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martes, 17 de agosto de 2010

Thorgal (XVI): Loba

Rosinski – Van Hamme (1992)
Norma Editorial. Colección Pandora nº 26
Edición original: Louve

Atención: este artículo puede revelar detalles sobre el argumento.

¡Qué bonito álbum de Thorgal sobre el que fijamos el punto de mira en esta ocasión! Sin duda, uno de mis preferidos por varios motivos: su contenido emocional, la cumbre artística que con él mantiene un Rosinski tan maravilloso como siempre, una trama sencilla pero inquietante y bien construida; que aporta secuencias de tranquilidad y ambiente bucólico admirables -sobre todo al comienzo- y sin embargo a su vez tiene un desarrollo muy dinámico. Y además ya podemos afirmar que estamos en el ecuador exacto de la serie hasta donde alcanza en este momento su numeración. A partir de ahora, el sendero es cuesta abajo (¡pero ojo, que no lo digo por una merma de calidad en las siguientes entregas -aunque ésta será más variable, es cierto- sino porque en este agradable recorrido que estamos haciendo de la colección atravesamos ya su etapa de madurez para sumergirnos de pleno en nuevas aventuras, no menos vibrantes, que no intuíamos aún desde el otro lado del camino!).

Pero bueno, por ahora nos toca ser espectadores de una de esas pausas entre ciclos que constituye otro hito importante en la vida de Thorgal; la llegada de un nuevo miembro a la familia: Loba. Y es que la historia que sucede en este decimosexto número es una oda a la unión familiar frente a viento y marea, una afirmación de que para nuestro héroe los suyos están por encima de todo y una renuncia expresa a la violencia, salvo en los casos en los que quienes le rodean corran peligro, como de hecho ocurre en este episodio.


De vuelta en tierras del norte, un nuevo líder dirige a los vikingos que las habitan: Wor, apodado el Magnífico. En un poblado de la región, sus hombres ejercen un desmedido papel de predadores de víveres para la nueva campaña de incursiones que van a acometer en la ya floreciente primavera. Sólo un pobre deforme se libra de la carnicería, no osando Wor asestar el golpe fatal por temor a ofender a los dioses al atacar a un hombre disminuido en sus facultades.

Entretanto, nuestros protagonistas regresan a su antiguo hogar para asistir en un sitio más cómodo al inminente alumbramiento de Aaricia. La barcaza que les transporta es confiscada por la flota de drakkars del petulante Wor, con quien Thorgal pronto se granjea una relación de enemistad y rencor. Obligados a continuar a pie, el padre de familia decide adelantarse hasta la aldea para traer un carro que haga algo más llevadero el camino a Aaricia, quien espera junto a Jolan la vuelta de su amado. Sin embargo, la disputa con Wor enseguida desencadena otras acciones y, en ausencia de Thorgal, encinta y sin ayuda, Aaricia hace lo que puede contra sus sicarios para defender a Jolan y a la vida que lleva en su vientre. Pero en mitad de la noche tendrá de su parte un aliado con el que no contaba.

Aunque en verdad los principales méritos de este capítulo se deban a Rosinski (su aportación aquí es digna de alabanza), Van Hamme logra hilar una historia paralela a la de Thorgal y los suyos a un ritmo de lo más preciso, que encuentra su desenlace al mismo tiempo que el relato central. Además, retoma algunos secundarios que son de agrado para el lector, como Solveig o Hierulf el Pensador.


A pesar de un guión ciertamente oscuro, este volumen de Thorgal contiene escenas bellísimas y algunas de las estampas familiares más entrañables de toda la serie. Las explicaciones con las que Thorgal inculca los valores de respeto al prójimo en Jolan e intenta hacerle ver su manera de entender la vida, constituyen una de esas charlas entre padre e hijo que no se olvidan. Y las muestras de afecto entre la pareja, y de estos para con su pequeño (también Muff anda por medio), en ese estado de ilusionada cuenta atrás ante la llegada de un nuevo retoño, son de una emoción indescriptible.

Pero la presente aventura posee un tinte sombrío que tiene su reflejo gráfico en el hecho de que la mayor parte de sus sencuencias transcurren de noche y bajo la lluvia, en espera de que la llegada del sol coincida con la desaparición de la amenaza. Me produce cierta gracia la comparación que en la rebautizada web de Thorgal-BD nuestros vecinos franceses hacen de este álbum con películas al más puro estilo Scream y similares, ¡pero lo cierto es que no les falta razón! Van Hamme se inspira en el universo de los films de terror (con un personaje que casi parece un guiño a Freddy Krueger) para levantar un escenario angustioso en el que los enemigos van cayendo uno a uno, tras presenciar la fatídica señal de una mano cortada, encontrando una muerte espantosa. Por su parte, Thorgal se une de algún modo a esta cacería, haciendo uso de su letal arco de forma implacable, puesto que son su familia y su pueblo los que están en gran peligro. En cierta manera, además, esta aventura guarda parecido con Alinoé, en donde ya vimos a Aaricia y Jolan quedarse solos frente a un entorno de miedo psicológico (aunque en este caso es la pobre Aaricia la que se lleva la peor parte y tendrá que asumir en soledad, teniendo en cuenta su estado, la principal carga de todas las penurias que acontecen en este número).


El componente natural, primitivo y salvaje cobra una gran importancia en esta entrega, teniendo su culminación en el momento del parto. Si el hombre es un lobo para el hombre (los vikingos de Wor dan fe de ello), en esta ocasión es el lobo -en sentido literal- quien da cobijo a la esperanza de una vida que comienza. El nombre dado a la pequeña recien nacida en la última página del tomo no deja de ser un bonito signo de reconocimiento hacia un animal que, pese a su reputación, no es la despiadada criatura que a menudo recibe tan mala fama. Ya veremos, quizá por esto, que la relación de Loba con la naturaleza constituirá toda una sorpresa en el futuro.


Profundizando en la cuestión de los nacimientos, como apunte a la cultura vikinga que envuelve la ambientación principal de Thorgal, hay que decir que eran muy numerosos en aquella época. Era casi una cuestión de necesidad, si se querían compensar los estragos de la enorme mortalidad infantil que el frío y la escasez provocaban particularmente en los países nórdicos. Una vez había nacido, la costumbre era depositar unos instantes al niño sobre la tierra, alzarlo a continuación en las manos como ofrenda al cielo y rociarle unas gotas de agua. Este ritual permitía que así se beneficiara del poder de estos tres elementos: en cierto modo, vemos que la pequeña Loba lo recibe, dadas las precarias circunstancias de su llegada al mundo. A veces el padre podía rechazar a la criatura, sobre todo si padecía alguna malformación (como el jorobado en esta aventura). En estos casos, el bebé era tristemente abandonado a las alimañas del bosque.


Hemos visto también que los Vikingos del Norte no vacilan en ponerse a disposición de Wor el Magnífico y el cuidado con que sus pares se guardan de que este trate de mantener una actitud honorable. Designado por los hombres libres del clan, los jefes vikingos tenían un carácter sagrado: estaban a cargo de llevar a sus guerreros a la victoria y de atraer sobre los suyos las bondades de la naturaleza y de los dioses. Durante la batalla debía estar en todo momento bien protegido, porque su captura o su muerte eran señal de derrota para el clan. Sus fieles no dudaban en acompañarle al exilio o a la muerte. Pero si no ejercía bien su papel, si perdía el respeto de sus hombres, el jefe podía ser fácilmente destituido, desobedecido (tal es la suerte que al final acompaña a Wor) e incluso sacrificado (como comprobamos que injustamente se pretendía con Leif en la primera historieta de El hijo de las estrellas).

Para no restar protagonismo (que bien lo merece) a tan precioso volumen, de momento sólo os anuncio que a lo largo de esta misma semana podréis ver por aquí un avance de la portada definitiva y las cinco primeras páginas de La batalla de Asgard, álbum nº 32 de Thorgal, cuya publicación está ya muy próxima. ¡Permaneced atentos!

6 comentarios:

Loren Sparrow dijo...

Que buena pinta tienen todos los volúmenes de Thorgal. Siento no haber leído el post entero, pero es que aún no he llegado hasta ese punto en la serie. Me voy leyendo tus artículos conforme me voy leyendo los álbumes. xD

He leído hace unos pocos días el cuarto, "La Galera Negra", y me ha gustado bastante, lástima que ahora quiera el quinto para ver cómo sigue la historia. :D

Jolan dijo...

Y haces bien en no mirar muy a fondo cada post sino cuando te has leído cada capítulo en cuestión, ya que como advierto siempre al principio, no puedo evitar que en los resúmenes de cada álbum se me cuelen algunos spoilers. :)

Ya te vas acercando a la parte donde la colección comienza a ser jugosa...

¡Y hablando de Thorgal, acabo de recordar que tengo pendiente comentar algo del álbum en preparación, así que vamos a ello!

Sergio Bleda dijo...

Este es, junto con el de "Aaricia", uno de mis favoritos.

Jolan dijo...

Los álbumes protagonizados por la mujer de Thorgal siempre tienen un toque especial. Gracias por tu visita, Sergio! ;)

rul dijo...

Hola!. Ahora ando un poco liado y tengo poco tiempo, pero prometo que seguiré aportando mis humildes comentarios a tus espléndidos monográficos de esta serie excepcional. Saludos.

Jolan dijo...

Hola de nuevo, colega thorgaliano! ;) Tus comentarios sobre Thorgal siempre serán bienvenidos aquí. Para mi es estupendo contar con la opinión de otros fans acérrimos de la serie y que saben tanto de ella como tú!

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