmobil (y no me sonroja decirlo). Hoy un crío de esa edad ya está pensando en cosas más avanzadas de lo que le correspondería -en mi opinión- y no se va a sorprender por algo así. Es una pena que ahora tengan prisa por pasar cuanto antes la infancia, seguramente la etapa más bonita de la vida, y siendo púberes parece que ya estén de vuelta de todo. En fin, me pierdo en reflexiones... Yo también le deseo suerte a Pau en Angoulême; sin duda la merece.

Pardi:
Pues ya verás, es un tebeo de fácil lectura que te ventilarás en un momento pero te dejará buen sabor de boca. Ya me contarás cuando lo leas, y estaré atento a tu opinión sobre Axa.

Saludos a ambos!

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