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sábado, 5 de enero de 2008

Treyes

Treyes (E. Cubera - P. Camello) Aleta Ediciones. Col. Balas Perdidas
64 páginas (80 en Némesis). Rústica, b/n con portada a color. PVP: 6 €

Me agrada poder dedicar un artículo a hablar de esta serie, que en su momento supuso para mí todo un descubrimiento y una sorpresa dentro del panorama del comic español. Porque son obras como Treyes las que demuestran el talento inapreciado de algunos autores nacionales, como ocurre en este caso con los extremeños Eduardo Cubera y Pedro Camello.

Es Treyes un relato en el que fantasía, aventura, mitología e historia se abrazan a través de los trepidantes guiones de Cubera y de los trazos límpios, nítidos, definidos, de Camello. Esta ucronía fantástica nos sitúa en pleno s. VI, sobre los restos de un desmembrado Imperio Romano que se ha reconvertido y conservado, perpetuándose en la figura de un Papado bajo el que se hayan sometidos los pequeños reinados emergentes y los pueblos resultantes tras la barbarie de esta vieja Europa, sobre la que el sumo pontífice siembra el terror por doquier y gobierna con puño de hierro mediante su guardia pretoriana - los hijos de la Loba - con el cuerpo de los lupercales como instrumento de su dominio a lo largo y ancho del continente. En una situación semejante, el destino impone la llegada de un renovado mesías, esta vez en la persona de una niña, de la que pronto tres dispares personajes, con más puntos en común de los que a priori ellos mismos piensan, se erigirán en sus protectores y en los custodios de la nueva esperanza. Puede parecer una vuelta de tuerca sobre argumentos ya muy manidos, pero os aseguro que el curso de la aventura y el dinamismo que le imprimen sus autores le conceden a esta obra una identidad propia.

Dividida en tres partes (Epifanía, Éxodus y Némesis), publicadas por Aleta Ediciones en un cuidado formato comic-book dentro de su acertada política de apostar por producciones autóctonas, la serie en conjunto emana una calidad muy alta y en constante progreso, tanto en el guión como en el dibujo, que puede apreciarse a través de cada entrega. El ritmo con el que la historia se desarrolla sigue un tempo muy apropiado y cada número enlaza a la perfección con el siguiente, no dejándonos un respiro al engancharnos de principio a fin, lo cual la convierte en una obra muy fácil de leer de un tirón, sobre todo ahora que sus tres números hace ya unos meses que están en el mercado, y que admite varias relecturas que nos permiten descubrir nuevos detalles a cada ocasión.

La magia de esta obra proviene de la diestra combinación de aportaciones e ideas de sus autores. Pedro Camello (alias Kame), nacido en Cáceres en 1974, es un - hasta hace relativamente poco - desconocido dibujante, que alterna sus trabajos de animación para producciones en el cine y la televisión, según tengo entendido, con su más reciente buen hacer en el mundo del comic. Tanto es así, que su labor para algunas pequeñas editoriales americanas realizando historietas de estilo "slice of life" (género realista-costumbrista de creciente auge en la industria del comic), lo que denota su versatilidad de registros, le valió una nominación para los renombrados Premios Eisner en 2003 por su historia 'Uncle Jeff' (de la que lamentablemente no he podido obtener mayor información). En España, se da a conocer precisamente con Treyes, habiendo publicado entretanto, igualmente con Aleta Ediciones en colaboración con Dibbuks, el también sobresaliente tebeo Guido el Negro (del que podéis esperar un comentario aquí en un futuro). En espera del reconocimiento de una más que merecida consagración, de la que en mi opinión ya le hacen valedor tanto Treyes (por la que ha estado nominado como Mejor Dibujante Nacional en la pasada edición de Expocomic) y Guido, Pedro prosigue con sus tareas habituales mientras trabaja en una ansiada segunda parte de esta última historieta. Lejos de comparaciones indeseadas, pues el estilo de Kame es lo suficientemente fresco y sugerente para defenderse por sí solo, podemos encontrar en su dibujo influencias reconocidas como las de Jan y Uderzo, y otras adivinadas como las de Luguy, Peyo o Jeff Smith, por poner algunos ejemplos, si bien esto es algo siempre afecto a la subjetividad del lector. Es importante resaltar que se nota en Pedro Camello su buena mano con la Historia (la documentación de la que hace gala con Treyes es tan asombrosa como inusual en un comic), su gusto por la arqueología de las civilizaciones primitivas, la arquitectura antigua y medieval, así como los mitos y leyendas de la antigüedad, aspecto éste muy presente también en Guido. Estos detalles, en vez de pasar desapercibidos, no hacen sino ennoblecer y aportar mayor riqueza aún a sus dibujos.

Menos sabemos de Eduardo Cubera (Plasencia, 1976), médico de profesión y guionista de comics de vocación, ya que se estrena en el género con Treyes, siendo hasta ahora su único trabajo conocido dentro de este ámbito. Cubera estará presente en la continuación de Guido el Negro, donde se incorpora a sus guiones (no porque Camello no se defendiera estupendamente con ellos, conste), de los que podremos esperar algunos matices que tan bien le sentaron a Treyes, como el sentido del humor y la carga épica. Fan de Richard Corben desde la niñez, admite entre sus influencias y autores predilectos a Stan Sakai y Mike Mignola.

La miniserie de Treyes destaca entre las últimas obras de fantasía a mencionar, y lo hace tanto por un guión lleno de acción, que lleva a los personajes incansablemente de un rincón a otro de la geografía, deteniéndose a ratos para obsequiarnos con momentos de humor o de emotividad, como por la aplicada técnica en el dibujo, de una inconfundible estética cartoon, que sin embargo infunde en los personajes una realista expresividad creíble y una profundidad en sus gestos rara vez vista en este estilo gráfico.

Y hablando de los personajes, nos encontramos con unos protagonistas, diseñados mediante un dibujo claro y diáfano, y que cuentan con una psicología bien construída, que no se enmarcan en cambio en los cánones a que nos tiene acostumbrados la fantasía heroica. Son estos contrastes quizá los que lo hacen todo tan interesante. El judío Levi, alquimista algo torpón, pero que encarna la parte más sensata y pensante de este improvisado grupo; el leproso Carlión, espabilado ladrón, resignado a su enfermedad hasta un punto que despierta verdadera compasión y afecto por el personaje en el lector, protagonista a su vez de los momentos más cómicos de la historia; y la dama Délago, cuyas raíces bárbaras afloran a la superficie, concediéndole más maña en el manejo de las armas que con las labores propias de su, más o menos, noble cuna, y descontextualizada en un entorno tan opresivo hacia la mujer como el que envuelve los hechos. Tres parias de la época, un judío, un leproso y una mujer: tres particulares reyes magos (qué apropiado para la fecha... ¡juro que no estaba preparado!) para un nuevo e igualmente atípico segundo salvador del mundo, personificado en la pequeña Ara. Y unos malos que no se quedan atrás. Empezando por el cabeza de la Iglesia, Thanatos I, representante de una teocracia basada en el miedo, heredero tanto de las tradiciones cristianas de un tardío Imperio Romano como de los ritos paganos de su origen; capaz de transmitir pura maldad y verdadera grima en ocasiones desde su alta posición, noble, elegante, casi de rasgos afeminados, pero dotado de una perfidia magistralmente urdida. Casi tanta como la de su hermano y protector, Rawulf, un guardaespaldas que oculta un tenebroso secreto, líder de las terribles gárgolas, que junto con las tropas de licántropos comandadas por Licaón, general de los ejércitos papales, investido de una fuerza y brutalidad lobunas que traspasan las páginas, engrosan las fuerzas del mal que acosan constantemente a nuestro trio heroico. Añadámosle un oráculo ciclópeo, un sabio mentor y maestro de una escuela de niños con talentos insospechados, unos Caballeros de la Orden de San Jorge, resistencia en la sombra al gobierno de Thanatos, capitaneados por el valiente Marcus y sus singulares lugartenientes, y una graciosa mascota a la que se le ha insuflado vida... y envolvamos todo en una vibrante aventura fantástica: eso es Treyes, uno de los mejores tebeos españoles de los últimos tiempos.

Una serie en la que no dejaréis de disfrutar con los pequeños detalles y curiosidades gráficas con que nos deleita Pedro Camello: desde los uniformes de los Caballeros de San Jorge y las hordas de guerreros-lobo a los edificios de una Roma post-imperial, de los guiños a determinados lugares (como su Cáceres natal), escenarios históricos y objetos arcaicos reales a la impactante brillantez visual de criaturas y seres de leyenda, de las divertidas ocurrencias de Carlión a la crueldad homicida de las gárgolas,... Y si además sois de los lectores avispados que gustan de entretenerse en cada viñeta, seguro que encontraréis a más de un artista invitado entre las multitudes...

Por no deshacerme en más halagos, decir como inconveniente que la historia se hace corta y deja con ganas de seguir leyendo, sin apuntar además a continuidades (lo que a veces es un acierto, visto con un poco de perspectiva temporal, pues los autores no han querido alargar una historia que perfectamente se podía contar en las tres entregas publicadas). En ocasiones, también es verdad, el ritmo de la acción es un poco precipitado y uno gustaría de empaparse más de ciertas escenas antes de pasar a las siguientes. Pero no son cosas que resten calidad ni impidan disfrutar a fondo de un comic muy entretenido y técnicamente impecable.

Bajo los buenos auspicios de Aleta, la serie incluye además en cada número su correspondiente skechtbook, unos apreciables apéndices, llenos de bocetos, información, storyboards, glosarios y apuntes de los autores que no os podéis perder, porque sirven para completar lo narrado en cada entrega y amplian el mundo descrito en el comic, lo que justifica de sobra el precio de la edición, ya de por si muy ajustado. Me pregunto si algún día se planteará la posibilidad de sacarlo en color, aunque el blanco y negro le funciona a la perfección en este caso y en ningún momento el dibujo se vuelve confuso.

Tengo fe en que el dúo Camello-Cubera persevere en su empeño de sacar adelante sus trabajos en el mundo del tebeo a pesar de las dificultades, porque me da la impresión de que Treyes ha pasado injustamente desapercibido, pues de lo contrario habría sido mucho más comentado. Estoy seguro de que si esta obra hubiera venido del otro lado de nuestras fronteras y bajo el brazo de una editorial más importante, ahora estaría en los altares de muchos aficionados. De momento, podemos depositar nuestras esperanzas en la continuación de Guido, pero confío en que un futuro no muy lejano nos depare la sorpresa de nuevas series a manos de Pedro Camello (sean o no de fantasía heroica), que si las circunstancias caprichosas del mercado español se lo permiten, está destinado a labrarse un importante hueco en el noveno arte.

Por lo pronto, tenéis la oportunidad de haceros nuevamente con esta miniserie, que empezará a redistribuirse a partir del próximo mes de Febrero. No la dejéis escapar... ¡avisados estáis!

8 comentarios:

Pedro dijo...

"le valió una nominación para los renombrados Premios Eisner en 2003 por su historia 'Uncle Jeff' (de la que lamentablemente no he podido obtener mayor información"

Creeme, no te pierdes nada.

Jolan dijo...

Nada de subestimarse... que una nominación a un Eisner no es cosa de poco. ;)

¿Realmente no hay manera de poder ver esa historieta?

Unknown dijo...

Treyes es un cómic como pocos. Y Pedro es un artista sin parangón, cada vez que veo sus originales me dan ganas de asesinarlo. En el último salón de Madrid tuve el dudoso honor de ser el primero en mancillar su libro de bocetos con uno de mis monigotes.
¡Yo de mayor quiero ser como Pedro Camello! (Y como Geralt de Rivia)

Pedro dijo...

"¿Realmente no hay manera de poder ver esa historieta?"

La hay. facilítame una dirección postal.

Jordi: desde entoces te debo un dibujo de tus chicas. Tú dirás.

¡Todos queremos ser Geralt de Rivia! y yo, sobre todo, poder crear personajes como Córvida (gran nombre, maldita sea. Una lástima que no se me ocurriera a mí antes). Gran historia, a eso le llamo yo saber jugar con los cuentos clásicos y no la castaña de Shreck.

Unknown dijo...

Sí, esa forma de homenajear/versionear los cuentos clásicos que tiene Sapkowski en su primer libro es lo que me cautivó. Después, me impresionó la forma tan dura, realista y, a mi entender, eslava que tiene de dar forma a su mundo y sus personajes. Leyendo sus libros he vuelto a sentir eso de "esto es lo que yo quiero hacer" que no sentía desde hacía mucho tiempo.

Jolan dijo...

Pedro: te mandaré un mail y te digo, pero ante todo...¡¡¡gracias!!!

Oye, yo también quiero ver a Ashla e Ihana desde la perspectiva Kame! Eso va a molar ;)

Gran personaje esa Córvida-Renfri, sí. A ver cuándo puedo ponerme con 'La espada del destino'.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con absolutamente todo.

Hace una semana justa descubrí Treyes en mi biblioteca, y me saqué los libros. Desde entonces, ando como en una alucinación: ¡simplemente, me encanta! La caracterización de los personajes, el dibujo, ¡todo! ¡Es, simplemente, bestial! Yo suelo ser más de manga (léase Naruto, Bleach y similares), pero a partir de Treyes me parece que voy a ampliar más mi punto de vista.

¡Hasta pronto!

Troyana. (Suprema vagancia que me impide hacerme una cuenta de blogger o similar...)

Jolan dijo...

Troyana: Pues ya sabes, si te gustó Treyes, no dudes en pillarte Guido el Negro, del mismo autor. Ambos títulos son una muestra de algunos comics buenísimos que se están haciendo en los últimos años por aquí.

Un saludo. ;)

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